Cr¨ªticas y premios
Lo que hoy se ensalza raramente es literatura o cine, sino sus circunstancias extraliterarias y extracinematogr¨¢ficas
En este 2021 (all¨¢ por mayo, creo) se cumplir¨¢n 50 a?os de la publicaci¨®n de mi primera y juvenil novela, Los dominios del lobo. En todo este tiempo s¨®lo me he presentado, en 1986, a un premio literario, que devolv¨ª al cabo de un decenio por razones que no vienen al caso, y suprim¨ª de mis notas biogr¨¢ficas. Los que he recibido, m¨¢s en el extranjero, eran galardones a los que uno no se presentaba. Si me los conced¨ªan, me alegraba y lo agradec¨ªa, pero jam¨¢s los busqu¨¦ (m¨¢s bien he rechazado un par y he declinado ser candidato a alguno). Ahora compruebo que acert¨¦, porque hace d¨¦cadas que los premios literarios y cinematogr¨¢ficos ¡ªlas artes que m¨¢s sigo¡ª casi nunca tienen que ver con la literatura ni con el cine. As¨ª, que alguien obtenga uno me resulta indiferente como lector o espectador, porque s¨¦ que, con rar¨ªsimas excepciones, son artes que poco se aprecian y entienden, desplazadas o usurpadas. Lo que se premia sobre todo es lo siguiente:
1) Los temas. Si se cuenta una infancia atroz, con un padre maltratador o borracho o abusador (mejor las tres cosas); si alguien relata una terrible enfermedad o muerte, de padres, madres o hijos; si hay numerosas escenas hospitalarias (por definici¨®n deprimentes); si los personajes son gays o transexuales humillados a lo largo de sus vidas; si se ocupa de pueblos m¨¢s o menos ex¨®ticos o ¡°¨¦tnicos¡± que han sido ¡°invisibles¡± para Occidente; si se denuncia la corrupci¨®n de los pol¨ªticos o la codicia de las multinacionales; si se narran las peripecias de mujeres del extrarradio, o de mujeres a secas, bravas o sometidas; si se aborda el esclavismo en los Estados Unidos (otros no merecen atenci¨®n, como el de Stalin o el practicado durante siglos en pa¨ªses ¨¢rabes: en muchos a¨²n vigente, contra las mujeres sobre todo); si se habla de inmigrantes o marginados; si se recurre a una v¨ªctima del Holocausto; si¡ Todos estos temas son muy tr¨¢gicos e importantes, s¨ª, pero, a diferencia de lo que opinan hoy los jurados y ¡ªlo m¨¢s grave¡ª la mayor¨ªa de los cr¨ªticos, no bastan para convertir per se en obra maestra una novela, una pel¨ªcula, ni siquiera un poemario quejoso. Sin duda habr¨¢ obras maestras que hayan tratado estos asuntos, pero lo que resulta imposible es que cuantos libros o pel¨ªculas lo hacen ¡ªy son centenares, el mimetismo y el oportunismo son plaga¡ª sean inmensos logros, uno tras otro.
2) El sexo de los autores. Lamentando decirlo, es otro de los factores que en la actualidad condicionan los premios y elogios. Ha habido y hay escritoras maravillosas (no tantas como podr¨ªa, pues por desgracia se les dificult¨® o impidi¨® la dedicaci¨®n a la literatura). En mi modesta editorial, que no hace distingos, he publicado tres novelas de Janet Lewis, dos ensayos de Rebecca West (a los que seguir¨¢n otros dos extraordinarios), dos vol¨²menes narrativos de Richmal Crompton, brillantes cuentos de Isak Dinesen, Vernon Lee y Charlotte Rid?dell; suman un 30% del total. Si no han sido m¨¢s es porque la competencia se me ha adelantado. Lo que carece de sentido es que todo lo que hoy publican mujeres sea fant¨¢stico, como se aduce. Las habr¨¢ geniales y p¨¦simas, exactamente como ocurre con los varones. Pero hoy se insin¨²a que cuanto sale o sali¨® de ellas en el pasado es sublime. Lo cual, siento admitirlo, tiene un efecto contraproducente y lleva a desconfiar ¡ªen muchos casos injustamente¡ª de esos ditirambos y premios ¡°cantados¡±.
3) El origen de los autores. Si vienen de la ¡°Espa?a vac¨ªa¡± y tratan de sus desolados campos o aldeas; si son latinoamericanos; si son catalanes o vascos o gallegos y escriben en sus privativas lenguas; si se sabe que han sido pobres en la infancia; si son autores africanos o vienen de pa¨ªses con escasa tradici¨®n literaria (Finlandia, Vietnam o Trinidad); cuantos provienen de esos sitios gozan por principio de mucho favor cr¨ªtico y tienen altas probabilidades de alzarse con galardones. Cualquiera de cualquier lugar es capaz de escribir un portento. Pero estamos en lo mismo: no todos a priori.
4) La orientaci¨®n sexual de los autores. Si ¨¦sta es cualquiera salvo la heterosexual, tendr¨¢ las alabanzas f¨¢ciles. Tanto si dicha orientaci¨®n es el meollo de la pel¨ªcula o libro como si es la del autor o autora o ¡°autorx¡±, ignoro qu¨¦ ser¨ªa lo adecuado para Stallone si de pronto se sintiera mujer y le diera por la literatura.
5) Lo autobiogr¨¢fico. Si cuenta usted sus venturas y miserias (que a pocos importan, me temo), sea en versi¨®n memorias o diario o ¡°autoficci¨®n¡± variopinta (tanto da), ya tiene mucho ganado en la a menudo ama?ada loter¨ªa de los premios y las rese?as. Eso, obviamente, no empa?a las verdaderas obras maestras del g¨¦nero, desde los hermanos Goncourt a Pepys y el gran Montaigne.
No se me malinterprete: habr¨¢ obras magn¨ªficas con cualquiera de estos elementos, ingredientes, temas, orientaciones sexuales o procedencias. Pero no lo ser¨¢n en virtud de ellos. Hoy lo tendr¨ªan dif¨ªcil Flaubert, Balzac, Conrad, Faulkner, Henry James no digamos. Ford y Hawks y Lang y Lubitsch y Hitchcock y Wilder. Lo que hoy se ensalza raramente es literatura o cine, sino sus circunstancias extraliterarias y extracinematogr¨¢ficas, tal vez period¨ªsticas. Lo que yo crea o haga da igual, faltar¨ªa m¨¢s, pero entre todos han conseguido que ya no lea apenas cr¨ªticas ni preste atenci¨®n alguna a ning¨²n premio.
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