Queso y ostras en Normand¨ªa

Los textos de Martina Cabanas pasar¨¢n el mes de agosto sobre el escenario de los Teatros del Canal de Madrid, pues es la autora, junto a Albert Boadella, de?Y si nos enamoramos de Scarpia?, una aventura oper¨ªstico-teatral en clave de g¨¦nero y humor. A la dramaturga le gusta pasar temporadas largas en ciudades, por eso se instal¨® un mes de febrero en Granville, un pueblo de Normand¨ªa cercano al Mont Sant-Michel.

?C¨®mo eligi¨® ese destino?

Tengo mi casa en una web de intercambio de alojamientos. En ella encontr¨¦ a una periodista jubilada de Granville que me ofreci¨® intercambiarla con la suya. En el aeropuerto de Par¨ªs nos dimos las llaves y me plant¨¦ en su ciudad.

?C¨®mo es febrero en Normand¨ªa?

Puede ser gris, pero yo iba a trabajar en una traducci¨®n y si hac¨ªa malo me quedaba en la casa, que era muy agradable. El edificio era una caserna militar restaurada y reconvertida en pisos grandes con vistas al mar.

Como dir¨ªa Perales, ?a qu¨¦ dedicaba el tiempo libre?

Bajaba mucho al mercado a comprar quesos, que me encantan. Y cuando estaba satisfecha con el trabajo me premiaba con unas ostras y un vino. De hecho, me alimentaba de ensalada, queso y ostras.

Una dieta frugal¡­

En verdad las ensaladas francesas son muy contundentes: llevan salsas y algunas incluso foie. Tambi¨¦n frecuent¨¦ algunas cervecer¨ªas y bares tradicionales como La Rafale. Y para comer crepes normandas hay locales muy bonitos por el centro.

?Sali¨® de excursi¨®n?

Cuando hac¨ªa bueno iba a las playas normandas antes de que cayese la tarde. O incluso cuando hac¨ªa un d¨ªa de perros: eso me hac¨ªa viajar al pasado, por ejemplo me llev¨® a recordar el desembarco de Normand¨ªa al visitar el arenal de Omaha.

Y de noche, ?algo de vida social?

S¨ª, tuve la suerte de que mi casera me prest¨® tambi¨¦n a sus amigos. Yo tambi¨¦n le di los contactos de los m¨ªos para que le ense?aran lugares y le aconsejasen d¨®nde ir y qu¨¦ sitios evitar.