Viena, el ¨¦xito del urbanismo feminista
A mediados del siglo pasado, un grupo de hombres de clase media y conductores definieron las bases urban¨ªsticas de las ciudades. Como respuesta surgi¨® el urbanismo feminista, modelo que pone a las personas en el centro. Viena lleva d¨¦cadas aplic¨¢ndolo y ahora es una de las ciudades m¨¢s agradables y verdes del mundo, tambi¨¦n una de las mejores para vivir
?Puede una calle ser machista? ?Un parque repeler a las adolescentes? ?El transporte p¨²blico inspirar inseguridad en las mujeres? La respuesta a todas estas preguntas es s¨ª. La clave: el urbanismo. ¡°Hablamos de ciudades pensadas en una ¨¦poca dominada por una visi¨®n cochecentrista y eminentemente masculina¡±, resume la ingeniera Eva Kail, especializada en urbanismo feminista. ¡°Las urbes actuales fueron pensadas por hombres para que otros hombres condujesen por ellas a su trabajo. Las calles s...
?Puede una calle ser machista? ?Un parque repeler a las adolescentes? ?El transporte p¨²blico inspirar inseguridad en las mujeres? La respuesta a todas estas preguntas es s¨ª. La clave: el urbanismo. ¡°Hablamos de ciudades pensadas en una ¨¦poca dominada por una visi¨®n cochecentrista y eminentemente masculina¡±, resume la ingeniera Eva Kail, especializada en urbanismo feminista. ¡°Las urbes actuales fueron pensadas por hombres para que otros hombres condujesen por ellas a su trabajo. Las calles se visualizaban como lugares de paso y no como espacios de uso y disfrute. Desde hace a?os, estamos intentando cambiar esas ideas¡±, incide la urbanista, que desde 1986 trabaja con el Ayuntamiento de Viena introduciendo el g¨¦nero en el planeamiento de la ciudad.
La regia capital se despereza ante la primavera. La temperatura roza los 30 grados, un calor inusual para primeros de mayo. Los vieneses ocupan las calles, se mueven en bici y toman el sol en las orillas del Danubio. Aunque bares, terrazas y restaurantes permanecen cerrados, la calle Mariahilfer es un hervidero de gente. Este agradable bulevar del siglo XIX, sin coches, acoge en sus fachadas un torrente de tiendas. En algunas de ellas, los clientes hacen cola: ¡°Hay un tres por dos en zapatillas¡±, cuenta un joven con una sonrisa tras pedir la vez. Acude con dos amigos para exprimir la oferta.
Hace una d¨¦cada, esta calle estaba dominada por veh¨ªculos, ruido y humo. A finales de 2013, el Ayuntamiento inici¨® un proyecto piloto que culmin¨® dos a?os despu¨¦s. La transitada carretera, con aparcamientos en ambos lados, se convirti¨® en un espacio pionero: una calzada de uso compartido de 1,6 kil¨®metros, la m¨¢s larga de Europa. Una zona eminentemente peatonal, donde viandantes y ciclistas gozan de prioridad; solo de vez en cuando se cruzan con alg¨²n veh¨ªculo: transporte p¨²blico, carga y descarga de mercanc¨ªas...
Vieneses y visitantes adoran Mariahilfer. ¡°No siempre contamos con ese nivel de aprobaci¨®n¡±, recuerda Maria Vassilakou, vicealcaldesa de la ciudad (pertenece a Die Gr¨¹nen, el partido verde) entre los a?os 2010 y 2019 y una de las impulsoras del proyecto. ¡°El proceso fue duro, gener¨® controversia; algunas personas solo quer¨ªan seguir conduciendo por la ciudad sin pensar en c¨®mo afectaba a los vecinos¡±, contin¨²a: ¡°La mayor¨ªa de la gente no era consciente de que se trataba de un proyecto de urbanismo feminista¡±.
La capital austriaca, con 1,9 millones de habitantes (2,6 con la corona metropolitana), es ideal para vivir. As¨ª lo constatan, a?o tras a?o, diversas listas que la colocan en cabeza en calidad de vida y entre las m¨¢s verdes del mundo. Para Kail, esos reconocimientos no son casuales: ¡°Es complicado evaluar el impacto de d¨¦cadas trabajando con perspectiva de g¨¦nero, pero sin duda ha tenido una gran influencia¡±.
El urbanismo y la movilidad se han autodefinido tradicionalmente como ¡°materias neutras¡±. Es decir, que dec¨ªan buscar la optimizaci¨®n del espacio p¨²blico, sin beneficiar o perjudicar a ning¨²n colectivo. ¡°El urbanismo no es neutral¡±, avisa Kail. ¡°Cuando fijaron las pautas de la movilidad, hace 30 a?os, al frente de la disciplina estaban hombres de clase media y conductores. Ellos crearon el relato¡±. Esa narraci¨®n masculina y urbana deriv¨® en una segregaci¨®n de la urbe. Mientras la calle y el espacio p¨²blico se asociaban al trabajo, a los coches y a lo mascu?lino; el hogar y la vida familiar quedaron vinculados a lo femenino. Las mujeres fueron alejadas de calles y avenidas marcadas por una sensaci¨®n de otredad. Esa percepci¨®n se traduc¨ªa bien en miedo, bien en incomodidad a la hora de recorrer las urbes.
Influenciada por las teor¨ªas de Jane Jacobs ¡ªpionera, autora del libro de referencia Muerte y vida de las grandes ciudades americanas, publicado en 1961, y antagonista del poderoso planificador jefe del Ayuntamiento de Nueva York, Robert Moses, defensor a ultranza del veh¨ªculo privado frente al transporte p¨²blico¡ª, Eva Kail se plante¨® introducir a las mujeres en las ciudades. Encontr¨® inspiraci¨®n en varias iniciativas alemanas. Finalmente, esboz¨® una l¨ªnea de investigaci¨®n: profundizar en las sensaciones que ten¨ªan las mujeres en el espacio p¨²blico y c¨®mo esta percepci¨®n marcaba su relaci¨®n con el mismo.
¡°Invitamos a ocho mujeres de diferentes edades y realidades a que explicasen c¨®mo percib¨ªan la calle. El objetivo final era realizar un an¨¢lisis pionero sobre la segregaci¨®n por g¨¦neros en Viena, utilizando datos de hombres y mujeres movi¨¦ndose por la ciudad¡±, explica la urbanista. Descubrieron que dos tercios de los viajes por ocio eran realizados por hombres. Tambi¨¦n, que estos eran adictos al coche, y que siete de cada diez recorridos a pie eran femeninos. Algunas de las conclusiones de esta investigaci¨®n derivaron en mantras, como el que afirma que peatonalizar es una manera de feminizar la ciudad.
El resultado de la investigaci¨®n de Kail se convirti¨® en una exposici¨®n: ?A qui¨¦n pertenece el espacio urbano? El d¨ªa a d¨ªa de las mujeres en la ciudad. Fue inaugurada en 1991. Dos a?os despu¨¦s, el Ayuntamiento vien¨¦s le encarg¨® que se pusiera al frente de la Frauen B¨¹ro (Oficina de la Mujer), organismo municipal de nueva creaci¨®n. Frauen Werk Stadt (FWS) fue el primer proyecto de la oficina, que contin¨²a funcionando en la actualidad. FWS, o ¡°la ciudad de las mujeres trabajadoras¡±, es un complejo de viviendas sociales a unos ocho kil¨®metros del centro de Viena. Adem¨¢s de tener en cuenta las opiniones de las mujeres en su dise?o, as¨ª como las de los vecinos, se plante¨® para que fuera proyectado y erigido solo por mujeres.
¡°Hubo escepticismo¡±, recuerda Kail. Y una pregunta repetida decenas de veces: ¡°?Por qu¨¦ solo mujeres?¡±. ¡°Decidimos que podr¨ªa ser interesante empoderar a arquitectas y urbanistas [representaban menos del 10% de los profesionales]¡±. El proyecto sali¨® adelante: ¡°Fue muy importante el apoyo pol¨ªtico. Viena tiene tradici¨®n de gobiernos socialdem¨®cratas y en el partido siempre ha habido una potente organizaci¨®n de mujeres¡±.
A la vez que urbanistas y arquitectos mostraban sus reparos hacia la idea, los ciudadanos celebraban la construcci¨®n de 350 viviendas p¨²blicas. ¡°Digamos que pusimos los criterios de la ciudadan¨ªa por delante¡±, ironiza Kail. ¡°Ciertas construcciones sociales han vinculado a la mujer con crianza, cuidados y mayores. Por eso, cuando planificamos, lo hacemos con una visi¨®n m¨¢s hol¨ªstica¡±, argumenta. Defiende que las ciudades deben pensarse de manera inclusiva, diversa, accesible o cercana: ¡°La ciudad de los 15 minutos es un concepto con or¨ªgenes en el urbanismo feminista. Ahora est¨¢ en la agenda¡±.
Las arquitectas Franziska Ullmann, Liselotte Peretti, Gisela Podreka y Elsa Prochazka desarrollaron FWS entre 1995 y 1997. Sus nombres aparecen rubricados a la entrada del sinuoso complejo, formado por varios bloques de edificios bajos, intercalados con espacios verdes, zonas de juego¡ Tambi¨¦n con balcones y ventanas que fomentan una percepci¨®n m¨¢s amable de la calle. Si alguien camina solo, es f¨¢cilmente visible por los vecinos; los ¡°eyes on the street¡± (ojos en la calle) de los que hablaba la periodista y experta en urbanismo Jacobs. ¡°La percepci¨®n que tenemos de la ciudad marca nuestra relaci¨®n con ella¡±, aclara Barbara Laa, investigadora del Instituto de Movilidad y Planeamiento de la Universidad T¨¦cnica de Viena. En esa percepci¨®n influye todo. La iluminaci¨®n, por ejemplo, modula la manera en la que vemos una calle: con mejor alumbrado, se mitiga el miedo a no ver a alguien escondido, listo para atacar. ¡°No desaparece el riesgo de ser v¨ªctima de un ataque, que es el mismo, sino que se matiza la percepci¨®n de ese espacio¡±, explica Laa.
El Alois Drasche Park es una de las m¨²ltiples y lustrosas zonas verdes de la capital. Se ubica en el distrito cuatro ¨Dla ciudad se gestiona de manera distrital¨D y posee una cuidada senda bot¨¢nica. Los ni?os corretean. Van de los codiciados columpios a una atiborrada casa en el ¨¢rbol. Mientras, un grupo de adolescentes se arremolina alrededor de una cancha deportiva. Esta fue una de las muchas ¨¢reas infantiles y juveniles en las que se actu¨® con perspectiva de g¨¦nero. Hace dos d¨¦cadas, el Ayuntamiento identific¨® un problema: las ni?as jugaban en el parque, pero al hacerse mayores dejaban de frecuentar la zona. Por un lado eran demasiado grandes para los columpios, por otro se sent¨ªan excluidas de las canchas deportivas, dedicadas mayoritariamente al f¨²tbol. ¡°Se hicieron modificaciones como incluir m¨¢s juegos o instalar gradas¡±, apunta Eva Kail, que particip¨® en la remodelaci¨®n del Alois Drasche Park. Con las mejoras y la ampliaci¨®n de los deportes disponibles (incluyendo canchas de b¨¢dmiton o voleibol), las chicas volvieron.
¡°Dise?ar una ciudad con perspectiva de g¨¦nero implica darse cuenta de que la ciudadan¨ªa es diversa y que sus necesidades tambi¨¦n lo son¡±, resume la exvicealcaldesa Vassilakou. Su experiencia tambi¨¦n le lleva a asociar la transformaci¨®n urbana con la controversia. Cuando plante¨® la reforma de Mariahilfer se encontr¨® con una f¨¦rrea oposici¨®n de comerciantes y conductores. Para intentar calmar los ¨¢nimos, el Ayuntamiento realiz¨® una consulta p¨²blica en la que votaron 33.000 vecinos. ¡°Recorrimos decenas de miles de casas explicando el proyecto¡±, recuerda. La peatonalizaci¨®n, con una inversi¨®n de 2,2 millones de euros y proyectada por el estudio B+B & orso.pitro, sali¨® adelante con un 53% de apoyo.
Tiempo despu¨¦s de inaugurarse la reforma de la v¨ªa, se realiz¨® otro sondeo: siete de cada diez residentes mostraron su satisfacci¨®n con el cambio en Mariahilfer. Adem¨¢s, cuatro de cada diez comercios mejoraron sus ventas; el resto dijo que se hab¨ªan mantenido igual. Cree que cuando se piensa en ciudad ¡°hay que fijar una visi¨®n¡±. Y le parece clave hablar con la gente, escucharla e implicarla. ¡°Pero tambi¨¦n discutir con ella y estudiar los argumentos de aquellos que est¨¢n en contra: te dan pistas sobre c¨®mo animarlos a aceptar los cambios¡±, agrega. Y avisa: ¡°Una minor¨ªa convencida no cambia una ciudad. La transformaci¨®n no es un camino recto; es una senda sinuosa, un zigzag¡±.
Siguiendo esa senda de transformaci¨®n y vanguardia, en Viena aparece otro proyecto: Aspern, un enorme barrio residencial a 14 kil¨®metros del centro que se habit¨® en 2014 y que culminar¨¢ su construcci¨®n en 2028. Un barrio, de los m¨¢s grandes de Europa ¡ªaspira a alcanzar las 20.000 viviendas y otras tantas oficinas¡ª, que tambi¨¦n se define como un laboratorio urbano. ¡°Apuesta por la proximidad; tiene plan propio de movilidad; el metro lleg¨® antes que los habitantes para crear patrones sostenibles; y es feminista¡±, resume Ingrid Sp?rk, del equipo Wien 3420 Aspern Development AG, desarrolladores del proyecto.
Todas las calles de la zona tienen nombre de mujer ¡ª?el paseo de Janis Joplin, la plaza de Hannah Arendt o el parque de Pippi Calzaslargas¡ª y pivotan alrededor de un l¨ªmpido lago apto para el ba?o que en lo meses de m¨¢s calor es muy frecuentado para darse un chapuz¨®n. El a?o pasado, una de la plazas de este ensanche, la dedicada a la fil¨®sofa alemana Arendt, fue reconocida como un modelo de uso no comercial del espacio p¨²blico. Estos ambientes son la se?a de identidad del barrio, ya que a ellos se destina la mitad de la superficie de este desarrollo urban¨ªstico.
¡°En Viena solo el 8% de las calles dedicadas a personajes llevan nombre de mujer¡±, apunta Katja Schechtner, urbanista, investigadora (colaboradora de la OCDE o del MIT) y ¡°n¨®mada urbana¡±. Junto a su colega Wojciech Czaja, arquitecto y periodista, acaba de inaugurar en el barrio la muestra Frauen Bauen Stadt: The City Through a Female Lens (Mujeres construyendo ciudad: la urbe a trav¨¦s de una mirada femenina). ¡°Aunque ahora las mujeres est¨¢n presentes, siguen invisibilizadas pues no siempre aparecen rese?adas en los grandes proyectos¡±, explica Schechtner.
La exposici¨®n, al aire libre, habla de 18 mujeres: Lina Bo Bardi, Elizabeth Diller, Zaha Hadid o Silja Tillner, as¨ª como de algunos de los proyectos en los que han estado involucradas. ¡°Las mayores diferencias entre el urbanismo masculino y el femenino es el uso del espacio p¨²blico¡±, resumen los comisarios. Opinan que en el pasado la movilidad era m¨¢s simple: de casa al trabajo y vuelta. ¡°En el siglo XXI los patrones son m¨¢s complejos: multiviajes, multimodales¡ Se parecen m¨¢s a los movimientos que han realizado las mujeres¡±, inciden en su reivindicaci¨®n del urbanismo feminista.
¡°El planteamiento [de urbanismo feminista] ha evolucionado hacia un urbanismo de la diversidad¡±, opina Maria Vassilakou. Se refiere a pensar ciudades para personas de ocho y de 80 a?os; con movilidad activa y reducida; con zonas verdes, sombra y agua; para personas de diferentes g¨¦neros, razas, identidades... ¡°Apostar por un urbanismo centrado en la gente¡±, prosigue Vassilakou. ¡°La pandemia ha evidenciado que ahora es m¨¢s relevante que nunca¡±.