Darocotan, dos kil¨®metros de absoluta desconexi¨®n en Filipinas
La isla es una de las joyas de este pa¨ªs del sudeste asi¨¢tico, un peque?o enclave en el que vivir la verdadera experiencia isle?a: no hay cobertura ni veh¨ªculos, y no hay que hacer pr¨¢cticamente nada m¨¢s que disfrutar de las playas, el esn¨®rquel y el entorno
Hablar de islas espectaculares en Filipinas es como mencionar impresionantes ruinas hist¨®ricas en Italia y Grecia o grandiosos paisajes naturales en Islandia: queda redundante. Este pa¨ªs del sudeste asi¨¢tico, formado por m¨¢s de 7.000 islas, es el quinto con la mayor longitud de costa en el mundo y uno de los habituales en las listas oficiosas de regiones con las mejores playas del planeta. Boracay o El Nido son los grandes protagonistas tur¨ªsticos, pero a¨²n existen rincones pr¨¢cticamente desconocidos y a los que se llega f¨¢cilmente. Darocotan es uno de ellos.
Tambi¨¦n llamada Daracoton, esta peque?a isla de apenas dos kil¨®metros de largo atesora imponentes y vac¨ªas playas, ofrece la opci¨®n de hacer esn¨®rquel en un barco hundido cuya proa asoma cuando baja la marea y una experiencia inolvidable de desconexi¨®n y descanso. Y todo ello, a menos de una hora de El Nido, en la isla de Palawan.
Para llegar a ella primero hay que dirigirse al puerto de Teneguiban, al norte, ya sea en furgoneta (salen un par al d¨ªa desde la terminal de autobuses de El Nido), en el habitual triciclo filipino o en el medio de transporte favorito de la zona: alquilando una moto. Tras un trayecto de unos 45 minutos y una vez en el puerto, se puede contratar un bote para cruzar en un recorrido de apenas 15 minutos. Si se planea pasar la noche en Darocotan, los alojamientos gestionan el cruce sin problema si se avisa de la hora de llegada. Eso s¨ª, aqu¨ª las opciones de alojamiento son m¨¢s bien escasas. Cuenta con la opci¨®n m¨¢s mochilera de Backpackers Island Beach Camp, que ofrece caba?as b¨¢sicas frente al mar; la elecci¨®n intermedia ser¨ªa The Island Experience, tambi¨¦n con caba?as en la playa pero m¨¢s equipadas y de diferentes tama?os; y, por ¨²ltimo, el Dryft Darocotan Island, que propone una experiencia completa de glamping con vistas al mar y con unas instalaciones privilegiadas.
Una vez solucionadas las cuestiones m¨¢s b¨¢sicas de cualquier viajero, viene la verdadera experiencia que ofrece este peque?o rinc¨®n filipino: no hacer pr¨¢cticamente nada m¨¢s all¨¢ de disfrutar del soberbio entorno y la apacible tranquilidad. Porque a Darocotan, una isla sin cobertura de las principales compa?¨ªas, sin coches, ni motos y sin red el¨¦ctrica m¨¢s all¨¢ de la que se obtiene de paneles solares y generadores, se viene a desconectar.
No hay duda de que las playas ayudan a ello; una de las mejores, la que ocupa la punta suroeste de la isla, dibuja un sinuoso quiebro de arena blanca con una peque?a bah¨ªa de aguas transparentes. No faltan las palmeras salpicando la zona m¨¢s alejada de la orilla en un paisaje al que le sobran todos y cada uno de los filtros de Instagram.
Si la marea est¨¢ baja, es posible que asomen los restos de un barco hundido a pocos metros de la orilla. Esta zona, entre Palawan y Coron, cuenta con innumerables pecios hundidos en la Segunda Guerra Mundial. Este en concreto, debido a su peque?o tama?o, la poca profundidad a la que se encuentra y a su cercan¨ªa con la costa, es posible disfrutarlo simplemente buceando con tubo incluso cuando la marea est¨¢ m¨¢s alta. Es f¨¢cil perder la noci¨®n del tiempo contemplando no solo la fantasmag¨®rica silueta del barco colonizado por el coral, sino tambi¨¦n el multitudinario desfile de estrellas de mar que pueblan el fondo y los bancos de peces de colores que se cruzan constantemente sin apenas inmutarse.
Playas para disfrutar y aburrirse
Si se quiere profundizar m¨¢s, la isla cuenta tambi¨¦n con varias zonas de buceo cuyo principal reclamo, adem¨¢s de los impresionantes corales, es avistar y nadar con mantarrayas gigantes. Por el contrario, si lo que se busca es volver a la superficie, por supuesto existen varias playas m¨¢s en las que seguir perfeccionando el maravilloso arte de no hacer absolutamente nada. Si desde el barco hundido se contin¨²a perfilando la costa hacia el noreste, se llega a un interminable arenal que culmina en un peque?o islote unido a tierra. Con la marea alta alcanza su m¨¢ximo esplendor, as¨ª que no est¨¢ de m¨¢s preguntar en el alojamiento o buscar esta informaci¨®n en alguna web (Tide Forecast es bastante recomendable) para visitarla en su mejor momento.
Al otro lado, accesible a trav¨¦s de un sencillo y c¨®modo sendero que cruza la isla, se encuentra la playa frente a Dryft Darocotan Island alfombrada de conchas y caracolas, muchas de ellas habitadas por cangrejos ermita?os. No deber¨ªa ser necesario recordar que todas esas conchas y caracolas deber¨ªan seguir estando en el mismo lugar tras nuestro paso y en ning¨²n momento convertirse en un souvenir de viaje. Lo que s¨ª puede transformarse en un buen recuerdo es el atardecer en este enclave de ensue?o. Desde esta playa el sol no se posa sobre el mar ¡ªpara eso, es mejor dirigirse a la que hay frente al naufragio¡ª, pero a cambio se puede disfrutar de un sabroso c¨®ctel mientras la luz desaparece y el horizonte explota en tonalidades entre el grana y el p¨²rpura.
Hay que tener en cuenta, si se pernocta en la isla, la peculiar afici¨®n de los filipinos por el karaoke, que se toman casi como una religi¨®n. As¨ª pues, tras la cena, es inevitable que frente a cualquiera de los alojamientos se encienda una hoguera, se ofrezca una bebida y se contemple un cielo atestado de estrellas para, acto seguido, desga?itarse sin ning¨²n rubor con los mayores ¨¦xitos locales e internacionales. Esto, sin duda, tambi¨¦n es parte de la experiencia isle?a en Filipinas.
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