R¨ªo de Janeiro desde el sof¨¢
C¨®mo cocinar su sabrosa 'feijoada', un abrazo cantado por Gilberto Gil o joyas arquitect¨®nicas del siglo XX. La ciudad carioca, mezcla de alegr¨ªa vital y la dura realidad social de las favelas, en cinco claves esenciales
1. Una visita virtual: el coraz¨®n del Cristo Redentor
En R¨ªo de Janeiro, Jesucristo abre los brazos sobre la bah¨ªa de Guanabara como bendiciendo a la ciudad y a sus gentes. Entre las nubes o bajo el c¨¢lido sol brasile?o, el paisaje que se contempla a los pies del Cristo Redentor, ubicado en la cima del Morro do Corcovado, 709 metros por encima del cercano Atl¨¢ntico Sur, maravilla a 150.000 visitantes cada a?o, procedentes de todos los rincones de Brasil y del mundo. Desde 2016, cuando R¨ªo acogi¨® los Juegos Ol¨ªmpicos, es posible hacer un recorrido virtual no solo por los aleda?os del colosal monumento, sino tambi¨¦n por el interior de su estatua art d¨¦co de 38 metros de altura. Se puede ver incluso el coraz¨®n del Cristo, ¨²nica talla dise?ada para las entra?as de la gran efigie: es de hormig¨®n, mide 1,30 metros y es donde comienza, precisamente, el recorrido digital.
Levantado en 1930, tambi¨¦n con hormig¨®n armado y esteatita, este monumento es una de las estampas m¨¢s famosas de Latinoam¨¦rica y est¨¢ considerado una de las siete maravillas del mundo moderno por la Unesco. La mayor¨ªa de los turistas llega hasta lo alto del cerro a bordo del Trem do Corcovado (billetes a partir de 11 euros). Pero no solo es utilizado por los extranjeros: desde 2006 el monumento tiene una capilla dedicada a Nuestra Se?ora Aparecida, patrona del pa¨ªs, en la que se celebran bodas y bautizos. Los privilegiados que bendicen a sus hijos o se dan el ¡°s¨ª, quiero¡± en ella incluyen en las fotos de la ceremonia la postal m¨¢s t¨ªpica de R¨ªo, con vistas a la mayor parte de los 80 kil¨®metros de playas de que dispone la ciudad.
2. Una pel¨ªcula: Rio, eu te amo
Compuesta por 10 cortometrajes dirigidos por cineastas brasile?os y for¨¢neos, de Fernando Meirelles a Paolo Sorrentino, Rio, eu te amo (R¨ªo, te quiero, 2014) realiza un paseo por sus barrios ic¨®nicos mientras desfilan los personajes que dan vida a esta urbe maravillosa y llena de contrastes; desde la se?ora que pide limosna (interpretada por Fernanda Montenegro) hasta millonarios que dan fiestas en rascacielos con vistas incre¨ªbles. Mezcla de drama, humor, romance y fantas¨ªa, la pel¨ªcula muestra las sombras de una ciudad de gran desigualdad social, pero tambi¨¦n el R¨ªo de los turistas que pasean por Copacabana al ritmo de la bossa nova. Los grandes hitos tur¨ªsticos (Pan de Az¨²car, Corcovado, favela Vidigal, sus playas¡) aparecen en casi todas las historias, y es que quiz¨¢ sea imposible hablar de amor en R¨ªo sin arena, mar y monta?as.
3. Una receta: Feijoada
La feijoada fue importada desde Portugal y adaptada hasta alcanzar identidad propia en R¨ªo, donde se convirti¨® en un guiso con trozos de carne de cerdo y frijoles negros (feij?es), acompa?ado de arroz blanco, farofa (harina de mandioca) y repollo al vapor. Una feijoada carioca t¨ªpica debe llevar:
- 500 gramos de carne seca y 500 de costillas ahumadas (que hay que dejar en remojo junto con los frijoles el d¨ªa anterior).
- 2 tazas de frijoles negros.
- 1 hoja de laurel.
- 2 chorizos sin piel.
- 100 gramos de tocino troceado.
- 2 trozos de salchich¨®n sin piel.
- 1 cebolla entera y otra finamente troceada.
- 1 cucharada de aceite.
- 3 dientes de ajo.
- Sal y pimienta al gusto.
Tras remojar los frijoles, la carne seca y las costillas, escaldar las carnes (sin que llegue a hervir el agua) y cortarlas en cubos medianos. En una olla a presi¨®n se cuecen 35 minutos los frijoles, el laurel, el chorizo, la mitad del tocino troceado y la mitad del salchich¨®n. En otra olla a presi¨®n se cocinan la carne seca, las costillas y la cebolla entera durante 30 minutos tras la ebullici¨®n. Mientras se fr¨ªe el tocino restante hasta que quede seco, agregando luego el salchich¨®n, el ajo picado y cebolla troceada hasta que se doren. Se libera la presi¨®n de la primera olla y se a?ade el salteado. Despu¨¦s se abre la segunda olla, se escurren las carnes y se incorporan incorporarlas a la cazuela de frijoles, desechando la cebolla entera. Salpimentar y llevar el guiso a ebullici¨®n, amasando un poco los frijoles, hasta que se espese el caldo.
4. Una vivienda t¨ªpica: entre rascacielos y favelas
R¨ªo cont¨® con el talento de L¨²cio Costa, Oscar Niemeyer, Le Corbusier, Roberto Burle Marx o Affonso Reidy para dar forma a su arquitectura modernista. La mayor parte de sus 6,3 millones de habitantes vive en rascacielos modernos, como los de S?o Paulo.
Un ejemplo es el conjunto residencial Prefeito Mendes de Moraes, conocido popularmente como Pedregulho, y concebido por Reidy como un complejo para funcionarios que, a lo largo de sus sinuosos 260 metros, incluye tiendas, centro de salud, lavander¨ªa comunitaria, escuela y guarder¨ªa y zonas deportivas. El proyecto evit¨® grandes modificaciones del perfil natural del lugar y regal¨® a sus habitantes una vista a la bah¨ªa de Guanabara. En el otro extremo est¨¢n las precarias viviendas de las favelas, otro (triste) hito de la arquitectura local, que acogen a cerca de dos millones de personas.
5. Una canci¨®n: Aquele abra?o
Compuesta antes de su exilio a Inglaterra en 1969 por la dictadura militar brasile?a, Gilberto Gil canta en esta canci¨®n a la alegr¨ªa de la vida en R¨ªo de Janeiro, saludando a sus barrios, a sus rincones y a las figuras ilustres de la ciudad, como los hinchas del Flamengo, uno de los equipos de f¨²tbol locales, o a ¡°la moza de la favela¡±. El abrazo, por supuesto, es una referencia al Cristo Redentor, quien lo recibir¨ªa con los brazos abiertos en su regreso a Brasil en 1972.
Si el primer verso de la composici¨®n es una oda a la ciudad carioca ¡ª¡°O Rio de Janeiro continua lindo¡±¡ª, m¨¢s adelante no excluye una referencia velada al lugar donde Gil estuvo encarcelado por los militares, el Cuartel de Realengo. Los habitantes de R¨ªo tienen la costumbre de saludarse con la expresi¨®n ¡°aquele abra?o, meu amigo!¡± (?un gran abrazo, amigo!), y era as¨ª como los soldados del cuartel le saludaban, ir¨®nicamente, cada d¨ªa de su cautiverio, ha contado el cantante. Hay pocas canciones que expresen tan bien la alegr¨ªa, el ritmo y las vibraciones que la ciudad brasile?a (y sus gentes) trasmite a quienes la visitan.
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