Olivenza, mestiza y encantadora
Cercano a la frontera portuguesa, este pueblo pacense conserva la dulzura de su pasado luso. De la torre del alc¨¢zar a un fabuloso atardecer en el embalse de Alqueva y rico bacalao para cenar
Olivenza fue portuguesa hasta 1801, cuando el rey Carlos IV de Espa?a, obligado por Napole¨®n, declar¨® la guerra a Portugal para que renunciara a su alianza con Inglaterra ¡ªenemiga jurada de Francia¡ª y se la gan¨® en 18 d¨ªas. La guerra de las Naranjas la llamaron, de cachondeo, por unas que Godoy envi¨® desde Elvas a su amante, la reina Mar¨ªa Luisa. Han pasado 219 a?os y Olivenza sigue conservando la cara y la dulzura de cuando era lusa. Los abuelos siguen refiri¨¦ndose a ella como la vila y los ni?os estudian portugu¨¦s en el cole. Adem¨¢s de un sano ejemplo de mestizaje, es uno de los pueblos m¨¢s bonitos de Espa?a. Dadas las actuales circunstancias sanitarias, habr¨¢ que consultar antes de nuestro viaje las condiciones de visita de sus monumentos llamando a la oficina de turismo (+34 924 49 01 51).
9.00?Goloso comienzo
Perfecta para desayunar es la terraza de La Chimenea (1). Est¨¢ situada en una calle peatonal frente a la Casa de la Misericordia, una de las joyas de la villa, con su capilla forrada de azulejos historiados portugueses. Y hay m¨¢s de medio centenar de pasteles para elegir. Para llevarse a casa un dulce recuerdo de Olivenza habr¨¢ que pasarse tambi¨¦n por Casa Fuentes (2), donde elaboran desde 1942 la aut¨¦ntica, la original, la ¨²nica registrada y patentada T¨¦cu?la M¨¦cula, una tarta de yema y almendra que, aseguran, dura hasta un mes (en el improbable caso de que no se la zampe nadie antes). Muchas de las delicias que obran en Casa Fuentes son de origen luso, como el bollo podre, las cazuelitas de crema, la quesada o el pi?onate que al otro lado del Guadiana llaman nogado.
10.00?Subida a la fortaleza
Sobre una fortaleza templaria del siglo XIII ¡ªde la que no ha quedado rastro¡ª, los reyes portugueses levantaron el alc¨¢zar (3) de Olivenza, con una formidable torre de 37 metros, la m¨¢s alta de la frontera, a la que se puede ascender caracoleando por 17 rampas, igual que sub¨ªan en su d¨ªa las piezas de artiller¨ªa. Una vez arriba, un juego entretenido es tratar de adivinar el contorno de la antigua Olivenza. No es f¨¢cil, porque ha habido cuatro murallas y el blanco caser¨ªo ha ido fagocitando como un leucocito todos sus lienzos y puertas, as¨ª como varios de los baluartes (en forma de ¨®valo estrellado) de cuando Portugal luch¨® para independizarse de la Corona espa?ola (1640). Dentro del alc¨¢zar se halla el Museo Etnogr¨¢fico Gonz¨¢lez Santana (4), con 9.000 objetos que recuerdan c¨®mo se viv¨ªa en Olivenza hace un siglo. Para llorar de emoci¨®n es la recreaci¨®n de la escuela, con las sillitas de enea (nada de pupitres a¨²n), los braseros de pic¨®n y el aula diminuta ¡ªen realidad, un cuarto de la vivienda de la maestra¡ª donde los ni?os estudiaban barajados sin distinci¨®n de edades. Al norte del alc¨¢zar, frente a la puerta de San Sebasti¨¢n, hay otro museo bien curioso, el Papercraft (5) (+34 652 48 98 13), donde el oliventino Guillermo Rebollo exhibe m¨¢s de 700 figuras de papel en 3D que ha montado; desde un Vaticano en miniatura hasta un Incre¨ªble Hulk enorme y mosqueado. Es el ¨²nico museo de recortables de Espa?a y es gratis; a Rebollo le basta con la voluntad del visitante para seguir comprando papel, tijeras y pegamento.
12.00??xtasis en granito
Pegada al alc¨¢zar est¨¢ la iglesia de Santa Mar¨ªa del Castillo (6), sostenida por unas enormes columnas j¨®nicas a las que ba?a una luz ambarina, como si las envolviera un celof¨¢n amarillo. Pero para luz bonita, la que ilumina la iglesia de la Magdalena (7). A ciertas horas, los haces multicolores de las vidrieras inciden en las columnas entorchadas, t¨ªpicas del estilo manuelino ¡ªel g¨®tico final portugu¨¦s¡ª, y es como si el granito se retorciera en la visi¨®n de un m¨ªstico arrebatado por un ¨¦xtasis. Otra joya manuelina es la puerta del Palacio Municipal (8), que es el s¨ªmbolo de Olivenza, su imagen m¨¢s ic¨®nica y repetida. Tambi¨¦n admirable es la azulejer¨ªa portuguesa de la capilla de la Casa de la Misericordia (9), con escenas b¨ªblicas llenas de ingenuos anacronismos.
14.00?De p¨ªcnic junto al Guadiana
Si el tiempo lo permite, merece la pena comer al aire libre junto al puente de Ajuda (10). Esta colosal construcci¨®n de 390 metros, tendida en el siglo XVI sobre el r¨ªo Guadiana, a 12 kil¨®metros de la villa, vol¨® por los aires en 1709 durante la guerra de Sucesi¨®n espa?ola. Hoy espa?oles y lusos utilizan sus ruinas fronterizas a modo de paseo, mirador y merendero com¨²n, como si nunca se hubieran peleado por nada. Si el tiempo no permite lo anterior, entonces iremos a Casa Maila (11) (+34 687 80 91 59) a probar las excelentes tapas en la barra o los asados en la mesa. O a Dosca (12) (+34 924 49 10 65), un restaurante situado junto a la iglesia de la Magdalena, donde acertaremos si probamos las alcachofas rellenas, el solomillo de retinto con torta del Casar y el bacalao al cilantro. Lo de echarle cilantro a todo es algo muy portugu¨¦s, por cierto.
17.00?En un mar artificial
Hora de ver c¨®mo el sol poniente ti?e de rojo el fronterizo Guadiana, represado en el embalse de Alqueva, el mayor lago artificial de Europa con 1.160 kil¨®metros de orilla, casi un mar. El embarcadero de Villarreal (13), a 13 kil¨®metros de Olivenza, frente a la fortaleza portuguesa de Juromenha, es buen mirador. Otro d¨ªa, con m¨¢s luz y tranquilidad, daremos una vuelta en coche por la muy hermosa ¡ªy en su d¨ªa muy disputada¡ª frontera pacense, enhebrando las localidades de Alconchel (14), Villanueva del Fresno (15) y la preciosa Jerez de los Caballeros (16), cuna de N¨²?ez de Balboa.
20.30?Un restaurante de cinco mesas
En la orilla lusa del embalse de Alqueva hay un alojamiento encantador: Casas de Juromenha (17), seis casitas blancas con puertas y ventanas pintadas de rojo, verde y azul, y con chimeneas de las m¨¢s variadas formas, casi como un pueblo tem¨¢tico portugu¨¦s. En la misma poblaci¨®n se debe reservar para cenar en Pata Larga (+351 924 13 19 07), un restaurante de cinco mesas, t¨ªpicamente alentejano, donde hacen muy ricos los pescados de r¨ªo y uno de mar, el bacalao con espinacas.
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