Septiembre radiante junto al mar
Tranquilidad, aguas templadas, un sol muy agradable y atardeceres de pel¨ªcula. De Girona a C¨¢diz, pasando por Baleares, 12 playas para disfrutar de la costa espa?ola en su mejor ¨¦poca
Ni junio, ni julio, ni agosto. En contra de lo que pueda pensarse, los meses de septiembre y octubre marcan una de las mejores ¨¦pocas de playa en Espa?a, sobre todo en el Mediterr¨¢neo, donde la temporada se extiende, con un poco de suerte, incluso hasta noviembre gracias a las suaves temperaturas del agua. Precios m¨¢s bajos y una luz maravillosa contribuyen a liberar hormonas de la felicidad en estos 12 arenales dignos de enmarcar.
1. Sinti¨¦ndonos robinsones
Antequera (Santa Cruz de Tenerife)
Hay varias maneras, y grados de dificultad, de llegar a este enclave del macizo de Anaga que fija el canon de playa virgen tinerfe?a. A pie desde Igueste de San Andr¨¦s, el esfuerzo es may¨²sculo; algo menos exigente es descender durante tres horas el barranco de Antequera acompa?ados del gu¨ªa de Patea Tus Montes, para regresar despu¨¦s en z¨®diac. La versi¨®n comodona de llegar a la playa de Antequera la ofrece la lancha de N¨¢utica Nivaria: por 20 euros, trasladan por la ma?ana al ba?ista desde Las Teresitas y lo recogen por la tarde. De asombrosa topograf¨ªa, esta playa mide 800 metros y la adorna una duna remontante. Hay que llevar sombrilla, agua abundante, crema solar de factor de protecci¨®n alto (para proteger hasta los tobillos), comida y chanclas, puesto que no hay sombra y la arena negra, a mediod¨ªa, invita a pensar en tizones encendidos. Al estar protegida por una bella punta, el ba?o no resulta comprometido.
2. Arena muy molona
Santa Gadea (Tapia de Casariego, Asturias)
Los lugare?os la llaman la playa de Ribeir¨ªa. Oculta por las casas, tiene mucho en com¨²n con una piscina, lo que la convierte en una de las mejores ¡ªsi no la mejor¡ª cala infantil del Cant¨¢brico. Este paraje del occidente astur se observa en admirativo silencio, salvo en pleamar, cuando la zona de ba?o se reduce a la m¨ªnima expresi¨®n. Al oriente, la punta del Pic¨®n nos separa de la emblem¨¢tica playa de Mexota mientras en la otra banda se encadenan las islas Pantorgas, responsables de que Santa Gadea haya sido declarada zona ZEPA (protecci¨®n de aves) y lugar de inter¨¦s comunitario (LIC). En bajamar surgen curiosas oquedades que, para muchos, toman la apariencia de Las Catedrales, playa situada a 15 kil¨®metros. Las familias alaban la seguridad de este escenario de arena muy compactada, con entrada progresiva al mar y sin corrientes.
3. Ibiza minimalista
Gracioneta (Sant Antoni de Portmany, Ibiza)
Conocidas las playas ic¨®nicas de Ibiza (las arenosas, en realidad, no son tantas), llega el momento de buscar rincones, si no virginales, s¨ª especialmente impregnados del encanto pitiuso. Coqueta y acogedora, Gracioneta es una de esas calas que atrapan con solo 35 metros. El agua color jade a veces se pone turquesa y otras aguamarina; no cansa verla desde la arena, sin pizca de oleaje. Nadando podremos acercarnos a su hermana mayor, Cala Graci¨®, para ba?arnos junto a las casetas de pescadores. El hecho de estar enclavada en la costa occidental significa que los atardeceres atraen cual imanes.
El chiringuito, bien decorado y de ambiente internacional, dispone de aparcamiento y precios al uso en la costa ibicenca (consultarlos en calagracioneta.com). Pero una cervecita no nos la quita nadie.
4. Dos en una
Toralla (Vigo, Pontevedra)
Un puente de 400 metros enlaza con la isla de Toralla, uno de los atentados urban¨ªsticos m¨¢s ignominiosos de la costa espa?ola. Muchos piensan que esta islita de diez hect¨¢reas est¨¢ privatizada. Muy al contrario, la cala, esmaltada de blanco, recibe a cuantos ba?istas acceden caminando, mayormente parejas. Aunque parezcan dos caletas en realidad es una ¡ªbipartita por el puente¡ª y de una calidad parangonable a la de las islas C¨ªes. El sector guarecido del viento por su orientaci¨®n sur es ¡°un microondas en verano¡±, nos advierte un ba?ista. En la otra parte, m¨¢s venteada y de trazas igualmente turquesas, por la tarde se imponen las sombras del arbolado. En la torre de 70 metros de altura ambienta Domingo Villar el arranque de su novela policiaca Ojos de agua (Siruela, 2006). Junto al puente est¨¢ la villa romana de Toralla, con visitas gratuitas guiadas por un arque¨®logo (986 81 02 60), y en Canido repondremos fuerzas con el pulpo del bar Puerto (La Mona).
5. Senderismo mar¨ªtimo
Cala Fornells (El Port de la Selva, Girona)
En la Costa Brava, los caminos de ronda no tienen p¨¦rdida y suelen deparar agradables sorpresas. Tal ocurre si dejamos el coche en la Cala Tamariua y bordeamos durante 50 minutos el litoral pr¨ªstino del parque natural del Cabo de Creus. Las se?ales amarillas conducen en un agradable subibaja a la barraca p¨¦trea de pescadores de Cala Cativa, donde empiezan a asomar esas sugerentes erosiones ¡ªconsecuencia de la pertinaz tramontana¡ª que tanta fama han dado a la zona como fuente de inspiraci¨®n a Dal¨ª y Bu?uel. La de Fornells, casi ignota, es una caleta muy cerrada, de piedrecillas, al final de un profundo entrante de mar surcado a menudo por los t¨ªpicos la¨²des. Hay que llevar sandalias de pl¨¢stico.
6. Selfi con acantilado
Fuente del Gallo (Conil de la Frontera, C¨¢diz)
En la calle de Sevilla de Conil de la Frontera est¨¢ el aparcamiento junto a la doble bajada: por una escalinata y, en paralelo, por una rampa de cemento apta para carritos. Estamos en una playa urbana, pero de escarpados acantilados, lo que aconseja olvidarse de ella en horario de pleamar, cuando casi la borra el oleaje. Delante de los ca?averales, sobre la arena dorada, extienden sus toallas familias y parejas, as¨ª como veraneantes fieles, algunos con 25 temporadas estivales a sus espaldas. El veterano hotel Flamenco cuenta con acceso directo a la playa. Al final de la tarde, el sol cae por el puerto pesquero y los cantiles se ponen del color de las sand¨ªas; es el momento selfi.
7. Tesoro murciano
Cala Blanca (Lorca, Murcia)
Gracias a su retirada ubicaci¨®n, en esta playa del parque natural de Cabo Cope y Puntas de Calnegre nadie puede sustraerse al encanto de este acantilado al que el amanecer saca matices de oro antiguo. La herradura que forma Cala Blanca es un marco privilegiado en el que sobresalen las cuevas habitadas en tiempos por pescadores que labraron a mano en las margas arcillosas rudimentarias puertas, escaleras y ventanas. El agua resulta l¨ªmpida y segura para los ni?os; la orilla, rumorosa por el sonar de los cantos rodados o del viento que en lo alto circula cortado por bandadas de vencejos. El ruinoso cuartelillo trae a la memoria el contrabando de tabaco. Para llegar hay que tomar la salida 866 de la AP-7 en sentido Ramonete. A tres kil¨®metros, virar hacia El Cantar. Pasadas las casas, a 300 metros, est¨¢ el desv¨ªo a la izquierda que baja a la playa.
8. Despidiendo el verano
Torres (La Vila Joiosa, Alicante)
Hay playas de las que hay que ir casi despidi¨¦ndose por el aliento constructivo. Cuando finalicen las obras de la nueva urbanizaci¨®n, cerca de la torre funeraria romana de San Jos¨¦, la playa del Torres perder¨¢ ese punto salvaje que para s¨ª quisieran el resto de arenales de la Costa Blanca. Urge por tanto despedirse de esta tranquilidad antigua de piedrecillas y arena gruesa, a la vista de la isla de Benidorm. La zona oriental atrae a los practicantes del buceo de superficie y de ella parte el Sender de la Costa a Cala Fonda. El camping El Torres dispone de un recomendable restaurante por sus paellas (reservar) y carnes a la brasa. Despu¨¦s, podemos despedir el verano tomando un c¨®ctel en el chiringuito Koh Tao Beach, que cierra a mediados de septiembre.
9. Bajo crestas rocosas
Portio (Pi¨¦lagos, Cantabria)
En la ensenada de Cerrias y Portio, esta playa de Liencres pr¨®xima a Santander registra menor afluencia de p¨²blico porque sufre menos la presencia de urbanizaciones. El aparcamiento, de hecho, es m¨¢s bien reducido; Portio carece de duchas, pero cuenta con socorrista hasta el 23 de septiembre. Tambi¨¦n disfruta a sotavento los d¨ªas de playa, en los que predomina el viento del noreste. Como siempre en el parque geol¨®gico de la Costa Quebrada, declarado tambi¨¦n parque natural junto con las dunas de Liencres, conviene acudir en horario de bajamar y reparar as¨ª en las erosiones y estratos de los relieves circundantes. Este mes de septiembre quienes la disfruten tendr¨¢n la suerte de ver caer el sol por el mar.
Desde la playa es preciso encaramarse al acantilado para poder admirar el encadenamiento de urros (as¨ª llaman aqu¨ª a los islotes), que no son sino restos puntiagudos de la antigua l¨ªnea de costa, cuya belleza predispone al aturdimiento. Todo es m¨¢gico, tambi¨¦n cuando arrecian los temporales.
10. Acuario junto al faro
Corralete (N¨ªjar, Almer¨ªa)
Que sea una playa ¡°dura¡±, de piedrecillas y arena gruesa, no quita para que Corralete seduzca a quienes acuden al faro del cabo de Gata. La poca arena, la transparencia del agua, la presencia de posidonia, hace que el snorkel sea muy demandado en la zona izquierda de la playa, donde se ven desde an¨¦monas a pepinos de mar y hasta corales. Nunca est¨¢ de m¨¢s calzar sandalias de goma por la presencia de erizos. Al ser reserva marina integral del parque natural de Cabo de Gata, los barcos ya no pueden fondear delante, como hac¨ªan anta?o buscando el socaire del viento de Levante. ?Y los atardeceres? Los m¨¢s cautivadores de Cabo de Gata. Happy Kayak? incluye Corralete en su ruta en kayak entre La Fabriquilla y el arrecife de las Sirenas, en tanto que la vertiente gastron¨®mica la cubre el restaurante El Faro (950 16 00 54) con un suculento arroz negro, bajo reserva. Cierra los mi¨¦rcoles.
11. Como un ap¨¦ndice balear
Cala Pi (Llucmajor, Mallorca)
No hay que desilusionarse ante la primera impresi¨®n del n¨²cleo tur¨ªstico de Cala Pi, en un litoral que finge ser un fiordo. Tras bajar por las escaleras, lo primero que se exterioriza son los escars o rectangulares casetas de pescadores, en los que hay que cuidar con mantener el equilibrio al pisar las rampas. En Cala Pi sorprende la arena lechosa atrapada en el profundo entrante, desde el que no se vislumbra el horizonte marino. Prosiguiendo a pie por la margen derecha, entre pinares, se disfruta de la embocadura de la cala y de la torre que la escuda, sobre una blanca oquedad situada en la base del cantil. Fue la ¨²ltima torre en alzarse por estas costas, en 1663, merced a su ya de por s¨ª disuasorio emplazamiento. Quien lo desee puede llegarse en 15 minutos a la Cala Beltr¨¢n. Unos dicen que la us¨® el corsario Barbarroja; otros, que fue escondite para generaciones de contrabandistas.
12. Donde nadie nos busca
Atalis (Es Migjorn Gran, Menorca)
Aparcar en el extremo de la urbanizaci¨®n de Sant Tom¨¤s, delante del hotel Victoria Playa, y desde all¨ª el Cam¨ª de Cavalls nos llevar¨¢, en poco m¨¢s de un kil¨®metro de litoral virgen, a la punta de Atalis. Ni las paredes de piedra ni los islotes circundados por bellas coloraciones marinas evitan la formaci¨®n de una peque?a cala, tranquila entre las alejadas, de aguas cristalinas y fondo arenoso. Ser¨ªa un no lugar de no ser por los caminantes que se detienen a verla. En octubre estas soledades invitan m¨¢s que nunca a nadar a puro cuerpo. A tiro de piedra tenemos el tramo m¨¢s agreste y naturista de Son Bou, el play¨®n rectil¨ªneo por excelencia de Menorca.
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