Luces, m¨²sicas, miradores, sabores y artes del Midtown de Manhattan
Grandes recomendaciones en este concurrido barrio de Nueva York que concentra puntos de inter¨¦s como Grand Central Station, Times Square, el Radio City Music Hall, el MoMA y el Empire State
Tanto le gustaba a Charles Mingus tocar el contrabajo en una esquina de la Galer¨ªa de los Susurros de Grand Central Station que pidi¨® matrimonio a su esposa en la misma sala. Dif¨ªcil encontrar mejor ac¨²stica. Esta estaci¨®n de Nueva York, la m¨¢s grande del mundo, recibe a 21 millones de visitantes al a?o y en su construcci¨®n particip¨® aquel valenciano visionario y exc¨¦ntrico llamado Rafael Guastavino (1842-1908), el llamado ¡°arquitecto de Nueva York¡± seg¨²n constat¨® la necrol¨®gica de The New York Times al d¨ªa siguiente de su muerte. El legado de sus brillantes obras de ingenier¨ªa y la impronta de su compa?¨ªa (impulsada junto a su hijo, tambi¨¦n llamado Rafael Guastavino) est¨¢n presentes en edificios capitales de esta ciudad como el Carnegie Hall o la catedral de Saint John the Divine, pero, sin duda, esta estaci¨®n, en la que dej¨® huella, es el mejor punto de partida para nuestra ruta por el Midtown de Manhattan.
Observando la impresionante b¨®veda azul (o verde, seg¨²n se mire) del gran sal¨®n ilustrada por las constelaciones del pintor franc¨¦s Paul C¨¦sar Helleu uno se acuerda de que en 1963 estuvo a punto de desaparecer, como ocurri¨® con Pennsylvania Station. Suerte que surgi¨® un movimiento ciudadano en defensa del patrimonio y que la propia Jackie Kennedy se opuso por completo a semejante atrocidad. Grand Central Station es una superviviente y es un templo sagrado para los neoyorquinos. Su rinc¨®n m¨¢s emblem¨¢tico, no obstante, no es este inmenso vest¨ªbulo sino su Oyster Bar, en el piso de abajo, junto a la Sala de los Susurros. Este lugar es otra demostraci¨®n de talento de Guastavino, que refin¨® aqu¨ª su cl¨¢sica b¨®veda tabicada (qu¨¦ mediterr¨¢nea) con tanto acierto en su geometr¨ªa y en su coeficiente de absorci¨®n que no hay quien no se sorprenda cuando se sienta a comer o a hacer tiempo. Guastavino, por tanto, es la constataci¨®n de que las identidades arquitect¨®nicas nacionales pueden ser fruto del azar. Para profundizar en el tema, la novela de Andr¨¦s Barba Vida de Guastavino y Guastavino es la mejor ventanilla.
Midtown Manhattan es un barrio muy concurrido que alberga puntos de inter¨¦s como Times Square, el Radio City Music Hall, el Madison Square Garden o el Museo de Arte Moderno (MoMA), adem¨¢s de joyas arquitect¨®nicas como el Empire State Building o el Flatiron (actualmente en obras). Es algo as¨ª como el centro neur¨¢lgico de Manhattan, una zona que se extiende por la isla de este a oeste, desde la 34 hasta la 59 y desde el Hudson hasta East River. Ahora que la compa?¨ªa Level conecta Barcelona con Nueva York con billetes a partir de 309 euros estamos m¨¢s cerca que nunca de la Gran Manzana. Veamos una serie de recomendaciones para sacarle partido a este peque?o gran rinc¨®n.
Un mirador: SUMMIT One Vanderbilt
En Manhattan no faltan miradores, pero cada vez que se vuelve parece que hay uno nuevo. Por tanto, si existe alguna ciudad que valga la pena visitarla desde las alturas es esta. Uno podr¨ªa pasarse la semana de terraza en terraza y quedar¨ªa satisfecho. Junto a la estaci¨®n ¡ªde hecho est¨¢n tan cerca que se conectan¡ª, destaca la imponente presencia de One Vanderbilt, el rascacielos comercial m¨¢s alto en Midtown. Se inaugur¨® en septiembre de 2020 y tiene una altura de 427 metros, lo que quiere decir que, a d¨ªa de hoy, solo tiene por delante el Central Park Tower, el 111 West 57th Street y el One World Trade Center.
A su mirador, llamado SUMMIT y concebido como ¡°plataforma de observaci¨®n¡±, se accede en un ascensor futurista. Las vistas que ofrece resultan tan hipn¨®ticas que prevalecen sobre el resto de actividades que ofrece la inmersi¨®n por sus cuatro plantas (y terraza bar) con elementos de arte, tecnolog¨ªa y arquitectura que hacen las delicias de los m¨¢s peque?os, a los que no hay quien los haga bajar.
Ah¨ª delante, abajo, est¨¢ el Empire State, m¨ªralo, igual que est¨¢ la tele en el sal¨®n o el jarr¨®n en la mesa. Y tambi¨¦n Bryant Park, y New Yersey, y al otro lado Central Park, y al otro se vuelve a ver el Chrysler como se volver¨ªa al lugar del crimen. Hay que ver qu¨¦ agradable este desamparo en el que brotan rascacielos como en un campo de milpas. Desde aqu¨ª la realidad no parece representada sino m¨¢s bien reordenada. Un boceto sobre el exceso de rascacielos desde el que se entiende por qu¨¦ esta es una de las actividades estrella en el Nueva York actual.
Una ciudad dentro de la ciudad: Rockefeller Center
Para conocer en profundidad la historia y la magnitud de la importancia de esta ciudad dentro de la ciudad siempre viene bien asomarse a las p¨¢ginas que dedic¨® Rem Koolhaas a esta operaci¨®n alucinante de la historia de la arquitectura en su libro Delirio en Nueva York (1978). El Rockefeller Center se erigi¨® entre 1931 y 1939, aunque su edificio principal se inaugur¨® en 1933. Fue construido con el prop¨®sito de albergar los estudios de la RCA, algo que se percibe en el suelo dise?ado con rect¨¢ngulos conc¨¦ntricos que simbolizaban ondas de la radio.
En su momento fue el tercer edificio m¨¢s alto de Nueva York, el Chrysler (ese prodigio del art d¨¦co) es de 1931 y el Empire de 1932. No era una ¨¦poca de bonanza, Estados Unidos estaba sumido en la gran depresi¨®n, un momento cr¨ªtico de la econom¨ªa del pa¨ªs. Pero lo que empez¨® como un riesgo se convirti¨® en acierto. El arquitecto Raymond Hood supo leer a la perfecci¨®n la inercia del art d¨¦co y fusion¨® l¨ªneas rectas y curvas de manera impecable.
Cap¨ªtulo aparte merecen los murales del hall. Tras el fiasco con Diego Rivera (episodio del que tanto se ha escrito), el proyecto cay¨® en manos de su ¡°enemigo¡± Josep Mar¨ªa Sert (que, en principio, se iba a ocupar ¡°solo¡± de los murales laterales). Se conservan incluso fotograf¨ªas de ambos juntos. El mural principal se llama American Progress y en ¨¦l se ven dos grupos de personas: por un lado los obreros que construyen este edificio y al mismo tiempo la naci¨®n y, por otro, a la derecha, las tres gracias de la mitolog¨ªa griega (Belleza, J¨²bilo y Abundancia), que levantan una escultura con otro tipo de constructores: ah¨ª est¨¢ Abraham Lincoln, fundamental en la abolici¨®n de la esclavitud, y tambi¨¦n el poeta Waldo Ralph Anderson, que representa las ideas.
Sobre las puertas de la entrada principal destacan tres relieves. En el medio se distingue un anciano que representa la sabidur¨ªa y que barre las nubes de la ignorancia porque no tienen cabida en este edificio. En un lateral un hombre escucha la radio, y en el otro se ve la televisi¨®n. Sabidur¨ªa y tecnolog¨ªa deb¨ªan conformar el progreso. Hoy, entre semana, ante la puerta se extiende el Farmers Greenmarket, que mezcla vecinos y turistas. Si se accede al Rockefeller desde Quinta Avenida se desciende por los Jardines del Canal (de la Mancha), nombre ¨®ptimo que explica que a un lado est¨¢ el British Empire Building y al otro la Maison Fran?aise.
Como dec¨ªamos, el Rockefeller Center es un complejo arquitect¨®nico integrado por 19 edificios comerciales dispuestos sobre una superficie de 89.000 metros cuadrados entre las calles 48 y 51, en espacio comprendido entre la Quinta y la Sexta Avenida. Los 14 edificios originales de estilo art d¨¦co fueron promovidos bajo la responsabilidad del magnate John D. Rockefeller. Es imprescindible observar ante la puerta del edificio Associated Press esa obra maestra de Isamu Noguchi (que tiene un museo absolutamente imprescindible en Queens) que es News, escultura fundida en acero inoxidable que es, adem¨¢s, un homenaje al gremio, pues en ella aparecen cinco periodistas metidos de lleno en la urgencia de una primicia, trabajando a un ritmo trepidante.
La atracci¨®n m¨¢s requerida en el Rockefeller Center es Top of The Rock, el ¨²ltimo piso del edificio principal, porque entre otras cosas all¨ª se encuentra The Beam, una viga en la que sentarse emulando a los obreros del metal que en 1932 fueron fotografiados peligrosamente en una viga de acero a 69 plantas de altura y que, evidentemente, permite disfrutar de unas deslumbrantes vistas.
Un museo: Museum of Broadway
Estar en Midtown es estar muy cerca de Broadway, una de las calles m¨¢s importantes del mundo por la cantidad de teatros que concentra y la calidad de sus musicales y de las obras que se interpretan cada d¨ªa y que, con su luces exteriores e interiores, dan brillo a un paisaje urbano ¨²nico y peculiar.
El Museum of Broadway es bastante reciente ¡ªse inaugur¨® en 2022¡ª y est¨¢ dedicado a la historia y a los secretos de Broadway. Es un homenaje a las piezas que se han interpretado a lo largo de d¨¦cadas desde que en 1732 tuviera lugar la primera representaci¨®n documentada, y en el que se recuerdan vestuarios y accesorios de espect¨¢culos como Wicked, El Rey Le¨®n, West Side Story o Cabaret.
Al hilo de todo ello, si se asiste a un musical (experiencia altamente recomendable) al salir no hay nada mejor que ir a cenar a Ellen¡¯s Stardust Diner. Vale que es un cl¨¢sico, que se ha hablado mucho, pero qu¨¦ le vamos a hacer, es un placer ver a los camareros y camareras cantando composiciones ic¨®nicas subidos a las sillas o mientras traen la hamburguesa.
Un restaurante: el del hotel Peninsula
La cronista irlandesa Maeve Brennan trabaj¨® durante a?os en el New Yorker, donde fue publicando art¨ªculos bajo el pseud¨®nimo de The Long-Winded Lady, recopilados en el estupendo libro Cr¨®nicas de Nueva York. En muchas de ellas cuenta c¨®mo sale a comer por hoteles y restaurantes de alrededor de la redacci¨®n. Hay tantas cr¨®nicas maravillosas dedicadas a ello que uno ir¨ªa a todos los sitios que nombra. Cuando se pone un pie en el restaurante del hotel Peninsula uno se acuerda inmediatamente de textos de Brennan, como aquel dedicado al br¨®coli en el que no sabe en qu¨¦ momento conviene extender la salsa por encima y acaba por no comer demostrando las complicaciones que a veces genera vivir en la duda.
No es f¨¢cil escoger un restaurante en Midtown, donde (como en toda la ciudad) se puede comer por 3 euros o por 300. Por ejemplo, a la vuelta de la esquina del hotel The Knickerbocker, emblema de Nueva York y cuna del dry martini, se encuentra Joe¡®s Pizza, una de las porciones de pizza m¨¢s buscadas de la ciudad y cuyas permanentes colas explican su fama. Muy cerca, m¨¢s caro y refinado, es el hotel Peninsula, cl¨¢sico de la gastronom¨ªa neoyorquina con mucha historia y reconocido reducto de elegancia y modernidad. Si por lo que sea es momento de tirar la casa por la ventana este es el lugar ideal para echarse a perder con dignidad. Su bisque de langosta es, sin duda, el mejor del planeta.
Un teatro (o unos cuantos): Lincoln Center
Como pre¨¢mbulo y homenaje a lo que vendr¨¢, al inicio de la versi¨®n cinematogr¨¢fica de 2021 de West Side Story de Steven Spielberg aparece, entre las ruinas de un Nueva York de pandillas juveniles rivales, una maqueta del Lincoln Center que resiste lo que le echen.
Aunque ya estemos en el Upper West Side (conectado con Midtown), el Lincoln Center es el centro cultural m¨¢s determinante de Estados Unidos y uno de los m¨¢s importantes del mundo. Es un complejo de 11 instituciones, como la Orquesta Filarm¨®nica de Nueva York, la Metropolitan Opera, el New York City Ballet, la Juilliard School y Jazz at Lincoln Center. Est¨¢ en pie desde los a?os sesenta del pasado siglo y su construcci¨®n gener¨® un gran conflicto, pues se demolieron 17 manzanas de tennements y se desplaz¨® a m¨¢s de 7.000 familias. Precisamente entre las viviendas afectadas se encontraban las que inspiraron la trama del eterno musical West Side Story.
Como no pod¨ªa ser de otra manera, el proyecto fue parte del programa de renovaci¨®n del magn¨ªfico pero insensible planificador jefe de Nueva York Robert Moses y a d¨ªa de hoy es uno de los pulmones culturales de Manhattan. Basta observar la fachada (con sus caracter¨ªstico arcos) y el hall de la Metropolitan Opera House, proyectada por Wallace Harrison, para hacerse una idea de la magnitud del asunto. Hay en ese recibidor dos murales de Chagall (The Triumph of the Music y The Sources of the Music) y esculturas de Aristide Maillol y Wilhelm Lehmbruck, adem¨¢s de otras exteriores de Henry Moore y Jasper Johns.
Philip Johnson, primer arquitecto en recibir el premio Pritzker en 1979, se encarg¨® de la fuente Revson en el centro de Josie Robertson Plaza y del teatro David H. Koch a la izquierda de la misma, un impresionante edificio y hogar de la ¨®pera de la Ciudad Nueva York y del Ballet de la Ciudad de Nueva York. Vale mucho la pena consultar la programaci¨®n de las temporadas de ballet y asistir a una representaci¨®n en un interior francamente ¨²nico.
Un club de jazz: Aman
El jazz es uno de los fen¨®menos art¨ªsticos y est¨¦ticos m¨¢s importantes del siglo XX. Uno de los estudios sobre el g¨¦nero m¨¢s determinantes es el que llev¨® a cabo el compositor y director de orquesta Gunther Schuller titulado Los comienzos del jazz, un ensayo que indaga en las ra¨ªces y en el desarrollo de este g¨¦nero musical en sus primeras d¨¦cadas. El jazz inaugur¨® una nueva ¨¦poca a partir del buen de hacer de unos chicos de Nueva Orleans con una m¨²sica sencilla y popular, una manifestaci¨®n sociol¨®gica que surge de la variedad multiracial y multicolor. Estados Unidos era en los a?os veinte un crisol ¨¦tnico que engendra una m¨²sica compuesta por elementos expresivos, sonoros, formales y r¨ªtmicos africanos y por usos arm¨®nicos europeos. Para el despegue definitivo del jazz fueron fundamentales barrios de Nueva York como Harlem y locales como el Apollo que, pese a la gran depresi¨®n, catapultaron a muchos artistas. Quedan muchos clubs de jazz en Nueva York que, todav¨ªa hoy, con su apuesta por la m¨²sica en directo, tratan de proteger el swing, esa fuerza musical que mantiene el equilibrio de los sonidos y sobre el que Louis Armstrong dec¨ªa que ¡°si no lo sientes, nunca sabr¨¢s lo que es¡±.
Uno de los m¨¢s reputados en Midtown es, sin duda, Aman, porque adem¨¢s reivindica el concepto neoyorquino por excelencia de un Jazz Club al estilo speakeasy. Conviene consultar sus actuaciones nocturnas en directo y reservar (si no es imposible entrar). En una atm¨®sfera clandestina e ¨ªntima, se asistir¨¢ a un viaje r¨ªtmico que, si es de la mano de la cantante Jennifer Jade Ledesma, ser¨¢ variado en cuanto a g¨¦neros y ¨²nico por los altos vuelos vocales.
Un hotel: The Langham
Cuando Gwathmey Siegel, la firma de arquitectos del hotel The Langham, concibi¨® los primeros planos de este edificio, el objetivo era dejar una marca en el horizonte de Nueva York. Con una ubicaci¨®n privilegiada, entre Times Square, el parque Bryant o el Empire State, el hotel es una opci¨®n a tener en cuenta. Refinado y contenido, la est¨¦tica y el estilo en cuanto al dise?o es imbatible.
Pero a¨²n es quiz¨¢s m¨¢s llamativa la vinculaci¨®n con el arte a trav¨¦s de las dos pinturas de grandes proporciones de Alex Katz que iluminan (y de qu¨¦ manera) la recepci¨®n y que se suman a otras nueve obras del artista que decoran con su particular colorido las instalaciones del alojamiento, repartidas por espacios comunes, el vest¨ªbulo, las habitaciones y las suites. Culture Corps supervis¨® la producci¨®n e instalaci¨®n de las obras para crear una experiencia de hospitalidad literalmente art¨ªstica. En la misma Quinta Avenida The Langham eleva el nivel de sofisticaci¨®n, pero tambi¨¦n de precio, por lo que m¨¢s vale buscar ofertas.