10 destinos inesperados (y solo para aventureros)
Escondidos, olvidados o pr¨¢cticamente desconocidos. Pa¨ªses fuera de ruta para viajeros que buscan experiencias nada tur¨ªsticas

1 Bielorrusia, destino olvidado
Mientras otros antiguos Estados sovi¨¦ticos se han convertido en destinos tur¨ªsticos, este pa¨ªs ve pasar de largo a los visitantes en ruta a Mosc¨². Es el pa¨ªs que m¨¢s ha conservado el viejo aire sovi¨¦tico, un aut¨¦ntico viaje en el tiempo a la URSS de 1974: conserva arquitectura de estilo estalinista, una econom¨ªa centralizada, como ajena a la globalizaci¨®n, pero actualmente ha simplificado los tr¨¢mites burocr¨¢ticos para los turistas for¨¢neos.

El viaje suele comenzar en Minsk, la capital, que aunque mantiene su imagen sovi¨¦tica es una ciudad moderna con elegantes caf¨¦s, restaurantes y clubes nocturnos, barras de sushi y galer¨ªas de arte. Minsk es m¨¢s antigua que Mosc¨², pero fue destruida durante la II Guerra Mundial y reconstruida seg¨²n la planificaci¨®n estalinista. El contrapunto urbano lo ofrece Brest, ciudad fronteriza con mucho encanto, de aire m¨¢s europeo y cosmopolita. Eso s¨ª, su monumento m¨¢s llamativo es la fortaleza donde las tropas sovi¨¦ticas contuvieron a los nazis durante la II Guerra Mundial.
M¨¢s all¨¢ de las ciudades, Bielorrusia ofrece paisajes de trigales y pueblos pintorescos sin contaminar, as¨ª como el parque nacional de Bialowieza, patrimonio mundial y reserva natural m¨¢s antigua de Europa. 1.300 kil¨®metros de bosque primitivo que se extiende entre Polonia y Bielorrusia, y lugar donde habita el mam¨ªfero m¨¢s grande de Europa, el zoobr (bisonte europeo).

2 Comoras y Mayotte, para¨ªso tropical
Las islas Comoras fueron en la ¨¦poca de las grandes navegaciones una escala tradicional para los barcos que doblaban el cabo de Buena Esperanza. La construcci¨®n del Canal de Suez hizo que cayeran en el olvido y hoy reciben muy pocos visitantes anuales, a pesar de su cercan¨ªa a Seychelles y Mauricio, en el oc¨¦ano ?ndico. Es un destino perfecto para desconectar y desaparecer, de rica cultura suajili y mayor¨ªa de poblaci¨®n musulmana, descendiente de una estirpe de comerciantes ¨¢rabes, sultanes persas, esclavos africanos y piratas portugueses. Comoras consigui¨® la independencia de Francia en 1975, mientras la cercana isla Mayotte, todav¨ªa territorio franc¨¦s de ultramar, se diferencia pol¨ªticamente del resto. Comoras no es un destino para todos los p¨²blicos: aqu¨ª todo marcha a un ritmo lento y las instalaciones tur¨ªsticas no son precisamente lujosas.
Sus tres islas ofrecen tres opciones diferentes. Gran Comoras, capital, es un lugar intemporal que evoca Las mil y una noches. Las se?oras vestidas con chales de colores conversan junto a viejos portales en sus angostas calles mientras grupos de hombres con t¨²nicas blancas juegan al domin¨®. Al atardecer, el puerto de Moroni es una de las estampas m¨¢s bellas del ?ndico. Moh¨¦li, la m¨¢s peque?a, agreste e interesante, est¨¢ intacta y escasamente poblada, y ofrece fabulosas playas de aguas turquesas. La tercera opci¨®n es visitar Anjouan, llamada la perla de las Comoras, sin duda la isla m¨¢s pintoresca del archipi¨¦lago, donde emular al mism¨ªsimo Robinson Crusoe: es la que m¨¢s se ajusta a la t¨ªpica imagen de una isla tropical y remota.

3 Guinea-Bissau, hallazgo africano
Con su gran diversidad, influencias portuguesas y escasa afluencia tur¨ªstica, Guinea-Bissau es un hallazgo para cualquier viajero inquieto en el golfo de Guinea. En su parte continental hay apacibles pueblos coloniales, playas tranquilas y bosques tropicales sagrados. Bissau, la capital, conserva su ambiente provinciano, as¨ª como el buen humor de sus gentes y su m¨²sica; grandes cuencos de ostras a la parrilla con salsa de lima picante en sus restaurantes y los maltrechos edificios y las ajadas casas coloniales. En Bissau Velho, entre angostos callejones y edificios en ruinas, permanece la Fortaleza d¡¯Amura y el antiguo palacio presidencial, con su tejado bombardeado y fachada neocl¨¢sica llena de metralla, un poderoso recuerdo de los conflictos b¨¦licos a¨²n latentes.
Mar adentro se encuentra el ¨²nico punto del pa¨ªs candidato en el futuro al turismo masivo, el archipi¨¦lago de Bijagos, un pu?ado de islas v¨ªrgenes con una fant¨¢stica fauna terrestre y marina. Dos de ellas resultan imprescindibles: Orango, en cuyo parque nacional sobreviven hipop¨®tamos de agua salada, poco comunes, y la isla de Bolama, la m¨¢s cercana a Bissau, antigua capital portuguesa hasta 1943 y en cuyas costas abundan, semiderrui?das, reliquias abandonadas tras la independencia.

4 Nauru, la vida apacible
Esta peque?a isla en medio del Pac¨ªfico lleg¨® a ser uno de los pa¨ªses con mayor renta per c¨¢pita del planeta gracias a sus abundantes reservas de fosfato. Agotadas y abandonadas sus minas, sus habitantes siguen conservando, sin embargo, su tranquila forma de entender la vida. Nauru es como una poes¨ªa melanc¨®lica: un escarpado paisaje lunar sin ¨¢rboles en el interior, algunas colinas sorprendentemente verdes y un mar barrido por el viento. Su belleza paisaj¨ªstica se aprecia sobre todo en sus costas, donde las aves marinas se abalanzan por acantilados y los d¨ªas terminan con arrebatadores atardeceres sobre el oc¨¦ano. El interior de la isla despliega un escalofriante paisaje de pin¨¢cu?los calizos deforestados debido de la antigua extracci¨®n de fosfato. La roca desnuda refleja los rayos del sol y espanta las nubes, siendo frecuentes las ¨¦pocas de sequ¨ªa.
Agotada la riqueza generada en su d¨ªa por la miner¨ªa, las tiendas quedaron desabastecidas y el pa¨ªs pr¨¢cticamente entr¨® en colapso. Apenas se ven cargueros y el trabajo es escaso. En las ¨²ltimas d¨¦cadas, el pol¨¦mico centro de detenci¨®n de inmigrantes gestionado por Australia ha sido uno de los grandes impulsos para su desarrollo. Quiz¨¢ el turismo ¨Canta?o innecesario¨C pueda colaborar tambi¨¦n, aunque de momento el transporte y la hosteler¨ªa no abundan. Atractivos curiosos no faltan: desde las ruinas de la antigua, y espl¨¦ndida, residencia pre?sidencial (incendiada en 2001 por una muchedumbre enfurecida por la mala ges?ti¨®n gubernamental hasta agotar los recursos) hasta subirse a Command Ridge, el punto m¨¢s alto de la isla, donde los japo?neses ten¨ªan un puesto de vigilancia en la d¨¦cada de 1940 y que a¨²n conserva artiller¨ªa oxidada de la II Guerra Mundial, como dos grandes ca?ones que disparaban proyectiles de 40 kilos de peso.

5 Kuwait, el reino del oro negro
Esta ciudad-Estado situada en el Golfo P¨¦rsico, entre Iraq y Arabia Saud¨ª, no aparece en muchos itinerarios viajeros. Est¨¢ en uno de los rincones m¨¢s antiguos y disputados del mundo, y durante muchos siglos ya atrajo a los beduinos en buscan de la brisa marina y huyendo de la recurrente sequ¨ªa. Actualmente es un oasis cultural y gastron¨®mico en medio del desierto. Cuenta con excelentes museos, un paseo mar¨ªtimo junto a las playas y animados restaurantes, complejos comerciales y zocos. Fuera de la metr¨®polis hay pocos alicientes, salvo los resorts costeros y el encanto del paisaje des¨¦rtico, as¨ª que podemos dedicar m¨¢s tiempo a dos visitas imprescindibles: el acuario del Scientific Center, el m¨¢s grande de Oriente Pr¨®ximo, alojado en un edificio en forma de vela en pleno paseo mar¨ªtimo, con salas donde las olas rompen a la altura de nuestros ojos y con especies tan curiosas como los besucones marinos y el ingenioso saltar¨ªn del fango. La segunda visita nos lleva al museo Tareq Rajab, instalado en el s¨®tano de una enorme villa, cuyo origen es la colecci¨®n privada de arte isl¨¢mico del primer ministro de antig¨¹edades kuwait¨ª y su esposa brit¨¢nica. La muestra, con hermosas piezas magn¨ªficamente presentadas llegadas desde todo el mundo musulm¨¢n, incluye hist¨®ricos manuscritos ¨¢rabes a los que debe su fama.
Y, como s¨ªmbolo de modernidad e icono del pa¨ªs, las Torres de Kuwait, engalanadas con sus caracter¨ªsticas lentejuelas azul verdoso, merecen una visita por las panor¨¢micas que ofrecen del mar y la ciudad. Inauguradas en 1979, la mayor de las tres torres alcanza los 187 metros de altura, con una plataforma giratoria de dos niveles.

6. Santo Tom¨¦ y Pr¨ªncipe, descubrimiento africano
Se trata de uno de los pa¨ªses m¨¢s peque?os de ?frica: dos diminutas protuberancias volc¨¢nicas frente a la costa de Gab¨®n que atrapan a quienes se animan a descubrirlas por su sabor criollo-portugu¨¦s y su relajado ambiente: el omnipresente leve leve (t¨®matelo con calma) se escucha por todas partes y el turismo todav¨ªa es incipiente. Tambi¨¦n hay atractivos naturales: kil¨®metros de playas con una perfecta orla de palmeras, bosques color esmeralda, altos picos volc¨¢nicos y pl¨¢cidos pueblos de pescadores. Las aves son magn¨ªficas, abundan las plantas end¨¦micas (sobre todo orqu¨ªdeas) y en temporada se pueden observar tortugas y ballenas.
La Ciudad de Santo Tom¨¦ es un rinc¨®n colonial lleno de encanto con edificios coloniales de ajados tonos pasteles, un animado mercado, propuestas de calidad para comer y un incipiente mundillo art¨ªstico. Y m¨¢s all¨¢, el ambiente colonial empapa toda la isla, por ejemplo en Ro?a S?o Jo?o, una plantaci¨®n que se ha convertido en un centro cultural y ecotur¨ªstico, y en hostal.
La isla de Pr¨ªncipe despliega un paisaje espectacular de altas monta?as volc¨¢nicas cubiertas de tupido bosque; playas con aguas de asombrosa transparencia; viejas plantaciones del per¨ªodo colonial y la hospitalidad de la poblaci¨®n local. El lugar perfecto para ralentizar la marcha, por ejemplo en playa Banana, famosa por un anuncio de Bacard¨ª y realmente tan espectacular como parece por las fotograf¨ªas.

7. Surinam, la ¨²ltima aventura
Casi escondida en una esquina de Sudam¨¦rica, esta antigua colonia holandesa es una mezcla ¨¦tnica de las culturas ind¨ªgenas con influencias de brit¨¢nicos, holandeses, chinos, indios e indonesios, as¨ª como de descendientes de esclavos africanos (maroons). Y el ¨²ltimo rinc¨®n para la aventura sudamericana: todav¨ªa cuesta desplazarse por este pa¨ªs de grandes r¨ªos y densa selva, y la mezcla de idiomas dificulta la comunicaci¨®n incluso para los hablantes de neerland¨¦s.
Paramaribo, la animada capital colonial holandesa, es una ciudad repleta de restaurantes, tiendas y locales nocturnos. La m¨¢s animada de las Guayanas, con edificios coloniales en blanco y negro bordeando plazas cubiertas de c¨¦sped, y el aroma de las especias de los locales indios de roti invadiendo el ambiente. Artistas maroons venden cuadros llenos de color a las puertas de los viejos fuertes holandeses.
La cuenca alta del r¨ªo Surinam es un caj¨®n de sastre cultural del pa¨ªs, donde es posible hospedarse en casas junto a fabulosas playas fluviales de arena blanca entre la impenetrable jungla y visitar asentamientos maroons y amerindios. Todos los alojamientos, regentados por lugare?os, aspiran a consolidar un futuro proyecto de turismo sostenible para estas aisladas comunidades que, de lo contrario, depender¨ªan de la tala y la caza. Y todav¨ªa queda maravillas naturales por visitar, como las cascadas Raleigh: una baja y larga escalinata de agua en la cuenca alta del r¨ªo Coppename, a unas dos horas r¨ªo arriba del poblado como Raleighvallen.

8 Timor Oriental, el pa¨ªs m¨¢s joven
Es el Estado m¨¢s joven de Asia pero ya empieza a destacar como destino tur¨ªstico, con monta?as para escalar y arrecifes intactos para bucear. Dili, capital costera, brilla con luz propia, y es una de las pocas ciudades del mundo con un arrecife (que bordea toda la costa norte del pa¨ªs) a pocos pasos del centro. Espectacular para submarinistas: desde la playa se llega f¨¢cilmente a puntos de inmersi¨®n con categor¨ªa internacional, como el legendario K41, al este, con taludes espectaculares a solo 10 metros de la costa.
Pero vale la pena ir m¨¢s all¨¢ para vivir experiencias culturales muy diferentes. Por ejemplo, alojarnos en una se?orial pousada sobre una brumosa colina o en un tranquilo ecolodge isle?o; viajar por carretera junto a manadas de b¨²falos y subir despu¨¦s por bosques pluviales salpicados de cafetos. Tambi¨¦n otear ballenas desde la carretera de la costa norte, bordeando los acantilados, y ba?arse en playas de arena blanca en un oc¨¦ano aguamarina.
En el coraz¨®n de la isla, la fr¨ªa Maubisse, a 70 kil¨®metros de Dili, se envuelve al amanecer entre nubes, que poco a poco, al levantarse, dejan ver un pueblo rodeado de plantaciones de caf¨¦ y valles que dan paso a las vistas costeras. Y Oecussi es un remoto enclave entre el mar y las monta?as, rodeado por la vecina Timor Occidental, al que cuesta llegar pero que recompensa al viajero con largas extensiones de playa y arrecife, algunos de los tais (tejidos tradicionales) m¨¢s vistosos del pa¨ªs y unas pozas de barro caliente borboteando en la regi¨®n m¨¢s meridional.

9. Togo, sorpresa en el Golfo de Guinea
Este peque?o pa¨ªs concentra mucho del continente africano en un espacio muy peque?o: lagos y playas bordeadas de palmeras, verdes colinas y unos 40 grupos ¨¦tnicos. Al norte, el paisaje muta del verde exuberante de los bosques a los tonos amarillentos de la sabana. La capital, Lom¨¦, es sencilla pero elegante, con playas espl¨¦ndidas a dos pasos, bulevares con palmeras, restaurantes de calidad, tradicionales maquis (casas de comidas callejeras) y pintorescos mercados. Los recintos fortificados de Koutammakou recuerdan que la poblaci¨®n del pa¨ªs, de gran diversidad ¨¦tnica, no siempre convivi¨® en paz; pero actualmente las fiestas vud¨²es, musulmanas, cristianas y tradicionales llenan el calendario, con vistosas celebraciones donde caben todos.
Los senderistas disfrutar¨¢n con rutas que discurren entre plantaciones de cacao y caf¨¦, y por bosques exuberantes llenos de vida de camino al monte Agou (986 metros), con pueblecitos dispuestos en terrazas que salpican las laderas brindando fabulosas vistas. En un d¨ªa despejado se divisa el lago Volta, en Ghana. La zona que rodea el monte Kouto (710 metros) es otro para¨ªso senderista, con colinas boscosas, cascadas y miles de mariposas a primera hora de la ma?ana. Y no debemos regresar sin acercarnos a la orilla del lago Togo, que se extiende desde Lom¨¦ hasta Aneh¨®. Se puede disfrutar de un chapuz¨®n sin miedo a cocodrilos o montar en una pirogue (canoa tradicional) hasta Tofoville, antigua sede de la dinast¨ªa Miapa y centro hist¨®rico del vud¨² en Togo.

10. Kirguist¨¢n, entre las monta?as del Asia Central
Kirguist¨¢n, un destino para amantes de los espacios abiertos, los caballos, los n¨®madas y las monta?as, es ahora m¨¢s asequible gracias a los vuelos con una escala a Biskek, la capital, de aerol¨ªneas como Pegasus, Aeroflot o Turkish. La exenci¨®n de visado para estancias de menos de 60 d¨ªas y una creciente oferta de alojamiento en casas particulares tambi¨¦n facilita el viaje. Se recomienda viajar solo en verano, cuando las carreteras y sendas son accesibles y los albergues permanecen abiertos. Sus grandiosos paisajes incluyen ondulantes praderas de verano (jailoos) salpicadas de yurtas (el hogar de los pastores n¨®madas), afiladas monta?as y lagos como el Song-Kul, de 20 kil¨®metros de ancho, o el Issyk-Kul, a 1.620 metros de altitud y de m¨¢s de 170 kil¨®metros de largo y 70 kil¨®metros de ancho, el segundo mayor lago alpino del mundo, tras el Titikaka. Otros hitos son el parque nacional de Ala-Archa, un vasto valle en la cadena de monta?as Tian Shan, fronteriza con China, y el oasis de Arslanbob, un pueblo de etnia uzbeca rodeado por el mayor bosque de nogales del mundo.
Existe la posibilidad de hacer rutas a caballo, guiados por pastores de las monta?as; las oficinas de turismo, repartidas por todo el pa¨ªs, organizan el alquiler de monturas por horas o por d¨ªas. Con unos 75.000 habitantes (es la cuarta del Estado), la m¨ªtica ciudad de Karakol, a orillas del lago Issyk-Kul, constituye un perfecto compendio de un pa¨ªs que, tras su independencia en 1991, se est¨¢ convirtiendo en destino tur¨ªstico emergente. La segunda ciudad del pa¨ªs es Osh, centro de la enorme provincia que envuelve el valle de Fergan¨¢. En su bazar, anterior a Roma, los mercaderes de la Ruta de la Seda han regateado durante m¨¢s de 2.000 a?os.
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