Idilios urbanos en ?msterdam: ¡®bruin caf¨¦s¡¯, mercados, parques y vida en los canales
Hacer una pausa en una taberna de 1519, disfrutar de un p¨ªcnic en Vondelpark, comprar queso en el mercado de Albert Cuyp, ir en bici hasta Muiden, ver arte en un antiguo astillero, ba?arse en la playa artificial del moderno barrio de IJburg y muchas pistas m¨¢s
Hasta en las ciudades tan visitadas y revisitadas como ?msterdam quedan lugares menos conocidos, museos inusuales que se escapan de los recorridos m¨¢s obvios, espacios al aire libre por descubrir, nuevos barrios de moda o mercados donde experimentar el verdadero ambiente local, todo fuera de las rutas m¨¢s trilladas. Ese es el objetivo principal de esta propuesta de viaje por la ciudad holandesa, que incluye paradas gastron¨®micas, de ocio y culturales.
¡®Bruin caf¨¦s¡¯, tabernas con sabor muy antiguo
Para vivir una experiencia t¨ªpica de ?msterdam, lo mejor es ocupar un taburete en alguno de sus muchos y famosos bruin caf¨¦s, los pubs neerlandeses tradicionales. Los ejemplos m¨¢s aut¨¦nticos de este tipo de taberna a la holandesa llevan abiertos muchos a?os, hasta siglos, y toman el nombre de sus paneles de madera y de las manchas que el humo de siglos ha dejado en las paredes. Estos locales suelen tener mesas con velas y suelos de madera y transmiten esa sensaci¨®n de bienestar tan neerlandesa que ellos llaman gezelligheid (comodidad, ambiente de camarader¨ªa).
Más información: en la guía de Ámsterdam de Lonely Planet y en loneyplanet.es.
Podemos, por ejemplo, acercarnos al In ¡®t Aepjen: si las paredes pudieran hablar, contar¨ªan un sinf¨ªn de historias sobre este edificio de madera que funciona como taberna desde 1519. Las velas est¨¢n encendidas incluso de d¨ªa en esta taberna que desde los siglos XVI y XII serv¨ªa de posada para los marineros procedentes de Oriente, que a menudo tra¨ªan aapjes (monos) y los cambiaban por alojamiento. Tantos trajeron y acumularon los taberneros que se los regalaron a un cliente: su jard¨ªn fue el origen del Artis Royal Zoo. Hoy ya no hay monos y la m¨²sica de jazz refuerza la sensaci¨®n de antiguo.
Entre los abundantes bruin caf¨¦s del encantador barrio de Jordaan se encuentra otra joya junto a un canal: Caf¨¦ ¡®t Smalle, una antigua destiler¨ªa de jenever (una ginebra neerlandesa). En la d¨¦cada de los setenta la restauraron con antiguos grifos de cerveza de porcelana y ventanas emplomadas, y se convirti¨® en uno de los bruin caf¨¦s favoritos del barrio. La bonita terraza de piedra est¨¢ muy animada de d¨ªa y resulta evocadora de noche.
Y en el cintur¨®n occidental de canales, el Proeflokaal Arendsnest merece una visita por su extenso surtido de cervezas. En este precioso bruin caf¨¦ redecorado hace poco con brillantes alambiques de cobre para fabricar jenever tras la barra, solo se sirve cerveza holandesa: m¨¢s de 1.000 variedades, muchas de ellas artesanales.
Hay otros muchos, como De Sluyswacht, que ocupa la antigua casa del encargado de la esclusa, justo enfrente de la casa de Rembrandt; el Caf¨¦ de Dokter, el pub m¨¢s peque?o de ?msterdam donde suenan viejos discos de jazz y se sirven muchos whiskies, o el Eijlders, el favorito de los artistas, con vidrieras y donde prevalece el esp¨ªritu de la resistencia.
Idilios urbanos verdes
No hace falta salir de la ciudad para disfrutar del sol y el aire puro y encontrar alivio a la sombra de las altas temperaturas del verano. Por suerte, en ?msterdam hay desde plazas arboladas hasta amplias extensiones verdes a pocos pasos del jaleo urbano. Sus parques son espacios maravillosos para hacer ejercicio, un p¨ªcnic o, sencillamente, relajarse y ver c¨®mo vive la ciudad sus momentos de ocio.
Uno de esos respiros verdes es Vondelpark, un parque cerca de la animada zona de Leidseplein. Tiene estanques, grandes espacios de c¨¦sped, setos, esculturas y senderos que animan a los visitantes a explorar. Recibe casi 12 millones de visitas al a?o: turistas, patinadores, paseadores de perros, ni?os¡ Hay un constante desfile de bicicletas y los d¨ªas soleados, mucho p¨ªcnic sobre el c¨¦sped. Cerca de su extremo oriental hay un pabell¨®n del sigo XIX de estilo renacentista iltaliano, hoy ocupado por el caf¨¦-bar Vondelpark 3, y por todo el parque hay m¨¢s caf¨¦s, zonas de juegos y un maravilloso teatro al aire libre. El parque est¨¢ salpicado de obras de arte (hasta 69 esculturas): entre ellas una enorme obra abstracta de Picasso.
En el coraz¨®n de De Pijp, un barrio que parece un pueblo, se encuentra otra de las zonas verdes m¨¢s queridas de la ciudad: Sarphatipark, un parque de estilo ingl¨¦s m¨¢s peque?o, pero tambi¨¦n m¨¢s tranquilo que Vondelpark. Se puede vagar por sus caminos sinuosos entre estanques hasta encontrar un espacio en la hierba donde tumbarse. Su nombre es un homenaje a un m¨¦dico jud¨ªo del siglo XIX, Samuel Sarphati, que fue tambi¨¦n empresario e innovador urbanista. Tiene estanques, prados ondulados, bosques, y en el centro, un monumento a su creador: un lujoso templo presidido por su estatua.
Y buscando el verde, tambi¨¦n se puede ir a Westerpark, un gran espacio poblado de juncos, que linda con una antigua f¨¢brica de gas que ha sido transformada en un polifac¨¦tico centro cultural. En verano sus amplias praderas se llenan de gente de p¨ªcnic o tomando el sol. Hay muchos caminos y carriles bici a la sombra de los ¨¢rboles, estanques y fuentes.
Mercados y mercadillos, el alma de las calles
Los mercadillos son una de las se?as de identidad de ?msterdam, un elemento clave que le da sabor especial a una ciudad que ha sido siempre eminentemente comercial. En los animados mercadillos callejeros se puede encontrar de todo, desde sedas hasta candados de bicicleta, especias, quesos y tentempi¨¦s como dulces stroopwafels (una especie de galleta con sirope). Las teteras de porcelana y otros objetos decorativos tambi¨¦n suelen aparecer entre los puestos. El mercado de Oudemanhuispoort lleva unos cuantos siglos vendiendo libros; hay tambi¨¦n un mercado de antig¨¹edades, el mercado de arte, el Bloemenmarkt de bulbos junto al canal Singel¡
En De Pijp, el legendario Albert Cuyp es el rey de los mercados. Aqu¨ª se venden flores, ropa, comestibles y toda clase de art¨ªculos para el hogar seis d¨ªas por semana (los domingos cierra). Es la mejor experiencia para conocer el lado m¨¢s ca¨®tico y multicultural de ?msterdam. Bautizado en honor de un pintor paisajista del siglo XVII, Albert Jacob Cuyp, e inaugurado en 1905, es el m¨¢s grande y concurrido, con multitud de puestos que venden tambi¨¦n quesos neerlandeses, pescado, crust¨¢ceos, aceitunas, aceite, hiervas, especias, frutas o verduras.. Un rastro complet¨ªsimo donde tampoco faltan los puestos de tentempi¨¦s t¨ªpicos, como arenques, frites (patatas fritas), poffertjes (minitortitas con az¨²car glas) y las t¨ªpicas stroopwafels.
Muy visitado para comprar comestibles, el mercado de Lindengracht en el Jordaan est¨¢ a rebosar de productos y disfruta de un genuino y atractivo ambiente de barrio los s¨¢bados por la ma?ana. Los 232 puestos venden alimentos frescos, incluyendo pescado y un magn¨ªfico surtido de quesos y exquisiteces neerlandesas, flores, ropa y art¨ªculos del hogar. Y, por ¨²ltimo, tambi¨¦n se puede disfrutar de un aut¨¦ntico sabor local en el mercadillo de Waterlooplein: curiosidades, aparatos electr¨®nicos, regalos new age, recambios baratos para bicicletas e infinidad de mercanc¨ªas aguardan a los cazadores de gangas en el que es el m¨¢s antiguo de su clase en los Pa¨ªses Bajos.
Aventuras sobre dos ruedas
En ?msterdam hay m¨¢s bicicletas que coches. Todo el mundo monta en bici para ir a todas partes: al dentista, a la discoteca, al trabajo, a la ¨®pera o a cenar, nieve, llueva o haga sol. As¨ª que vale la pena alquilar una, no solo para pasear por el Vondelpark, sino tambi¨¦n para acercares a las zonas menos tur¨ªsticas de la ciudad o salir a la campi?a de los alrededores, salpicada de molinos de viento.
Una buena escapada sobre dos ruedas es la amplia extensi¨®n verde del Amsterdamse Bos (bosque de ?msterdam), en la periferia al suroeste de la ciudad, atravesada por carriles bici. Son casi 1.000 hect¨¢reas de bosque, en un espacio casi rural, que fue plantado en 1934 para crear puestos de trabajo durante la Gran Depresi¨®n. Hay puestos para el alquiler de bicicletas, cafeter¨ªas, propuestas para montar a caballo, pasear en barca, ver una obra en el teatro al aire libre y subir a los ¨¢rboles en el parque de escalada.
Otra opci¨®n es acercarse a Amsterdam Noord, un barrio emergente con una zona industrial en r¨¢pido proceso de regeneraci¨®n, ambiente art¨ªstico y paisajes buc¨®licos. Est¨¢ al otro lado del r¨ªo Ij, pero solo hay un corto trayecto en ferri, al que se puede subir con la bicicleta, para luego ponerse a pedalear. En los a?os ochenta fueron los okupas quienes llenaron los antiguos astilleros abandonados. Hoy alberga restaurantes junto a los canales, una arquitectura llamativa, un hangar lleno de estudios de artista y un enorme mercadillo mensual.
Y tambi¨¦n en bici se pueden descubrir muchos pueblos pintorescos cercanos, a los que es sencillo llegar, como el pueblecito de Muiden, a unos 15 kil¨®metros al este, con su castillo medieval de libro de cuento. La vida se centra aqu¨ª en la concurrida esclusa central, que canaliza muchos barcos de recreo hasta el amplio IJsselmeer. Una de las visitas m¨¢s curiosas es la de la isla de Pampus, con un enorme b¨²nker del siglo XIX, uno de los que se construy¨® parar defender ?msterdam inundando la ciudad en caso de ataque. Cuando se inventaron los aviones, dejaron de tener sentido. La Unesco rescat¨® Pampus del abandono y la declar¨® patrimonio mundial. Se puede llegar en ferri.
Sorpresas en los canales
Desde el agua, y sobre todo si se opta por alguna alternativa a los cruceros tur¨ªsticos habituales, se obtiene una perspectiva diferente de los canales. Una manera magn¨ªfica es alquilar una lancha el¨¦ctrica con cero emisiones en agencias como Amsterdam Rent a Boat (no se requiere licencia de piloto). Hay tambi¨¦n iniciativas con alg¨²n sesgo social que animan a los visitantes a convertirse en agentes de cambios positivos, como los circuitos guiados en un antiguo barco de refugiados o la pesca de pl¨¢sticos por los canales en lanchas fabricadas con residuos pl¨¢sticos reciclados, que fomentan la responsabilidad de los viajeros convirti¨¦ndolos en una fuerza benefactora (plasticwhale.com; rederijlampedusa.nl).
Tambi¨¦n quedan en ?msterdam museos y galer¨ªas poco conocidos que ofrecen puntos de vista novedosos y singulares. Por ejemplo, el muestrario de piezas arqueol¨®gicas sacadas a la luz durante la construcci¨®n de la l¨ªnea de metro norte-sur y expuestas en Below the Surface, que revela la superposici¨®n de los estratos hist¨®ricos y muestra casi 10.000 piezas arqueol¨®gicas datadas hasta el 2400 a.C. Cientos de creadores trabajan y exponen en la Kunststad NDSM (¡°ciudad del arte¡±) de Amsterdam Noord, un antiguo almac¨¦n de los astilleros que alberga m¨¢s de 80 estudios de artistas en un espacio lo bastante grande como para pasearse en bicicleta o a pie, entre enormes obras de arte colgadas del techo y estructuras dentro del hangar.
Obras de arte con los gatos como tema ocupan el Kattenkabinet, una casa convertida en un museo en recuerdo de un gato pelirrojo plagada de obras de arte. Y tambi¨¦n se puede averiguar el origen de la ropa en el primer museo de moda sostenible del mundo, Fashion for Good: una exposici¨®n interactiva que invita a reflexionar sobre nuestro comportamiento como consumidor. Incluso podemos salir de all¨ª con un ¡°plan personalizado de acci¨®n sobre ropa sostenible¡±.
Museos en las casas de los canales
Los canales son la principal atracci¨®n de la ciudad, y algunas de sus casas se pueden visitar. Las hay de dos tipos: las que se conservan como residencias, con lujosos interiores que muestran el estilo de vida de la ¨¦lite local, como el Museum Van Loon o el Museum Willet-Holthuysen, y las que usan estos elegantes edificios como marco para presentar colecciones ¨²nicas, como el Kattenkabinet ya citado, dedicado a los gatos.
Sus mansiones son un monumento a la Edad de Oro, cuando los s¨®tanos de estos hogares se llenaban continuamente de objetos valiosos y los ricos de la ciudad gobernaban sus asuntos desde aqu¨ª. Las primeras mansiones son de 1660, cuando el cintur¨®n de canales se ampli¨® hacia el sur. Gracias a la presi¨®n ejercida sobre el ayuntamiento, el ancho de los hastiales es el doble que el de las viviendas est¨¢ndar de ?msterdam, y los jardines traseros son m¨¢s grandes.
El Museum Van Loon es una lujosa casa construida en el siglo XVII que susurra secretos en sus oscuros rincones. Aqu¨ª uno puede sumergirse en el estilo de vida de los ricos de ?msterdam en el siglo XIX. La casa est¨¢ llena de muebles lujosos, retratos de personajes un poco t¨¦tricos y hermosas estancias. Entre los 150 retratos de la familia Van Loon hay algunas obras de arte important¨ªsimas, pero lo m¨¢s interesante es la decoraci¨®n en s¨ª, la cocina en el s¨®tano, el patio ajardinado o los dormitorios.
El Museum Willet-Holthuysen ocupa tambi¨¦n una casa del XVII construida en su d¨ªa para el alcalde de ?msterdam y redise?ada m¨¢s tarde. Hoy podemos imaginar la vida cotidiana de los comerciantes m¨¢s ricos de ese siglo y tambi¨¦n de quienes la habitaron en este siglo: Abraham y Luisa Willet-Holthuysen, grandes aficionados a coleccionar arte y muebles de lujo. Hay suntuosas pinturas, porcelanas y un jard¨ªn franc¨¦s con un reloj de sol, que en realidad es una reconstrucci¨®n reciente.
IJburg, la nueva ciudad modelo
El barrio m¨¢s nuevo de ?msterdam, IJburg, parece la imagen arquitect¨®nica de una ciudad modelo. El Ayuntamiento empez¨® a construir en tres islas artificiales del lago IJmeer ¡ªSteigereiland, Haveneiland y Rieteilanden¡ª en 1996 para aliviar la escasez de viviendas en la ciudad, y los primeros residentes llegaron en 2002. Est¨¢ a 15 minutos en tranv¨ªa de Centraal Station. Lo mejor es visitarlo en un d¨ªa soleado para aprovechar la playa (artificial) de ?msterdam, Blijburg, una bonita extensi¨®n de arena blanca importada en el extremo oriental de IJburg. Aqu¨ª se puede practicar windsurf o paddle surf gracias a centros como Surf Center IJburg.
La zona cuenta tambi¨¦n con algunos restaurantes, caf¨¦s y bares magn¨ªficos. Espressofabriek es un moderno caf¨¦ de barrio con mucha luz natural que utiliza caf¨¦s de origen ¨²nico tostado; tambi¨¦n se pueden tomar deliciosas tartas veganas caseras y muffins. Los productos ecol¨®gicos gozan de prioridad en los fogones de los apasionados chefs italianos del Restaurant Bloem, donde la alegre decoraci¨®n de estilo playero sirve de original marco a una cocina excepcional. El Normaal Amsterdams Peil (NAP, p. 97), nivel de referencia del mar en ?msterdam, da nombre al restaurante NAP, con una terraza asomada al puerto deportivo de IJburg y un elegante interior semiindustrial. Desde Ijburg salen tambi¨¦n los ferris hacia Muiden, donde se puede pasar el d¨ªa para completar la exploraci¨®n de este barrio cada vez m¨¢s de moda.
Fotografiar los siete puentes
El Reguliersgracht, tambi¨¦n llamado ¡°canal de los siete puentes¡±, es el m¨¢s bonito de todos los canales de ?msterdam y es famoso, claro est¨¢, por sus puentes. Aunque se habla de siete, si uno se coloca en el punto donde este canal se cruza con el Herengracht es posible contar 15 puentes en todas las direcciones.
A esa panor¨¢mica se suma la de las casas que lo bordean, un despliegue de hastiales y adornos. El canal resulta especialmente encantador de noche, cuando sus arcos se iluminan con lucecitas doradas. Aunque las mejores vistas se obtienen a bordo de una barca, tambi¨¦n es precioso desde tierra firme. Basta colocarse con la espalda hacia Thorbeckeplein y con el Herengracht fluyendo justo delante a izquierda y derecha, inclinarse sobre el puente y mirar todo recto al Reguliersgracht.
Islas Occidentales, un barrio para descubrir
Al margen de los canales m¨¢s tur¨ªsticos y de los grandes museos del centro, no es dif¨ªcil descubrir otros barrios donde apenan llegan los visitantes y que disfrutan cada vez m¨¢s los vecinos. Es el caso las Islas Occidentales, al norte del popular barrio de Jordaan. Conoci¨® su esplendor a principios del siglo XVII, cuando la actividad era fren¨¦tica en sus muelles y almacenes. Comenzaba la Edad de Oro, los neerlandeses dominaban el comercio mar¨ªtimo y el dinero entraba a raudales en el viejo puerto. Hoy acuden pocos turistas a este distrito debido, en parte, a que queda oculto por las v¨ªas del tren. Pero queda a solo 10 minutos a pie (o 5 en bici) de Centraal Station y es una zona estupenda para pasear, con bonitos puentes levadizos y elegantes almacenes antiguos en tranquilos callejones. Muchos sitios se han convertido en viviendas encantadoras y en estudios de artistas. La mayor¨ªa de ellos est¨¢n cerrados al p¨²blico, pero The Ravestijn Gallery acoge exposiciones de fotograf¨ªa.
Las islas de Prinseneiland (llamada as¨ª en honor de los tres primeros pr¨ªncipes de Orange) y Realeneiland (por el comerciante del siglo XVII Reynier Reael) son de las m¨¢s bonitas. El estrecho puente que las conecta, el Drieharingenbrug, es un pintoresco sustituto del antiguo pont¨®n que se elevaba para dejar paso a los barcos. El Zandhoek, actualmente un puerto de yates, es un tramo pintoresco en la orilla oriental de Realeneiland. En el siglo XVII esta zona era un ¡°mercado de arena¡±, donde los barcos se abastec¨ªan de bolsas para el lastre. Y Galgenstraat (calle de la horca), situada al sur del Zandhoek, se llama as¨ª porque antiguamente era posible ver desde ella las ejecuciones que ten¨ªan lugar en Amsterdam Noord.
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