12 secretos arqueol¨®gicos
De los hipn¨®ticos silos del Cenobio de Valer¨®n, en Gran Canaria, al arte rupestre en la cueva asturiana de El Pindal, yacimientos espa?oles que comparten el privilegio de su ubicaci¨®n: todos miran al mar
Desde los comienzos, la costa atrajo al ser humano en tanto l¨ªmite de la tierra y proyecci¨®n a todas partes. Vivir en el litoral era hacerlo junto a autopistas mar¨ªtimas, en polos de trepidante energ¨ªa comercial y cultural susceptibles de pillajes. De los cientos de yacimientos arqueol¨®gicos costeros, los hay celeb¨¦rrimos ¡ªla gerundense Emp¨²ries, la torre de H¨¦rcules, en A Coru?a, o la antigua ciudad romana de Baelo Claudia, en C¨¢diz¡ª, mientras otros, libres de masificaciones, atesoran el encanto de lo semisecreto. Como en estos 12 destinos de la Espa?a costera que son puertas entreabiertas al pasado. Asom¨¦monos.
1 Necr¨®polis menguante
Son Real (Santa Margalida, Mallorca)
Confirmada la elevaci¨®n del nivel de los oc¨¦anos por el cambio clim¨¢tico, mal porvenir se augura a este emblema de la prehistoria balear sumergido en un 30%. ¡°Su excepcionalidad es incuestionable: son tumbas monumentales, visibles, en un momento (la Edad del Hierro) en el que ya no se constru¨ªan, ni en Baleares ni el resto del Mediterr¨¢neo occidental. En Mallorca, por ejemplo, se enterraba a los muertos en cuevas naturales o artificiales¡±, apunta Jordi Hern¨¢ndez-Gasch, director del proyecto de investigaci¨®n. Son Real ocupa el centro geogr¨¢fico de la bah¨ªa de Alc¨²dia. La disposici¨®n de las 140 tumbas, algunas con ventanitas; sus plantas cuadradas, circulares y de herradura ¡ªen forma de talayotes, las m¨¢s antiguas; de navetas, las de la fase media¡ª, y su situaci¨®n en un entorno natural protegido confieren a esta necr¨®polis una gran belleza. Es notable la tumba n¨²mero 5, destinada a un guerrero de ¨¦lite. Desde el centro de interpretaci¨®n se llega a pie en 20 minutos. En verano, el calor obliga a costear desde Son Baul¨®.
2 El santuario panor¨¢mico
O Facho de Don¨®n (Cangas do Morrazo, Pontevedra)
Una aldea en altura defendida por una muralla con su foso. Esta es la definici¨®n de castro. Y solo en Galicia hay censados unos 3.000. La ascensi¨®n al de O Facho de Don¨®n, de dificultad media, dura unos 20 minutos y nos encarama 184 metros sobre el nivel del Atl¨¢ntico. La garita de vigilancia ante las incursiones pir¨¢ticas, del siglo XVIII, permite complacerse con dos mundos. Uno, delante, los acantilados de Soavela ¡ªespuman mucho y muy alto¡ª, alineados con las islas C¨ªes. Detr¨¢s, el urbanismo castre?o datado entre el siglo II antes de Cristo y el siglo I. Jos¨¦ Su¨¢rez, director cient¨ªfico de la excavaci¨®n, acent¨²a su funci¨®n sacral: ¡°No solo en la ¨¦poca romana, cuando se impetraba salud al dios Lar Berobreus; tambi¨¦n sirvi¨® de santuario con anterioridad, vista la exposici¨®n a los huracanes y la sorprendente planta de algunos edificios ¡ªtrapezoidal, oblonga, etc¨¦tera¡ª ajena a la traza circular caracter¨ªstica de las viviendas castre?as. El hallazgo de un cuchillo sacrificial no hizo sino confirmar mis sospechas¡±. El sol rojizo es el espect¨¢cu?lo final. Luego, se puede completar el d¨ªa con unas tapas en A Caracola o una cena en Cabo Home.
3 Ventaja defensiva
Castell (Palam¨®s, Girona)
El top¨®nimo Castell, que sugiere un promontorio, orna uno de los playazos mejor preservados de la Costa Brava. Hablamos de un poblado fortificado de la cultura ib¨¦rica, con clara vocaci¨®n mercantil y militar, romanizado con posterioridad, que constata una secuencia hist¨®rica del siglo V antes de Cristo al siglo I. En la misma entrada, flanqueada por sendas torres, se accede a un espacio porticado sustentado sobre grandes basas de columna, desde donde se comprende la f¨¢cil defensa que para los indiketes (como se llama a quienes vivieron en las actuales comarcas del Ampurd¨¢n y la Selva) ejerc¨ªa este istmo con vistas a un pinar que se extiende hasta el Cap Roig. Tambi¨¦n observaremos la escalera (de acceso prohibido) que se tendi¨® para el rodaje de la pel¨ªcula Pandora y el holand¨¦s errante (1951). Junto al yacimiento, un panel informa de La Foradada, oquedad que el mar ha labrado en el acantilado, practicable en kayak.
4 Artistas prehist¨®ricos
Cueva de El Pindal (Ribadedeva, Asturias)
Una vez bajamos por la escalera del magn¨ªfico encinar cant¨¢brico, la sorpresa crece frente a la boca de la caverna, en un paraje fragoroso que pone de relieve la capacidad de la naturaleza para crear obras de arte. El Pindal, declarada patrimonio mundial en 2008, fue la primera cueva de arte rupestre descubierta en Asturias (en 1908 se realiz¨® la primera exploraci¨®n). A 240 metros de la entrada la gu¨ªa-arque¨®loga ilumina las figuras de una cierva, una cabeza de caballo, dos bisontes y signos abstractos alumbrados hace unos 17.000 a?os. Surge despu¨¦s una de las cuatro representaciones de mamut descubiertas en la cornisa cant¨¢brica. Abre de mi¨¦rcoles a domingo con un cupo m¨¢ximo de 80 visitantes al d¨ªa (entrada, tres euros).?
5 Silos que emocionan
Cenobio de Valer¨®n (Santa Mar¨ªa de Gu¨ªa, Gran Canaria)
La cultura prehisp¨¢nica se sustentaba en los excedentes de cereales. De ah¨ª que la Monta?a del Gallego ¡ªvolc¨¢n apagado situado en la margen izquierda del barranco grancanario del Calabozo¡ª reuniera todos los requisitos para excavar en sus tobas un granero comunal al m¨¢s puro estilo de los agadires norteafricanos. Son 350 silos (de los siglos XI al XII) horadados dentro de una cueva abrupta f¨¢cilmente defendible, de 30 metros de ancho por 25 de alto y dotada de visera natural. Las oquedades, que sin querer se ven con ojos de ni?o, fueron selladas con argamasa. Superados los 190 escalones junto a los dragos, la vista abarca gran parte de la costa norte de la isla canaria. El parque arqueol¨®gico ofrece visitas autoguiadas por tres euros.?
Los mosaicos del siglo II de la villa romana de R¨ªo Verde representan motivos culinarios y signos de buen ag¨¹ero
6 Enigmas a flor de r¨ªa
Petroglifos de Mogor (Mar¨ªn, Pontevedra)
Estos grabados, que besan la r¨ªa pontevedresa a la manera de afloramientos rocosos, son buque insignia del patrimonio rupestre peninsular. Unas pasarelas elevadas junto a la playa acercan a estas incisiones con motivos geom¨¦tricos, en especial c¨ªrculos conc¨¦ntricos. La Pedra do Labirinto ha cosechado fama internacional por la profundidad de los surcos, pero m¨¢s a¨²n por la destreza t¨¦cnica demostrada dos milenios antes de Cristo. ?Su significado? Todo apunta a la representaci¨®n simb¨®lica de un camino inici¨¢tico. Lo suyo es visitarla, junto con los laberintos fallidos de la Pedra dos Mouros, con luz rasante (amanecer o atardecer), cuando mejor emergen los contornos. El centro de interpretaci¨®n abre en Semana Santa y verano, e incluye visitas nocturnas escuchando el mar rompiendo en la arena.?
7 Megalitismo balear
Torrellafuda (Ciutadella, Menorca)
Para los adictos a la arqueolog¨ªa, visitar los poblados talay¨®ticos menorquines es imperativo. Uno de los menos conocidos es Torrellafuda (1000-700 antes de Cristo). Aqu¨ª lo sustancial es la manera en que se conserva el enigm¨¢tico mensaje de la historia envuelto de encinas y acebuches que acent¨²an la atm¨®sfera m¨¢gica atribuible a un recinto sagrado. La taula no es lo que tenemos a la vista (en realidad est¨¢ fragmentada en el suelo), sino la columna y el capitel de una de las pilastras que formaban la pared cicl¨®pea perimetral, de gran similitud. Al lado se yergue el airoso talayote, torre troncoc¨®nica construida con rocas dispuestas sin argamasa, y la muralla. No se entiende ir a Torrellafuda sin continuar al poblado prehist¨®rico de Torretrencada y a la naveta des Tudons.?
8 En la Hispania tarraconense
Cantera del M¨¨dol (Tarragona capital)
Tarraco fue de facto capital del Impero Romano durante dos a?os, raz¨®n de la abundancia de hallazgos en un radio de 10 kil¨®metros en torno a la actual Tarragona, muchas veces afectados por el auge de v¨ªas de comunicaci¨®n. Aprovechamos para ver, junto a la N-340, la torre de los Escipiones, que no es sino una tumba del siglo I. Si seguimos hacia el norte cruzamos la autopista AP-7, giramos entre los pinos por el primer desv¨ªo antes de entrar a pie al ¨¢rea de servicio, donde se ha habilitado un centro de interpretaci¨®n. Detr¨¢s de la gasolinera arranca una suerte de Via Appia de 800 metros hasta la pedrera (cantera) del M¨¨dol, responsable del tono dorado de los principales monumentos de la ciudad catalana. El vaciado de unos 50.000 metros c¨²bicos de piedra calc¨¢rea ha dise?ado un paisaje y hasta un microclima ins¨®lito, con una aguja de 16 metros que es fiel testigo de la altura original del sitio. Una red de miradores rodea en altura este hoyo (con llegar a los cuatro primeros es suficiente).
9 Tal como cen¨¢bamos
Villa romana de R¨ªo Verde (Marbella, M¨¢laga)
Del feroz urbanismo de la Costa del Sol se ha podido salvar ¡ªcasi de milagro¡ª apenas un solar, s¨ª, pero que guarda toda la po¨¦tica que envuelven las ruinas romanas. Se trata de una villa asociada a una lucrativa f¨¢brica de salazones, de la que se ha conservado lozanamente un mosaico en el que resaltan motivos culinarios que ayudan a entender la cotidianidad del siglo II de nuestra era: alimentos y utensilios de cocina, vajillas y hasta hornillos port¨¢tiles en los que se manten¨ªan calientes las viandas. Identificamos tambi¨¦n signos de buen ag¨¹ero, como delfines y anclas, en tanto que la cara petrificante de la Gorgona perdi¨® buena parte de su encanto al ser vandalizada. A poca distancia abren las termas de un patricio del siglo III, en las que se yerguen robustas b¨®vedas. Quedar¨¢ por ver la bas¨ªlica paleocristiana.?
10 Con permiso de las mareas
Isla de San Nicol¨¢s (Lekeitio, Bizkaia)
Cabos, islas, pe?ones son enclaves que alertan de que alguien los pobl¨® en alg¨²n momento. Los restos de la isla de San Nicol¨¢s, o Garraitz, accesible en bajamar por el malec¨®n de Lazunarri, son una buena excusa para enamorarse de ella. La ¨ªnsula est¨¢ siendo excavada por Atabaka, asociaci¨®n cultural que propici¨® su declaraci¨®n como parque arqueol¨®gico. Los restos dan fe de su pasado clerical (monasterio del siglo XVII), pero ante todo castrense, con los baluartes de la bater¨ªa de costa conquistada por Wellington en 1812 cuyo polvor¨ªn sirve de cobijo durante los aguaceros. Tampoco hay que menospreciar el universo que crean pinos y cipreses plantados en 1909, adem¨¢s de la colonia de cormoranes mo?udos y la proliferaci¨®n de gaviotas patiamarillas, que trae el recuerdo de las islas C¨ªes. Ojo, quien se desentienda del horario mareal tendr¨¢ que ser rescatado por un barquero. En la oficina de turismo facilitan planos.?
11 Roma en Canarias
Lobos (La Oliva, Fuerteventura)
Su descubrimiento en la playa de La Concha del parque natural del Islote de Lobos, en 2012, sigue brindando sorpresas. No solo porque atestigua la presencia altoimperial romana en el archipi¨¦lago canario, entre el siglo I antes de Cristo y el I de nuestra era; tambi¨¦n por la abundancia de hallazgos: yunques y percutores junto a los concheros, ¨¢nforas y artes de pesca que nos hablan de un taller de p¨²rpura ¡ªtinte asociado al lujo y al poder¡ª dependiente de Gades (actual C¨¢diz), distante 1.200 kil¨®metros. Junto a la excavaci¨®n, los ba?istas disfrutan de una cala paradisiaca cercada de arrecifes y blancas acumulaciones de arena, cuyos bronceados, al carecer de sombras, hacen ¨¦poca. Conviene llevar gorro, sombrilla, dos litros de agua por persona y crema solar. Los barcos de acceso zarpan desde Corralejo, y del malec¨®n de Lobos a La Concha se tardan apenas 10 minutos a pie.
12 El S¨¢hara alicantino
Moncayo (Guardamar del Segura, Alicante)
Las desembocaduras de los r¨ªos ¡ªcomo sin duda la margen occidental del Segura¡ª siempre revelaron un muestrario de vestigios a cu¨¢l m¨¢s interesante. En tanto el poblado fenicio de la Fonteta y la r¨¢bita califal se encuentran en fase de consolidaci¨®n, la playa del Moncayo conserva dos excavaciones que conforman un ¨²nico yacimiento?(hay audiogu¨ªa). Son los restos de un vicus o caser¨ªo fortificado de ¨ªndole pesquera que abarca las culturas romana e isl¨¢mica (siglos I-XI), como demuestra el mihrab (oratorio). Para llegar dejamos el coche en las calles de Suecia o Grecia antes de tomar las pasarelas que conducen a la playa. Queda recorrer 500 metros por la orilla en direcci¨®n a Torrevieja. Nada interpela con tanta intensidad al viajero como esta orograf¨ªa salvaje de dunas semisaharianas. Regresando por detr¨¢s de la duna nos toparemos a 100 metros con los cimientos de la torre del Descargador, con estructura isl¨¢mica del siglo X, reutilizada posteriormente en el siglo XVIII.?
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