Arbaso, el lujo m¨¢s personal de San Sebasti¨¢n

Da igual que uno sea de Wisconsin o de Madrid. A las hijas del industrial Mart¨ªn Aramburu lo que las convence es que sepas apreciar la madera de un kaiku o la balconada de un baserri al entrar por la puerta del edificio, original del siglo XIX. Con este aliciente evangelizador se han esforzado en pulir cada detalle, cada arista, de lo que pretende ser Arbaso, el hotel de lujo m¨¢s personal de San Sebasti¨¢n. M¨¢s, bajo los requerimientos del turismo pospandemia. Su mano derecha es Ra¨²l Fern¨¢ndez Acha, un profesional muy prestigiado en la hospitalidad vasca.

Quien aparca su coche en el vado reservado del hotel lo percibe antes incluso de descargar las maletas. Esa serenidad interior, esos materiales nobles, esa chimenea ceremonial que da la bienvenida. Y, sobre todo, esa sensaci¨®n de refinamiento est¨¦tico y funcional que es aqu¨ª un manantial de sosiego para los hu¨¦spedes.

El arquitecto I?igo Garate y las interioristas Arantza Ania y Amaria Orrico han acertado en aquilatar un espacio de necesidades dom¨¦sticas con m¨²ltiples artefactos exhi?bitorios: sillas de Hansen, mesas de Arkaia, apliques de Norman Foster, l¨¢mparas de Santa & Cole, grifer¨ªa Steinberg, amplificadores de m¨²sica Marshall¡­ Para qu¨¦ seguir.

La galer¨ªa exterior, tomada a la calle, sirve de espuma aislante del hotel. Todo lo que sucede bajo techo pertenece al ¨¢mbito ¨ªntimo, aunque est¨¦ aireado por las brisas que circulan desde La Concha, a cinco minutos a pie de los soportales. Aqu¨ª mismo puedes desayunar con elaboraciones al instante y una carta pensada para ti, proleg¨®meno quiz¨¢ de la nueva escenograf¨ªa de los cuidados que vamos necesitando como el respirar sin covid.

Dejamos los muros de luz ancestrales del artista Aitor Ortiz y nos elevamos a los espacios celestiales que ofrecen las 50 habitaciones, en siete categor¨ªas diferentes, con una indiscutible rotundidad angular y cierta evanescencia mobiliaria. Entre todas, la 504 es la m¨¢s personal y acogedora. No solamente por sus lucernarios con vistas al firmamento. Una mampara en su mitad separa el espacio del dormitorio y el del sal¨®n, ambientado con un tronco de madera escueto y un sof¨¢ que abraza a quien se pone a leer y, luego, sin remedio, a dormitar.

¡°Perm¨ªtame, por favor. Le llevar¨¦ las maletas¡±. Firmado: Ra¨²l Fern¨¢ndez Acha y toda la familia Arbaso.