Qu¨¦ apariencia tendr¨ªa una ciudad feminista
Las figuras de los sem¨¢foros son solo el comienzo. Bombay ha cambiado las tradicionales siluetas masculinas de cientos de ellos por otras de mujeres. Y crecen estas iniciativas en otras ciudades, un peque?o paso en el camino hacia urbes m¨¢s igualitarias
En India, los hombrecillos de los sem¨¢foros han experimentado un cambio de sexo. De repente, buena parte de las figuras que saludan a los habitantes de Bombay desde los pasos de cebra de las calles llevan falda. La metr¨®poli es la primera ciudad india que ha sustituido las siluetas masculinas por otras femeninas en, de momento, 240 de estos sistemas de se?alizaci¨®n.
If you¡¯ve passed by Dadar, you¡¯d see something that will make you feel proud. @mybmcWardGN is ensuring gender equality with a simple idea- the signals now have women too! pic.twitter.com/8X0vJR8hvQ
— Aaditya Thackeray (@AUThackeray) August 1, 2020
Se trata de un peque?o paso para fomentar la igualdad entre sexos, un gesto que indica que el espacio pertenece a todos, incluidas las ni?as y las mujeres, que a menudo tienen la sensaci¨®n de ser un objeto, una presa f¨¢cil en la jungla urbana.
Elsa Marie D'Silva tambi¨¦n creci¨® con las miradas, las manos ¨¢vidas y la inseguridad que forman parte de la cotidianeidad de las mujeres en este pa¨ªs [considerado el pa¨ªs m¨¢s peligroso del mundo por la violencia de g¨¦nero en repetidas ocasiones]. "Cuando eres una chica joven o una mujer, te miran insistentemente. En los espacios o en los autobuses llenos tienes miedo de que los hombres te toquen, y cuando caminas por la calle, hacen comentarios sobre ti todo el tiempo", denuncia la fundadora de la Fundaci¨®n Red Dot que lucha contra la violencia sexual.
D?Silva, de 46 a?os considera que la campa?a de las figuras en los sem¨¢foros es una buena se?al: "Representa un avance importante, porque no se habla lo suficiente de nosotras. No vemos suficientes s¨ªmbolos de mujeres que inspiren valor".
En las ciudades de India, las mujeres desempe?an un papel secundario. Por ejemplo, hay pocas calles, edificios o monumentos que lleven el nombre de alguna destacada. "Las figuras de los sem¨¢foros", afirma, "representan a los habitantes de la ciudad de manera igualitaria y pueden lograr que aumente la sensibilidad, pero no bastan para que las mujeres se sientan a gusto y seguras en los espacios p¨²blicos".
Hecha por y para hombres
La seguridad que se siente en una ciudad o en un barrio suele estar estrechamente relacionada con aspectos b¨¢sicos como la estructura urbana o el sistema de transporte. Sin embargo, en opini¨®n de Leslie Kern, autora de Feminist City (ciudad feminista), las ciudades de todo el mundo han sido hechas exclusivamente por y para hombres. "Las experiencias de las mujeres en la vida urbana y sus necesidades espec¨ªficas siempre se han contemplado a posteriori. La raz¨®n es que la mayor¨ªa de los urbanistas y los pol¨ªticos eran y siguen siendo hombres, y no tienen las mismas experiencias que las mujeres", reflexiona Kern, profesora e investigadora de Geograf¨ªa, Medio Ambiente y Estudios sobre la Mujer y de G¨¦nero de la universidad canadiense Mount Allison.
Muchos hombres no pueden imaginar lo que se siente al ser acosada en cualquier momento, tener que apretujarse en el autob¨²s estando embarazada, o coordinar el cuidado de los hijos, con las compras y el trabajo. La divisi¨®n de la ciudad en zonas residenciales, comerciales, de oficinas o industriales pasa por alto el d¨ªa a d¨ªa de las mujeres, que por lo general estan obligadas a compaginar su profesi¨®n con otras tareas, como el cuidado de los hijos, y con frecuencia deben recorrer grandes distancias entre su casa, el jard¨ªn de infancia, el parque, el colegio, los proveedores de servicios (como el m¨¦dico) y su lugar de trabajo...
Adem¨¢s, ellas dependen m¨¢s del transporte p¨²blico que los hombres. Sin embargo, rara vez este medio las lleva directamente de un lugar a otro, lo cual no solo supone tiempo, sino que tambi¨¦n afecta a la seguridad de las viajeras. Las ciudades suelen invertir m¨¢s en construir v¨ªas c¨¦ntricas que en calles peatonales y sistemas de transporte p¨²blico.
Si bien algunas infraestructuras, como los pasos subterr¨¢neos, pueden facilitar el flujo del tr¨¢fico, para las mujeres estos t¨²neles ocultos son desagradables, y en caso de agresi¨®n sexual se convierten en una ratonera. Adem¨¢s, sin ascensores o escaleras mec¨¢nicas, son una barrera para las madres con cochecitos de ni?o.
Cuenta Kern que, cuando viv¨ªa en Londres y se qued¨® embarazada de su hija, de la noche a la ma?ana todo se convirti¨® en una carrera de obst¨¢culos. "De repente parec¨ªa que la ciudad me estuviese diciendo que yo no pertenec¨ªa a ella", recuerda. "Ya no cab¨ªa en el transporte p¨²blico con el cochecito de beb¨¦ ni pod¨ªa moverme f¨¢cilmente por la calle, y la gente me miraba como si no se me hubiese perdido nada en el espacio p¨²blico".
La falta de ascensores y escaleras mec¨¢nicas, as¨ª como los escalones, las escaleras con giros demasiado bruscos, las puertas giratorias, las cuestas muy empinadas, las curvas cerradas, los aseos p¨²blicos demasiado peque?os, las plazas o las v¨ªas estrechas por las que circula un gran n¨²mero de personas y en las que no queda sitio para los carritos de ni?o dificultan el tr¨¢nsito de las madres por la ciudad.
La ciudad feminista
?C¨®mo deber¨ªa ser, entonces, una ciudad justa? "El urbanismo feminista ser¨ªa aquel que reconociese y remunerase los cuidados no pagados, y en el que las necesidades de las mujeres se tomasen en consideraci¨®n tanto en el dise?o como en las decisiones presupuestarias", aclara Kern. Las ciudades que incorporan la perspectiva de g¨¦nero tienen en cuenta el efecto de cualquier proyecto sobre las circunstancias de la vida de las mujeres y de los hombres. Por igual. Esto incluye, por ejemplo, preguntar a las mujeres qu¨¦ necesitan y qu¨¦ quieren antes de ejecutar una obra.
Seg¨²n Kern, habr¨ªa que modificar y ampliar los sistemas de transporte p¨²blico y crear m¨¢s opciones de vivienda que incluyan alternativas a la familia nuclear tradicional. La co-vivienda, en la que varias familias monoparentales y nucleares viven en comunidad y comparten espacios colectivos turn¨¢ndose en la cocina, el cuidado de los ni?os y otras tareas dom¨¦sticas, ofrecen una posibilidad para aligerar la carga femenina.
De momento, la ciudad feminista es una utop¨ªa, pero muchos centros urbanos de todo el mundo est¨¢n experimentando con peque?as intervenciones, como ba?os para mujeres sin techo, equipos m¨®viles contra la violencia de g¨¦nero o incluso esta de Bombay y otras, con figuras femeninas en los sem¨¢foros. "El paso hacia la ciudad feminista no vendr¨¢ sencillamente de arriba, de los urbanistas y los pol¨ªticos", piensa Kern. A menudo son las mujeres, as¨ª como las organizaciones ciudadanas, las que impulsan estos cambios con sus iniciativas.
Lugares peligrosos
En el marco del proyecto Safer Cities for Girls (ciudades m¨¢s seguras para las ni?as), la ONG de ayuda a la infancia Plan Internacional hizo una encuesta a ni?as y mujeres de grandes ciudades como Delhi, El Cairo, Hanoi, Kampala o Lima pregunt¨¢ndoles sobre sus experiencias con el acoso sexual, la discriminaci¨®n y la violencia, y recogi¨® ideas para hacer las ciudades m¨¢s seguras.
En las llamadas marchas por la seguridad, las j¨®venes recorrieron las calles de su barrio e hicieron fotograf¨ªas de los lugares peligrosos y los puntos problem¨¢ticos, como la falta de alumbrado o los aseos p¨²blicos que no se pueden cerrar, y los se?alaron en mapas digitales. La documentaci¨®n digital tiene como fin contribuir a sensibilizar a la poblaci¨®n, pero tambi¨¦n exigir cambios concretos a la polic¨ªa, el ayuntamiento o los gobiernos.
En los ¨²ltimos meses, la organizaci¨®n ha pedido a las ni?as y las mujeres de las grandes ciudades alemanas que compartan sus experiencias. En el mapa de Ciudades Seguras, las participantes han marcado, por ejemplo, carriles para ciclistas o paradas no iluminados, o puntos de encuentro de "grupos de hombres sospechosos" que merodean cerca de los bancos, en las plazas p¨²blicas o en las estaciones de metro.
Seg¨²n Elsa Marie D'Silva, en India tambi¨¦n ser¨ªa importante redise?ar el transporte p¨²blico para que sea m¨¢s seguro para las mujeres. En los trenes y los autobuses ya hay asientos y compartimentos especiales para ellas, pero la activista denuncia que "fuera de esos espacios segregados nadie garantiza tu seguridad".
A finales de 2012, varios hombres violaron brutalmente a una joven en Nueva Delhi. La v¨ªctima muri¨® a causa de las heridas. El caso desencaden¨® un debate nacional sobre la violencia sexual. D'Silva tambi¨¦n quiso hacer algo y fund¨® con unas amigas la plataforma de microfinanciaci¨®n Safecity con el objetivo de documentar y denunciar el alcance de las agresiones sexuales. Desde entonces, numerosas chicas y mujeres han aportado m¨¢s de 13.000 historias que incluyen desde los comentarios de contenido sexual hasta las violaciones.
Cuando los datos indican un punto conflictivo, D'Silva, su equipo y las afectadas se re¨²nen con las autoridades, las empresas de transporte, la polic¨ªa y los habitantes de la zona e intentan encontrar soluciones entre todos. Por ejemplo, se han organizado sesiones en las que las j¨®venes han pintado murales en los aseos p¨²blicos, las calles o los colegios donde ha habido casos reiterados de acoso.
El a?o pasado, la fundaci¨®n organiz¨® miles de talleres en los que mujeres y hombres j¨®venes hablaron de experiencias dolorosas. Adem¨¢s, los chicos aprendieron que el acoso no es una diversi¨®n, y que deben adoptar una postura activa contra la violencia sexual. Y es que los cambios f¨ªsicos por s¨ª solos no bastan para crear una ciudad en la que las ni?as y las mujeres se sientan m¨¢s seguras.
Este reportaje fue publicado originalmente en alem¨¢n en la secci¨®n Globale Gesellschaft de Der Spiegel.
Puedes seguir a PLANETA FUTURO en Twitter y Facebook e Instagram, y suscribirte aqu¨ª a nuestra newsletter.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.