Descifrando los escenarios de Pierre Loti en el Pa¨ªs Vasco franc¨¦s
Tras los pasos del viajero y escritor por el interior de la regi¨®n del Labourd. De Sare a Ascain con una excursi¨®n hasta la cima de La Rhune
La vida del marino y escritor franc¨¦s Pierre Loti (1850-1923) transit¨® entre la realidad y la ficci¨®n. Desde peque?o so?¨® con explorar lugares ex¨®ticos. Y ya de adulto exhal¨® la vida con intensidad, surcando los mares del mundo entero, dando rienda suelta a su vocaci¨®n literaria. ¡°D¨ªa tranquilo, luminoso y fr¨ªo. Una gran melancol¨ªa de hojas muertas, de cosas muertas¡ En la soledad de mi despacho de trabajo, concibo el plan y empiezo a escribir Ramuntcho, que ser¨¢ a lo mejor mi gran remedio contra las tristezas infinitas de este invierno¡±.
Tras dos a?os en Hendaya como comandante del Javelot ¡ªun ca?onero guardacostas ubicado en la desembocadura del Bidasoa¡ª, perfilaba un proyecto que le sirviese para vencer la nostalgia de tiempos mejores. En 1897 nacer¨ªa Ramuntcho, su gran novela vasca ambientada en Etch¨¦zar, entre monta?as, donde se combina el amor profundo por una tierra con el deseo de emigrar en busca de un futuro mejor. El protagonista Ramuntcho, como muchos chicos de la regi¨®n del Labourd, llevaba una vida paralela: pelotari de d¨ªa, contrabandista de noche.
?Etch¨¦zar? ?Esa localidad ser¨ªa ?real? La respuesta habitaba en un proverbio vasco: ¡°Izena duena da¡± o, lo que es lo mismo, ¡°Lo que tiene nombre existe¡±. Pero Loti jugaba al despiste. Distorsionaba la realidad, sin desvelar la ubicaci¨®n exacta de sus novelas, temeroso de atraer a esa plaga en masa que para ¨¦l era el turismo. Por entonces, el Pa¨ªs Vasco, de paisajes abruptos, arraigadas costumbres, era territorio ex¨®tico al alcance de muy pocos. Etch¨¦zar sigue sin figurar en los mapas; en realidad este ficticio rinc¨®n del Labourd adopt¨® la forma de dos aldeas vascofrancesas que preservan el alma de siempre. Este es el relato de un viaje siguiendo las huellas del escritor.
Punto de partida
Ubicado a escasos kil¨®metros de la costera San Juan de Luz, Sare late al ritmo sosegado de sus gentes. Tras hospedarme en el Chalet Elisa, me dirig¨ª al ayuntamiento. Camin¨¦ rodeado de casas labourdianas con sus entramados de madera rojos, cuando me top¨¦ con un templo a cielo abierto. Sare no es una excepci¨®n en el Pa¨ªs Vasco franc¨¦s, y en pocos metros conviven los s¨ªmbolos de cualquier pueblo vasco que se precie. Junto al front¨®n se encuentra la iglesia de San Mart¨ªn, con sus galer¨ªas de roble tallado. Por fuera luce altiva una torre de cinco pisos, coronada por el reloj de sol con una premonitoria inscripci¨®n: ¡°Oren guziek dute gizona kolpatzen azkenekoak du hobirat egortzen¡± (cada hora hiere al hombre, la ¨²ltima lo env¨ªa a la tumba).
Anta?o, en esta zona las fronteras se difuminaban entre riachuelos, bosques frondosos y paisajes de f¨¢bula, testigos silenciosos de mil aventuras. Escritores como P¨ªo Baroja o Loti contribuyeron a tejer una visi¨®n rom¨¢ntica del gaueko lana, el trabajo de la noche. Cuando la luz venc¨ªa, Ramuntcho y sus compa?eros, movidos por un deseo irrefrenable de desafiar las normas, cargaban sus hombros con pesadas cajas de contrabando, invisibles a los ojos de los aduaneros. Sare preserva la memoria de los contrabandistas, existiendo rutas que emulan las gestas de estos intr¨¦pidos caminantes.
Al macizo de La Rhune se puede llegar caminando desde Ascain o en un tren cremallera desde el Col de San Ignacio
Despu¨¦s de atravesar la Galtzada (un empedrado camino medieval), el oratorio de San Isidro y dar la espalda al barrio de Lehenbizkai, se entra en las entra?as del Labourd. Siempre bajo la mirada del macizo de La Rhune, la gran monta?a vasca conocida por Pierre Loti como la Gizune. ¡°Y entonces, por encima de la sierra y de la aldea de Etch¨¦zar, la Gizune muy aguzada, se muestra m¨¢s vaporosa y elevada, y en el cielo, realzando m¨¢s su azul, flotan nubecillas de un blanco dorado, orladas de un tono gris de n¨¢car en sus sombras¡±, se lee en su novela.
Esos d¨ªas, antes de la llegada del confinamiento, emul¨¦ a Ramuntcho, al propio Loti. Caminando a ambos lados de la muga, absorto en la extra?a sensaci¨®n de libertad que embarga en la tierra arbolada del valle de Xareta, descubr¨ª los cuatro municipios situados a ambos lados de la frontera que forman la llamada Comarca de las Brujas: las cuevas de Sare, la vascofrancesa Ainhoa, Urdax con sus casas blasonadas o la cueva de Zugarramurdi, las dos ¨²ltimas ya en Navarra.
De regreso a Sare, no hay nada m¨¢s placentero que tomar un trago en el bar de la plaza antes de cenar en el restaurante del hotel Lastiry. Dentro se respira la pasi¨®n por la pelota vasca o la caza en palomera y destaca la apuesta por la cocina vasca, abanderada por platos t¨ªpicos de la zona como el axoa de ternera.
Aroma a nostalgia
La vecina Ascain, a unos 7 kil¨®metros de Sare, tambi¨¦n adopt¨® en el imaginario de Loti el nombre de Etch¨¦zar. Sus calles, ancladas en un halo de atemporalidad, desprenden aroma a nostalgia. Recorr¨ª el pueblo sin rumbo, pero la huella del escritor estaba presente a cada paso. Segu¨ª caminando, hasta que distingu¨ª el silencioso r¨ªo Nivelle, donde un pescador perd¨ªa los nervios y varios ni?os hac¨ªan acrobacias desde lo alto del puente romano. Ya de vuelta a la plaza, escondida bajo una glicinia, una placa cincelada con caligraf¨ªa vasca me record¨® el prop¨®sito del viaje: ¡°Pierre Loti vivi¨® en esta casa. Escribi¨® Ramuntcho¡±. El hotel-restaurante La Rhune rinde homenaje a la novela, evocando en cada habitaci¨®n un personaje o una localidad del libro.
Gu¨ªa
Hotel Chalet Elisa, en Sare (chalet-elisa.fr)
Cuevas de Sare (grottesdesare.fr)
Hotel Lastiry, en Sare (hotel-lastiry-sare.com)
Valle de Xareta (xareta.eus)
Hotel De La Rhune, en Ascain (hoteldelarhune.com)
Le Train de La Rhune, tren cremallera para subir a esta cumbre en los Pirineos occidentales. Precio: 19,50 euros (rhune.com)
Turismo de Sare (sare.fr)
Turismo de Francia (es.france.fr)
Al atardecer, mientras observaba una partida en el front¨®n saboreando una Akerbeltz ¡ªla cerveza local¡ª, me di cuenta de que mi estancia llegaba a su fin.
Antes de abandonar el Labourd quise dirigirme hasta La Rhune. Se puede subir desde el Col de San Ignacio en un tren cremallera de 1924 o caminando desde Ascain, unas dos horas entre campos de helechos, aulagas, bosques de alerces y verdes laderas donde descansan los pottokas, los robustos ponis vascos. Desde la cima, a 905 metros, el Pa¨ªs Vasco se presenta esplendoroso. A lo lejos se avistan las playas infinitas de Las Landas e incluso Hendaya, donde vino a morir Loti.
?lex Fraile es autor del ¡®El so?ador errante. De viaje con Pierre Loti¡¯ (La L¨ªnea del Horizonte).
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