La nueva tranquilidad urbana
Se trata de disfrutar las ciudades y no solo de sobrevivir en ellas. Y para conseguirlo es necesaria una arquitectura que suponga el di¨¢logo con otras muchas disciplinas. Estos son algunos de los grandes problemas de las metr¨®polis de hoy y algunas propuestas de ec¨®logos, psiquiatras, soci¨®logos, m¨¦dicos y arquitectos para solucionarlos y vivir mejor.
¡°Hay m¨¢s riesgo de desarrollar enfermedades como la esquizofrenia en las ciudades que en lugares con naturaleza y tranquilidad¡±. Habla Celso Arango, el psiquiatra responsable de Salud Mental en el Hospital Gregorio Mara?¨®n de Madrid. Y argumenta preguntando: ¡°?Una persona con discapacidad intelectual vivir¨¢ mejor en una ciudad ruidosa y competitiva o donde la gente va sin prisa y no hay tantos coches que puedan atropellarla?¡±. La tranquilidad para el doctor Arango tiene que ver con la costumbre: ¡°Cuando una persona est¨¢ enferma es importante que sufra pocas sorpresas. Y eso suele suceder en lugares peque?os¡±. Arango, que preside la Sociedad Espa?ola de Psiquiatr¨ªa, habla de lugares que mejoran enfermedades mentales, pero, con id¨¦nticos atributos, podr¨ªa estar describiendo la llamada ciudad de los 15 minutos, el barrio de toda la vida: bien dotado con centros de salud, jardines, colegios, bibliotecas y comercios. Un lugar en el que todo queda cerca y por el que es obligatorio moverse despacio.
Despacio, esa es la nueva clave y el otro n¨²mero con el que se dibujan las urbes del futuro: en la ciudad 30, los coches tienen prohibido circular a m¨¢s de 30 kil¨®metros por hora. Bilbao acaba de ganar el premio de la Uni¨®n Europea a la movilidad porque en el 100% de sus calles est¨¢ prohibido conducir a m¨¢s de esa velocidad. ¡°Hacerlo reduce los decibelios a la mitad, rebaja la contaminaci¨®n y hace que un atropello no sea mortal¡±, explica el concejal de Movilidad, Alfonso Gil Invern¨®n. Esa nueva tranquilidad se da en las ciudades que el psiquiatra mallorqu¨ªn cataloga como sanas: lugares con menos tr¨¢fico, menos ruido y mayor cercan¨ªa con la naturaleza. ¡°Esos factores ayudan a disminuir el riesgo de trastornos mentales¡±. El ejemplo de Bilbao se extiende a todas las ciudades. Hace unos d¨ªas entr¨® en vigor la norma estatal por la que en hasta el 70% de las calles no se podr¨¢ circular a m¨¢s de 30 kil¨®metros por hora.
¡°Ahora hay una ciudad a la que le gustar¨ªa ser campo y un campo que quiere ser ciudad¡±, opina el arquitecto Joan Roig. ?l y su socio Enric Batlle dirigen en Barcelona, desde hace 40 a?os, uno de los mayores estudios de arquitectura de Espa?a, con 80 empleados. ?Su especialidad? Reconectar con la naturaleza que rodea las urbes. La transformaci¨®n que realizaron con Teresa Gal¨ª-Izard de un vertedero convertido en un parque natural en El Garraf dio la vuelta al mundo.
Despacio, esa es la clave y el n¨²mero con el que se dibujan las urbes del futuro: en la ciudad 30, los coches no pueden circular a m¨¢s de esa velocidad
Hist¨®ricamente, las urbes se definieron por oposici¨®n al campo y, por extensi¨®n, por oposici¨®n a la naturaleza. ¡°El campo era la esclavitud, la inseguridad, y la ciudad era la libertad, el trabajo para uno mismo y la artesan¨ªa. Ahora la ciudad tiene problemas de contaminaci¨®n, de corrupci¨®n y de malvivir, y el campo, supertecnificado, funciona como un reloj¡±, explica Roig.
?C¨®mo recuperar una buena vida urbana? El doctor Arango razona que para estar sano es fundamental descansar. Y descansar es evadirse de aquello que uno hace habitualmente para sobrevivir. ¡°Cuando uno encuentra un tiempo y un espacio para hacer actividades no obligatorias que rompen la monoton¨ªa, est¨¢ descansando¡±. El psiquiatra aclara que ese descanso no solo tiene que ver con la naturaleza. ¡°Uno descansa cuando va al cine o a un concierto. Cuantos menos factores haya que le recuerden sus obligaciones, mejor es el descanso. Por eso la monta?a o el mar nos cambian: porque todo es nuevo, la separaci¨®n es f¨ªsica y mental¡±. El descanso f¨ªsico puede darse en casa; para el ps¨ªquico, es importante salir de casa. Y salir de uno mismo.
Por eso Arango constata la relaci¨®n entre estr¨¦s y ciudad: la propia organizaci¨®n de las urbes lo fomenta. La arquitecta Izaskun Chinchilla apunta que las ciudades, ¡°en general, est¨¢n pensadas por y para varones en edad laboral que tienen veh¨ªculo privado y pertenecen a la cultura y raza local¡±. Lo cuenta en su nuevo libro La ciudad de los cuidados (Catarata), donde se pregunta por qu¨¦ existen normas para repartir mercanc¨ªa o abrir comercios y no est¨¢n regulados ¡ªni debatidos¡ª derechos como poder beber agua gratuita en el espacio p¨²blico, divertirse sin correr riesgos o sestear en un banco. ¡°Nuestras normativas permiten dejar los veh¨ªculos aparcados en las calles, pero no los sof¨¢s o los juguetes¡±. Eso, que damos por hecho, define las prioridades de las urbes: el espacio para los coches. Y las consecuencias: la contaminaci¨®n atmosf¨¦rica y ac¨²stica y el sobrecalentamiento de las calles.
Para dejar espacio para el descanso, Arango habla de ciudades extendidas. Lo contrario a la densidad que defienden casi todos los urbanistas por sostenible y rentable con el uso del tiempo, el espacio y los recursos energ¨¦ticos. ¡°Entre las aglomeraciones de rascacielos la gente casi no ve lo que le rodea. No tiene tiempo de pararse a hablar, mirar o saludar¡±, comenta. Tambi¨¦n en el estudio Batlle i Roig, apuestan por extender la ciudad. ¡°No es que apostemos, es que est¨¢ hecho¡±, explica Enric Batlle. ¡°Girona acabar¨¢ siendo un barrio de Barcelona. Los desplazamientos en Ave equiparar¨¢n las distancias que antes hab¨ªa entre las partes de una misma ciudad¡±. Batlle y su socio hablan de una ciudad de ciudades relacionadas por transporte p¨²blico. ¡°Es ah¨ª, en los intersticios entre las urbes, donde cabe la naturaleza. Y mucha: los ciudadanos prefieren pasear por bosques como la Casa de Campo o el Bois de Boulogne que estar en un parquecito rodeados de contaminaci¨®n¡±.
La arquitecta Izaskun Chinchilla, sin embargo, defiende tambi¨¦n lo peque?o. Habla de integrar ¨¢reas de naturaleza en zonas de trabajo ¡°facilitando el juego y la posibilidad de compartir actividades intergeneracionales¡±. Defiende las calles sin aceras, ¡°donde el conductor se sienta invasor¡±, y anima a que el mobiliario urbano no quede anclado en el suelo, como sucede en parques de Par¨ªs. Y habla de disminuir la presi¨®n inmobiliaria para que quede espacio natural.
¡°Nuestras normativas permiten dejar los veh¨ªculos en las calles, pero no los sof¨¢s o los juguetes¡±La arquitecta Izaskun Chinchilla
El m¨¦dico y alcalde de Pontevedra, Miguel Anxo Fern¨¢ndez Lores, tiene claro qu¨¦ hay que hacer para sanear una ciudad: librarse de los coches. ?l lo hizo en la que gestiona desde hace 22 a?os. En su primer mes como regidor peatonaliz¨® el centro hist¨®rico. ¡°Era inhabitable, un almac¨¦n de coches. Ten¨ªamos m¨¢s por kil¨®metro cuadrado que el centro de Londres. Viv¨ªamos en un atasco¡±. Desde el Bloque Nacionalista Galego, ha encadenado triunfos en las elecciones. Y la poblaci¨®n de Pontevedra, que entonces hu¨ªa del centro, ha aumentado.
Los coches que definieron el ancho de las calles, la naturaleza del asfalto y el espacio p¨²blico en la ciudad del siglo XX se quedan fuera de la urbe extendida que describen Batlle y Roig. ¡°Hemos de aceptar la realidad: la urbanizaci¨®n sin l¨ªmites ya existe y no se va a ir. Su gran ventaja es el intersticio. Ah¨ª se cuela la naturaleza¡±.
Batlle explica que Barcelona no cuenta entre sus espacios p¨²blicos ni la sierra de Collserola ni las playas. Y sostiene que la utilidad de esa naturaleza para renaturalizar la ciudad depende de la conexi¨®n entre ambas. ¡°Se trata de superar barreras ¡ªautov¨ªas o autopistas¡ª para llegar al intersticio que, en el ¨¢rea metropolitana de Barcelona, es el 60% del terreno. Ah¨ª est¨¢ la naturaleza¡±. Conectarla con la ciudad es lo que hacen proyectos suyos como el camino de Montcada o el paseo junto al r¨ªo Llobregat. ¡°Los espacios de comunicaci¨®n vinculados a un ecosistema son aplaudidos por los ciudadanos: las m¨¢rgenes del Sena en Par¨ªs, las orillas de la r¨ªa en Bilbao, Madrid R¨ªo¡ La ciudad no puede ser lo contrario de la naturaleza¡±.
La transformaci¨®n del espacio p¨²blico en un espacio m¨¢s natural est¨¢ en proceso. Y el agua podr¨ªa indicar el camino. Roig explica que en Espa?a la lluvia desagua en el mar: ?por qu¨¦ no aprovecharla para regar los alcorques? ¡°Un gran problema de la ciudad es la falta de agua. Alimentar su nivel fre¨¢tico es revitalizarla. Y eso se hace permeabilizando el pavimento¡±, indica Batlle. El agua que llega hasta el subsuelo define tambi¨¦n la calidad del ox¨ªgeno de una ciudad. ¡°No se trata tanto de plantar ¨¢rboles como de mejorar la salud de la masa arb¨®rea para que el ox¨ªgeno mejore su calidad¡±.
?Hay ¨¢rboles mejores y peores para las calles? ¡°En Barcelona ya no funcionan los tilos, que plant¨® mi abuelo. Se pon¨ªan porque eran los ¨¢rboles de Par¨ªs. Pero el cambio clim¨¢tico ha racionalizado eso¡±, indica Batlle. ¡°Ahora vivimos en un clima casi subtropical y la tipuana crece maravillosamente¡±. Opina que el mejor es el mejor plantado. ¡°Cuando uno no crece, o est¨¢ mal plantado o el alcorque lo ahoga¡±. Ambos arquitectos arremeten contra los alcorques de dise?o que perjudican el crecimiento de los ¨¢rboles.
Fue el convencimiento de la conexi¨®n entre ciudad y salud lo que llev¨® a Miguel Anxo Fern¨¢ndez Lores a gobernar su ciudad. Durante 20 a?os fue m¨¦dico de familia. ¡°Pol¨ªtico, lo fui siempre: soy fruto del progreso social¡±, dice. Su infancia le dio las claves: ¡°Mi colegio estaba a kil¨®metro y medio de casa. Mi padre no ten¨ªa ni coche ni bicicleta. ?bamos andando¡±. ¡°Como m¨¦dico, atenci¨®n primaria es prevenci¨®n y se prev¨¦ inculcando h¨¢bitos saludables. Un alcalde tiene m¨¢s posibilidades de infundir esos h¨¢bitos a la ciudadan¨ªa si peatonaliza las calles y obliga a caminar. Hay que ser dr¨¢stico para que la gente camine m¨¢s¡±.
?l lo fue. Corr¨ªa 1999 cuando les cerr¨® la puerta del centro. ¡°Me sentaba en la puerta del Concello y ve¨ªa pasar un 127 amarillo cada 15 minutos. Buscaba un hueco, perd¨ªa su tiempo, hac¨ªa ruido y contaminaba la ciudad de todos¡±. La ausencia de coches mejora cardiopat¨ªas, el o¨ªdo, los nervios y hasta las pieles. ¡°Todos los d¨ªas tenemos un aire dentro de los par¨¢metros marcados por la OMS (Organizaci¨®n Mundial de la Salud), no los de la CE (Comisi¨®n Europea) ¡ªque son menos exigentes¡ª. En cifras: 70% menos de tr¨¢fico y 67% menos de CO2¡±. Cuenta que abre la ventana y escucha c¨®mo la gente habla: ¡°Tenemos vida de pueblo en la ciudad¡±, la ciudad que cura que describ¨ªa antes el doctor Arango.
Fue el convencimiento de la conexi¨®n entre la ciudad y la salud lo que llev¨® al m¨¦dico de familia Fern¨¢ndez Lores a ser alcalde de Pontevedra
Tambi¨¦n Bilbao quiere tranquilidad de pueblo. Su concejal de Movilidad, Alfonso Gil Invern¨®n, explica que las urbes mutaron antes de la covid. ¡°Hace 30 a?os, los planes de movilidad hac¨ªan espacio para el coche. Desde 2000 se cuestiona¡±. Cuenta que los seis grupos de su Ayuntamiento ¡ªizquierda, derecha; nacionalismo y no nacionalismo¡ª se pusieron de acuerdo en 2015 para firmar un plan que diera prioridad al peat¨®n. ¡°Todo lo que produce la combusti¨®n de la gasolina es nocivo. Los publica la OMS. Est¨¢ al alcance de quien quiera leerlo. Invern¨®n cita al profesor Julio D¨ªaz, de la Universidad Carlos III: ¡°El ruido del tr¨¢fico mata. Genera cardiopat¨ªas y acelera enfermedades como el alzh¨¦imer porque no permite el descanso¡±. Descanso de nuevo. Volvemos a la reclamaci¨®n del psiquiatra Celso Arango.
En junio de 2018 el 87% de las calles de Bilbao ya obligaban a moverse a un m¨¢ximo de 30 kil¨®metros por hora. Hoy esa es la velocidad de toda la ciudad. Por eso han recibido un premio de la Uni¨®n Europea. ¡°El ruido ha bajado dos decibelios. La revoluci¨®n est¨¢ en marcha. Es silenciosa, pero el ciudadano ya no va a tragar ruido, humo y siniestros¡±. Gil Invern¨®n se mueve por Bilbao en bicicleta el¨¦ctrica. ¡°Tenemos el sistema p¨²blico de bicicletas con m¨¢s usos de Europa. De 320.000 en 2018 hemos pasado a 1.741.000 usos por a?o¡±. Defiende que la velocidad en la ciudad es un pacto: ¡°Que yo tarde cinco minutos m¨¢s en llegar significa que la vecina de la avenida de Zumalac¨¢rregui puede abrir la ventana sin que la casa se le llene de poluci¨®n y ruido¡±.
Una movilidad m¨¢s lenta y limpia redibuja las ciudades. Pero, ?qu¨¦ arquitectura las construye? La historia del centro de salud de Lodosa, en Navarra, es paradigm¨¢tica. Supone una autocorrecci¨®n por parte del estudio Varquitectos para lograr ¡ªtras haber ganado el concurso para construirlo hace una d¨¦cada¡ª adaptarlo a lo que hoy obliga la ley: que los nuevos edificios acumulen casi toda la energ¨ªa que consumen. Mejorando el aislamiento, el soleamiento, la ventilaci¨®n y la iluminaci¨®n natural, los proyectistas no solo levantaron un inmueble pasivo, consiguieron aumentar dr¨¢sticamente la sostenibilidad constructiva. ¡°Al construir de manera tradicional ¡ªcon hormig¨®n, acero o ladrillo¡ª, una casa de 50 viviendas emite unas 7.000 toneladas de CO2, el equivalente a las emisiones de 7.000 coches circulando durante un a?o¡±, explica Sara Vel¨¢zquez. Eso sucede antes de estrenar el edificio. ¡°Las emisiones de uso est¨¢n reguladas por ley, pero no las de la construcci¨®n¡±, subraya Vel¨¢zquez, que levant¨® con su estudio, en Bilbao, el primer bloque de viviendas sociales bajo el est¨¢ndar de passivhaus (casa pasiva) de Espa?a.
Peris+Toral Arquitectes, de Barcelona, ha concluido la construcci¨®n de 85 viviendas sociales revolucionarias en Cornell¨¤, a las afueras de Barcelona. Levantadas con estructura de madera apoyada en una planta baja de hormig¨®n, aprovechan cada cent¨ªmetro de la casa. El espacio no se desperdicia en los pasillos, pero es posible tener intimidad. ?C¨®mo lo han hecho? Aumentando la porosidad: hay m¨¢s puertas para interconectar las estancias y poder cambiar el funcionamiento y los recorridos por la casa. ¡°Se trata de eliminar los espacios estancos para que la casa sea m¨¢s permeable al aire, la mirada y el paso. No se pueden agrandar las casas, pero s¨ª desjerarquizar, hacer que todas las estancias puedan cambiar de uso¡±, explican. Defienden que, en un piso urbano, lo fundamental son los espacios intermedios que permiten habitar al aire libre y mezclar la intimidad de lo propio con la compa?¨ªa comunitaria.
Vel¨¢zquez cree que el paso definitivo se dar¨¢ cuando aprendamos a capitalizar el ahorro energ¨¦tico: ¡°Igual que antes de pedir la hipoteca calculamos cu¨¢nto dinero terminaremos pagando al banco, nos acostumbraremos a valorar cu¨¢nto ahorrar¨¢ una casa pasiva respecto a una con calificaci¨®n D, y ya nadie querr¨¢ casas que no sean de consumo casi nulo¡±. Es un camino sin retorno: construir en clave de consumo casi nulo es obligatorio desde el final de 2020.
La reforma de los edificios existentes es el gran reto de la arquitectura europea. ¡°Pero ojo con reparar en lugar de planificar lo nuevo: aislar es barato, pero no aislar bien de entrada encarece una obra entre 3 y 10 veces. Cerrados los falsos techos y con todo pintado, decidir aislar supone rehacer acabados, desmontar y volver a montar instalaciones. El coste de no construir bien se multiplica¡±.
Para que la arquitectura contribuya a la nueva tranquilidad urbana, Vel¨¢zquez cree necesaria una acci¨®n conjunta de lo p¨²blico y lo privado. Los propietarios tienen que tomar la iniciativa de aislar para ahorrar energ¨ªa, pero la administraci¨®n debe asesorar sobre las subvenciones que existen. En Pamplona, el proyecto de rehabilitaci¨®n Efidistrict, en el barrio de vivienda social de la Txantrea, logr¨® el consenso de los vecinos. Con el Fondo Europeo de Desarrollo Regional (Feder) se est¨¢n rehabilitando energ¨¦ticamente 1.116 viviendas. Los vecinos acordaron reformar tambi¨¦n una calefacci¨®n de distrito de los a?os sesenta que abastece a 2.000 pisos y a ocho edificios p¨²blicos. ?El resultado? La gente joven vuelve a querer vivir en este barrio que se estaba vaciando.
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