La Laguna con los cinco sentidos
Casas se?oriales pintadas de albero o azul, tascas deliciosas y un mercado donde se multiplican los tipos de papa en un paseo por la ciudad tinerfe?a
He ido muchas veces a La Laguna, pero nunca hab¨ªa sabido contarla. Uno de los mitos fundacionales de las islas Canarias se vincula con la Atl¨¢ntida. En La Laguna, como en la legendaria ciudad sumergida, el callejero esconde, como la superficie de un mar, un homenaje a la naturaleza. Ah¨ª est¨¢n la calle del Agua y del Pino, el camino de El Peral¡
A menudo la ciudad tinerfe?a aparece bajo un filtro brumoso que justifica la maravillosa estridencia de los colores ¡ªrojo oscuro, albero, azul¨®n, blanco nuclear¡ª con los que se pintan las fachadas de casas se?oriales, palacios y de esas otras m¨¢s modestas, dibujadas a imagen y semejanza de las grandiosas, pero a una escala menor: port¨®n, grandes ventanales, a veces un balc¨®n canario, de madera, volado en el vac¨ªo. Tengo mis preferidas: la casa del Corregidor, la Alh¨®ndiga y de los Capitanes Generales; la c¨¢rdena Casa Ossuna; la Casa Bigot, del siglo XVI, con su balc¨®n espl¨¦ndido; tambi¨¦n del XVI es la austera Casa Granero. El palacete del casino contrasta por la sensualidad de sus vol¨²menes y su amable jard¨ªn.
En los tejados de La Laguna ¡ªSan Crist¨®bal de La Laguna¡ª brotan arbolillos que configuran una selva particular que tambi¨¦n florece en las alcantarillas y en algunos grifos dom¨¦sticos. Agua. Un rico manto fre¨¢tico sobre el que descansan las casas construidas en torno al Camino Largo, un paseo de palmeras como arcadas g¨®ticas. Algunas de estas casas contempor¨¢neas son palafitos de gran pureza estil¨ªstica y una linealidad no tan ajena a la exuberancia decorativa, muy puntual, de las bell¨ªsimas casas del centro. El silencio es una figura barroca.
El casco hist¨®rico de La Laguna, patrimonio mundial, se vertebra en torno a tres calles paralelas que se van humanizando: San Agust¨ªn es de una belleza incontestable y parece un escenario sobre el que poner el pie causa respeto; en Obispo Rey Redondo se vivifica el encanto monumental, y el murmullo del comercio alcanza su culmen en Herradores.
El convento de San Agust¨ªn, con su jard¨ªn de entrada y su torrecilla con sus vol¨²menes huecos, es uno de los sitios m¨¢gicos de esta ciudad de m¨¢s de 100.000 habitantes. En la misma calle se sit¨²a el palacio Lercaro, Museo de Historia y Antropolog¨ªa, cuyo patio trasero, con su hermoso drago, esconde dos carruajes: un sobrio Landau ingl¨¦s y una refitolera berlina francesa. Las decoraciones del patio central son deslumbrantes. Al lado, la Fundaci¨®n Cristino de Vera recoge parte de la obra, m¨ªstica y puntillista, del pintor y cuenta adem¨¢s con una sala de exposiciones. Tambi¨¦n hay que echarle un ojo al patio, c¨¢lido y vegetal, del Consejo Consultivo de Canarias.
Alrededor de la iglesia de la Concepci¨®n proliferan restaurantes como Casa Vidal y m¨²sicos callejeros
Melod¨ªas
Entre San Agust¨ªn y Obispo Rey Redondo est¨¢ la plaza de los Remedios, que alberga la catedral del mismo nombre: llama la atenci¨®n la luz y el dieciochesco retablo de la Virgen de los Remedios. Otro hito religioso es la cercana iglesia de Nuestra Se?ora de la Concepci¨®n. La ennegrecida torre y sus balcones. Alrededor proliferan las tascas y restaurantes que permiten disfrutar de La Laguna con sentidos que no se reducen a la vista y al o¨ªdo. Porque en estas calles excelentes m¨²sicos tocan sus melod¨ªas o versiones de Am¨¦rica o Pink Floyd.
Un lagunero confunde a mi acompa?ante con un amigo al que no ve¨ªa desde hace mucho; en cuanto mi acompa?ante abre la boca, el lagunero se percata de su error: el acento no corresponde. Nos quedamos tomando una cerveza en el bar Benidorm, que se llama as¨ª porque, a mitad de la d¨¦cada de 1950, ¡°al jefe, que es gomero, se le ocurri¨® sin m¨¢s¡±. El olfato y el gusto se deleitan con el pulpo de La Tasca de Cristian o en uno de los guachinches aut¨¦nticos de La Laguna: Casa Vidal. Vidal y su mujer, alrededor de la cosecha de vino, sirven arvejas, garbanzos, pescado salado, conejo, tomates ali?aos, papas y unas ensaladas magn¨ªficas a precios econ¨®micos.
La adoraci¨®n por la patata nos lleva al mercado, la recova, como dicen por aqu¨ª: los puestos de patatas revelan una riqueza l¨¦xica insuperable (como las ¡°papas negras yema de huevo¡±). Cierras los ojos y ah¨ª est¨¢, la consistencia y el sabor de una yema untuosa y exquisita. Resultan tambi¨¦n muy llamativos los puestos de pescado y carne en salaz¨®n. Un poco alejado de La Concepci¨®n queda Nub, en La Laguna Gran Hotel, con una estrella Michelin; Cofrad¨ªa, especializado en pescados, o Mitematu, donde su due?o ofrece excelentes cervezas artesanas y prepara un solomillo de cerdo, cocinado a baja temperatura y rematado con soplete, que nos deja at¨®nitos. El local est¨¢ en la calle de Bencomo, con sus galer¨ªas de arte, estudios fotogr¨¢ficos y librer¨ªas como El Paso.
En La Laguna hay tambi¨¦n una Escuela Literaria que funciona desde hace tres lustros. En El ?guila, otra librer¨ªa, Beatriz aconseja a sus clientes, que tal vez vengan de escuchar una charla en el recoleto Ateneo, asistir a un espect¨¢culo en el Teatro Leal o tomar un pastelito en el patio del viscontiano hotel Aguere. De alucinar ante la encalada perspectiva de la calle del De¨¢n Palah¨ª hacia la verdosa plaza del Adelantado. Otra foto y otra y otra. Por favor.
Marta Sanz es autora de la novela Amor Fou (Anagrama).
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