El mejor clima est¨¢ en Hermigua
Este valle del norte de La Gomera presume de temperaturas suaves todo el a?o y de ser puerta de entrada al parque nacional de Garajonay
La carretera que conduce desde San Sebasti¨¢n, la capital de La Gomera, hacia el norte de la isla se agarra a la aridez del paisaje al dejar atr¨¢s la ciudad y penetra en la tierra por t¨²neles que le permiten sortear una orograf¨ªa que se muestra arisca. Sin embargo, no ha pasado ni media hora cuando, al salir de uno de estos pasos subterr¨¢neos, el paisaje comienza a te?irse de verde. El terreno sigue siendo abrupto y el camino sinuoso, pero los tonos cambian. Un cartel en el arc¨¦n da la bienvenida al valle de Hermigua y anuncia que se llega al paraje ¡°con el mejor clima del mundo¡±. Rotunda afirmaci¨®n que, seg¨²n los lugare?os, se debe a unos meteor¨®logos belgas que, el siglo pasado, llegaron a esta conclusi¨®n. Los datos hist¨®ricos de temperaturas parecen avalar tal aseveraci¨®n. Rara vez se superan aqu¨ª los 28 grados de m¨¢xima en verano, y en invierno el term¨®metro sube f¨¢cilmente hasta los 21. Y con las m¨ªnimas, m¨¢s de lo mismo: entre los 22 grados de agosto y los 16 de febrero, el mes m¨¢s fr¨ªo.
Con tan poca fluctuaci¨®n t¨¦rmica no extra?a que tal aserto meteorol¨®gico defina esta estrecha llanura verde flanqueada por escarpadas laderas en las que se han hecho un hueco los cultivos en bancales.?Estos son rotos solo por las diseminadas fachadas blancas, amarillas y rosas de las casas de los cerca de 20 barrios dispersos que conforman la localidad de Hermigua. Hay, sobre todo, plataneras, pero tambi¨¦n vides, que se benefician de un clima del que tienen buena parte de culpa los vientos alisios que, procedentes del Norte, penetran desde el mar transportando la humedad que da fertilidad a esta parte de la isla canaria. La humedad tambi¨¦n explica el actual top¨®nimo, ya que los habitantes prehisp¨¢nicos del valle, los guanches, bautizaron el lugar como Armiguad, que significa ¡°con agua en abundancia¡±.
Pese al bondadoso clima, Hermigua es peque?o. Hay empadronados menos de 2.000 habitantes, cuando en los a?os cuarenta, justo antes de que la emigraci¨®n se convirtiera en una obligaci¨®n forzosa para muchos canarios, lleg¨® a haber cerca de 6.000. Hoy el pueblo sigue viviendo de la agricultura y, cada vez m¨¢s, del turismo rural, aunque no del que busca sol y playa, sino tranquilidad y poder caminar por el parque nacional de Garajonay. Si se desciende el valle hasta la costa, uno descubre que all¨ª no hay arenales de sombrilla y tumbonas, sino playas de piedra negra, recuerdo del origen volc¨¢nico de La Gomera. Para ba?arse en el oc¨¦ano Atl¨¢ntico, lo habitual es irse a la piscina natural creada junto al antiguo muelle pescante levantado a comienzos del siglo XX para cargar los barcos mercantes con los pl¨¢tanos cultivados en el valle y del que hoy solo quedan sus sobrias columnas. La otra opci¨®n es aventurarse en coche por la retorcida y empinada pista que sube por una de las laderas del valle para luego descender hasta La Caleta, la que aseguran que es la mejor playa del norte.
De vuelta hacia el interior del valle, la carretera discurre por el alargado centro del pueblo junto a plataneras, la amarilla iglesia de Nuestra Se?ora de la Encarnaci¨®n y peque?os supermercados bien surtidos de mangos y mangas ¡ªlos primeros, m¨¢s peque?os y fibrosos; las segundas, m¨¢s dulces¡ª. Tambi¨¦n hay esbeltas palmeras de las que se extrae su savia azucarada, un preciado l¨ªquido llamado guarapo que, calentado al fuego, se convierte en la sabrosa miel de palma que endulza los postres de La Gomera. Como las distancias son cortas, pronto se llega a la iglesia de Santo Domingo de Guzm¨¢n, un t¨ªmido edificio cuyo interior de paredes encaladas y artesonado de estilo mud¨¦jar recuerda que aqu¨ª hubo en el siglo XVI un convento dominico. A apenas 200 metros est¨¢n Los Telares, antigua casona se?orial reconvertida en hotel y restaurante que cuenta con una exposici¨®n sobre la vida pret¨¦rita en esta isla.
Leyenda volc¨¢nica
Un poco m¨¢s arriba surgen los roques de Pedro y Petra, tan juntos uno del otro que una leyenda habla de un rayo que parti¨® en dos la piedra volc¨¢nica convirti¨¦ndolos en amantes que nunca se tocan. Sobrepasados estos hitos volc¨¢nicos, las casas son cada vez m¨¢s espor¨¢dicas y la naturaleza deja menos lugar a los cultivos. El valle se acaba para dejar paso al parque nacional de Garajonay, uno de los bosques m¨¢s fascinantes de Espa?a, declarado patrimonio mundial por la Unesco en 1986. En realidad, estamos ante un vestigio del Terciario que ocupa, con sus cerca de 4.000 hect¨¢reas, el 10% de la superficie total de La Gomera. Los vientos alisios empujan hasta ¨¦l las nubes que dejan su preciada carga en forma de lluvia horizontal, como se conoce a ese proceso natural en el que la humedad, al chocar contra ¨¢rboles, l¨ªquenes y musgo, se condensa en peque?as gotas de agua que caen al suelo permitiendo una fertilidad insospechada en una tierra en la que llueve poco.
Desde el Alto del Garajonay, el punto m¨¢s elevado de la isla ¡ª1.487 metros sobre el nivel del mar¡ª y cuyos restos arqueol¨®gicos atestiguan que serv¨ªa a los primeros habitantes como centro ceremonial y religioso, se puede divisar este bosque, cuya espesura puede cruzarse tambi¨¦n por sendas se?alizadas. La que une los puntos conocidos como El Cedro y Contadero (de 5,8 kil¨®metros de longitud que se puede alargar con 1,4 kil¨®metros m¨¢s hasta la cima del Garajonay) permite disfrutar de buena parte de la riqueza bot¨¢nica que ofrecen los dos ecosistemas forestales m¨¢s peculiares del parque: la laurisilva y el fayal-brezal. En el primero dominan los laureles, vi?¨¢tigos, tilos, barbusanos y acebi?os, junto a helechos y musgos. En el segundo, m¨¢s seco, las hayas y brezos. Los bot¨¢nicos aseguran que Garajonay acoge 75 plantas end¨¦micas de La Gomera. La fauna (formada por 2.000 especies de insectos y otros invertebrados, un tipo de rana, 3 reptiles, 4 murci¨¦lagos y unas 40 aves) tambi¨¦n cuenta con especies end¨¦micas, hasta 150, pero verlas es mucho m¨¢s dif¨ªcil sin la ayuda de un gu¨ªa y una buena dosis de suerte.
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