Canad¨¢ con acento espa?ol
De la playa de Spanish Banks, en Vancouver, a la isla Gravina, ya en Alaska. Ruta por la costa norte del Pac¨ªfico trufada de toponimia hispana
El recorrido en barco que une Vancouver con la isla hom¨®nima es de una belleza sin igual. Especialmente en las primeras horas de la ma?ana, cuando la luz limpia aviva el intenso azul del mar y el cielo, y hace brillar las verdes islas que el ferri va sorteando. Una de las que pasamos se llama Galiano; otra, al norte, Valdez; y al sur, Saturna, San Juan, Lopez, Orcas. Aunque resulte extra?o, no son los ¨²nicos nombres espa?oles que hay en la zona. La amplia regi¨®n que va del norte de Estados Unidos hasta Alaska, pasando por la Columbia Brit¨¢nica canadiense, est¨¢ llena de ellos. Tenemos las islas Fidalgo, Flores, Quadra, Cort¨¦s, Lasqueti, Patos, Guemes, Bonilla, Hernando, Sonora, Raza, Aristiz¨¢bal, Marina, Texada; los cabos Dionisio, Ferrer, Estevan; los senos Laredo, Goletas, Cordero, Malaspina; los estrechos Rosario, Haro, Juan de Fuca; la ensenada Esperanza; el monte Bodega; el canal Sutil; las bah¨ªas Padilla, San Juan, San Jos¨¦, Cort¨¦s, Narv¨¢ez; las localidades Zeballos, Port Angeles¡ Lugares de una naturaleza salvaje, ideales para el senderismo, montar en bici, circunnavegar en kayak, observar su fauna y disfrutar de una buena cerveza IPA, un vino de uva malbec de los valles Cochiwan u Okanagan, una hamburguesa con carne de Alberta o un excelente salm¨®n de estas aguas.
La pregunta es de d¨®nde salieron estos nombres. La Corona espa?ola contaba con el control de las tierras americanas desde 1493, gracias a la bula papal Inter caetera; pero, salvando algunas expediciones al Pac¨ªfico norte entre 1542 y 1603, la presencia espa?ola no pas¨® mucho m¨¢s all¨¢ de San Francisco. A mediados del siglo XVIII, rusos, brit¨¢nicos y franceses empezaron a interesarse por la zona. Los rusos crearon asentamientos en Alaska atra¨ªdos por el mercado de pieles, y al igual que los brit¨¢nicos pensaban extenderse a la hoy costa canadiense. La reacci¨®n espa?ola fue enviar una serie de expediciones navales, entre 1774 y 1793, para dejar patente su soberan¨ªa. Eran de car¨¢cter militar, pero, imbuidos por el esp¨ªritu de la Ilustraci¨®n, tambi¨¦n tuvieron un fin cient¨ªfico. Se estudiaron las costumbres de las tribus locales y se catalogaron minerales, fauna y flora que dibujaron pintores como Jos¨¦ Cardero. Comprendieron la forma de pensar de estos pueblos, por ejemplo, su idea del origen del mundo: Dios cre¨® primero a una mujer y, vi¨¦ndola sola y triste, de un ¡°asqueroso humor¡±, salido de su nariz cre¨® un ni?o que ella cuid¨® y que, al crecer, la fecund¨®.
Los expedicionarios escribieron diarios de a bordo que ser¨ªan publicados despu¨¦s. El de Francisco Mourelle sirvi¨® al capit¨¢n Cook para hacer su viaje por la zona en 1778. Uno muy interesante es el de Juan Francisco de la Bodega y Quadra. Si no se encuentra la edici¨®n espa?ola, se puede recurrir a la inglesa. La tienen en Munro¡¯s Books (munrobooks.com), la bonita librer¨ªa de Alice Munro, Nobel de Literatura en 2013, que ocupa un antiguo banco de la british y coqueta Victoria, capital de la isla de Vancouver y de la Columbia Brit¨¢nica. Una excusa para visitar la ciudad y, de paso, no perdernos un paseo por su agradable puerto y las animadas calles que rodean el Parlamento y el se?orial hotel Fairmont Empress, que sirve el t¨¦ de las cinco.
Las distintas Cordovas
Los expedicionarios espa?oles tomaron posesi¨®n para la Corona de todos los lugares donde atracaron en Canad¨¢ y Alaska. Con todo el ceremonial, levantando acta y cartografiando la zona, de ah¨ª vienen los nombres espa?oles de islas, cabos, bah¨ªas¡ En Alaska, el principal glaciar lleva el nombre de Malaspina, quien naveg¨® por estas aguas en 1791 durante su expedici¨®n cient¨ªfica por el Pac¨ªfico. Tambi¨¦n en Alaska, la isla Gravina, en honor del capit¨¢n general de la Armada que combati¨® en la batalla de Trafalgar, est¨¢ frente a las de Revillagigedo, nombre del virrey de Nueva Espa?a, y lugar id¨®neo, en torno a Ketchikan, para avistar osos, ¨¢guilas calvas, ballenas, y una buena colecci¨®n de t¨®tems en Saxman.
Dos de las principales ciudades de Alaska son Valdez y Cordova. La primera, con nombre del ministro y marino Antonio Vald¨¦s, se hizo famosa en 1989 por el desastre ecol¨®gico del petrolero Exxon Valdez. La segunda recuerda al capit¨¢n general de la Armada Luis de C¨®rdova, quien tambi¨¦n da nombre a una de las principales avenidas de Vancouver, cerca de Chinatown y del animado Gastown, cuyos viejos edificios portuarios ocupan cervecer¨ªas como Lamplighter (lamplighterbrewing.com) y librer¨ªas como Mac?Leod¡¯s, para¨ªso de libros en un caos ordenado. Una de las principales playas de la ciudad canadiense es Spanish Banks, con las primeras estribaciones de las Rocosas al fondo. Nombre que recuerda que aqu¨ª se encontraron el brit¨¢nico George Vancouver y el espa?ol Alcal¨¢ Galiano, h¨¦roe de Trafalgar.
Galiano fue el primer europeo que vieron los nativos de Nanaimo, uno de los rincones m¨¢s bellos de la isla de Vancouver. Hay m¨¢s lugares aqu¨ª con pasado espa?ol. Tras cruzar Cathedral Grove ¡ªun bosque monumental con ¨¢rboles de 75 metros de altura, 9 de circunferencia y m¨¢s de 800 a?os¡ª, se llega a Port Alberni, al final de un largo fiordo id¨®neo para recorrer en kayak. Debe su nombre a Pedro de Alberni, capit¨¢n de la guarnici¨®n del fuerte espa?ol que hubo en la bah¨ªa de Nuket. Aprendi¨® la lengua local y lleg¨® a hacerle un poema al jefe Macuina, alabando sus relaciones con Espa?a, que le cant¨® al son de Mambr¨² se fue a la guerra y que pas¨® de padres a hijos durante d¨¦cadas. Desde Port Alberni se llega en dos horas en coche a Tofino, en honor al cart¨®grafo Vicente Tofi?o (perdi¨® la virgulilla al ser anglificado). Frente a la isla Vargas, es un para¨ªso para surfistas y observadores de ballenas en cuyas grandes playas salvajes se puede hacer senderismo sabiendo que uno puede toparse con alg¨²n oso. Y en invierno, contemplar tormentas marinas con un chocolate caliente con escamas de sal.
Espa?a se retir¨® de estas tierras en 1795, tras un incidente armado con los brit¨¢nicos en Nutka que estuvo a punto de terminar en guerra. No quedan vestigios de su presencia. Algunos de los nombres espa?oles que le dieron aquellos marinos han desaparecido: la bah¨ªa de San Lorenzo hoy es Nutka; Punta de los M¨¢rtires, Point Grenville; las islas Magdalena, Hinchinbrook; Puerto de Santiago, Port Etches¡ Pero otros muchos los mantuvieron canadienses y estadounidenses, aunque en Espa?a los olvid¨¢ramos y sigamos sin saber de su existencia.
Curiosidades espa?olas en otras regiones canadienses
Una leyenda nativa de las Rocosas cuenta que sus antepasados acabaron con una expedici¨®n espa?ola en el valle de Okanagan. Oficialmente nunca hubo tal misi¨®n; sin embargo, en la zona se encontraron una espada y la cabeza de una media pica espa?olas del siglo XVI, hoy expuestas en los museos de Penticton y Kamloop.
En Ontario se encuentra la localidad Spanish, en la desembocadura del r¨ªo hom¨®nimo que vierte en el lago Hur¨®n. Tierra de los indios ojibway, un nombre com¨²n entre ellos es Espaniel. Nunca hubo asentamientos espa?oles, pero se sabe por un jesuita franc¨¦s que predic¨® aqu¨ª en el siglo XVIII que algunos ojibway hablaban castellano y en 1981 se hallaron dos monedas espa?olas de 1742. Hay varias leyendas al respecto: una de ellas versa sobre una mujer espa?ola secuestrada por los ojibway que ense?¨® su idioma a sus descendientes.
En la desembocadura del r¨ªo San Lorenzo tenemos la isla de los Vascos, por los balleneros que desde el siglo XVI pescaron en estas aguas. Los vascos y los algonquinos crearon una lengua mixta, y algunos vocablos y expresiones de los indios micmac tienen su origen en el antiguo vizca¨ªno.
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