Reikiavik, la ciudad que enamor¨® a Damon Albarn
La mayor¨ªa visita Islandia por su naturaleza, pero la capital merece un alto por los museos sobre el punk o el pintor Kjarval y lugares como el bar del cantante de Blur
Es una costumbre: los que viajan a Islandia en ¨¦poca de verano vuelven a casa deseando repetir en invierno, y los que van en invierno regresan pensando en volver en verano. Total, que siempre es buen momento para viajar a la ¡°isla del d¨ªa blanco que regresa¡±, como la defini¨® Borges en su poema Islandia. Hasta hace poco, desplazarse a este pa¨ªs supon¨ªa un desembolso importante que echaba para atr¨¢s a cualquiera. Sin embargo, la irrupci¨®n de la compa?¨ªa islandesa de bajo coste Fly Play ha cambiado las reglas del juego. La puerta de entrada es Reikiavik, una capital con apariencia de pueblo, ins¨®lita, c¨®moda y diferente, por la que proponemos una ruta de un d¨ªa, que es lo que suele quedarse la mayor¨ªa antes de entregarse a la abundante riqueza natural de la isla.
10.00 Hallgr¨ªmskirkja, iglesia-icono
Para una primera toma de contacto, nada como Perlan?(1), un museo levantado sobre la colina ??skjuhl¨ª?. No solo por su exhibici¨®n permanente Maravillas de Islandia, una master class sobre la impronta del agua, el hielo, los volcanes y la fauna aut¨®ctona (el oso polar, el caballo island¨¦s, la ballena o el zorro ¨¢rtico) en la historia de la isla, sino porque su terraza giratoria da las claves de la orientaci¨®n gracias a una panor¨¢mica de 360 grados. El planetarium y el caf¨¦ restaurante esf¨¦rico tambi¨¦n hacen justicia a su nombre (perla en espa?ol).
De bajada es inevitable dar con la Hallgr¨ªmskirkja (2), su iglesia-icono, cuyos 75 metros de altura la hacen visible desde cualquier punto de la ciudad. Tiene nombre de poeta, pues est¨¢ dedicada al autor de los Himnos de la pasi¨®n, Hallgr¨ªmur P¨¦tursson, tan island¨¦s como su morfolog¨ªa, ya que el arquitecto Gu?j¨®n Sam¨²elsson se inspir¨® en los flujos de lava bas¨¢ltica para evocar volcanes y erupciones. Desde el campanario, Reikiavik es como un luminoso puzle en el que todo cuadra pieza a pieza: el mar gris, la cumbre nevada, la monta?a verde, las fachadas de colores. A la izquierda, conviene prestar atenci¨®n al Museo Einar J¨®nsson ?(3), primer escultor moderno del pa¨ªs, con todas las obras que ofreci¨® a la ciudad. Algo m¨¢s arriba, junto al cercano parque de Klambratun, a¨²n m¨¢s determinante es el Museo J¨®hannes S. Kjarval, el Kjarvalssta?ir?(4), pintor capital en la cultura islandesa, que represent¨® su paisaje y su folclore con tanta singularidad que su retrato sigue presente en el billete de 2.000 coronas.
12.00 Paseo junto al puerto
La calle en la que todo pasa es Laugavegur. Entre sus numerosos comercios (en plan nordic store, con osos gigantes en la entrada y todo tipo de jers¨¦is de lana tradicionales), a estas horas sorprende la cola ante la puerta Sandholt?(5), una panader¨ªa regentada por la cuarta generaci¨®n de artesanos. La calidad de sus s¨¢ndwiches y sus precios la convierten en imprescindible. No obstante, el peso de la tradici¨®n nos empuja calle abajo hasta la intersecci¨®n entre Tryggvagata y Hafnarstraeti, donde se encuentra B?jarins Beztu Pylsur?(6), el estand de hot dogs m¨¢s famoso de Islandia. Tambi¨¦n hay cola, pero es m¨¢s f¨¢cil decidirse, solo hay un plato: la salchicha de la casa con dos mostazas. Nadie en la ciudad puede decir que no la ha probado.
Estamos tocando el puerto, enclave ¨®ptimo por su interesante arquitectura (atenci¨®n a la hamburgueser¨ªa T¨®masar, sus restaurantes, el fundamental Museo de Arte de Reikiavik (Tryggvagata, 17) y, por supuesto, sus barcos, que una vez m¨¢s demuestran que el pasado y el futuro son cosa del presente. Todo ello antes Harpa??(7), edificio del dan¨¦s Henning Larsen (junto a Olafur Eliasson): auditorio, motor cultural y brochazo de chispa arquitect¨®nica que desde 2011 ilumina la frontera entre el Old Harbour y el downtown.
14.00 Homenaje de luz a John Lennon
Siguiendo la curva del rompeolas, en Saebraut daremos con una de las fotograf¨ªas m¨¢s buscadas: Sun Voyager (8), escultura de J¨®n Gunnar ?rnason con la que busc¨® simbolizar la historia, la herencia y la memoria vikinga de los primeros islandeses e insinuar un homenaje al sol, al sue?o del viaje y los descubrimientos. Si hay tiempo, no hay mejor complemento que el museo de Sigurj¨®n ?lafsson, un fest¨ªn de sensibilidad escult¨®rica, y la vecina isla de Videy (9), donde Yoko Ono instal¨® en 2002 su Torre Imagina la Paz en homenaje a John Lennon, una columna de luz azul cuya potencia lum¨ªnica traza una l¨ªnea de 4.000 metros.
16.00 Relax en la laguna geotermal
Otro mito, Johnny Rotten, se desplaz¨® en 2016 hasta Bankastr?ti, 2, para inaugurar el Museo del Punk de Islandia (10), que obviamente carece de web y al que se accede bajando unas escaleras que conducen a unos antiguos ba?os p¨²blicos transformados en galer¨ªa por el ex cantante punk Svarti ?lfur. Caben reliquias de los a?os gloriosos en forma de ropa, p¨®steres o instrumentos. Las paredes hablan de grupos como The Sugarcubes, primera banda de Bj?rk. Se puede tocar la bater¨ªa o la guitarra con Svarti, con quien uno se entiende sin necesidad de hablar. La experiencia opuesta consiste en acudir al refinado Sky Lagoon?(11), abierto este a?o. En las aguas de esta laguna geotermal al aire libre, con una copa en la mano, frente al mar, solo hay gente relajada.
18.00 La hora de ir al bar
Damon Albarn se fascin¨® tanto con Islandia que acaba de estrenar un disco dedicado a sus paisajes con canciones como Royal Morning Blue o Polaris, cargadas de referencias. Antes el cantante de Blur mont¨® un bar en el centro de Reikiavik,?Kaffibarinn??(12). No es un bar cualquiera, es el bar. Hay que ir a las seis de la tarde porque 15 minutos despu¨¦s ya no quedan mesas. Las seis es una hora muy interesante, la ciudad despierta y los bares son cuarteles de invierno. Puede que no haya un alma en la calle, pero en el Bastard, en el Kaldi o en el ?slenski no se cabe. Otro plan entre libros y jazz est¨¢ en la librer¨ªa H¨²s M¨¢ls og Menningar (13).
20.00 Tres opciones para cenar
Es hora de cenar y no se pueden pasar por alto hits de la gastronom¨ªa local como el bacalao y el cordero. El Mat Bar?(14) es tentador por lo que tiene de cocteler¨ªa y brasserie creativa. Algo m¨¢s sofisticados son J?rgensen Kitchen?(15) o?H¨¦dinn?(16). Es oficial que vamos a volver al Kaffibarinn. Igual que el viajero que viene en invierno quiere volver en verano, quien ha probado el Kaffibarinn quiere repetir. ?Y las auroras? Ah, s¨ª, claro, para m¨¢s tarde, que la noche es larga.
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