En casa de la reina Isabel
De Ar¨¦valo a Fontiveros, una escapada por la comarca abulense de la Mora?a, tierra de m¨ªsticos, mud¨¦jar, legumbres y tost¨®n
La Mora?a, al norte de ?vila, es una comarca donde crecen bien las legumbres y los m¨ªsticos. El volumen del cielo pesa m¨¢s que la tierra en esas llanuras de secano apenas tajadas por r¨ªos fantasmales, aut¨¦nticos wadis sarracenos (ramblas), secos la mayor parte del tiempo. A veces distraen el paisaje manchas de pinar, que son oasis para p¨¢jaros viajeros, lo mismo que las muchas lagunas esteparias, navas, lavajos y humedales. Mora?a, ¡°tierra de moros¡±. Tierra mestiza donde alarifes bautizados a toda prisa plasmaron su oficio en iglesias rom¨¢nicas de ladrillo y palacios de adobe y tapial. El mud¨¦jar mora?ego es buena excusa para explorar sus pueblos, como lo son sus hornos y figones donde el tost¨®n churrascado, prueba irrefutable de cristiandad, y los n¨ªscalos del oto?o invitan a alargar las tardes cortas al amor de la lumbre de le?a.
La cabeza comarcal es Ar¨¦valo, segunda ciudad m¨¢s poblada de la provincia de ?vila, con algo m¨¢s de 8.000 vecinos. Ciudad (posee el t¨ªtulo) que si ahora presume de tener ferrocarril, autov¨ªas y tr¨¢fico de harinas, en el pasado fue una de las casillas importantes en el tablero de Castilla. Aqu¨ª vivi¨® su infancia y adolescencia la reina Isabel, la Cat¨®lica, junto a su hermano Alfonso, su madre viuda, Isabel de Portugal, y su abuela Isabel de Barcelos. Pero no viv¨ªan en el castillo roquero que ahora vemos en un espol¨®n ce?ido por los r¨ªos Adaja y Arevalillo; viv¨ªan en unas Casas Reales que hubo en la actual plaza del Real, caser¨®n que pas¨® a ser convento y fue demolido sin escr¨²pulos pocos meses despu¨¦s de morir Franco.
A esta plaza se accede por la Puerta de Alcocer, que es uno de los restos de la antigua muralla, y donde se aloja la oficina de turismo. Aunque la m¨¢s llamativa, y una de las m¨¢s hermosas y aut¨¦nticas de Castilla y Le¨®n, es la plaza de la Villa, centro del antiguo recinto amurallado. Orlada por r¨²sticos soportales, dos iglesias presiden sus extremos, la de Santa Mar¨ªa y la de San Mart¨ªn. Esta ¨²ltima, con dos torres mud¨¦jares que parecen gemelas, aloja un centro cultural. La de Santa Mar¨ªa, con un ¨¢bside de ladrillo y arquer¨ªas ciegas, es buen ejemplo del mud¨¦jar mora?ego. En su interior se conservan pinturas murales rom¨¢nicas e inscripciones g¨®ticas. Junto a ella, la llamada Casa de los Sexmos ¡ªantigua oficina de impuestos¡ª aloja el Museo de Historia (920 30 17 77).
La torre de Santa Mar¨ªa es la m¨¢s esbelta de las 14 iglesias que tuvo Ar¨¦valo, y que hoy brindan un perfil urbano altivo a quienes pasan de lejos por la autov¨ªa. La calle de Santa Mar¨ªa atraviesa los bajos de la torre y conduce al castillo. Tras servir para diversos usos, la fortaleza aloja ahora un Museo del Cereal (920 30 00 05), muestrario de unas 200 variedades de grano. Falseando un poco la historia, el castillo sirvi¨® de escenario para la c¨¦lebre serie televisiva Isabel.
En esta ciudad, que cont¨® con una aljama o barrio jud¨ªo y una morer¨ªa muy nutridos, llama la atenci¨®n que el principal reclamo, aparte del mud¨¦jar y anticuarios, sea el tost¨®n. O sea, el cochinillo asado. Desde hace m¨¢s de una d¨¦cada se celebran las Jornadas del Tost¨®n, alentadas por los figones locales, alguno de ellos legendario; como La Pinilla (Figones, 1; 920 30 00 63), donde el c¨¦lebre Almiro plantaba cara a los lechazos segovianos de C¨¢ndido. Hay otros hornos no menos veteranos, como el Asador las Cubas (asadorlascubas.com) o El Fig¨®n de Ar¨¦valo (elfigondearevalo.com). M¨¢s nueva, pero igual de recomendable, es la mesa (y 10 habitaciones) de la Posada Real Los Cinco Linajes (loscincolinajes.com), en una plaza que no lo parece, la del Arrabal, c¨¦ntrico nudo de calles. All¨ª campea el monumento al Tost¨®n, y por all¨ª se encuentran las carnicer¨ªas y tiendas donde mercar embutidos o las preciadas legumbres de la tierra: garbanzos finos de Velayos, judi¨®n terciado o alubia canela. Por no hablar de la boller¨ªa tradicional.
A menos de seis leguas (29 kil¨®metros) a poniente, Madrigal de las Altas Torres luce el nombre m¨¢s bonito de Espa?a, a decir de D¨¢maso Alonso y los poetas de su generaci¨®n. Conserva bastante entero el cerco de murallas y torres, con cuatro puertas abiertas a los cuatro puntos cardinales.
Gu¨ªa
- Oficina de turismo de Ar¨¦valo (Arco de Alcocer; ciudad.arevalo.es).
- Oficina de turismo de Madrigal de las Altas Torres (plaza del Cristo; madrigaldelasaltastorres.es).
- Palacio de Juan II (plaza del Cristo, Madrigal; 920 32 00 50).
- Centro Lagunas de la Mora?a (lagunaseloso.es).
- Turismo de ?vila (avilaturismo.com).
En su espaciosa plaza del Cristo se encuentra el palacio de Juan II, convertido luego en convento y habitado a¨²n por una docena de monjas, que gu¨ªan ellas mismas las visitas. All¨ª est¨¢ la alcoba donde naci¨® Isabel la Cat¨®lica. Frente al palacio, el Real Hospital, que mand¨® construir la primera esposa de Juan II. Un armonioso edificio que alberga ahora la oficina de turismo, un peque?o museo dedicado a don Vasco de Quiroga, paisano y obispo del mexicano Michoac¨¢n, y una breve aula de naturaleza.
En lo alto del pueblo ¡ªrecientemente declarado bien de inter¨¦s cultural¡ª, la parroquia de San Nicol¨¢s, con una torre que se divisa en kil¨®metros a la redonda, conserva la pila donde fue bautizada Isabel, adem¨¢s de un soberbio artesonado mud¨¦jar y sepulcros de alabastro. A las afueras, las ruinas del convento de Agustinos acogen alg¨²n que otro concierto estival; en ese monasterio muri¨® Fray Luis de Le¨®n, otro poeta de acento b¨ªblico.
Tierra de san Juan de la Cruz
Pero el gran poeta m¨ªstico de nuestras letras, Juan de Yepes, o sea, san Juan de la Cruz, naci¨® en otro pueblito m¨¢s al sur, Fontiveros. All¨ª luce su estatua con una inscripci¨®n que suena a blasfemia (¡°Se?or, padecer y ser despreciado por Vos¡±). La Diputaci¨®n provincial levant¨® hace pocos a?os el moderno Espacio San Juan de la Cruz, que lamentablemente est¨¢ ahora cerrado. El mejor homenaje al santo bien podr¨ªa ser el cocido sanjuanero que prepara Mar¨ªa Jos¨¦ Rodr¨ªguez en el Mes¨®n Juan de Yepes (Corralada, 5; 625 03 35 44), al ladito del enorme convento levantado sobre la casa natal del poeta.
Dejando atr¨¢s iglesias mud¨¦jares y alg¨²n castillo, en El Oso aguarda otra cara inesperada de la Mora?a, Las Lagunillas, con observatorios ornitol¨®gicos junto al agua para espiar a las m¨¢s de 150 especies de aves que recalan en este humedal: grullas, gansos, patos azulones¡ En el pueblo se inaugur¨® hace poco el Centro Lagunas de la Mora?a, que se puede visitar (con cita). De regreso a Ar¨¦valo, la carretera discurre paralela al valle del r¨ªo Arevalillo, un hermoso paraje de relieves contrastados e insospechado verdor.
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