Los mejores viajes en barco (sin pisar un crucero)
Desde las rom¨¢nticas fal¨²as que navegan por el Nilo hasta la experiencia de embarcarse en un carguero rumbo a los confines del planeta. Traves¨ªas que recuperan el aut¨¦ntico placer de viajar
Es una de las formas m¨¢s placenteras de recorrer el mundo y, de paso, apreciar la lentitud que requiere un gran viaje. Embarcarse en una aventura en la que el agua es la protagonista absoluta va mucho m¨¢s all¨¢ del cl¨¢sico crucero tur¨ªstico con todos los gastos incluidos. Hay otras opciones para transitar por mares embravecidos, tranquilos r¨ªos o lagos mansos: desde las rom¨¢nticas fal¨²as que navegan por el Nilo hasta la experiencia de subirse a un carguero para llegar a los confines del planeta. Traves¨ªas que recuperan el aut¨¦ntico placer de viajar.
1. De isla en isla, navegando la costa griega
Con m¨¢s de 1.400 islas, Grecia tiene m¨¢s litoral que ning¨²n otro pa¨ªs europeo. De ah¨ª que valga la pena recorrer algunas de ellas, convencidos de que ning¨²n paisaje va a ser igual. Y es que el panorama seg¨²n el archipi¨¦lago que elijamos ser¨¢ muy diferente: la exuberancia semitropical de las islas J¨®nicas y las del Egeo nororiental no tiene nada que ver con las rocas peladas y soleadas de las islas C¨ªcladas. De mayo a octubre el tiempo es ideal para alquilar un velero o embarcarse en alguno de los que proponen tranquilos periplos que hacen escala en islas casi siempre cargadas de historia y leyendas. Otra opci¨®n, quiz¨¢ menos rom¨¢ntica, son los ferris: todas las islas ofrecen alg¨²n tipo de servicio, desde los gigantescos barcos que cubren las rutas principales a los peque?os y viejos que traquetean por las aguas tranquilas. Siempre se puede tomar un ferri en el Pireo, el puerto de Atenas, hasta alguna isla, o bien organizar una ruta personalizada con transbordos, en velero o catamar¨¢n.
2. En fal¨²a por el Nilo
Durante milenios, el Nilo ha sido la principal v¨ªa de transporte de Egipto, y a los viajeros de hoy les ofrece la oportunidad de navegar a trav¨¦s de la historia, en una de las mejores experiencias viajeras del planeta. De As¨²an, la ciudad m¨¢s meridional del pa¨ªs, a Edf¨², m¨¢s al norte, hay 119 kil¨®metros y tres d¨ªas de navegaci¨®n que se pueden completar en cruceros convencionales de mayor o menor lujo. Pero hay otra forma m¨¢s aut¨¦ntica de surcar este m¨ªtico r¨ªo: en fal¨²a. Estos peque?os veleros de madera descubiertos con una gran vela latina, una de las postales recurrentes del Nilo, suelen tener capacidad para entre seis y ocho pasajeros y una tripulaci¨®n de dos o tres personas.
La experiencia a bordo de una de estas barcazas deja una profunda huella desde el momento en que los viajeros se despiertan mecidos suavemente por las olas, sacan la cabeza del saco de dormir y observan c¨®mo una pareja de garcetas sobrevuela la cubierta y aterriza en la orilla, bordeada de palmeras y salpicada de peque?os pueblos de adobe. Seg¨²n se abre el d¨ªa, la vela latina se despliega y se agita al ritmo de la brisa, y se leva el ancla para comenzar una nueva jornada en uno de los mayores r¨ªos del mundo. Mientras se ve pasar la f¨¦rtil campi?a egipcia, se puede holgazanear sobre los cojines de la cubierta y charlar con la tripulaci¨®n nubia (originarios de la regi¨®n del mismo nombre, al sur de Egipto). Viajar en fal¨²a permite, adem¨¢s, detenerse en peque?as islas o lugares arqueol¨®gicos que los cruceros suelen pasar por alto. Todo un paseo por una de las civilizaciones m¨¢s antiguas del mundo.
3. En vapor de ruedas por el Misisipi, la savia de EE UU
Pocos r¨ªos provocan tantas emociones como el Misisipi, que el novelista Jack Kerouac (1922-1969) resumi¨® aleg¨®ricamente al decir que "ol¨ªa como el cuerpo de Estados Unidos¡± en su novela En la carretera (1957). Navegar por este caudaloso r¨ªo es un encuentro con la Am¨¦rica real pero tambi¨¦n con la literaria, un enorme cuerpo de agua que ha inspirado a muchos de sus grandes escritores, entre los que sobresale Mark Twain (1835-1910), que lo inmortaliz¨® en sus dos obras cumbre: Tom Sawyer (1876) y Las aventuras de Huckleberry Finn (1885).
El r¨ªo m¨¢s largo del pa¨ªs (junto al Misuri), que a veces parece tan ancho como el mar abierto y otras tan estrecho como un canal, recorre 3.784 kil¨®metros desde el lago Itasca en Minesota (Estado del medio oeste, fronterizo con Canad¨¢) hasta desaguar en el golfo de M¨¦xico, cerca de Nueva Orleans, atravesando por el camino 10 Estados de la primera potencia del mundo. Para admirar su grandiosidad y poder¨ªo lo mejor es hacerlo a bordo de un tradicional barco de vapor como el American Queen. Desde St. Louis, en Misuri, hasta St. Paul, en Minesota, hay casi mil kil¨®metros que se pueden surcar en nueve d¨ªas de intensa aventura.
?4. Desde una hamaca, por el Amazonas
El Amazonas es el mayor r¨ªo del mundo y atraviesa la mayor selva del planeta. Palabras mayores, y no aptas para todos los p¨²blicos, pero sin duda navegarlo es una de esas experiencias que todo gran viajero tiene en su lista de deseos.
El Amazonas recorre m¨¢s de 6.200 kil¨®metros, desde un discreto manantial en las monta?as peruanas hasta su desembocadura cerca de Bel¨¦m, en Brasil. Su caudal es 12 veces mayor que el del Misisipi y transporta una quinta parte del agua dulce del mundo. Solo hay que atar bien la hamaca en un barco lento (var¨ªan en calidad) y emprender la traves¨ªa entre Manaus y Bel¨¦m, en Brasil, o de Trinidad a Guayaramer¨ªn, en Bolivia. El viaje por el r¨ªo, en cuyas orillas no hay m¨¢s que selva y poblados, puede durar de cuatro a seis d¨ªas. Lo mejor es organizar la traves¨ªa para empezar en junio en Manaus y as¨ª poder presenciar la famosa prociss?o de S?o Pedro sobre el agua.
5. Las Bahamas en barco postal
?Eres m¨¢s tortuga que liebre? ?Tienes m¨¢s tiempo que dinero? Entonces una traves¨ªa de isla en isla por las Bahamas en barco postal es ideal para tu pr¨®ximo slow travel, es decir, viajar sin prisas. Subirse a un barco postal es una forma encantadora y cada vez m¨¢s arcaica de desplazarse por las 30 islas habitadas de las Bahamas. Implica muchas horas, incluso d¨ªas, sentados sobre la oscilante cubierta de un carguero, junto a sacas de correos y pal¨¦s de guisantes en lata, simplemente contemplando el Atl¨¢ntico azul zafiro. ?Le suena paradisiaco? ?Pues a bordo! Desde Nas¨¢u, capital de las Bahamas, en la isla de Nueva Providencia, podemos elegir cu¨¢nto tiempo queremos dedicar a esta aventura incierta.
6. En velero por la costa d¨¢lmata
En los ¨²ltimos a?os, Croacia, con m¨¢s litoral y playas que Portugal o Francia. compite con Grecia como destino para aquellos que se animan a navegar por el Mediterr¨¢neo Oriental. Su costa d¨¢lmata se extiende 483 kil¨®metros junto al mar Adri¨¢tico y el Mediterr¨¢neo centellea entre sus 1.246 islas. Aunque existen muchas formas de conocer la costa de Dalmacia, cada vez m¨¢s popular, la mejor es hacerlo sobre cubierta, desliz¨¢ndose por el agua con el viento llenando las velas. Por el camino, zigzagueando entre la monta?osa tierra firme y parte de un archipi¨¦lago que se extiende desde Italia y Eslovenia al norte, hasta Montenegro, Albania y Grecia al sur, se echa el ancla a poca distancia a nado de bares de playa, enclaves declarados patrimonio mundial y ruinas antiguas. De Split a Dubrovnik hay 240 kil¨®metros y un velero puede recorrer el trayecto en ocho d¨ªas. El lugar preferido para atracar es la exclusiva isla de Hvar, pero tambi¨¦n se aconsejan escalas en calas escondidas, pueblos pescadores tradicionales y archipi¨¦lagos m¨¢s lejanos como los de Kornati o Elafiti. No hay que tener prisa en lanzarse a navegar: puertos como los de Split y Dubrovnik tambi¨¦n poseen mucha historia y encanto.
?7. Las 3.000 islas de la bah¨ªa de Halong (Vietnam)
Balancearse sobre las aguas esmeralda de la bah¨ªa de Halong y navegar entre sus m¨¢s de 3.000 islas de caliza es algo sublime, contemplando una espectacular colecci¨®n de esculturas rocosas talladas a lo largo de los siglos que parecen proteger la costa vietnamita. Las diminutas islas est¨¢n salpicadas de playas y grutas creadas por el viento y las olas, y de sus laderas apenas pobladas de ¨¢rboles se oye el trino de los p¨¢jaros. Pasar la noche a bordo de un junco es la forma perfecta de vivir la magia de la bah¨ªa, que sin duda es el mayor atractivo del norte de Vietnam. Hay m¨¢s de 300 barcos amarrados en el muelle tur¨ªstico de Bai Chay a la espera de surcar estas aguas patrimonio mundial de la Unesco. Las visitas de un d¨ªa duran entre cuatro y ocho horas, aunque tambi¨¦n las hay de dos y tres d¨ªas que incluyen pasar la noche sobre el agua.
8. Un crucero fluvial por el r¨ªo Yangts¨¦ (China)
El Yangts¨¦ no es solo el r¨ªo m¨¢s largo de Asia (6.300 kil¨®metros), sino tambi¨¦n una de las cunas de la civilizaci¨®n china: hace f¨¦rtiles y productivas las tierras del valle y permite el comercio con regiones lejanas. Nace en la meseta tibetana, en la provincia de Qinghai, y desemboca en el Mar de la China Oriental. Sus corrientes turbias, aparte de alimentar de agua al 40% del territorio chino, esconden leyendas de un pasado remoto y transportan mercanc¨ªas hacia el futuro. Para descubrir su rica historia, nada como un crucero desde Chongqing (al suroeste del pa¨ªs) hasta Wuhan (en el centro) o incluso hasta Shangh¨¢i, donde desemboca. Este largo y tortuoso recorrido atraviesa templos Ming, pueblos en terrazas y desfiladeros profundos antes de franquear las esclusas de la presa m¨¢s grande del mundo. Se trata de la presa de las Tres Gargantas, la mayor planta energ¨¦tica del planeta con una capacidad de 22.500 megavatios, que se encarga de retener y aprovechar las aguas del caudaloso Yangts¨¦. Desde Chongqing a Shangh¨¢i hay m¨¢s de 2.200 kil¨®metros, que se pueden surcar en 10 d¨ªas.
9. Navegar las nubes en el lago Titicaca (Bolivia y Per¨²)
En el altiplano andino, a 3.800 metros sobre el nivel del mar, falta hasta la respiraci¨®n. A esas altitudes, el aire se hace m¨¢s ligero y cuesta moverse, pero las poblaciones que habitan el entorno del lago Tititaca, en la frontera de Per¨² y Bolivia, saben c¨®mo hacerlo, y su vida discurre lentamente en un entorno bell¨ªsimo pero dif¨ªcil. Se puede experimentar el ritmo isle?o en un viaje en barco por el Titicaca ¡ªla masa de agua navegable m¨¢s alta del mundo, con 8.300 kil¨®metros cuadrados de extensi¨®n¡ª desde el puerto peruano de Puno hasta la isla de Taquile. Es un trayecto de tan solo 35 kil¨®metros que se puede completar en menos de dos horas a bordo de una sencilla embarcaci¨®n. La primera parada se hace en las islas de los Uros, situadas a escasos 10 kil¨®metros de la costa, una veintena de islotes flotantes donde habita esta etnia peruana, entre cuyos mayores logros figura haber logrado sobrevivir en un h¨¢bitat tan hostil construyendo estos islotes artificiales a base de totora, una planta acu¨¢tica parecida al junco que crece en la superficie del lago. Visitar este lugar es toda una experiencia, aunque cada vez resulta menos aut¨¦ntica por culpa del excesivo turismo, del que tambi¨¦n sacan partido sus habitantes.
De vuelta a la embarcaci¨®n, a una hora de trayecto se encuentra Taquile, una isla donde los hombres, y solo los hombres, tejen ropa de colores y las mujeres intrincados cinturones. Taquile y su arte textil fueron reconocidos por la Unesco como patrimonio cultural inmaterial. Puede que no haya electricidad, pero esa desintoxicaci¨®n digital brinda vistas sensacionales del lago, de las monta?as bolivianas en el horizonte y de arcos de piedra en los senderos de la isla.?
10. Capturar el alma rusa en un crucero por el Volga
Viajar por el r¨ªo m¨¢s largo de Europa implica empaparse de la savia de la psique rusa. Tan enigm¨¢tico como su patria, el §Ó§à§Ý§Ô§Ñ-§Þ§Ñ§ä§å§ê§Ü§Ñ (Madre Volga) discurre lentamente entre las huellas que dejaron en su curso artistas y so?adores, escritores y revolucionarios, exploradores, dictadores e invasores, antes de disiparse en el mar Caspio.
De mayo a mediados de octubre, barcos de pasajeros, desde los m¨¢s modernos y lujosos cruceros tur¨ªsticos hasta modestas y vetustas embarcaciones llenas de herrumbre, recorren sus aguas hist¨®ricas. Para algunos, es la oportunidad de saborear espumosos rusos y huevas de esturi¨®n en un ¨¢tico acu¨¢tico; para otros, la experiencia de compartir tomates, pepinos y chupitos de vodka con los locales en el entrepuente. Navegando por el Volga existe un nivel de comodidad (y aventura) para cada viajero. Los cruceros suelen ir desde Astrac¨¢n a Samara, una distancia de unos 1.000 kil¨®metros que los barcos navegan en tres o cuatro d¨ªas.
11. A bordo de un pesquero por el Atl¨¢ntico Sur
En un mundo en el que mostramos cada momento de nuestros viajes en Instagram, en el que la navegaci¨®n por sat¨¦lite asegura que no nos perdamos, los servicios de viajes compartidos nos llevan adonde necesitemos y Airbnb nos garantiza un sitio donde dormir, un viaje a Trist¨¢n de Acu?a es una vuelta al pasado en toda regla. Si alguien desea emprender una aventura como las que solo aparecen en los libros y en la gu¨ªas de destinos ex¨®ticos previas a la era de Internet, puede hacer realidad su sue?o con la traves¨ªa de una semana desde Ciudad del Cabo (Sud¨¢frica) hasta Trist¨¢n de Acu?a, en el Atl¨¢ntico Sur, uno de los archipi¨¦lagos habitados m¨¢s remotos del mundo (en disputa con la isla Pitcairn).
Supone un retorno a las esencias, a lo m¨¢s b¨¢sico: una traves¨ªa en un barco pesquero en activo, sin entretenimiento a bordo y con fechas de salida y llegada que dependen m¨¢s de la meteorolog¨ªa que de horarios establecidos. Un total de 2.800 kil¨®metros que se completan en unos siete d¨ªas de navegaci¨®n.
12. Por las aguas quietas de Kerala (India)
El Estado de Kerala, en el sur de la India, est¨¢ bordeado por los 600 kil¨®metros de la costa del mar Ar¨¢bigo, llena de playas con palmeras. Sin embargo, en lo que a agua respecta, su mayor joya son las backwaters, una red de 900 kil¨®metros de canales, r¨ªos y lagos relucientes que da credibilidad al eslogan de esta regi¨®n india: el ¡°pa¨ªs de Dios¡±. Dedicar unos d¨ªas a recorrer estas v¨ªas acu¨¢ticas y los pueblos y paisajes tropicales que las rodean es una de las mejores experiencias del subcontinente asi¨¢tico.
Para disfrutarla al m¨¢ximo, hay que alquilar una kettuvallam (barcaza arrocera de madera cubierta de techo de paja) transformada en casa flotante, que permitir¨¢ dormir y comer durante la ruta. Los barquitos de madera surcan las aguas poco profundas de los lagos, rodeados de palmeras y salpicados de redes de pesca, y navegan por los canales. Hay cruceros de solo ocho horas entre las ciudades de Alappuzha y Kollam, con escala en la misi¨®n Matha Amrithanandamayi, residencia de una de las pocas mujeres gur¨²s de la India, en el peque?o pueblo de Parayakadavu, cerca de la ciudad de Kollam.
13. Un viaje con Darwin por las islas Gal¨¢pagos (Ecuador)
Los que tengan el privilegio de viajar a las islas Gal¨¢pagos podr¨¢n estudiar en vivo y en directo la teor¨ªa de la evoluci¨®n de Charles Darwin mientras navegan por este archipi¨¦lago volc¨¢nico, cuyo nombre evoca im¨¢genes de una flora y fauna de otro mundo. A las Gal¨¢pagos tambi¨¦n se las conoce como el archipi¨¦lago de Col¨®n y est¨¢n situadas a mil kil¨®metros de las costas de Ecuador. A este lugar ¨²nico se llega en avi¨®n, para disfrutar despu¨¦s de un crucero de una semana: hay barcos de todo tipo, desde peque?os veleros hasta grandes cruceros, aunque lo m¨¢s habitual es el velero a motor (de tama?o medio) con capacidad para 20 personas, en viajes de entre tres d¨ªas y tres semanas. Tambi¨¦n se puede fletar un barco propio. Durante el d¨ªa es posible practicar buceo con tubo y submarinismo, o acercarse a la orilla para sorprenderse con numerosos ejemplares de leones marinos, iguanas, tortugas gigantes y diversas aves. Se puede nadar entre leones marinos, flotar cerqu¨ªsima de unos exclusivos ping¨¹inos y estar junto a un alcatraz patiazul. Pero siempre mostr¨¢ndose respetuosos con esta maravilla ecol¨®gica, que hoy en d¨ªa se halla amenazada. Entrar a las islas tiene un coste fijo que hay que pagar. Hay vuelos diarios a las Gal¨¢pagos desde la capital de Ecuador, Quito, v¨ªa Guayaquil.
?14. Recorriendo en ferri los fiordos noruegos
Durante m¨¢s de un siglo, desde 1894, los hist¨®ricos ferris de la naviera Hurtigruten recorren el litoral de Noruega, enlazando sus numerosos fiordos, aldeas y ciudades de la costa. Estas embarcaciones proporcionan un servicio continuo entre las ciudades de Bergen, al sur, y Kirkenes, al norte, y son una l¨ªnea vital para las remotas comunidades costeras del pa¨ªs. Durante todo el a?o, 11 modernos ferris ponen rumbo al norte desde Bergen en una ruta convertida en viaje de placer: 11 d¨ªas de navegaci¨®n, escalas en 34 puertos y varias excursiones complementarias. Tambi¨¦n puede realizarse un solo tramo (o dos) de la ruta. Se pasa por fiordos e islas ba?adas por el sol de medianoche, monasterios medievales y ciudades art nouveau. Y si se tiene suerte puede que la Madre Naturaleza decida a?adir fuegos artificiales en forma de una espectacular aurora boreal.
15. En dhow por las costas de Zanz¨ªbar (Tanzania)
Viajar a la isla de Zanz¨ªbar, en el ?ndico, frente a la costa de Tanzania, equivale a retroceder a trav¨¦s de los siglos hacia los antiguos reinos de Persia, al Om¨¢n de califas y sultanes, y a la costa oeste de la India con sus sensuales ritmos y fuertes aromas. La antiqu¨ªsima Ciudad de Piedra, la parte monumental de Ciudad Zanz¨ªbar, capital del archipi¨¦lago, es uno de los lugares m¨¢s evocadores de ?frica. Las aguas turquesas y las playas de postal caracterizan a la tambi¨¦n llamada isla de las especias. Navegar en un tradicional dhow (una antigua embarcaci¨®n ¨¢rabe) es una excelente forma de explorar el archipi¨¦lago y sus estupendos rincones donde practicar submarinismo y buceo con tubo.
16. Traves¨ªa por el C¨ªrculo Polar ?rtico (Groenlandia y Canad¨¢)
Un viaje al oeste de Groenlandia y la isla de Baffin, en el ?rtico canadiense, a bordo de un carguero ruso fletado por la empresa One Ocean Expeditions brinda una breve visi¨®n del austero y asombroso entorno glacial, bordeando litorales helados salpicados de pueblos coloridos. Vivir en latitudes que besan el C¨ªrculo Polar no es f¨¢cil, pero la belleza especial de esa vida no tiene parang¨®n. Un viaje al alto ?rtico tambi¨¦n proporciona una rara conexi¨®n con el mundo natural. Aunque el da?o medioambiental en la zona es visible e innegable, ver el sol de verano relucir sobre icebergs monol¨ªticos es una experiencia m¨ªstica. Visitar este lugar tan puro es un viaje esencial para todo el que desee conocer y entender aquello por lo que los ecologistas luchan por conservar.? La ruta arranca en Kangerlussuaq (Groenlandia) y llega hasta Iqaluit, en Canad¨¢, en una aventura de 11 d¨ªas que recorre 2.675 kil¨®metros.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.