La Baronia de Rialb, una puerta a otra dimensi¨®n
Este peque?o territorio de Lleida, repleto de ermitas rom¨¢nicas y rodeado de naturaleza salvaje, requiere ser descubierto sin prisas
La Baronia de Rialb figura entre los 10 pueblos finalistas a convertirse en capital del turismo rural 2021, cuyo resultado se conocer¨¢ el pr¨®ximo 18 de mayo. Pero no es un pueblo. Es un municipio, que no es lo mismo. O sea, un Ayuntamiento que engloba 11 n¨²cleos de poblaci¨®n m¨ªnimos de la provincia de Lleida: a veces cuatro casas en torno a una iglesia, o lo que de ella quede, m¨¢s alguna que otra mas¨ªa o ermita dispersas en una fragosidad salvaje. Un pa?uelo casi vac¨ªo que apenas sobrepasa los 200 vecinos.
El min¨²sculo territorio, sin embargo, bien podr¨ªa ser una puerta secreta, de esas que en el cine o en la tele franquean el paso a otra dimensi¨®n: un cosmos fuera del tiempo, donde los m¨®viles no tienen cobertura, y contornos y colores lucen el preciosismo de una miniatura g¨®tica o un retablo del pintor Jaume Huguet. El eje de esta porci¨®n de la Noguera leridana, entre las cumbres del Pirineo y las huertas del Segre, es el r¨ªo Rialb. No se estrujaron mucho el mag¨ªn para dar nombre a ese saltar¨ªn de aguas lechosas, r¨ªo albo, blanco. M¨¢s saltar¨ªn y juguet¨®n en la parte alta, el Rialb Sobir¨¤, o ¡°de arriba¡±; m¨¢s juicioso en la parte sur, el Rialb Juss¨¤ o ¡°de abajo¡±, franja de colinas dulces, bancales y sembrados, y m¨¢s gente.
A pesar de su humildad en los mapas, aqu¨ª hay mucho que ver y disfrutar. Pasan de la veintena las iglesias o ermitas rom¨¢nicas, incluyendo las que son apenas unos muros comidos por la vegetaci¨®n. Todas responden al estilo llamado rom¨¢nico lombardo, tra¨ªdo tal vez por cuadrillas de alarifes que, desde Italia, lo esparcieron por el Pirineo catal¨¢n y el Serrablo aragon¨¦s. Las m¨¢s nobles lucen tres ¨¢bsides, fajados con arquillos ciegos y techadas con lajas de piedra. En la oficina de turismo de La Baronia proponen un pack que incluye a las mejores, como Santa Mar¨ªa de Palau o Sant Girv¨¦s de la Torre. Otra media docena son visitables; el resto se encuentran en fincas privadas o en pura ruina.
Esta floraci¨®n rom¨¢nica se explica por el devenir del territorio, que fue frontera con el islam, campo de lucha y repoblaci¨®n, desde tiempos del m¨ªtico conde Arnau Mir de Tost. Por eso las iglesias de Rialb se alzaron entre los siglos XI y XII. Antes hubo una historia larga que puede rastrearse muy cerca, en el castillo de Llord¨¤ (ya en el municipio de Isona): aqu¨ª un peque?o museo incluye desde restos romanos hasta icnitas y f¨®siles de dinosaurios. Tambi¨¦n la historia reciente hall¨® escondites por estos parajes, para los huidos en la Guerra Civil o los maquis posteriores.
Monasterio de Gualter, el protagonista
Para explorar La Baronia es obligado acercarse al monasterio de Gualter, donde se encuentra la oficina de turismo (973 46 02 34). El cenobio, un peque?o priorato dependiente de Ripoll, fue abandonado por los monjes en el siglo XVI, quedando como parroquia. Durante la Guerra Civil, las tropas republicanas almacenaron en ¨¦l un arsenal y tras la batalla del Ebro, al abandonar la posici¨®n, hicieron explotar el polvor¨ªn para que no cayera en manos enemigas. El monasterio vol¨® por los aires; qued¨® apenas un ala del claustro rom¨¢nico y el esqueleto ojival de la iglesia. Pero es alma del turismo local; aqu¨ª se organizan actividades o rutas, y cada verano se celebra una Trobada (o encuentro) cultural para afirmar la propia identidad, que apunt¨® un paisano precursor de la Renaixen?a, Anton Serra, lo Rector de Pallerols.
Aparte del monasterio y las iglesias rom¨¢nicas, es obligado visitar Politg. All¨ª se llev¨®, desde la iglesia de La Torre (para evitar robos), el retablo de Sant Iscle y Santa Vict¨°ria, tr¨ªptico g¨®tico de piedra policromada dedicado a esos m¨¢rtires cordobeses. Muy cerca, a orillas del pantano de Rialb, queda la llamada ?rea del Dolmen, adonde se trajo un megalito funerario que hubiera quedado anegado por la presa, escoltado aqu¨ª por la iglesia de Santa Eulalia y unas cisternas de agua; un sitio ideal para hacer p¨ªcnic.
Porque, la verdad, no hay mucho donde elegir a la hora de comer. Solo el restaurante Rialb, en Gualter (627 18 37 39), ofrece platos tradicionales y productos estrella de la zona. Como las t¨°fones o trufas de Rialb, que se pueden degustar en temporada; esto es, de noviembre a marzo.
Otra delicia de la tierra son los embutidos que elaboran Lourdes y su hijo Eugeni en la Mas¨ªa Perdigu¨¦s (973 29 60 40). O las truchas de El Puig: en La Casa dels Peixos (636 39 38 32) se ocupan de la piscifactor¨ªa, acogen hu¨¦spedes y Fina, la due?a, puede preparar un avituallamiento para quienes salen de excursi¨®n. Las mas¨ªas catalogadas pasan del centenar, aunque solo una veintena larga, o antiguas escuelas recicladas, atienden al turismo rural.
Esas mas¨ªas son algo m¨¢s que mero techo donde recogerse a dormir. Sirven de trampol¨ªn para explorar y disfrutar el latido de la tierra. Porque ese es el principal reclamo de La Baronia de Rialb y la raz¨®n de postularse a capital del turismo rural. El r¨ªo-eje es como una deidad hind¨²; numerosos torrentes vienen a entroncarse como brazos en el cauce principal. El barranquismo tiene en Rialb enclaves tan espectacu?lares y m¨¢gicos como el Forat de Bul¨ª, en las sierras altas; en la parte baja, por el contrario, el pantano sirve de aliciente para enfundarse en neopreno y practicar deportes acu¨¢ticos. Estos se pueden prolongar en el r¨ªo Segre, en Ponts. A solo un par de kil¨®metros de Gualter, es la poblaci¨®n de referencia para compras o servicios: una especie de enchufe para conectar con lo cotidiano ese mundo de Rialb, que parece encriptado en otra dimensi¨®n.
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