10 lugares que convierten Nueva Zelanda en un destino alucinante
Playas v¨ªrgenes, volcanes, fiordos espectaculares y escenarios de ¡®El Se?or de los Anillos¡¯ en una ruta trepidante por las Ant¨ªpodas
Viajar a las Ant¨ªpodas es uno de los sue?os de todo gran viajero y, adem¨¢s, Nueva Zelanda ya no es inalcanzable como en otros tiempos. Paisajes incre¨ªbles, playas v¨ªrgenes, volcanes, g¨¦iseres, glaciares, fiordos¡ lo tiene casi todo. Est¨¢ considerada, sobre todo, como un para¨ªso para las experiencias al aire libre, por inventar deportes extra?os y por ser el gran destino de los senderistas. Pero hay muchas razones m¨¢s por las que merece la pena viajar hasta la otra punta del planeta¡
1. Senderismo, deporte nacional
Para muchos, el deporte rey de los neozelandeses es el rugby, con su selecci¨®n nacional, los All Blacks, y su famosa haka (danza ritual maor¨ª que realizan antes de cada partido). Para otros ser¨ªa el jumping bumping, invenci¨®n neozelandesa que aqu¨ª conocemos como puenting. Pero lo cierto es que si por algo merece la pena viajar hasta tan lejos es para experimentar el bushwalking o tramping, como all¨ª se denomina al senderismo, y que es casi como una religi¨®n nacional. Resulta una forma muy gratificante de sumergirse en la belleza natural del pa¨ªs y poder contemplar de cerca sus monta?as, cascadas escondidas y, con suerte, alguno de sus peculiares animales. Hay miles de kil¨®metros de senderos se?alizados, incluidas las nueve Grandes Rutas (Great Walks) del Departamento de Conservaci¨®n, as¨ª como una excelente red de refugios y c¨¢mpines.
La temporada alta del tramping ¡ªde mediados de diciembre a finales de enero¡ª asegura buen tiempo, pero tambi¨¦n demasiados visitantes en algunos lugares, pues coincide con las vacaciones escolares del verano austral. No hay problema, de enero a marzo todav¨ªa es buena ¨¦poca para disfrutar de la mayor parte de las rutas, tanto para principiantes ¡ªsenderos magn¨ªficos como los de la pen¨ªnsula de Coromandel o la ruta de Wainul Falls Track, en el parque nacional Abel Tasman¡ª como para senderistas m¨¢s experimentados, que disponen de rutas largas y famosas, como el Milfrod Track, en el parque nacional de los Fiordos, en la Isla Sur, o el Lake Waikaremoana Track, en Te Urewera.
2. Aventuras al aire libre
Nueva Zelanda es el para¨ªso de la adrenalina; hasta los m¨¢s miedosos se atreven a cosas extraordinarias. Como saltar al vac¨ªo colgados de una cuerda, tirarse en paraca¨ªdas o descender por r¨¢pidos fluviales. En este pa¨ªs se invent¨® el bumpy jumping (puenting) y el jetboat. Y si no queremos recurrir a lo m¨¢s extremo, se encuentran fabulosas rutas de bici de monta?a y cicloturismo, que atraviesan paisajes alpinos espectaculares y sortean viejas l¨ªneas de ferrocarril. New Zealand Cycle Trail es una red de casi 2.500 kil¨®metros de itinerarios ciclistas que han contribuido al gran salto de popularidad de este deporte: de mero pasatiempo de fin de semana a locura nacional. Muchos viajeros de todo el mundo llegan solo para pedalear por estos paisajes. Algunos de los m¨¢s famosos son el bosque de secuoyas de Whakarewarewa Peak, en Wellington; el bosque de Woodhill, en Auckland, y el Queenstown Bike Park, accesible en telef¨¦rico (Skyline G¨®ndola). Pero hay propuestas en cada rinc¨®n de las islas. Por ejemplo, en la Isla Sur se puede recorrer con la bici la zona de Port Hills, por encima de Christchurch, o llegar al monte Castle, en la carretera de Arthur. Y al norte de Nelson se puede ascender hasta las monta?as de m¨¢rmol y caliza de Golden Bay, o al monte Takaka.
Los ciclistas neozelandeses adoran en particular el Heaphy Track, una ruta en el noroeste de la Isla Sur que se puede hacer en 4-6 d¨ªas y que es una de las joyas del parque nacional Kahurangi. Entre sus maravillas est¨¢n las colinas de Gouland Down y la costa de palmeras nikau, o los dos pueblos que hay en cada extremo de la ruta: la bah¨ªa Golden y Karamea.
3. Costa este, un viaje inici¨¢tico
Nueva Zelanda se caracteriza por su variedad de paisajes, pero en la costa este se combina adem¨¢s con la posibilidad de conocer la cultura maor¨ª mejor que en cualquier otro rinc¨®n del pa¨ªs. A los viajeros m¨¢s intr¨¦pidos les resultar¨¢ f¨¢cil eludir a los turistas de la Pacific Coast Highway solo con desviarse por las carreteras rurales hasta las playas m¨¢s apartadas o la solitaria regi¨®n de Te Urewera. Y cuando la llamada de la naturaleza ceda a la de un delicioso caf¨¦, se pueden tomar en Gisborne y Napier. Tampoco faltar¨¢ buen vino: la regi¨®n de Hawke¡¯s Bay est¨¢ repleta de vi?edos. Siguiendo la estela de la Pacific Coast Hwy, una sinuosa carretera de 327 kil¨®metros, doblaremos el punto m¨¢s oriental de la Isla Norte, durante mucho tiempo un rito de paso para los neozelandeses. Se puede hacer en coche en un solo d¨ªa, pero resulta mucho m¨¢s gratificante parar una noche (o m¨¢s) por el camino. Podremos empaparnos as¨ª de c¨®mo la vida maor¨ª se mantiene preponderante en el cabo Este, en apacibles aldeas y en torno a los muchos marae (centro de encuentro para los miembros de la comunidad) que motean el paisaje. Por c¨®mo viven los tangata whenua (nativos) de la zona, en sus comunidades cerradas y casi exclusivamente del mar y la tierra, se intuye c¨®mo podr¨ªa haber sido su existencia actualmente si no se les hubiera despojado de sus tierras en el siglo XIX. Y si se prefiere otro tipo de acercamiento a la cultura local, se puede visitar el Tairawhiti Museum y la C Company Memorial House, en Gisborne.
4. De vinos en tierra kiwi
Sin movernos de Hawke¡¯s Bay podremos visitar la bodega m¨¢s antigua de Nueva Zelanda, Mission Estate Winery, fundada en 1851 por cat¨®licos franceses. Esta soleada regi¨®n de la Isla norte, conocida hist¨®ricamente por sus campos de frutales, se ha convertido en la segunda zona de producci¨®n vin¨ªcola del pa¨ªs (por detr¨¢s de Marlborough), con excelentes tintos de estilo bordel¨¦s, shiraz y chardonnay. Hay muchas bodegas visitables en Hawke¡¯s Bay, como Black Barn Vineyards, Mission Estate Winery, Crab Farm Winery o Te Mata Estate.
Y al norte de la Isla Sur, en torno a Marlborough, con un microclima que facilita el cultivo de la variedad sauvignon blanc, est¨¢ la gran regi¨®n enol¨®gica neozelandesa, con multitud de plantaciones que se pueden visitar. Eso s¨ª, antes de irse de vinos con los kiwis (apodo que reciben los neozelandeses) hay que conocer las costumbres locales: en los bares, el shouting es un respetado rito local seg¨²n el cual la gente se turna para pagar cada ronda de bebidas (quien desaparezca antes de su turno no har¨¢ demasiados amigos). Despu¨¦s, tras distribuirse las copas, hay que brindar ¡ª¡°Cheers!¡±¡ª mir¨¢ndose a los ojos y chocando los vasos.
5. Tongariro, el parque los volcanes
La Isla Norte de Nueva Zelanda es tierra de volcanes. Volcanes asombrosos como los del parque nacional de Tongariro, que atrae a m¨¢s de 200.000 visitantes al a?o. El parque fue un regalo de la tribu local maor¨ª tuwharetoa hace m¨¢s de un siglo y actualmente es uno de los mejores reclamos del pa¨ªs para viajeros activos. Aqu¨ª encontraremos el monte Ruapehu, la monta?a m¨¢s alta de la Isla Norte, el Monte Tongariro, uno de los volcanes m¨¢s activos del mundo, y el Ngaruruhoe, el m¨¢s joven del volc¨¢nico parque nacional.
La Tongariro Alpine Crossing es una de las mejores caminatas de un d¨ªa por naturaleza salvaje en el mundo. Bordea la base de dos montes y ofrece vistas de cr¨¢teres, lagos de colores y una amplia meseta central. Lleva unas 6-8 horas recorrer sus 19,4 kil¨®metros de terreno mixto, entre fumarolas y manantiales, asombrosas formaciones rocosas y peculiares cuencas lunares. Durante la ruta se puede ascender al volc¨¢n Ngauruhoe, es decir, el m¨ªtico Monte del Destino en la saga cinematogr¨¢fica de El Se?or de los Anillos, de Peter Jackson. El n¨²mero de visitantes est¨¢ limitado porque el parque se ha hecho demasiado popular, pero la zona se puede explorar de otras muchas formas.
6. Islas para contemplar estrellas
Enfrente de Auckland, la ciudad m¨¢s grande del pa¨ªs, se contempla el golfo de Harauki, salpicado de motu (islas), una imagen espectacular. El parque marino del golfo de Hauraki abarca m¨¢s de 50 ¨ªnsulas, grandes y diminutas, visitables y de acceso restringido por motivos de conservaci¨®n, convertidas en refugios cerrados para la protecci¨®n de su flora y su fauna, sobre todo aves. Algunas de ellas se encuentran a solo unos minutos de la ciudad, excelentes para una excursi¨®n de un d¨ªa, como la vin¨ªcola Waiheke.
Lo m¨¢s llamativo del golfo de Hauraki es Rangitoto, el cono volc¨¢nico m¨¢s grande y joven de Auckland, de 259 metros de altura. Surgi¨® del mar hace 600 a?os y estuvo varios a?os activo antes de dormirse. Los antepasados maor¨ªes que habitaron en Motatapu, isla unida a Rangitoto por un paso elevado, fueron testigos de aquellas erupciones: se han encontrado huellas grabadas en las cenizas y la tradici¨®n oral habla de varias generaciones que vivieron ah¨ª antes de la erupci¨®n. Rangitoto es ideal para pasar el d¨ªa. Sus duras laderas de escoria volc¨¢nica est¨¢n cubiertas de vegetaci¨®n ¡ªel bosque de pohutukawas m¨¢s grande del mundo¡ª, lo que anima a pasear. Aunque parece una isla abrupta, no es tan dif¨ªcil hacer cima: lleva apenas una hora y la recompensa es una panor¨¢mica sublime. Un camino rodea el borde del cr¨¢ter y otro sendero se desv¨ªa hacia unas cuevas de lava.
Otra visita m¨¢s que recomendable en el golfo es la isla de la Gran Barrera. En 2017 fue declarada Reserva de Cielos Oscuros por la Internacional Dark Sky Association (solo tres regiones del mundo ostentan tal categor¨ªa) y cada vez es m¨¢s conocida como uno de los mejores lugares del hemisferio sur para observar el cielo nocturno. En la isla no existe red el¨¦ctrica ni alumbrado callejero (negocios y residentes emplean bater¨ªas y energ¨ªa solar), la contaminaci¨®n lum¨ªnica es ¨ªnfima y al estar separada de Auckland por 88 kil¨®metros de oc¨¦ano, la b¨®veda de luz emitida por la ciudad tampoco afecta. Adem¨¢s, como casi el 60% de la isla es territorio protegido, el desarrollo urban¨ªstico es m¨ªnimo por ley, por lo que conservar¨¢ su oscuridad en el futuro.
7. Parque nacional Abel Tasman
Este parque costero al norte de la Isla Sur es otro de los hitos viajeros del pa¨ªs oce¨¢nico, y est¨¢ declarado, casi al completo, como parque natural. Uno de sus atractivos es la sencilla accesibilidad desde algunas de las grandes ciudades de Nueva Zelanda, como Nelson.Aunque hay diversos senderos para hacer recorridos interiores, casi todo el mundo termina haciendo la ruta costera, la Abel Tasman Coast Track, la m¨¢s popular del pa¨ªs y, se dice, la m¨¢s bella. 60 kil¨®metros durante los que se contemplan aguas resplandecientes, arenas doradas, bosques costeros y sorpresas como la piscina de Cleopatra que atraen cada a?o a m¨¢s de 30.000 senderistas. Y si no nos apetece caminar, hay alternativas: recorridos en kayak o en barca entre las playas y calas ocultas del parque, al alcance de cualquier visitante, o el descenso del r¨ªo Torrent, que poca gente elige y que combina nataci¨®n, r¨¢pel, tirolina y saltos a pozas resplandecientes. Para todo esto hay que tramitar una reserva previa, ya que el n¨²mero de visitantes al parque est¨¢ restringido.
M¨¢s al sur podremos completar el recorrido por Abel Tasman con una ruta ciclista: el Great Taste Trail, un camino muy popular porque ofrece multitud de paradas para disfrutar de la comida, el vino, la cerveza artesanal y el arte mientras se recorren paisajes tan variados como una tranquila campi?a o se pasea sobre tablones de madera al borde de un estuario. La ruta, de 174 kil¨®metros desde Nelson hasta Kaiterriteri, se puede completar en pocos d¨ªas, y en Nelson encontraremos muchas empresas que organizan este y otros circuitos.
8. La remota Costa Oeste
En ning¨²n sitio se disfruta tanto de la soledad como en la costa oeste de la Isla Sur. Comprimida entre los Alpes del Sur y el violento mar de Tasmania, la regi¨®n abarca casi el 9% de la superficie terrestre de Nueva Zelanda, pero apenas acoge al 1% de la poblaci¨®n. Algunas de sus maravillas atraen a muchedumbres ¡ªlos glaciares Franz Josef y Fox, las magn¨ªficas Pancake Rocks¡ª, pero para explorar las entra?as de la regi¨®n se necesitan lanchas, helic¨®pteros y rutas de tramping (senderismo). En el siglo XIX los colonos europeos se enfrentaron a grandes adversidades cuando se agot¨® la pr¨®spera explotaci¨®n del oro, el carb¨®n y la madera. Qued¨® un rastro de pueblos fantasma y cementerios abandonados, y apenas aguantaron en la zona los m¨¢s resistentes. Algunos de esos caminos mineros hoy se han reconvertido en rutas de trekking y ciclismo, como la Old Ghost Road.
Por este litoral discurre la Great Coast Road, un centenar de kil¨®metros entre Westport y Greymouth que traza una de las carreteras esc¨¦nicas m¨¢s bellas de Nueva Zelanda, entre olas y playas de guijarros por un lado y acantilados imponentes por el otro. La parada m¨¢s famosa de este tramo de la SH6 son las Pancake Rocks, fascinantes formaciones geol¨®gicas en Punakaiki. Pero hay muchos miradores donde parar y contemplar el espectacular oleaje contra torres de piedra.
9. La tierra de los fiordos
El parque nacional de los Fiordos es uno de los destinos m¨¢s emblem¨¢ticos de la Isla Sur, y entre ellos especialmente el de Milford Sound?(Piopiotahi, en maor¨ª), encajado entre acantilados y formado por la erosi¨®n glaciar. Se llega por la famosa Milford Highway, con magn¨ªficas vistas alpinas en cada curva. M¨¢s apartado a¨²n est¨¢ el fiordo Doubtful Sound, llamado por los maor¨ªes lugar del silencio y m¨¢s grande que Milford Sound ¡ªcasi tres veces su longitud¡ª, aunque menos visitado. Un lugar m¨¢gico, humilde y apartado hasta el que hace relativamente poco solo llegaban los exploradores m¨¢s intr¨¦pidos. Incluso el aventurero Capit¨¢n Cook se limit¨® a observarlo desde el mar en 1770. El fiordo se hizo m¨¢s accesible cuando se inaugur¨® la carretera del puerto de Wilmot en 1959 para facilitar la construcci¨®n de la central el¨¦ctrica de West Arm.
Se puede explorar el interior de Fiordland con excursiones de varios d¨ªas ¡ªMilford Track, Kepler Track, Hollyford Track¡ª o con rutas m¨¢s cortas, de acceso f¨¢cil desde la carretera. La puerta de entrada es Te Anau, un pueblo a orillas del lago hom¨®nimo, que cuenta con una considerable oferta de hoteles, restaurantes y vuelos panor¨¢micos. Y aunque Te Anau no es tan efervescente como Queenstown, hay muchos sitios donde tomar unas cervezas tras un largo d¨ªa de excursionismo o kayak. Entre todas las rutas, Milford Track nunca defrauda; rodeada de bosque pluvial, profundos valles glaciares, pasos alpinos rodeados de cumbres y cascadas como las Sutherland, unas de las m¨¢s altas del mundo. Casi 7.500 excursionistas completan cada verano esta ruta de 54 kil¨®metros (conviene estar atento entre febrero y mayo para conseguir algunas de las plazas disponibles, se agotan al poco de abrirse el per¨ªodo de reservas), cuya recompensa final es la contemplaci¨®n de las aguas ¨ªndigo del fiordo Milford Sound sobre las que se eleva el Mitre Peak (1.692 metros). Cuando llueve (a menudo) decenas de cascadas cubren los acantilados.
10. Cuevas de Waitomo
Waitomo es asombroso sistema de cuevas, ca?ones y r¨ªos subterr¨¢neos que perforan las paredes calizas del norte del King Country, en la Isla Norte. Su gran reclamo es hacer rafting en la oscuridad, y adem¨¢s de grutas de luci¨¦rnagas, estalagmitas y estalactitas, y un r¨¢pel subterr¨¢neo cuenta con m¨¢s de 300 grutas y lleva m¨¢s de 100 a?os recibiendo visitantes. La experiencia de un r¨¢pel subterr¨¢neo no tiene por qu¨¦ ser claustrof¨®bica: la cueva Glowworm, iluminada con electricidad y de aspecto catedralicio, no tiene nada de agobiante. Y la mejor parte de la visita llega al final, cuando se monta en una barca y se navega a oscuras por el r¨ªo.
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