Golfo de Carnaro, un descubrimiento en la costa de Croacia

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en la nueva gu¨ªa de Croacia de Lonely Planet y en lonelyplanet.es

El Golfo de Carnaro, entre los 30 mejores destinos para 2020 seg¨²n Lonely Planet

Islas maravillosas semiescondidas en un recodo del mar Adri¨¢tico, ciudades amuralladas, villas grandiosas heredadas del imperio austroh¨²ngaro y un litoral muy bien conservado, con calitas remotas ba?adas por aguas azul cobalto. Es la bah¨ªa de Kvarner o golfo de Carnaro, al norte de Croacia, una de las regiones del Mediterr¨¢neo que merecer¨¢ la pena descubrir en 2020. La primera parada tiene que ser la ciudad portuaria de Rijeka que, junto a la irlandesa Galway, ostentar¨¢ el t¨ªtulo de Capital Europea de la Cultura en 2020. Esta localidad agazapada en el golfo de Carnaro es uno de los enclaves menos conocidos de una costa croata cada vez m¨¢s visitada por turistas de todo el mundo que suelen pasar por alto este destino y preferir las bellezas de sus vecinas Dalmacia e Istria. Pero Rijeka es la puerta de entrada para descubrir las bell¨ªsimas islas de Rab, Krk, Losinj y Cres, que llevan varios a?os forj¨¢ndose en silencio una buena fama culinaria y medioambiental.?

1. Rijeka, capital cultural europea en 2020

Probablemente no es la ciudad m¨¢s bonita de Croacia pero Rijeka es sumamente interesante si se sabe descubrir el encanto, la cultura y la vida nocturna que atesora. Es la tercera ciudad m¨¢s grande del pa¨ªs, su mayor puerto y acoge uno de los carnavales m¨¢s animados. La mayor¨ªa de los viajeros pasa de largo, de camino a las islas o a la regi¨®n de Dalmacia, pero conviene detenerse en el centro, donde los edificios de estilo austroh¨²ngaro han conseguido sobrevivir a los horrores urban¨ªsticos perif¨¦ricos. Las laber¨ªnticas calles y plazas de su casco antiguo lucen placas que narran la historia de cada lugar en varios idiomas. El castillo de Trsat est¨¢ ubicado en lo alto de una colina y proporciona unas buenas vistas del valle del r¨ªo Rjecina, los muelles, el Adri¨¢tico y hasta la isla de Krk en el horizonte. Su actual impronta se debe a la remodelaci¨®n en estilo neocl¨¢sico Biedemeier que se acometi¨® a principios del siglo XIX, cuando un comandante irland¨¦s al servicio del Ej¨¦rcito austriaco compr¨® el castillo y le dot¨® de un aire rom¨¢ntico.

Al norte del Arco Romano de Rijeka, ya en el centro de la ciudad, nos asomaremos a la Catedral de San Vito, construida por los jesuitas en 1638 y cuya imagen aparece en el reverso de los billetes de 100 kunas, la moneda croata. Pero la estrella de la ciudad tal vez sea el Museo Mar¨ªtimo y de Historia, instalado en el antiguo palacio del gobernador austroh¨²ngaro, con sus magn¨ªficas escaleras y l¨¢mparas de ara?a. El emblema de Rijeka es la Torre de color amarillo, que es una de las pocas estructuras que sobrevivieron al terremoto de 1750. Tras el desastre, los Habsburgo a?adieron adornos barrocos y su escudo de armas.

El mejor momento para disfrutar de la ciudad es el carnaval. No es como el de R¨ªo de Janeiro, pero si es una buena excusa para quedarse unos d¨ªas y participar en las fiestas, que incluyen pasacalles, conciertos, bailes de m¨¢scaras, exposiciones y un desfile en el que hombres enmascarados y vestidos con pieles de animales bailan y hacen sonar cencerros para ahuyentar los malos esp¨ªritus.

Rijeka es adem¨¢s una ciudad sorprendentemente verde en cuanto se sale del centro. En los alrededores, a un paso, est¨¢ la naturaleza casi intacta: aqu¨ª viven todav¨ªa osos, lobos y linces. El parque nacional de Risnjak nos permite disfrutar de este h¨¢bitat bien conservado. Est¨¢ relativamente aislado y es poco visitado, a pesar de estar solo a 30 kil¨®metros de Rijeka . El paisaje nos recuerda a los Alpes pero tambi¨¦n a las cordilleras de los Balcanes, cubierto de tupidos hayedos y pinares y alfombrado con prados y flores silvestres. Casi todo el parque es bosque virgen, con alg¨²n que otro pueblo, y resulta un sitio perfecto para realizar rutas sencillas a pie.

Y para comer bien podemos escaparnos a Volosko, una aldea de pescadores que todav¨ªa no es un destino muy conocido, pero los que van se suelen quedar encantados de su ambiente buc¨®lico, con su laberinto de callejones en pendiente y sus pescadores reparando redes en el min¨²sculo puerto. El colof¨®n final puede ser una comida gourmet en alguno de sus restaurantes, como el Plavi Podrum, con una innovadora cocina con maridaje de vinos y buenos aceites de oliva.

2. Opatija, el reflejo de la belle ¨¦poque

La refinada Opatija, a pocos kil¨®metros al oeste de Rijeka, era considerada el centro de vacaciones m¨¢s chic en la costa entre la ¨¦lite durante el imperio austroh¨²ngaro, como demuestran las muchas villas belle ¨¦poque que a¨²n se conservan. Aqu¨ª veranearon ricos y famosos, incluidos algunos reyes como los de Rumania o Suecia y los zares rusos. Aunque perdi¨® mucho lustre durante el per¨ªodo yugoslavo, ha vuelto a florecer en la ¨²ltima d¨¦cada y hoy atrae a un p¨²blico m¨¢s bien maduro que acude a sus hoteles-balneario, en parte por su espectacular ubicaci¨®n y sobre todo por su clima suave todo el a?o. Y lo cierto es que el lugar es estupendo para descansar, con sus colinas arboladas y el Adri¨¢tico enfrente. Aunque no hay ninguna playa especialmente buena, sus bah¨ªas protegidas invitan a nadar.

Una de aquellas mansiones de ¨¦poca es la restaurada Villa Angiolina, llena de trampantojos, capiteles corintios, espejos dorados y suelos de mosaico geom¨¦trico. Es la sede del Museo Croata del Turismo y la casa est¨¢ rodeada de jardines con ¨¢rboles de ginkgo, secuoyas, encinas, camelias japonesas e incluso un peque?o teatro al aire libre donde se ofrecen recitales en trajes de ¨¦poca. El museo se complementa con la contigua Casa Suiza, que era un anexo de la villa principal y un poco m¨¢s all¨¢, el Pabell¨®n Art¨ªstico Juraj Sporer, que originariamente fue una pasteler¨ªa.

Pero lo mejor de Opatija sin duda es el paseo mar¨ªtimo de Lungomare, un recorrido sinuoso por la costa donde contemplar majestuosas villas y grandes jardines a lo largo de 12 kil¨®metros que atraviesan los pueblos de Icici e Ika. El camino serpentea entre ex¨®ticos matorrales, bosquecillos de bamb¨², un puerto deportivo y bah¨ªas rocosas donde podremos tender la toalla. Y si queremos reeditar el viejo estilo de aquellos ilustres veraneantes siempre podemos hacerlo en la Villa Ariston, un hotel instalado en una fabulosa cala de roca por el que han pasado, entre otros, Coco Chanel o los Kennedy.

3. Ucka, un secreto muy bien guardado

El parque natural de Ucka, a unos 30 kil¨®metros de Opatija, es uno de esos sitios que uno no espera. Y es probablemente uno de los secretos mejor guardados de Croacia. En d¨ªas despejados, podemos ver desde su pico m¨¢s elevado, el Vojak (1401 metros), unas amplias panor¨¢micas de los Alpes italianos y de la bah¨ªa de Trieste. Todo es de lo m¨¢s buc¨®lico: los hayedos cubren buena parte de la superficie, pero tambi¨¦n hay falsos casta?os y 40 tipos de orqu¨ªdeas; las ovejas pastan por los prados alpinos, las ¨¢guilas reales peinan los cielos, y los osos pardos, jabal¨ªes y corzos campan a sus anchas.

El punto m¨¢s espectacular del parque y el m¨¢s fotografiado es el ca?¨®n de Vela Draga, en cuyo valle se reparten las ¡°chimeneas encantadas¡± (pilares calizos). Desde la carretera, un sendero desciende hasta un mirador a cuyos pies se extiende el sorprendente ca?¨®n. El parque es un lugar perfecto para hacer rutas en bicicleta de monta?a o senderismo, apunt¨¢ndose a alguna de las que se organizan desde el centro de informaci¨®n.

4. Losinj y Cres, las islas de Kvarner

Separadas solo por un canal de 11 metros y unidas por un puente, estas dos islas del archipi¨¦lago de Kvarner, poco pobladas y muy pintorescas, suelen considerarse como una entidad ¨²nica, tambi¨¦n por su historia. Son rincones perfectos para disfrutar de la naturaleza, surc¨¢ndolas por pistas ciclistas y de senderimo, o disfrutando del mar. En sus aguas vive la ¨²nica poblaci¨®n estable de delfines del Adri¨¢tico y, de hecho, gran parte de la costa est¨¢ protegida por la reserva de delfines de Loxinj, la primera de este tipo en el Mediterr¨¢neo.

La isla de Cres, m¨¢s agreste, verde y monta?osa, cuenta con c¨¢mpines remotos, playas v¨ªrgenes, algunas aldeas medievales y una sensaci¨®n de estar lejos de todo. Losinj, en cambio, est¨¢ m¨¢s poblada y es m¨¢s visitada. Hasta que llegaron los turistas hace unas d¨¦cadas, las islas se dedicaban exclusivamente al olivo (en Losinj) y a la pesca (en Cres), y sobre todo a la cr¨ªa de ovejas, cada vez m¨¢s amenazadas.

Una vez all¨ª, lo mejor es disfrutar de la tranquilidad. En Cres podemos asomarnos al antiguo pueblo de Beli, con sus 35 habitantes y sus 4.000 a?os de historia que se reflejan en sus callejuelas tortuosas y sus casitas de piedra engalanadas con muchas plantas, aunque recorrerlo no nos llevar¨¢ m¨¢s de cinco minutos. Igual de diminuta es la aldea de Valun, junto al mar, al pie de los acantilados y rodeada por playas de guijarros. Es tranquila y sus restaurantes rara vez se llenan. Tan peque?a y tranquila como otra aldea, Lubenice, encaramada en lo alto de una loma rocosa, que es uno de los lugares m¨¢s evocadores de Cres, cuyos cimientos de piedra parecen fundirse con la geolog¨ªa de la isla.

Frente a estos pueblos que son poco m¨¢s que aldeas, el pueblo de Cres resulta hasta grande, con casas de color pastel con terraza y mansiones venecianas que abrazan el puerto medieval, una preciosa bah¨ªa guarecida por colinas cubiertas de pinares y matorrales. La fuerte influencia italiana se remonta al siglo XV, cuando llegaron los venecianos huyendo de la peste y construyeron junto al puerto los edificios p¨²blicos y los palacios de los patricios. Al recorrer el paseo mar¨ªtimo y explorar las calles del casco antiguo se descubren escudos de armas de las poderosas familias venecianas y las logias renacentistas. La plaza principal, junto al cuerpo, y el Museo de Cres,?instalado en el palacio renacentista Arsan, son lo m¨¢s interesante del lugar.

La llegada del turismo ha hecho que algunos diminutos pueblos amurallados de la isla de Cres, como Osor, se empiecen a convertir en una especie de localidades museo, con iglesias, esculturas al aire libre y callejuelas sinuosas que atraviesan el centro hist¨®rico medieval.

5. Mansiones, puertos y excurionismo en Losinj

En la isla Losinj el primer pueblo que encontramos es el peque?o Nerezine, con un bonito puerto bordeado por casas en tonos pastel y algunos caf¨¦s y bares. Aunque el lugar que todos van a ver es Mai Losinj, en la punta de un largo puerto natural y ribeteada por montes verdes y casas mediterr¨¢neas elegantes. Junto a la orilla hay una serie de imponentes viviendas de capitanes de barco del siglo XIX que conforman un barrio que conserva su personalidad.

Todos los resorts est¨¢n a las afueras, en una zona que se puso de moda a finales del siglo XIX entre las ¨¦lites de Viena y Budapest, que comenzaron a edificar fincas y hoteles de lujo, casi todas en pie todav¨ªa. Mali Losinj es muy popular para bucear por su excelente visibilidad pero tambi¨¦n para practicar el ciclismo y el excursionismo. Y en la ciudad, sin duda, las visitas obligadas son el palacio Fritzy, una mansi¨®n convertida en museo, y el jard¨ªn de las Delicadas Fragancias, un para¨ªso para el olfato, que exhibe m¨¢s de 250 variedades de plantas aut¨®ctonas y otras 100 ex¨®ticas, todas resguardadas por muros de piedra tradicionales. Otro lugar pintoresco de la isla es Veli Losinj, con algunas casas color pastel, caf¨¦s y tiendas rodeando un min¨²sculo puerto. Los delfines a veces entran por la estrecha boca de la bah¨ªa, en abril y mayo. Aqu¨ª se ha constituido una ONG para proteger el medio marino del adri¨¢tico (blueworld.org) y en particular a las tortugas y a los delfines adri¨¢ticos, amenazados hoy por el tr¨¢fico de las embarcaciones. Se puede contribuir a su trabajo adoptando un delf¨ªn.

6. Krk, veraneo al estilo croata

Un puente de peaje comunica?Krk con el continente. Es la mayor isla de Croacia y una de las m¨¢s visitadas. En verano cientos de miles de centroeuropeos ocupan sus casas de veraneo, c¨¢mpines y hoteles. No es la isla m¨¢s lujosa ni la m¨¢s bonita de Croacia, pero tiene un paisaje muy variado, desde los bosques del oeste a las soleadas crestas del este. Krk es un lugar f¨¢cil de recorrer, gracias a una buena red de transporte p¨²blico e infraestructuras adecuadas. Un ejemplo de lo que fue y es hoy d¨ªa la isla es Malinska, el puerto principal de salida de la madera en la isla. Hoy es un lugar de vacaciones pero en su d¨ªa ya fue un destino popular entre la aristocracia vienesa. Ahora son los jubilados centroeuropeos los que llenan sus hoteles y apartamentos.

El pueblo de Krk, en el sur de la isla, conserva un casco antiguo amurallado, que los fines de semana de verano se llena de turistas. Pese a todo, podremos disfrutar de este antiguo asentamiento romano que a¨²n conserva partes de las antiguas murallas y puertas, as¨ª como una catedral rom¨¢nica y un castillo del siglo XII. Tal vez el pueblo m¨¢s encantador de Krk sea Vrbnik, encaramado a unos acantilados y con empinadas calles con arcadas y edificios medievales, que durante gran parte del a?o permanece tranquilo, como si los turistas estuviesen muy lejos. Ahora es un lugar estupendo por las vistas y por el zlahtina, el vino blanco t¨ªpico de la regi¨®n. Tras un paseo por sus abigarrados callejones empedrados, lo mejor es bajar a la playa a darse un ba?o.

7. Rab: geolog¨ªa y turismo

Muy popular, la isla de Rab presenta uno de los paisajes m¨¢s diversos de la regi¨®n de Kvarner, lo que hizo que fuera declarada geoparque en el 2008. Su centro cultural e hist¨®rico es el pueblo de Rab, con una silueta muy caracter¨ªstica, presidida por sus cuatro elegantes campanarios que sobresalen entre sus antiguas callejuelas de piedra, un laberinto de calles que desemboca en el pueblo alto, donde aguardan iglesias antiguas y espectaculares miradores. Para disfrutar de las vistas de los tejados rojos t¨ªpicos y de los cuatro campanarios hay que buscar un mirador en la muralla: las vistas son magn¨ªficas. En verano, cuando acuden m¨¢s turistas, siempre podremos escapar a las cercanas islas desiertas, a un corto trayecto en barco.