Qu¨¦ hacer 24 horas en Berna, una capital at¨ªpica
Refugio de la m¨²sica cl¨¢sica, el post punk, Albert Einstein y Paul Klee, un recorrido por el esplendor geom¨¦trico medieval de la ciudad suiza que mejor conserva su pasado
Capital de Suiza, Berna. Pero eso, en realidad, no est¨¢ aprobado en ninguna ley. Berna es el epicentro pol¨ªtico del pa¨ªs, sede del Gobierno y el Parlamento federales y de las embajadas extranjeras desde 1848 (fecha del nacimiento del Estado moderno suizo), pero oficialmente solo es una ¡°ciudad federal¡±. No tiene aeropuerto internacional, su n¨²mero de habitantes es discreto (apenas cuenta con 140.000), y no puede competir con Z¨²rich, centro financiero global, donde est¨¢ el dinero. Tampoco con la mundanidad de Ginebra y Basilea. Y, sin embargo, Berna re¨²ne los m¨¦ritos suficientes para ser considerada por todos la capital de Suiza.
Por lo pronto, cuenta con el ¨²nico casco hist¨®rico urbano del pa¨ªs cuya desaparici¨®n, para la Unesco ¡ªque lo design¨® patrimonio mundial ya en 1983¡ª, supondr¨ªa una p¨¦rdida irreparable para el mundo.
9.00 Paseo entre el bien y el mal
Aunque el viajero europeo est¨¢ familiarizado con los centros hist¨®ricos, aqu¨ª sorprende semejante paisaje de piedra con edificios macizos, calles adoquinadas y seis kil¨®metros de arcadas y soportales del siglo XV. Uno es testigo de la ambiciosa escala del desarrollo urbano en la Europa medieval, con un trazado de una geometr¨ªa perfecta adaptado a una geograf¨ªa rota: la ciudad se fund¨® enfrentada a los Alpes dentro de un meandro del r¨ªo Aar, que parece abrazar el casco medieval. Se levant¨® en una lengua de tierra en el siglo XII para contar con una defensa natural en ¨¦poca de invasiones, y creci¨® a lo largo de los siglos persiguiendo la coherencia.
En una de esas callejuelas de piedra est¨¢ el Ayuntamiento (1). En su escalinata de doble rampa se halla la representaci¨®n de un mundo dividido entre el bien y el mal: a la izquierda, la virtud y, a la derecha, el vicio. Sucede algo parecido en el templo g¨®tico que domina la ciudad vieja, la catedral de St. Vinzenz (2), de los siglos XV y XVI, con un campanario decimon¨®nico de cien metros que sigue siendo el m¨¢s alto de Suiza. El p¨®rtico principal exhibe un conjunto iconogr¨¢fico brillante, superviviente incluso a la destrucci¨®n iconoclasta de la Reforma Protestante, que retrata el Juicio Final con una mir¨ªada de personajes que simbolizan el cielo y el infierno: a la izquierda, los bienaventurados; a la derecha, los condenados.
11.00 En busca de la genialidad
En este universo de certezas bipolares, Albert Einstein formul¨® la teor¨ªa de la relatividad. Imagin¨® ondas gravitacionales y fen¨®menos c¨®smicos sentado en una mesa redonda con un mantel bordado con vainicas en su casa en el n¨²mero 49 de Kramgasse, paralela al Ayuntamiento, donde escribi¨® por primera vez en el verano de 1905 la ecuaci¨®n E= mc2. Era un veintea?ero con bigote que hab¨ªa llegado a Berna para trabajar y aburrirse en la oficina de patentes; un secundario en la comunidad cient¨ªfica que iba a revolucionar los cimientos de la f¨ªsica. Esa casa, a la que se sube por una pronunciada escalera de caracol de madera y que conserva mobiliario, porcelanas y fotos de ¨¦poca, es hoy el museo Einsteinhaus Bern (3).
A esa casa se llega en busca de la genialidad. En Montevideo (2022), la ¨²ltima novela de Enrique Vila-Matas, el narrador sit¨²a all¨ª al inquietante Kurt Kobel, un escritor vencido por el esp¨ªritu de los tiempos que la visita para intentar contagiarse del genio de Einstein.
12.00 El origen del rumor
En Kramgasse arrancan las famosas Lauben (4), kil¨®metros de arcadas de piedra que se extienden desde Spitalgasse y configuran uno de los paseos protegidos de la intemperie m¨¢s largos de Europa. Hay relojer¨ªas, anticuarios, librer¨ªas, restaurantes, bodegas. Incluso en el subsuelo. Los arquitectos medievales idearon s¨®tanos para las despensas que hoy cobijan m¨¢s tiendas.
En un cruce de caminos aparece la imponente Zytglogge o Torre del Reloj (5), construida entre 1218 y 1220, que sirvi¨® originalmente como c¨¢rcel de mujeres. Como estamos en Suiza, en el monumento-icono de la ciudad hay un reloj. A su sombra, casi como un milagro, se mantiene activa desde 1936 la vieja librer¨ªa Buchhandlung zum Zytglogge (6). Desde aqu¨ª a la Bundesplatz (7) hay un paseo de apenas cinco minutos. Merece la pena conocer el origen del rumor de la capitalidad bernesa, el memorable edificio cubierto con grandes c¨²pulas de cobre del Bundeshaus, sede del Gobierno y el Parlamento federales.
13.00 El almuerzo, temprano
Frente a la habitual demora mediterr¨¢nea, en Suiza se come pronto, lo habitual es hacerlo antes de las 13.00 El restaurante Harmonie (8) ofrece recetas de la abuela helv¨¦tica en un ambiente tradicional desde 1915. Altes Tramdepot (9) es una cervecer¨ªa local con recursos para elaborar 3.000 hectolitros al a?o de su propia cerveza. A la hora de la cena (de nuevo, pronto, a partir de las 18.00), el restaurante Wein & Sein (10) sirve un sofisticado men¨² de temporada de seis platos.
14.30 Homenaje a Paul Klee
En su exilio en plena Guerra Civil espa?ola, en noviembre de 1937, Pablo Picasso decidi¨® visitar a Paul Klee en Berna cuando su colega acababa de ser marcado por los nazis como ¡°artista degenerado¡±. Compart¨ªan marchante y se admiraban mutuamente. Hoy se puede visitar la obra de Paul Klee en un edificio del arquitecto Renzo Piano, que lo concibi¨® como una escultura de tres olas de acero y cristal integrada en el paisaje. El Zentrum Paul Klee (11) se encuentra a las afueras de Berna, a solo 10 minutos en tranv¨ªa de la Torre del Reloj, y exhibe de forma rotatoria una selecci¨®n de sus obras. El museo conserva en dep¨®sito m¨¢s de 4.000 piezas, la colecci¨®n m¨¢s importante del mundo de pinturas, acuarelas y dibujos del artista.
16.30 Nadar entre osos y nudistas en el r¨ªo Aar
La tradici¨®n de tener osos en cautividad en pleno casco urbano se remonta a batallas medievales. En una de ellas, la de Novara en 1513, regresaron con un oso vivo como bot¨ªn de guerra y decidieron exhibirlo como triunfo. El antiguo B?rengraben o foso de los osos (12) ahora es un parque de 6.000 metros cuadrados que se extiende hasta la orilla del Aar, con una piscina acotada en el r¨ªo y vistas a la ciudad m¨¢s fotog¨¦nica de Suiza. Resulta inevitable acordarse del proyecto delirante de albergar osos polares en la pen¨ªnsula de la Magdalena de Santander, si bien aqu¨ª el B?rengraben est¨¢ incluido en el Inventario Federal de Bienes Culturales y goza de protecci¨®n cantonal.
El Aar es uno de los mejores r¨ªos europeos para nadar a cielo abierto. Se organizan excursiones guiadas en canoa desde Thun a Berna, pero lo mejor es lanzarse al agua y dejarse llevar por la corriente. Los supermercados venden bolsas impermeables para guardar la ropa y en la ribera, donde no faltan los nudistas, hay escaleras repartidas para salir del agua.
19.30 La celebraci¨®n de la m¨²sica
Berna tiene hechuras de pieza musical cl¨¢sica, pero ?cu¨¢l ser¨ªa? ¡°Cualquier salmo de la colecci¨®n Salterio Ginebrino escrito bajo supervisi¨®n de Calvino¡±, responde, sin dudar, Cristina Urchuegu¨ªa Sch?lzel, catedr¨¢tica de Musicolog¨ªa de la Universidad de Berna y autora del libro Un 23-F musical, donde re¨²ne a Franco, Marx y Bach en torno al escenario del intento de golpe de Estado del 23 de febrero de 1981. ¡°Expresan la atm¨®sfera de Berna a la perfecci¨®n: bell¨ªsimos en su sencillez, algo aburridos, sin duda, perfectamente ordenados y portadores de mensajes piadosos lapidarios: invitan a la participaci¨®n de toda la feligres¨ªa. Son la manifestaci¨®n sonora de disciplina, austeridad y consenso, las tres virtudes cardinales de Berna¡±.
El Grand Casino de Berna (13), un edificio monumental del barroco tard¨ªo a orillas del Aar, es el lugar habitual desde 1909 para asistir a un concierto, con un historial que abarca de Louis Armstrong a Chilly Gonzales, e incluye a las grandes orquestas sinf¨®nicas. El Musikfestival Bern, consagrado a la m¨²sica experimental en diferentes localizaciones, se celebra anualmente en septiembre.
22.00 La noche canalla helv¨¦tica
Berna es una ciudad manejable. ¡°Exige poco al viajero¡±, dice Urchuegu¨ªa Sch?lzel. En la Waisenhausplatz, una de las plazas m¨¢s animadas del casco viejo, se levanta un quiosco para que los vecinos bailen swing y tango en las noches pl¨¢cidas de verano. Muy cerca se encuentra un pedazo de la Berna de los a?os ochenta, el Leos Pub (14), un bar aut¨¦ntico de los que ya escasean en el centro de las ciudades, con futbolines, televisores de tubo, camareros desabridos y ambiente primitivo. El contrapunto perfecto de la Berna amable y disciplinada. Ya se extinguieron locales como el m¨ªtico Club Spex, donde dieron sus primeros conciertos bandas post punk como Grauzone, que con un pu?ado de canciones agitaron la escena oscura suiza. Su canci¨®n m¨¢s popular, Eisb?r (oso polar), podr¨ªa oficiar como himno alternativo de una capital tan at¨ªpica como Berna.
Gu¨ªa pr¨¢ctica
- Suiza no es Estado miembro de la Unión Europea, pero sí del espacio Schengen. Las envidiables líneas de ferrocarril suizo conectan Berna con Basilea y Zúrich, ambas con aeropuerto internacional, en aproximadamente una hora.
- La reserva de hotel incluye transporte público gratuito durante toda la estancia. Facilitan un código que hay que confirmar en la aplicación Bern Welcome en el teléfono móvil.
- Más información: Turismo de Suiza y de Berna.
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