Contra las nebulosas contempor¨¢neas
Es indispensable que Trump quede en la memoria de las gentes como un atroz individuo, ladr¨®n y golpista
Todo va tan r¨¢pido, y hay tal necesidad de amnesia y de pasar en seguida a otra cosa, que se corre el riesgo de que las mayores felon¨ªas queden sepultadas. No por el paso del tiempo, como fue la norma, sino por impaciencia y porque los ciudadanos de este bobo siglo precisan de novedades continuas, como los ni?os hiperactivos. Pero hace solo mes y medio que culmin¨® uno de los m¨¢s grandes atropellos contempor¨¢neos, y lo grave es que no sucedi¨® en un pa¨ªs de escasa tradici¨®n democr¨¢tica, como Rep¨²blica Centroafricana o Birmania, Turkmenist¨¢n o Bielorrusia, sino en los Estados Unidos. Ha habido un impeachment en el que el envilecido Partido Republicano ha impedido la condena del acusado; y as¨ª los hechos empezar¨¢n a parecer nebulosos o ficticios, y esos hechos son inauditos.
M¨¢s all¨¢ de las legalidades a las que todos nos debemos y sometemos, para la percepci¨®n imparcial y sensata se trat¨® de lo siguiente: el perdedor de las elecciones, Trump, no solo se neg¨® a aceptar el resultado, sino que lo impugn¨®, sin base ni pruebas, de todas las maneras posibles. Una vez que los responsables de los recuentos y los tribunales a los que apel¨® le quitaran la raz¨®n y certificaran que no hab¨ªa habido trampa ni fraude en ning¨²n Estado y que sencillamente los n¨²meros favorec¨ªan a Biden, presion¨® con estilo mafioso para que se adulteraran las votaciones, de forma que lo proclamaran ganador a ¨¦l, y encima por ¡°landslide¡±, es decir, por arrasamiento. (No le bastaba verse vencedor, sino que, como megal¨®mano patol¨®gico, exig¨ªa serlo a lo grande, lo mismo que, al comienzo de su funesto mandato, exigi¨® que en su toma de posesi¨®n hubiera m¨¢s gent¨ªo que en la de Obama, contra lo que ve¨ªan todos los ojos; ah¨ª comenz¨® la negaci¨®n enfermiza de la realidad manifiesta, que tanto da?o ha causado). Lleg¨® a ordenar que le ¡°encontraran¡± 11.780 votos favorables en Georgia, justo los que necesitaba para adjudicarse ese territorio. Luego, incit¨® y areng¨® a la turba de energ¨²menos.
Trump hizo exactamente aquello de lo que acusaba a los dem¨®cratas: trat¨® de ¡°robar las elecciones¡±, y adem¨¢s sin esconderse. Como sus ac¨®litos m¨¢s serviles, Giuliani, Ted Cruz, Hawley y tantos otros cuyos nombres deben figurar ad aeternum con letras rojas de infamia. ?l y sus huestes buscaron lo que en espa?ol coloquial llamamos un pucherazo. Y, como no lo consiguieron, entonces optaron por un golpe de Estado, sin paliativos. El carnavalesco y escalofriante asalto del Capitolio fue la parte m¨¢s tr¨¢gica de la tentativa (cinco muertos, incluido un polic¨ªa que guardaba el edificio, asesinado a extintorazos). Pero ese golpe se inici¨® mucho antes, en el instante en que se dictamin¨® que Biden hab¨ªa triunfado. El ¨²nico precedente reciente, en pa¨ªses democr¨¢ticos, fue la obstinaci¨®n, hace a?os, de L¨®pez Obrador tras ser derrotado en M¨¦xico. Como ya he dicho que todo se olvida, pocos recuerdan que el actual presidente de ese pa¨ªs acamp¨® a sus masas durante incontables meses en la capital, resisti¨¦ndose a encajar lo que las urnas hab¨ªan decidido. Ese individuo ejerce ahora el poder, como lo ejerci¨® Ch¨¢vez en Venezuela tiempo despu¨¦s de haber protagonizado un golpe de Estado fallido, con militares. Nuestras sociedades son amn¨¦sicas o a¨²n peor: no condenan lo claramente condenable, lo merecedor de ostracismo. Ch¨¢vez, Obrador y Trump se parecen sobremanera, y es incongruente que quienes detestan al tercero veneren al primero. A los dos deber¨ªan dispensarles id¨¦ntica adoraci¨®n o repulsa.
Trump no ha sido sentenciado a inhabilitaci¨®n perpetua. A¨²n m¨¢s: dado que una buena porci¨®n de sus votantes est¨¢ de acuerdo con ¨¦l y secund¨® sus mentiras palmarias y su alta traici¨®n, puede que de aqu¨ª a poco sea visto como alguien que, ¡°total, no hizo nada¡±, del mismo modo que los l¨ªderes independentistas catalanes ¡°s¨®lo defendieron sus ideas¡± y ETA se limit¨® a ¡°matar un poco, equivocadamente¡±, y luego su padrino pol¨ªtico pas¨® a ser amigo del muy cristiano Junqueras y ¡°hombre de paz¡±. No ya seg¨²n sus feligreses, sino seg¨²n el Vicepresidente de nuestro Gobierno, a cuya ¨ªndole me refer¨ª hace una semana.
Nuestras sociedades est¨¢n perdiendo la capacidad de escandalizarse. Esa fue siempre la estrategia y el objetivo de los dictadores m¨¢s da?inos. Incurren en un desafuero tras otro, gradu¨¢ndolos; logran que la gente se acostumbre y ya no vea ni como anomal¨ªas lo que son aberraciones. Por extremo que sea el ejemplo, no hay ninguno tan di¨¢fano: si a los jud¨ªos alemanes se les prohibi¨® sentarse en los bancos de los parques y eso se digiri¨® sin pesta?ear (al fin y al cabo, no era gran cosa), no es de extra?ar que unos a?os m¨¢s tarde se los gaseara sin que los ciudadanos se inmutaran (o ¡°no se enteraran¡±, esa fue su incre¨ªble defensa). Cada felon¨ªa impune, o ni siquiera percibida como tal, es siempre la semilla para otras m¨¢s criminales. Independientemente del fallo del Senado americano, es indispensable que Trump quede en la memoria de las gentes como un atroz individuo, ladr¨®n y golpista. Y adem¨¢s no debe olvidarse que, como Obrador, Bolsonaro y Boris Johnson, con su empecinado desd¨¦n por el coronavirus y su guerra a las mascarillas, es tambi¨¦n corresponsable de medio mill¨®n de muertos, y el n¨²mero sigue aumentando, d¨ªa a d¨ªa.
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