De Viena a Z¨²rich, un refrescante verano alpino lleno de agua sin necesidad de pisar la costa

Austria es c¨¦lebre por sus monta?as y por no tener costa. Sin embargo, el agua tambi¨¦n es protagonista en un verano que rara vez supera los 30 grados cent¨ªgrados. Un agua terap¨¦utica, limpia y fresca, que en el pa¨ªs de Sigmund Freud, Stefan Zweig y Egon Schiele corre por r¨ªos que llegan a lagos rodeados de juncos y ¨¢rboles y custodiados por cumbres nevadas. Esa combinaci¨®n de monta?as y agua ha creado un paisaje natural y cultural. Un paisaje de caballete, escritorio y sinf¨®nico: quien no ha visto el Danubio es posible que haya escuchado el vals de Johann Strauss (hijo), El Danubio azul.

Se trata de un agua que proporciona ba?os refrescantes con vistas alpinas y que se puede beber en las numerosas fuentes que se suceden cada pocos metros en ciudades, pueblos y monta?as. Cumbres accesibles desde casi cualquier n¨²cleo urbano en autob¨²s, tranv¨ªa y tren, que en verano cambian a los esquiadores por senderistas. Las telecabinas y los restaurantes en las cimas no dejan de funcionar. En un mismo d¨ªa de verano es posible tocar la nieve a m¨¢s de 2.000 metros de altura y por la tarde ba?arse en un lago con el agua a unos 21 grados cent¨ªgrados. En Austria la naturaleza es parte de la vida de sus habitantes, del mismo modo que el mundo rural y el urbano est¨¢n conectados y no se resultan ajenos. Algo palpable durante un viaje en tren que arranca en Viena y termina en Z¨²rich, ruta en la que se suceden monta?as, r¨ªos y lagos.

Viena, el Danubio como playa

En Viena hay tanto verde y agua que parece una miniatura del pa¨ªs del que es su capital. La falta de litoral la suple con una temperatura agradable en verano y piscinas fluviales en aguas del Danubio. Un r¨ªo en el que, adem¨¢s de ba?arse, se puede navegar y pasear por sus orillas, cuyo canal se extiende por el centro de la ciudad entre muros grafiteados y bares desde los que se ven los barcos que zarpan desde el muelle urbano de Schwedenplatz. El canal del Danubio da a parar al r¨ªo del que toma su nombre y en el que se encuentra una hom¨®nima, larga y estrecha isla artificial. En sus 21 kil¨®metros de longitud y entre 70 y 210 metros de ancho se puede montar en bicicleta, patinar, comer y tomar algo, pasear por sus bosques y ba?arse en sus playas, con zonas habilitadas para los nudistas.

Al otro lado de la isla, en la orilla oriental, se encuentran el Nuevo Danubio y la Ciudad Danubio, a donde se puede cruzar por una pasarela. Esa es una zona perif¨¦rica de la ciudad, pero cerca de la hist¨®rica noria del Prater, a la que se puede llegar r¨¢pidamente en metro. Al norte y al sur del puente Reich se encuentran las zonas recreativas de CopaBeach y Viena City Beach, respectivamente, lugares de descanso y refresco en los que no faltan ni las tumbonas ni la arena. M¨¢s naturales son las zonas de ba?o de Pirat-Bucht y del Viejo Danubio, antiguo brazo del r¨ªo en el que flota G?nseh?ufel: una isla boscosa y arenosa en la que hay arenales fluviales, piscinas, restaurantes y un parque infantil. Austria, adem¨¢s de pronudista y cat¨®lico, es un pa¨ªs ni?ero.

Graz, austriaca de est¨¦tica italiana

Artificial, pero m¨¢s peque?a, es Murinsel, en el r¨ªo Mura, a su paso por Graz. Una isla en forma de ostra que hace las veces de puente entre sus dos orillas. En la occidental se asienta la ciudad nueva y en la oriental, la antigua. Esta ¨²ltima se extiende a los pies de la colina del castillo, un mont¨ªculo de 473 metros de altura en el que estaba la fortaleza que dio nombre a Graz. De aquella construcci¨®n solo queda la medieval Torre del Reloj, la imagen de postal de esta ciudad austriaca de est¨¦tica italiana. En la base de la misma se puede ver un mar de tejas de color ladrillo que techan palacetes ornamentados, edificios de fachadas coloreadas y estucadas de estilo g¨®tico, barroco, renacentista y art nouveau. Las construcciones se suceden por calles que esconden patios interiores a los que se accede atravesando pasillos de muros convertidos en escaparates. Hacer turismo por el centro hist¨®rico es asistir a una clase de arte al aire libre.

Rodeando la colina y el centro hist¨®rico, se extienden el Stadtpark y el Burggarten. El primero es un frondoso y animado parque y el segundo, un coqueto jard¨ªn. Si, adem¨¢s de sombra, lo que se busca es un sitio en el que ba?arse, hay dos buenas opciones: la piscina del centro deportivo Auster, muy cerca del castillo de Eggenberg, al oeste, y Augarten, un parque a las afueras de Graz y en la orilla oriental del Mura en el que hay playa fluvial, piscinas y diferentes zonas de recreo, descanso y deportivas para adultos y ni?os.

Un castillo de la sal en Salzburgo

En Salzburgo tambi¨¦n hay r¨ªo, el Salzach, pero su agua baja deprisa y est¨¢ a 11 grados de temperatura. Para ba?arse, mejor ir al cercano Badessee Liefering¨CSalzach, un peque?o lago que hay al norte, a media hora en autob¨²s desde la plaza Mozart.

Antonio Campos, gu¨ªa tur¨ªstico de la ciudad, dice que Salzburgo es una isla rodeada de monta?as. Dos mont¨ªculos p¨¦treos a uno y otro lado del r¨ªo, el M?nchsberg, al sur, y el Kapuzinerberg, al norte, cubiertos por bosques los dos. En la cima del primero toma asiento la blanca fortaleza Hohensalzburg, que da sombra a una ciudad barroca construida con los beneficios obtenidos de los impuestos de la sal que se extra¨ªa de una mina cercana y que se transportaba en barcazas por el r¨ªo. Salzburgo fue una especie de sede de Ciudad del Vaticano en la que hay una catedral, muchas iglesias que parecen catedrales, negocios que los artesanos anunciaban con figuras de hierro forjado para que la gente que no sab¨ªa leer ni escribir los identificara y los suficientes palacios de placer para que sus poderosos y ricos pr¨ªncipes arzobispos y afines no se aburrieran. Algo que no hicieron hasta el siglo XIX, cuando Viena les cerr¨® el grifo de los excesos.

La ciudad ha pasado de ser patrimonio de los pr¨ªncipes y arzobispos a serlo en la actualidad de las dinast¨ªas Porsche, Siemens y Red Bull. Esta ¨²ltima exhibe sus coches de la F¨®rmula 1, aviones, helic¨®pteros y otros veh¨ªculos en un espacio llamado Hangar-7, junto al aeropuerto. M¨¢s retirados se encuentran los lagos Mond, Atter, Achen, Zell Am y Hallst?tter, con sus aguas que invitan al ba?o y a la contemplaci¨®n.

Innsbruck, monta?as y trampolines

En Innsbruck, la cadena monta?osa Nordkette parece un edificio m¨¢s. Como un rascacielos al que se puede subir andando o en funicular y telecabina. Un trayecto m¨¢s elevado que duradero que arranca en la orilla sur del r¨ªo Inn. Desde los 560 metros de altura a los que est¨¢ la estaci¨®n de Congress, se alcanzan los 2.256 a los que est¨¢ la de Hafelekar en 18 minutos y medio. Entre medias, hay otras estaciones en las que est¨¢n el Zoo Alpino, el Museo de Telef¨¦ricos, caf¨¦s, una pensi¨®n, una iglesia, restaurantes, senderos, parques infantiles y miradores. Desde los mismos no se alcanza a distinguir el patrimonial Tejadillo de Oro del casco antiguo, pero s¨ª Bergisel: un trampol¨ªn de salto de esqu¨ª dise?ado por la fallecida arquitecta iraqu¨ª Zaha Hadid que se ha convertido en un s¨ªmbolo y una atracci¨®n tur¨ªstica de esta ciudad tirolesa en la que se ven tantos esqu¨ªes como crucifijos.

Tampoco faltan trampolines en el cercano lago Lanser See, en el que el agua est¨¢ a unos 22 grados de temperatura y al que se puede ir en autob¨²s en menos de media hora desde la c¨¦ntrica plaza del Mercado. Est¨¢ rodeado de hierba cortada donde uno se puede tumbar bajo los ¨¢rboles que funcionan de sombrilla o sentarse en unas plataformas flotantes y contemplar cimas gran¨ªticas en las que hay nieve que se resiste a desaparecer. Cumbres como Patscherkofel (2.248 metros) y Glungezer (2.677 metros), a las que casi se llega a lo m¨¢s alto en telecabina desde las localidades de Igls y Tulfes, respectivamente. Se puede ir de una a otra caminando por un sendero que discurre entre una zona cubierta por vegetaci¨®n, en la que pastan vacas, y otra p¨¦trea en la que lo m¨¢s parecido a unos pinos son los postes de los telesillas que no funcionan en verano y en la que se encuentra el peque?o lago Zirben, un gran espejo alpino.

A pesar de la altura y el entorno, se puede degustar la cal¨®rica comida tirolesa en restaurantes como el Tulfeinalm, a 2.035 metros. Junto a este creativo parque infantil en medio del bosque, compuesto por un circuito de madera y agua en el que hay que hacer rodar una bola de dicho material y sortear diferentes obst¨¢culos, hay un mirador desde el que ver todo el valle e identificar localidades del distrito de Innsbruck como Tulfes, Rinn, Aldrans y Hall in Tirol. Es un buen lugar en el que alojarse y desde el que visitar los alrededores.

Parada final: Z¨²rich

Si en varias de las ciudades mencionadas se ve hierro forjado en las fachadas de los edificios anunciando el tipo de trabajo que se realiza, durante un viaje en tren por Austria, adem¨¢s de monta?as y agua, lo que se ve son muchos bosques y f¨¢bricas de madera. Con dicho material se construyen los balcones y los tejados a dos aguas de las casas que dan vida a pueblos buc¨®licos en torno a unas iglesias con campanarios estilizados. Pueblos provistos de estaci¨®n de tren que no dejan de sucederse una vez nos adentramos en Suiza.

En el pa¨ªs helv¨¦tico tampoco hay costa, lo que cambia es el tama?o de los lagos. Z¨²rich parece que se asienta a orillas del mar, en un lago de agua clara, limpia y a 21 grados cent¨ªgrados, en el que desembocan los r¨ªos Sihl y Limago y enmarcado por colinas boscosas en las que se asientan privilegiadas residencias, muchas de ellas con embarcadero propio.

En verano, el lago Z¨²rich se convierte en varias playas urbanas a las que se puede llegar en tranv¨ªa y en barco: Wollishofen, Mythenquai, Enge, Utoquai y Tiefenbrunnen ¨Desta ¨²ltima es a la que m¨¢s tiempo le da el sol¨D. Desde cualquiera de sus tres plataformas flotantes no hay motivos para echar de menos el mar en verano.

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