?Qui¨¦n regula el turismo en la Ant¨¢rtida? ?Habr¨ªa que prohibirlo?
La crecida exponencial del n¨²mero de visitantes en pocos a?os ha hecho saltar las alarmas. Algunas soluciones propuestas son permitir solo la entrada a barcos peque?os y modernos que generen menos emisiones de CO2 o mantener en tierra solo las actividades menos nocivas
Acabo de estar por segunda vez en la Ant¨¢rtida, el continente helado. Y como ya pas¨® la primera vez que publiqu¨¦ cosas de all¨ª, algunos comentarios en redes sociales (muy minoritarios, por cierto) incid¨ªan en que habr¨ªa que prohibir el turismo en la Ant¨¢rtida y afean a quienes vamos por acabar con el ¨²ltimo rinc¨®n pr¨ªstino del planeta.
Nunca he sido amigo de prohibiciones. Pod¨ªamos prohibir ir a la Ant¨¢rtida, s¨ª, y con los mismos argumentos prohibir el turismo en el Himalaya, en las selvas o en Venecia. Pero creo que es mucho m¨¢s efectiva (y realista) la regulaci¨®n del turismo, los cupos de entrada a determinados lugares y la buena gesti¨®n. Es cierto que el turismo en la Ant¨¢rtida est¨¢ creciendo mucho. Mientras que en la temporada 2018-2019 se registraron 58.168 visitantes, se calcula que esta temporada 2023-2024 la cifra alcanzar¨¢ por primera vez los 100.000 (como comparaci¨®n, las islas Gal¨¢pagos, que son infinitamente m¨¢s peque?as, reciben anualmente casi a 300.000 personas). Otro factor a tener en cuenta es que aunque se habla de turismo en la Ant¨¢rtida, en realidad, la inmensa mayor¨ªa de cruceros solo visitan la esquina norte de la Pen¨ªnsula Ant¨¢rtica, el espacio comprendido entre las islas Shetland del Sur y el estrecho de Gerlache, que no debe ser ni el 1% de los 14 millones de kil¨®metros cuadrados que tiene el continente helado. Por lo que, no, no hay riadas de turistas pisote¨¢ndolo todo, haci¨¦ndose selfis irrespetuosos por los glaciares o siguiendo en masa al gu¨ªa del free tour. La pr¨¢ctica totalidad del continente sigue siendo una masa de hielo y roca sin presencia humana.
Para dar pistas en el debate, aqu¨ª resumo c¨®mo se lleva a cabo y c¨®mo se regula ahora mismo el turismo ant¨¢rtico.
?De qui¨¦n es la Ant¨¢rtida?
En un caso ¨²nico en la historia del ser humano, que lleva cientos de miles de a?os mat¨¢ndose entre s¨ª por conquistar territorios, la Ant¨¢rtida no es de nadie. Tras algunas escaramuzas en las d¨¦cadas de 1940 y 1950, sobre todo entre Gran Breta?a y Argentina, 12 pa¨ªses firmaron el 1 de diciembre de 1959 el Tratado Ant¨¢rtico, un documento vinculante que reconoce que el continente helado no pertenece a ning¨²n pa¨ªs, que todas las reclamaciones territoriales quedan aplazadas durante su vigencia, que solo se pueden llevar a cabo acciones pac¨ªficas en ese territorio y que queda prohibida toda actividad comercial, industrial o extractiva, a excepci¨®n de la investigaci¨®n cient¨ªfica¡. y el turismo. En la actualidad, lo han firmado y ratificado 56 pa¨ªses, entre ellos Espa?a.
Las condiciones sobre c¨®mo se podr¨ªa visitar la Ant¨¢rtida quedaron detalladas en el Protocolo al Tratado Ant¨¢rtico sobre Protecci¨®n del Medio Ambiente, m¨¢s conocido como Protocolo de Madrid porque se firm¨® en la capital espa?ola el 4 de octubre de 1991, un instrumento jur¨ªdico complementario al Tratado Ant¨¢rtico. Aunque ese protocolo no hace menci¨®n especial al turismo, sus disposiciones dan pautas para minimizar los impactos adversos de los turistas y es legalmente vinculante para todas las empresas que quieran operar en la Ant¨¢rtida y para todos los visitantes, ya sea en viajes privados u organizados.
?Qui¨¦n vigila que se cumpla?
Si no hay autoridad ni polic¨ªa ni m¨¢s presencia humana que los cient¨ªficos de las bases, ?qui¨¦n hace cumplir all¨ª ese protocolo? Para empezar, cualquier operador tur¨ªstico que desee llevar viajeros a la Ant¨¢rtida debe notificarlo y obtener autorizaci¨®n del comit¨¦ ant¨¢rtico del pa¨ªs al que pertenezca. Adem¨¢s, para suplir esa ausencia de autoridad sobre el terreno, siete operadores de turismo crearon en 1991 la Asociaci¨®n Internacional de Operadores de Turismo Ant¨¢rtico (IAATO, por sus siglas en ingl¨¦s), cuya finalidad es ¡°defender y promover la pr¨¢ctica de viajes seguros y ambientalmente responsables a la Ant¨¢rtida por parte del sector privado¡±.
En la actualidad, la IAATO la integran m¨¢s de 100 empresas y organismos de 19 pa¨ªses (ninguna espa?ola), entre operadores terrestres, navieras, agencias de viajes, oficinas de turismo, oficinas gubernamentales, compa?¨ªas que chartean yates y aviones, ONG conservacionistas y otras empresas del sector. Ese centenar mueve a la inmensa mayor¨ªa de turistas que llegan hasta all¨ª, sobre todo en peque?os cruceros que parten de Ushuaia (Argentina). La IAATO tiene un c¨®digo de buenas pr¨¢cticas de obligado cumplimiento por todos los socios, que puede resumirse as¨ª:
- Solo los barcos de menos de 500 pasajeros pueden acercarse a tierra y desembarcar pasajeros.
- No puede haber m¨¢s de un barco a la vez en un punto de desembarco.
- No pueden desembarcar m¨¢s de 100 personas a la vez en un mismo punto.
- Antes del primer desembarco, el personal de a bordo revisa con un aspirador, cepillos y pinzas la ropa y las mochilas o bolsos de cada uno de los pasajeros que vayan a bajar para eliminar cualquier resto org¨¢nico, desde pelos de gato o perro a un cacahuete que haya quedado olvidado en un bolsillo.
- Antes de cada desembarco, los pasajeros pisan un recipiente con desinfectante para eliminar cualquier agente pat¨®geno de las suelas.
- Una vez en tierra, solo se puede caminar por los senderos y lugares balizados previamente por el equipo de expedici¨®n.
- El viajero no puede sentarse ni tumbarse, ni poner una rodilla en tierra. Solo la suela desinfectada de las botas puede estar en contacto con la roca o el hielo de la Ant¨¢rtida.
- No puede orinar en tierra y mucho menos hacer otras cosas mayores. Se debe llevar un recipiente adecuado para la micci¨®n y luego vaciarlo en el retrete del camarote.
- No puede acercarse a menos de cinco metros de ping¨¹inos, focas, lobos marinos y otros animales.
- No puede tocar nada, dejar nada ni llevarse nada.
?Qu¨¦ peligros entra?a el turismo para la Ant¨¢rtida?
La crecida exponencial del n¨²mero de turistas en pocos a?os ha hecho saltar las alarmas. Parece inevitable que en un futuro no muy lejano habr¨¢ que plantear qu¨¦ n¨²mero m¨¢ximo de visitantes es aceptable y asumible en un territorio tan especial. En la actualidad, en la IAATO hay 81 barcos afiliados entre yates de peque?o calado y cruceros de menos de 500 pasajeros (aunque no todos operan regularmente). Y son varias las navieras que esperan la entrega de nuevos barcos para operar en ambos Polos dada la demanda creciente.
Las llegadas en avi¨®n, aunque con cifras minoritarias, tambi¨¦n existen y van en aumento. Las principales son las del vuelo de Punta Arenas a la isla del Rey Jorge (Shetland del Sur), un aer¨®dromo chileno construido en 1980 para dar servicio a las numerosas bases cient¨ªficas de la zona que se usa tambi¨¦n para vuelos comerciales, sobre todo para llevar turistas adinerados que no quieren sufrir los dos d¨ªas de navegaci¨®n por las aguas turbulentas del pasaje de Drake, y su crucero los recoge all¨ª. Solo en la temporada 2023-2024 est¨¢n programados 200 vuelos. A eso hay que sumar los de la compa?¨ªa privada White Desert Ltd, que ha montado en el sector de la Tierra de la Reina Maud un aer¨®dromo privado y un campamento con c¨²pulas de fibra de vidrio sobre plataformas de madera para clientes de superlujo, a los que se les ofrece hasta rutas en 4x4.
El problema es qui¨¦n y c¨®mo establece y hace respetar ese hipot¨¦tico numerus clausus ante la falta de un ¨²nico organismo gestor. Las decisiones dentro del seno del Tratado Ant¨¢rtico han de aprobarse por los 29 pa¨ªses considerados ¡°partes consultivas¡± (es decir, con derecho a voto) y ser ratificadas por los 56 pa¨ªses miembros, un proceso lento que puede llevar d¨¦cadas. De hecho, la decisi¨®n de no autorizar desembarcos a naves de m¨¢s de 500 pasajeros se tom¨® en 2009 y a¨²n no es oficial porque no la han ratificado todos los miembros. Se aplica de facto por el c¨®digo de autorregulaci¨®n de la IAATO.
La bioseguridad (introducci¨®n de especies ajenas) y la huella de carbono que generan esas visitas son los dos peligros m¨¢s reales, seg¨²n los expertos. Las soluciones propuestas var¨ªan desde barcos m¨¢s peque?os y modernos que generen menos emisiones de CO2 o mantener en tierra solo las actividades menos nocivas, hasta ampliar los lugares de desembarco en la Pen¨ªnsula Ant¨¢rtica a cambio de que no se extiendan a m¨¢s sitios... O las m¨¢s radicales: prohibir totalmente el turismo.
La realidad de las bases cient¨ªficas
Un ¨²ltimo apunte de mero observador despu¨¦s de haber estado all¨ª en un par de ocasiones: si exceptuamos la huella de carbono (que existe, nadie lo niega, aunque no se ve), yo no observ¨¦ que los turistas dej¨¢ramos ninguna otra huella en tierra tras nuestro paso. Los ¨²nicos hierros oxidados, barracones abandonados, dep¨®sitos vac¨ªos, aer¨®dromos, motores contaminantes y huella humana en la Ant¨¢rtida son las bases cient¨ªficas, muchas de ellas supuestas bases cient¨ªficas. Solo Argentina tiene 13 en ese territorio. Chile tiene nueve, m¨¢s cinco refugios operativos. Rusia tiene seis. China acaba de inaugurar su quinta estaci¨®n, el mismo n¨²mero que tiene EE UU. Espa?a tiene dos.
?Tanto se investiga en territorios polares? No, en absoluto. Esas bases est¨¢n all¨ª por cuestiones geopol¨ªticas: para poder reclamar derechos territoriales el d¨ªa que el Tratado expire y se abra el mel¨®n del reparto de tierras en la Ant¨¢rtida. Esa es tambi¨¦n una realidad nociva para el continente helado, pero que nadie denuncia. Eso s¨ª, los malos de la pel¨ªcula somos los turistas.
Suscr¨ªbete aqu¨ª a la newsletter de El Viajero y encuentra inspiraci¨®n para tus pr¨®ximos viajes en nuestras cuentas de Facebook, X e Instagram.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.