Lugares muy pintones de la Provenza y la Costa Azul
De Saint-R¨¦my-de-Provence a Niza. Un viaje por los luminosos pueblos y ciudades del sur de Francia donde encontraron la inspiraci¨®n artistas como Renoir, Van Gogh, Gauguin, Cocteau, C¨¦zanne, Matisse, Chagall o Picasso
M¨¢s informaci¨®n en la gu¨ªa Provenza y la Costa Azul de Lonely Planet y en www.lonelyplanet.es
Algunos acudieron por la luz, otros buscando el clima suave del Mediterr¨¢neo y otros porque la vida era m¨¢s barata. Sea por lo que fuere, a finales del siglo XIX y durante el XX, la Provenza y la Costa Azul se llenaron de artistas, y sus obras de representaciones de estos dos destinos franceses. Un viaje por sus rincones preferidos est¨¢ lleno de color y luz: de los campos de lavanda a los puertos asomados al mar, pasando por las grandes ciudades francesas del Sur, como Niza o Aix-en-Provence.
Saint-R¨¦my-de-Provence y Van Gogh. Un refugio bajo el sol
La noche estrellada y otros muchos cuadros de Van Gogh (1853-1890) fueron pintados en el coqueto pueblo de Saint-R¨¦my. El pintor no lleg¨® aqu¨ª como los despreocupados turistas que visitan este rinc¨®n de la Provenza: lo hizo para ingresar en el Monast¨¨re Saint-Paul de Mausole, convertido entonces en asilo. A salvo tras los muros del monasterio vivi¨® su periodo m¨¢s productivo: 150 dibujos y unas 150 pinturas, incluidos sus fabulosos Lirios o La noche estrellada y varios de sus autorretratos. Hoy el monasterio se puede visitar y, adem¨¢s de un bonito claustro rom¨¢nico, encontramos una r¨¦plica de su habitaci¨®n abierta al p¨²blico y unos jardines con las flores que protagonizaron su obra.
En la actualidad, Saint-R¨¦my es uno de los refugios veraniegos favoritos de la jet set. En este pueblo color miel, en torno a una plaza sombreada, se respira una atm¨®sfera tranquila. Al sur, los escarpados montes de Les Alpiles se perfilan en el horizonte (tambi¨¦n quedaron inmortalizados por Van Gogh) y muy cerca de la villa espera una de las ruinas romanas m¨¢s impresionantes de la Provenza: la ciudad de Glanum, magn¨ªficamente conservada, espera a ser explorada.
Vincent van Gogh hab¨ªa llegado a la cercana Arl¨¦s desde Par¨ªs en 1888 escapando de los excesos de la capital. Encontr¨® inspiraci¨®n en los paisajes y costumbres provenzales y, sobre todo, en la intensidad de su luz. Vivi¨® m¨¢s de un a?o en Arl¨¦s, donde lleg¨® a pintar m¨¢s de 200 ¨®leos, entre ellos obras maestras como El dormitorio en Arl¨¦s y Naturaleza muerta: jarr¨®n con doce girasoles. Pero tras cortarse una oreja (o parte de ella) durante una grave crisis, ingres¨® voluntariamente en el hospital de Saint-R¨¦my-de-Provence. Despu¨¦s dejar¨ªa Saint-R¨¦my para reunirse con su hermano Th¨¦o en Auvers-sur-Oise; dos meses m¨¢s tarde, se peg¨® un tiro. Ten¨ªa 37 a?os.
Hoy sus obras se exponen en los mejores museos internacionales, aunque algunos cuadros se conservan en la Provenza: en el Mus¨¦e Angladon de Avi?¨®n?y el Mus¨¦e Granet, en Aix-en-Provence, dos museos que re¨²nen much¨ªsimos trabajos de los grandes impresionistas.
Mougins y Pablo Picasso. Artes, jardines y amigos
Pablo Picasso (1881-1973) ten¨ªa ya m¨¢s de 60 a?os cuando lleg¨® a la Costa Azul con su mujer Fran?oise Gilot en 1946. Su influencia en la regi¨®n y la de la regi¨®n en ¨¦l fueron muy importantes.
Primero compr¨® el Ch?teaux de Vauvenargues, cerca de Aix-en-Provence, a los pies del monte Sainte-Victoire, tantas veces pintado por C¨¦zanne a quien el espa?ol admiraba y cuyos estudios sobre el cubismo fueron los que espolearon a Picasso a iniciar el movimiento cubista. En 1961 se traslad¨® a Mougins con su segunda esposa, Jacqueline Roque. En este encantador pueblo del sur vivi¨® sus ¨²ltimos a?os, cultiv¨® muchas amistades entre artistas y personajes c¨¦lebres, y es aqu¨ª tambi¨¦n donde est¨¢ enterrado. Todav¨ªa hoy el castillo sigue perteneciendo a la familia. Pero Picasso visit¨® otros muchos lugares de la Provenza, como Antibes (donde instal¨® un estudio en el Ch?teau Grimaldi, en la actualidad Museo Picasso), y m¨¢s tarde vivi¨® unos a?os en el pueblo de alfareros de Vallauris, donde descubri¨® la cer¨¢mica, antes de trasladarse a Mougins.
Encaram¨¢ndose en espiral hasta la cima de una colina, este pueblo medieval parece perfecto. Picasso lo descubri¨® en 1935 con su pareja de entonces, Dora Marr, y vivi¨® en ¨¦l con su ¨²ltimo amor, Jacqueline Roque, desde 1961 hasta su muerte. Desde entonces, Mougins se ha convertido en un lugar de ¨¦lite, con prestigiosos restaurantes, la escuela internacional m¨¢s solicitada de Francia, y el Sophia Antipolis (el Silicon Valley franc¨¦s) en las inmediaciones. El vecino Mouans-Sartoux es igual de encantador y m¨¢s terrenal, con un conjunto de restaurantes populares y un excelente museo.
Una visita imprescindible es el Mus¨¦e d¡¯Art Classique de Mougins, obra del compulsivo coleccionista de arte y emprendedor brit¨¢nico Christian Levett. Re¨²ne m¨¢s de 600 obras que abarcan 5.000 a?os y pretende mostrar c¨®mo las antiguas civilizaciones inspiraron los estilos de arte neocl¨¢sico, moderno y contempor¨¢neo. Pero hay a¨²n m¨¢s cosas que ver en la exquisita Mougins: los preciosos jardines du MIP, que pertenecen al Museo Internacional de la Perfumer¨ªa de Grasse, donde se cultivan rosas, jazm¨ªn y lavanda y otras muchas familias olfativas; o el peque?o y atractivo Museo de la Fotograf¨ªa Andr¨¦ Villiers. Los aficionados al arte moderno y la arquitectura tienen tambi¨¦n visita obligada al Espace de l¡¯Art Concret, que ocupa el Ch?teau de Mouans y con una extensi¨®n moderna construida exprofeso, un pol¨¦mico y brillante bloque de hormig¨®n verde que choca con el entorno hist¨®rico. El espacio expone obras de muchos grandes artistas, desde Chillida a Warhol.
Saint-Paul-de-Vence y Chagall: una colonia de artistas
?rase una vez un peque?o pueblecito medieval sobre una colina frente al mar. En la posguerra llegaron Picasso y estrellas del cine como Yves Montand y Roger Moore, y Saint-Paul-de-Vence se vio catapultado a la fama. Hoy alberga docenas de galer¨ªas de arte, adem¨¢s de la famosa Fondation Maeght. Entre los muchos artistas que han vivido o pasado por aqu¨ª est¨¢n tambi¨¦n Soutine, L¨¦ger, Cocteau, Matisse y Chagall. Este ¨²ltimo lleg¨® en la d¨¦cada los cincuenta, se qued¨® a vivir y est¨¢ enterrado en su cementerio.
El jud¨ªo bielorruso Marc Chagall?(1887-1985) lleg¨® a Par¨ªs desde Rusia en 1922. Consigui¨® huir a EE UU durante la Segunda Guerra Mundial y, al regresar a Francia a comienzos de los a?os cincuenta del siglo pasado, se estableci¨® en Saint-Paul-de-Vence, en la Costa Azul. Matisse y Picasso viv¨ªan en la zona en esa ¨¦poca, muchos artistas la visitaban con frecuencia y fue esa sensaci¨®n de ¡°colonia art¨ªstica¡± lo que le atrajo.
A pesar de que Provenza y la Costa Azul nunca aparecen expl¨ªcitamente en sus pinturas, Chagall sent¨ªa clara fascinaci¨®n por la luz y el color de la regi¨®n, lo que se hace patente al observar las luminosas obras expuestas en el Museo Nacional Marc Chagall de Niza o el mosaico que compuso para la catedral de Notre Dame de la Nativit¨¦ en la ciudad.
En el pueblo, el ambiente art¨ªstico est¨¢ por todas partes, pero sobre todo en la famosa Fondation Maeght, que expone obras de muchos de los artistas que encontraron inspiraci¨®n en la Costa Azul, como Braque, Kandinsky, Giacometti, Mir¨® y el propio Marc Chagall. Es como una cueva del tesoro, con las obras expuestas en un innovador y experimental edificio (obra del arquitecto espa?ol Josep Llu¨ªs Sert), y rodeado por unos jardines que son una delicia.
La otra visita imprescindible es La Colombe d¡¯Or: un hotel y restaurante mundialmente famoso, que podr¨ªa considerarse casi el anexo de la Fondation Maeght. Fue el reducto fiestero de docenas de artistas del siglo XX (Chagall, Braque, Matisse, Picasso, entre otros), que pagaban sus comidas en especie. De ah¨ª deriv¨® una extraordinaria colecci¨®n privada. Las habitaciones est¨¢n decoradas con piezas ¨²nicas, igual que el restaurante.
Cagnes-sur-Mer y Renoir: la felicidad campestre en familia
Pierre-Auguste Renoir (1841-1919) empez¨® a padecer artritis reum¨¢tica en 1892, y la enfermedad fue empeorando hasta que, en 1907, los m¨¦dicos le ordenaron que se mudara a un lugar de clima soleado para aliviar sus dolores. En 1909 compr¨® una finca en Cagnes-sur-Mer llamada Les Collettes, donde vivir¨ªa hasta su muerte. Sin embargo, lejos de jubilarse, en el sur de Francia recuper¨® su vigor y pint¨® tenazmente a pesar de sus dedos deformados por la enfermedad. Tuvo que adaptar su t¨¦cnica pict¨®rica a su estado f¨ªsico, y muchos entendidos opinan que sus ¨²ltimas obras poseen la misma alegr¨ªa y fulgor que hab¨ªan caracterizado a las anteriores y m¨¢s famosas piezas.
Su hogar, la granja Les Collettes, es hoy un museo con su nombre. Envuelto en verdor, seis kil¨®metros al sureste de Saint-Paul-de-Vence, Le Domaine des Collettes en Cagnes-sur-Mer fue el hogar y estudio del artista hasta su muerte. All¨ª vivi¨® felizmente con su esposa y sus tres hijos, recib¨ªa a muchos amigos y organizaba comidas muy celebradas. La casa le evoca perfectamente, a pesar de estar muy poco amueblada. All¨ª se exponen tambi¨¦n algunas de sus pinturas originales, incluida una versi¨®n de Les Grandes Baigneuses (1892), esculturas, cartas, fotograf¨ªas, documentos y la silla de ruedas del artista.
Aix-en-Provence y C¨¦zanne, el provenzal
En Aix se venera a su pintor local, Paul C¨¦zanne, aunque en su d¨ªa sus paisanos no entendieron su arte y hasta le pidieron formalmente que abandonara la localidad. Hoy sin embargo muestran orgullosos a los turistas d¨®nde viv¨ªa, com¨ªa, beb¨ªa, estudiaba o pintaba el artista y se pueden seguir sus pasos en el Circuit de C¨¦zanne, una ruta se?alizada con placas de bronce en la calzada.
Paul C¨¦zanne (1839-1906) es, tal vez, el m¨¢s provenzal de los impresionistas. Se considera que fue su obra la que propici¨® la transici¨®n del arte ¡°tradicional¡± del siglo XIX a las radicales nuevas formas del arte del siglo XX, en especial el cubismo. Naci¨® y pas¨® casi toda su vida en Aix-en-Provence, excepto una d¨¦cada que vivi¨® en Par¨ªs y otra que estuvo viajando entre Provenza y la capital francesa. Conoci¨® al escritor ?mile Zola en el colegio y ambos mantuvieron esa amistad durante a?os, hasta que Zola tom¨® a su amigo como ejemplo para crear el personaje de Claude Lantier, un pintor fracasado, en su novela La obra (1886).
Provenza fue una fuente de inspiraci¨®n esencial en C¨¦zanne: el pueblo costero de L¡¯Estaque, las canteras de Bib¨¦mus, cerca de Aix (se dice que las formas geom¨¦tricas inspiraron sus experimentos cubistas), o la casa familiar de Jas de Bouffan en Aix aparecen en docenas de cuadros. Pero lo que m¨¢s le influy¨® fue la monta?a Sainte-Victoire: su esplendor, su forma y sus colores aparecen en m¨¢s de 30 ¨®leos y 45 acuarelas.?Sainte-Victoire es tierra de vi?edos y en ella se pueden hacer muchas actividades, como ciclismo de monta?a y excursiones, sobre todo por la cara norte. La ruta circular alrededor de Sainte-Victoire es especialmente bonita.
Otro de los hitos de la ruta de C¨¦zanne es el Atelier de C¨¦zanne, el estudio donde trabaj¨® desde 1902 hasta su muerte cuatro a?os despu¨¦s. Se conserva tal y como ¨¦l lo dej¨®, y visitarlo es una de las formas m¨¢s emocionantes de entender su arte. Es un lugar inspirador que alberga exposiciones temporales. Hay que completarlo con la visita al Terrain des Peinters, un bonito jard¨ªn ideal para ir de p¨ªcnic y desde donde C¨¦zanne pint¨® la monta?a Sainte-Victoire.
La Bastide du Jas de bouffan es una casa se?orial del siglo XVIII, situada al oeste de la ciudad, que el padre de C¨¦zanne compr¨® en 1859. All¨ª pint¨® el artista como un poseso: 36 ¨®leos y 17 acuarelas en los que represent¨® la casa, la granja, la avenida de casta?os, el parque¡ Y para terminar el tour del artista hay que ir a las Carri¨¨res de Bib¨¦mus (canteras), donde alquil¨® una caba?a en 1895 y pint¨® 27 cuadros. La cantera ofrece interesantes circuitos a pie para ver ese escenario que el pintor capt¨® tan bien en sus lienzos.
Hoy Aix es uno de los lugares m¨¢s tur¨ªsticos de Francia, reducto del chic parisino en plena Provenza: bulevares arbolados y plazas flanqueadas por mansiones de los siglos XVII y XVIII; altivos leones de piedra custodiando su avenida m¨¢s majestuosa, Cours Mirabeau, llena de caf¨¦s con terrazas y un atractivo ambiente estudiantil.
El Mus¨¦e Granet es una de sus joyas. Fue uno de los primeros museos p¨²blicos de Francia, instalado en un antiguo convento y hoy re¨²ne una colecci¨®n de m¨¢s de 12.000 piezas, entre las que figuran nueve cuadros de C¨¦zanne, pero tambi¨¦n obras de Picasso, L¨¦ger, Matisse, Monet, Klee o Van Gogh. La pintura tiene tambi¨¦n otro refugio en el Centro de Arte Caumont, situado en un majestuoso hotel particulier del siglo XVIII. Salas palaciegas llenas de antig¨¹edades y obras de arte en un edificio impresionante y aristocr¨¢tico.
Gauguin y Van Gogh en Arl¨¦s: el encuentro de dos genios
Arl¨¦s es una interesante ciudad de la regi¨®n de la Camarga, con tesoros romanos, sombreadas plazas y una rica cultura aut¨®ctona. Pero si sus coloridas casas ba?adas por el sol evocan un cierto d¨¦j¨¤ vu es porque uno las ha visto antes, en un cuadro de Van Gogh: pint¨® m¨¢s de 200 obras en la ciudad y sus alrededores. Este lugar de la Provenza est¨¢ ligado tambi¨¦n a otro gran post impresionista, Paul Gauguin que convivi¨® con Van Gogh durante dos meses en la llamada ¡°casa amarilla¡± de la Place Lamartine. Hoy no es posible ni siguiera fotografiarla: fue destruida durante la Segunda Guerra Mundial. Otro de los escenarios pintados por ambos son los Alyscamps, una avenida procesional de tumbas y sarc¨®fagos de lo m¨¢s evocadora.
El recuerdo de los dos artistas lo podemos encontrar en la Fondation Vincent van Gogh, en una casa solariega del siglo XV reconvertida en galer¨ªa dedicada al artista, con interesantes exposiciones anuales que completan su colecci¨®n permanente. Aunque la verdadera joya de Arl¨¦s es el anfiteatro, Les Ar¨¨nes, uno de los grandes escenarios de la Galia Romana, que se mantiene casi intacto, y todav¨ªa hoy acoge corridas de toros o fiestas locales. De ¨¦poca romana son tambi¨¦n los criptop¨®rticos, unas fascinantes c¨¢maras subterr¨¢neas en el centro de la ciudad, o las Termas de Constantino, del siglo IV.
Gauguin lleg¨® a este pueblo en 1888 siguiendo a Van Gogh. La relaci¨®n de ambos artistas en Arl¨¦s fue sin duda una de m¨¢s atormentadas de la historia del arte. En solo nueve semanas intercambiaron ideas y lienzos, trabajaron sin parar y chocaron de tal modo que Van Gogh, presintiendo la separaci¨®n, se cort¨® la oreja. Pero lo que es indudable es dejaron una huella en la obra del otro. Todo comenz¨® bien: Van Gogh anim¨® a Paul Gauguin a visitarle en Arl¨¦s para formar una comunidad de artistas que compartiera experiencias y nuevas formas de arte. Pero su forma de entender el arte y la vida era radicalmente opuesta: el holand¨¦s abordaba el arte con el fervor propio de una religi¨®n y la realidad con un toque m¨ªstico; Gauguin lleg¨® a Arl¨¦s dispuesto simplemente a pasar una temporada en el soleado sur de Francia con un colega que admiraba, una mera escala en la b¨²squeda de los para¨ªsos en escenarios lejanos como los de Tahit¨ª. Van Gogh se llev¨® una desagradable sorpresa al ver a su ¨ªdolo pero sigui¨® en el empe?o de trabajar juntos. Prepar¨® para ello su ¡°casa amarilla¡±, con apenas dos alcobas, un estudio y una cocina alquilados en un edificio de la plaza Lamartine, adornadas por brillantes girasoles.
Comenzaron a pintar juntos los mismos escenarios (el Caf¨¦ de la Estaci¨®n, los Alyscamps¡) e incluso pintaron a las mismas personas, cada uno con su perspectiva y estilo. El final se aceler¨®: Van Gogh era muy vehemente, psicol¨®gicamente inestable y beb¨ªa mucha absenta. Gauguin tambi¨¦n ten¨ªa un car¨¢cter fuerte e inestable. Discut¨ªan a menudo, cada vez m¨¢s e incluso violentamente, hasta la pelea final en la que Van Gogh se cort¨® una oreja en un delirio. Ah¨ª termin¨® la convivencia, pero siguieron manteniendo correspondencia hasta la muerte de Van Gogh en 1890.
Van Gogh pinto en Arl¨¦s unos 300 cuadros, pero curiosamente hoy en la ciudad no se puede contemplar ninguna obra del pintor.
Saint-Tropez, Antibes y Paul Signac. Entre artistas y jet set
En 1956, la voluptuosa Brigitte Bardot lleg¨® a Saint-Tropez para rodar la pel¨ªcula Y Dios cre¨® a la mujer. De la noche a la ma?ana, este tranquilo pueblo de pescadores se transform¨® en el refugio favorito de la jet set. Desde entonces sus vecinos han sacado partido convirtiendo la belleza pintoresca y cautivadora de Saint-Tropez en un reclamo tur¨ªstico irresistible.
Pero antes que Bardot, tuvo otros visitantes ilustres. Como el puntillista Paul Signac (1863-1935), que fascinado por el encanto de su puerto en 1962 compr¨® una casa, La Hune, para pasar all¨ª una parte del a?o, e introdujo a otros artistas en la zona. Pintar¨ªa varias obras sobre la localidad antes de trasladarse a Antibes. En la peque?a capilla de la Annonciade, del siglo XVI, se le recuerda con una impresionante colecci¨®n de arte moderno, en la que se incluyen algunas obras de Signac, como su Muelle de Saint Tropez (1899) y St-Tropez puesta de sol en el pinar (1899). Vuillard, Bonnard y Maurice Denis (el Grupo Nabis) disponen tambi¨¦n de una sala con sus obras.
Paul Signac terminar¨ªa instal¨¢ndose en Antibes ¡ªunos 100 kil¨®metros al norte de Saint-Tropez¡ª, un puerto con murallas del siglo XVI y estrechas calles adoquinadas llenas de flores que rob¨® tambi¨¦n el coraz¨®n de artistas y escritores como Graham Greene, Max Ernst o Picasso, quien incluy¨® la ciudad en varias de sus pinturas. La ciudad cuenta con un museo dedicado al artista espa?ol.
Aquellos famosos residentes de Antibes hoy solo reconocer¨ªan el bonito casco antiguo, un lugar delicioso para pasear. El espl¨¦ndido March¨¦ Proven?al es el antiguo n¨²cleo vivo de la zona, cubierto por un techo forjado del siglo XIX y lleno de puestos de quesos, olivas, hortalizas, tapenades y otras exquisiteces provenzales. Otro buen sitio para huir del ajetreo del puerto es el hist¨®rico barrio de pescadores de Saint-Tropez.
Villefranche-sur-Mer y Menton con Jean Cocteau. La felicidad frente al mar
Jean Cocteau (1989-1963), adem¨¢s de poeta, novelista, dramaturgo y cineasta, tambi¨¦n fue pintor. De esta faceta han quedado varias muestras en Villefranche-sur-Mer, el pueblo a ocho kil¨®metros de Niza al que lleg¨® en los a?os veinte para curarse de su adicci¨®n al opio y refugiarse tras la muerte de su compa?ero Raymond Radiguet, un joven y brillante escritor. Cocteau aseguraba que all¨ª fue donde pas¨® los momentos m¨¢s felices de su vida.
Con un puerto id¨ªlico, este pueblo pintoresco coronado por una imponente ciudadela mira hacia la pen¨ªnsula de Cap-Ferrat. Su profundo puerto es parada principal de cruceros de recreo cuyos pasajeros se desparraman para deambular por su casco antiguo, del siglo XVI, con sus peque?as calles interrumpidas por escaleras y vistas del mar. Pero fuera de temporada, podr¨ªa ser una tranquila villa mediterr¨¢nea de las de antes.
Jean Cocteau lleg¨® aqu¨ª en 1925 y su refugio fue el Welcome Hotel y m¨¢s concretamente la habitaci¨®n 22, con un balc¨®n enrejado que da al mar y a la capilla de San Pedro. All¨ª cre¨® alguna de sus obras maestras. Hoy el hotel permanece abierto, con sus tonos anaranjados y sus contraventanas azules en la curva del puerto.
Cocteau fue un provocador en el arte, la literatura y el cine, sin dejar nunca de cruzar disciplinas y conseguir la colaboraci¨®n de amigos geniales, como Marcel Proust, Igor Stravinsky, Sergei Diaghilev,??Nijinsky, Edith Piaf o Marlene Dietrich. Escribi¨® 23 libros de poes¨ªa, cinco novelas y escribi¨® obras de teatro, guiones y memorias, dirigi¨® 11 pel¨ªculas, dise?¨® escenarios de teatro y de ballet. Luch¨® durante a?os con su adicci¨®n a las drogas y en Villefranche encontrar¨ªa el lugar perfecto para intentar rehabilitarse. All¨ª pint¨® a los pescadores, vivi¨® con ellos y escribi¨® sobre ellos. Muy cerca viv¨ªa su amiga Colette, y con Pablo Picasso asist¨ªa a las corridas de toros en Nimes y Arl¨¦s.
Cocteau ha dejado una huella profunda en Villafranche-sur-Mer. Una de sus grandes obras fue la rehabilitaci¨®n de la Chapelle Saint-Pierre, del siglo XIV, que transform¨® en un espejismo de frescos m¨ªsticos. Escenas de la vida de San Pedro se mezclan con referencias a su propia obra cinematogr¨¢fica y a sus amigos, como Francine Weisweiller, cuya Villa Santo Sospir? en St-Jean-Cap-Ferrat, tambi¨¦n fue decorada por el artista.
La colecci¨®n m¨¢s grande de su trabajo est¨¢ en el Museo Cocteau, inaugurado en 2011?en Menton, un edificio futurista perfecto para disfrutar de su ecl¨¦ctica obra, que abarca desde cer¨¢mica, pinturas y dibujos hasta su producci¨®n cinematogr¨¢fica. Tambi¨¦n en esta ciudad francesa, Cocteau dise?¨® su propio museo: tras un paseo por la costa tuvo la idea de convertir un basti¨®n abandonado del siglo XVII en un monumento a su obra. Y lo restaur¨® ¨¦l mismo, decorando las alcobas, los muros, la recepci¨®n y los suelos con mosaicos de guijarros. All¨ª convirti¨® un fuerte del siglo XVII en su museo personal llamado La Bastion.
Niza, Vence y Matisse. Lujo, calma y voluptuosidad
Henri Matisse (1869-1954), el principal exponente del fauvismo, proced¨ªa del anodino norte de Francia, pero sus a?os m¨¢s creativos los pas¨® disfrutando del sol y la luminosidad del sur. Antes de instalarse all¨ª, ya hab¨ªa viajado varias veces a la zona, una de ellas para visitar al impresionista Paul Signac en Saint-Tropez, en un viaje que inspir¨® una de sus obras m¨¢s famosas: Lujo, calma y voluptuosidad. Pero lo que enamor¨® a Matisse fue el viaje que hizo a Niza en 1917 para curarse de una bronquitis. Y ya nunca se fue. En agradecimiento a la monja que lo cuid¨® durante su convalecencia, decor¨® la Chapelle du Rosaire en el cercano pueblecito de Vence. All¨ª dise?¨® todo, desde las vidrieras hasta el altar, la estructura de la capilla y la indumentaria de los sacerdotes. Le dedic¨® cuatro a?os, hasta acabar la obra en 1951. Desde la carretera se pueden ver los azulejos de cer¨¢mica azul y blanca, la cruz de hierro forjado y el campanario. El interior queda ba?ado por la luz del sol, que atraviesa los magn¨ªficos vitrales.
Matisse se estableci¨® en Cimiez, en las colinas septentrionales de Niza, donde en los a?os cuarenta, tras una operaci¨®n, empez¨® a experimentar con sus gouaches d¨ºcoup¨¦es (collages de trozos de papel pintados). La famosa serie Desnudos azules y El caracol, son t¨ªpicos de ese per¨ªodo.
La cercana Niza es hoy una de las ciudades de visita imprescindible en el sur de Francia, una mezcla de autenticidad, lujo europeo, animada vida callejera y una incomparable ubicaci¨®n junto al mar. Perderse por los callejones del casco antiguo es una delicia, con sus mercados y sus joyas arquitect¨®nicas en forma de iglesias y palacios. Pero lo m¨¢s famoso es, sin duda, la Promenade des Anglais, un enorme paseo mar¨ªtimo que recorre los cuatro kil¨®metros de la bah¨ªa des Anges, jalonada por s¨ªmbolos como el H?tel Negresco, el Palais de la M¨¦diterran¨¦e de estilo art d¨¦co y la gigantesca escultura de hierro La chaise bleue de SAB, que homenajea a las famosas sillas de playa blancas y azules de la ciudad.
De visita imprescindible es tambi¨¦n el Mus¨¦e Matisse, en el frondoso barrio de Cimiez donde vivi¨® el artista y donde est¨¢ enterrado, a unos dos kil¨®metros al norte del centro. Alberga una incre¨ªble colecci¨®n de ¨®leos, dibujos, esculturas, tapices y sus famosas figuras de papel. La colecci¨®n se expone en una villa genovesa del siglo XVII, en medio de un olivar. Parte de la obra de Matisse se puede ver tambi¨¦n en el Mus¨¦e de Vence, en el imponente Ch?teau de Villeneuve , con una exposici¨®n permanente que muestra seis docenas de sus obras, que se exponen por tandas.
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