Cali, bienvenidos a la capital de la salsa
Al son de este ritmo afrocaribe?o visitamos las 'viejotecas' cale?as m¨¢s reputadas, aut¨¦nticos templos del baile en la ciudad colombiana
Parece una leyenda urbana, pero no lo es. En la Colombia de los a?os sesenta se hab¨ªa generalizado el bugal¨², un ritmo afrocubano con el que el pianista Richie Ray y el cantante puertorrique?o Bobby Cruz lograban alborotar la noche neoyorquina. Medio continente americano sacud¨ªa sus caderas con aquella m¨²sica sabrosa, t¨®rrida y acogedora, salvoconducto para noches extraordinariamente largas. Pero al oeste del pa¨ªs, en Cali, capital del valle del Cauca, alguien decide que aquel baile agitado y sensual no tiene la velocidad suficiente. Que los pies de los cale?os acabar¨¢n adormecidos si han de seguir el comp¨¢s a solo 120 pulsos musicales por minuto. En consecuencia, suben la velocidad de reproducci¨®n de los vinilos ¡ªde 33 a 45 revoluciones¡ª y la poblaci¨®n local enloquece en las pistas de baile.
Ha transcurrido m¨¢s de medio siglo desde aquella travesura y hoy podemos certificar que la tradici¨®n del baile a tumba abierta goza de magn¨ªfica salud. Las piernas de estos bailarines y bailarinas son capaces de menearse a una velocidad que no solo escapa a nuestras posibilidades f¨ªsicas, sino a la percepci¨®n de nuestras retinas at¨®nitas. Un consejo si asiste a una exhibici¨®n: no parpadee.
Nos encontramos en Cali, a un saltito de la costa del Pac¨ªfico, el segundo enclave urbano con m¨¢s poblaci¨®n afrodescendiente de toda Iberoam¨¦rica por detr¨¢s de Salvador de Bah¨ªa, en Brasil. La ciudad es risue?a, ca¨®tica, hermosa de tan cambiante. No especialmente tur¨ªstica en el sentido cl¨¢sico, pero adorable si paseamos por el barrio de San Antonio o el de Granada, o si oteamos su geograf¨ªa dislocada desde el c¨¦ntrico mirador de Sebasti¨¢n Belalc¨¢zar o desde el cerro de las Tres Cruces, aunque el repecho de subida requiere de muslos y gemelos predispuestos. Pero hoy nos dirigimos al humilde Barrio Obrero, salpicado de estancos, casinos, recreativos y alguna casa de citas, para echar esta tarde de lunes en unos de los lugares m¨¢s ins¨®litos que acierta a retener nuestra memoria: Nelly Teka (Carrera 10, #21-69), acaso la viejoteca m¨¢s acreditada del pa¨ªs.
Aunque no hayan escuchado nunca el t¨¦rmino, es f¨¢cil guiarse por la intuici¨®n: aqu¨ª vienen a bailar salsa hombres y mujeres que ya han cumplido los sesenta, emperifollados y predispuestos, virtuosos en la pista y en el cortejo. Su propietaria, Mar¨ªa Nelly Parra, de 58 a?os, se enorgullece de ser la ¨²nica de sus 13 hermanos que abandon¨® la condici¨®n campesina y se aventur¨® a un negocio que regenta en la metr¨®poli desde 1992. ¡°No tengo estudios. Era de las mujeres que deb¨ªa dedicarse a la casa, pero me rebel¨¦. Aqu¨ª, entre estas cuatro paredes, hice mi universidad¡±, proclama, orgullosa, en un receso. ¡°Aportamos una recreaci¨®n musical y cultural sana. La gente llega, se relaja, rumbea, es feliz. Algunos hombres vienen a conquistar alguna emoci¨®n pasajera, pero tambi¨¦n recibimos j¨®venes universitarios, turistas estadounidenses o canadienses, pol¨ªticos de inc¨®gnito¡¡±.
El ambiente, aun con sus apreturas, es distendido y jacarandoso. Desde una pantalla televisiva casi ancestral se nos avisa: ¡°Por su seguridad y la nuestra, todo art¨ªculo debe ser cancelado [pagado] al momento¡±. Los clientes menos duchos con los arabescos de cintura acompa?an la m¨²sica haciendo sonar las percusiones que se han tra¨ªdo desde casa: maracas, campanas, g¨¹iros. Uno de ellos es David Grajales, de 61 a?os, que los fines de semana abre en el barrio de Chapinero otra viejoteca espectacular, El Rinc¨®n del Viejo David (Carrera 15 #49-38), cerrada temporalmente. ¡°La fundaron pap¨¢ y mam¨¢ en el 57 y conserva un rollo muy bacano [chulo]. Es un poco m¨¢s ecl¨¦ctica: hay hueco tambi¨¦n para m¨²sica cubana, milongas, alguna baladita. ?Y hasta karaoke!¡±. Una alternativa inimaginable para Sim¨®n Garc¨ªa, el abuelito de 72 a?os que elige la m¨²sica entre los 3.000 vinilos en aparente desorden de la discoteca. No le llamen pinchadiscos: aqu¨ª se dice ¡°disc¨®mano¡± o, si quieren un t¨¦rmino m¨¢s jocoso, un alcapone. Y no le digan Sim¨®n, porque casi ni se dar¨¢ por aludido; desde chico todos le conocen como Vaso de Leche. ¡°?Ha visto Ciudad delirio, la pel¨ªcula [de la espa?ola Chus Guti¨¦rrez]? ?Hay un personaje inspirado en m¨ª! Aqu¨ª, en la Nelly y en estos 3.000 fonogramas, est¨¢ el origen de todo¡±.
Danza contra la violencia
David Gallego, l¨ªder de la popular banda Clandeskina, representa a las nuevas generaciones musicales cale?as. En la Feria de Cali de 2012, con apenas 24 a?os, se erigi¨® en ¨ªdolo local con Sonando el tambor, una salsa que desde entonces es himno a orillas del Cali, el Cauca o el Pance, alguno de los siete r¨ªos que surcan la ciudad. La feria, que del 25 al 30 de diciembre lleva 62 navidades congregando a m¨¢s de 400.000 bailarines por las calles, tendr¨¢ que afrontar este a?o una edici¨®n virtual por culpa del coronavirus. Pero nadie que la haya vivido encuentra palabras para describir semejante grado de farra, color y ¨¦xtasis acalorado. ¡°El cantante Adalberto Santiago ya lo dec¨ªa: mientras exista un cale?o, la salsa no morir¨¢. ?Y ¨¦l es puertorrique?o!¡±, exclama Gallego, emocionado de que su ciudad, ¡°cual semillero¡±, siga albergando 127 escuelas de danza, 30 de ellas profesionales. A su lado, la soci¨®loga y polit¨®loga Xiomara Suesc¨²n, que a sus 30 a?os trabaja para la alcald¨ªa, subraya que la salsa ¡°sigue sirviendo como v¨ªa de salida para la poblaci¨®n joven en mayor riesgo de violencia¡±.
La tarde, ya noche, acaba con un garbeo junto al autor de Sonando el tambor por El Mulato Cabaret (Carrera 32 #7-43), local amplio y ostentoso para delirio del turista que anhele admirar las versiones m¨¢s acrob¨¢ticas en la autoproclamada capital mundial de la salsa. Luis Eduardo Hern¨¢ndez, alias El Mulato, designado por el gobierno hace cinco a?os Embajador de la Salsa Colombiana en el Mundo, ha consolidado un espacio de paredes rojas, sillas de rebordes dorados y lamparitas en las mesas, entre anacr¨®nico, hortera y abiertamente entra?able. Todo en su cuerpo de baile es grandioso, como la lista de pa¨ªses que ha recorrido por Europa, Asia y Am¨¦rica: ?92! ¡°Ocho de nuestros bailarines giraron en 2019 con Jennifer L¨®pez, y antes de la pandemia dispon¨ªamos de grupos en gira por hoteles de toda Turqu¨ªa de mayo a octubre¡±, nos detalla Jairo Monta?o, mano derecha del maestro Hern¨¢ndez. Y remacha con orgullo leg¨ªtimo: ¡°Muchos de nuestros bailarines proven¨ªan de hogares disfuncionales. La salsa les ha ense?ado a ser respetuosos y mantener h¨¢bitos de buena salud. La m¨²sica colombiana nos hace mejores seres humanos¡±.
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