Masca, por el barranco m¨¢s antiguo de Tenerife
Recorremos las entra?as de este desfiladero a trav¨¦s de una senda, tan bella como exigente, desde el caser¨ªo de Masca hasta el mar, que ha reabierto despu¨¦s de tres a?os cerrada
Un grupo de cuervos canarios recibe el amanecer sobre los acantilados del noroeste de Tenerife. Posados sobre los restos de una antigua edificaci¨®n, custodian la estrecha y sinuosa carretera de acceso al parque rural de Teno, un terreno abrupto y cortado que desciende hacia el oc¨¦ano y en el que emergen roques de una salvaje y desafiante belleza. Esta es una las partes m¨¢s antiguas de la isla: se form¨® millones de a?os antes que el Teide, cuyo origen data de hace unos 170.000 a?os. El paso del tiempo, el mar y la erosi¨®n han creado una arquitectura natural ¨²nica: ¡°Es un paraje genuino, con una fisionom¨ªa totalmente diferente al resto de la isla¡±, apunta Judith Fern¨¢ndez, directora del parque.
Aunque varios barrancos comunican la zona con el mar, el de Masca es un icono. Conecta el caser¨ªo del mismo nombre, a unos 650 metros de altitud y bien de inter¨¦s cultural (BIC), con el Atl¨¢ntico a trav¨¦s de un exigente recorrido de cinco kil¨®metros entre antiguos apilamientos de lava y a?ejas columnas bas¨¢lticas. Un camino que fue abierto hace siglos por los guanches, habitantes de la isla hasta el siglo XV, cuando fue conquistada por los espa?oles. Los abor¨ªgenes se instalaron en esta abrupta zona debido a la presencia de agua. De hecho, muy cerca del caser¨ªo de Masca hay un potente yacimiento arqueol¨®gico ind¨ªgena: la zona de Pico Yeje, tambi¨¦n BIC.
Para aprovechar la fertilidad de los terrenos m¨¢s bajos y menos escarpados, primero los guanches y luego los canarios descend¨ªan el barranco. Bajaban, cultivaban y sub¨ªan casi a diario con sus animales. Tambi¨¦n realizaban el descenso para beneficiarse del mar: tanto de sus peces y mariscos como del comercio y el trueque que realizaban con los botes que llegaban a la zona. Su finalidad, como el de otras antiguas y serpenteantes v¨ªas que recorren el Teno, era la de la comunicaci¨®n y la supervivencia. Un uso que decay¨® con la apertura de la carreterita TF-436 que vertebra el parque y que se construy¨® entre los a?os sesenta y ochenta.
Los bellos caser¨ªos que desaf¨ªan la verticalidad de la zona atrajeron primero a escaladores y aficionados al senderismo. ¡°El turismo fuerte arranc¨® en torno al a?o 2000. De ser una zona poco conocida se convirti¨® en el segundo enclave m¨¢s visitado de la isla solo por detr¨¢s del Teide¡±, explica Manuel Garc¨ªa, agente medioambiental del Teno. De recibir un pu?ado de caminantes y aficionados a la monta?a, Masca pas¨® a acoger a casi un mill¨®n de visitantes al a?o. ¡°Una presi¨®n muy alta para un ecosistema como este¡±, apunta. Tambi¨¦n un riesgo para los que se aventuraban a surcar el escarpado recorrido que concentraba rescates e incidentes. El barranco cerr¨® al p¨²blico. Tres a?os despu¨¦s de la clausura, y una inversi¨®n que roza el mill¨®n de euros para acondicionar el itinerario, el pasado 27 de marzo el barranco de Masca recibi¨® a sus primeros visitantes. El paseo arranca con una empinada bajada de unos 200 metros (a la vuelta se convierte en uno de los tramos m¨¢s exigentes) que desemboca en el lecho del cortado por el que corre un fresco aire matutino. Si desde lo alto se avista el perfil de La Gomera sobre el mar, una vez dentro del barranco las imponentes paredes verticales le dan a uno la sensaci¨®n de haber menguado hasta convertirse en un ser min¨²sculo.
El croar de una rana, que chapotea en un peque?o remanso de agua, pone hilo musical a esos primeros pasos. En lo alto, los cuervos canarios vigilan la zona. M¨¢s dif¨ªcil de ver, y m¨¢s codiciado por los ornit¨®logos, es el guincho o ¨¢guila pescadora. En las islas habitan siete parejas, seg¨²n el ¨²ltimo censo elaborado en 2018, y una de ellas nidifica en esta parte del Teno. ¡°Estamos haciendo seguimiento dentro del plan de recuperaci¨®n del guincho. El turismo masivo y sin control por el acantilado tambi¨¦n era un problema pues pasa justo por su zona de nidificaci¨®n¡±, explican los responsables del parque rural.
Los pasos, las voces y el aroma de los bocadillos de los paseantes despiertan la curiosidad de las cabras salvajes. Encaramadas en lugares imposibles o apostadas a la sombra de alguna oquedad, observan con cierta indiferencia los bajos del barranco. Sus balidos, que en los tramos m¨¢s estrechos resuenan por el eco, dan pistas de las zonas que hay que evitar: las cabras se mueven con gracejo sobre las rocas, provocando que caigan restos de piedras al camino (de ah¨ª la obligatoriedad de utilizar casco).
Gu¨ªa pr¨¢ctica
- Aunque el acceso al barranco de Masca es gratuito, hay que sacar entrada por motivos de aforo. No se recomienda el descenso a menores de 8 a?os.
- La organizaci¨®n del parque rural de Teno recomienda calcular que el recorrido (de 10 kil¨®metros entre la ida y la vuelta) requiere unas tres horas para descender y cuatro para subir. Antes de su cierre exist¨ªa la opci¨®n de tomar un barco en la playa de Masca hacia Los Gigantes, pero ese servicio no funciona actualmente.
- Para realizar la excursi¨®n hay que ir equipado con zapatillas o botas cerradas, de monta?a o de senderismo, as¨ª como con un casco (incluido en la entrada y que se recoge en el centro de visitantes de la zona).
- Hay que llevar agua y algo de comer. As¨ª como protecci¨®n solar. Y se recomienda hacer el paseo a primera hora de la ma?ana (el barranco abre de 8.30 a 18.30). Algo a tener en cuenta, sobre todo, en los meses m¨¢s calurosos.
- Al caser¨ªo de Masca se puede acceder en coche, pero solo est¨¢ permitido aparcar durante dos horas. Si se va a realizar el descenso, lo recomendable es dejar el veh¨ªculo en Santiago del Teide o Buenavista del Norte y finalizar el trayecto en el autob¨²s p¨²blico. Tambi¨¦n se puede aparcar en alguno de los miradores y caminar hasta el caser¨ªo de Masca, donde comienza la aventura.
T¨ªmidamente, y a medida que el camino se acerca al mar, las paredes del barranco se van abriendo. A mitad de la excursi¨®n (que cuenta con nueva se?al¨¦tica, hay un poste cada cien metros, as¨ª como con balizas protectoras y cadenas de agarre en algunos tramos), empiezan a aparecer antiguas huertas, como la de Los Gorrines. En ellas se cultivaban almendras, papas, cereales o ch¨ªcharos. Este ¨²ltimo, una leguminosa propia de Canarias que se usaba en la rotaci¨®n de cultivos para favorecer la recuperaci¨®n del suelo durante el barbecho. Ha estado a punto de desaparecer, pero ha resistido gracias al empe?o de algunos agricultores locales. Tambi¨¦n resisti¨® la cebolla de Los Carrizales, una hortaliza propia del Teno de sabor dulce y textura crujiente y jugosa.
Un impresionante arco p¨¦treo, que har¨¢ las delicias de los adeptos a las redes sociales, anuncia el ¨²ltimo tramo. El mar no solo se atisba entre los cortados, sino que empieza a sentirse: a olerse y casi a o¨ªrse. Poco antes de llegar a la playa de Masca, una cueva de enormes dimensiones obliga a parar. Bajo sus paredes se han refugiado piratas y hippies, seg¨²n la ¨¦poca. Tras cinco kil¨®metros de descenso, el oc¨¦ano recibe salvaje y embravecido. Se puede medir su fuerza acerc¨¢ndose al embarcadero. Tambi¨¦n aprovechar para refrescarse con las gotas saladas en las que estallan las olas al golpear la estructura. Hay que recuperar fuerzas para la subida, ardua en algunos momentos. Pero el camino de vuelta ofrece una cara completamente diferente del barranco y de una gran belleza, con el mar a la espalda y las monta?as en las que comenz¨® el paseo como nueva meta.
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