La prioridad es reducir el sufrimiento
?Para qu¨¦ sirve definir la violencia de g¨¦nero? Para intentar solucionar las causas de una agresividad brutal y repetitiva
Yo vi a Ana Orantes en televisi¨®n en 1997. No en directo, sino despu¨¦s, cuando repitieron y repitieron la entrevista. Treinta y cinco minutos detallando el infierno. Durante 40 a?os padeci¨® espeluznantes malos tratos por parte de su marido, un ser abyecto llamado Jos¨¦ Parejo; hubo abusos f¨ªsicos y psicol¨®gicos contra ella y sus ocho hijos; agresiones sexuales a hijas y nietas. Por fin logr¨® divorciarse en 1996, pero segu¨ªa sin poder librarse de ¨¦l porque viv¨ªan en la misma casa. Por eso, desesperada, busc¨® ayuda en televisi¨®n. Trece d¨ªas despu¨¦s de la entrevista, Parejo roci¨® a Orantes con gasolina y la quem¨® viva. Ten¨ªa 60 a?os. Recuerdo muy bien su peinado primoroso de peluquer¨ªa, su carita redonda y dulce. Aquel feminicidio caus¨® un terremoto y la remodelaci¨®n del C¨®digo Penal. De modo que se puede decir que la largu¨ªsima tortura de Ana Orantes sirvi¨® para algo.
Pero tampoco para mucho. De hecho, las mujeres han seguido siendo quemadas vivas en Espa?a. La ¨²ltima, en Tarragona hace tres meses. Se llamaba Pilar, ten¨ªa 50 a?os, y su compa?ero, C¨¦sar, era un monstruo que no la dejaba salir sola ni a tirar la basura. Cuando llegaron los servicios de emergencia a¨²n respiraba y pudo denunciarle antes de fallecer. Qu¨¦ lento y horrible sufrimiento. Por cierto que es un caso al que no se le ha prestado mucha atenci¨®n. Eso tambi¨¦n es otro dolor.
Que la violencia de g¨¦nero existe, esto es, que hay una serie de delitos violentos que responden a unas mismas causas, psicol¨®gicas y culturales, que son originadas por el sexismo, es de una evidencia insoslayable, y quienes la niegan andan burriciegos a causa del prejuicio. Hay otros tipos de violencia en la sociedad, por supuesto. Seg¨²n el primer informe nacional de homicidios en Espa?a, un gran estudio cient¨ªfico de tres a?os de duraci¨®n encargado por el Ministerio de Interior y publicado en 2018, el 62% de los homicidios son de hombres a hombres; el 28%, de hombres a mujeres; el 7%, de mujeres a hombres, y el 3%, de mujeres a mujeres. Aunque las cifras femeninas est¨¢n algo distorsionadas, explic¨® en El Pa¨ªs el director del estudio, el psic¨®logo Jos¨¦ Luis Gonz¨¢lez, porque en los homicidios cometidos por mujeres se incluyen los neonaticidios (beb¨¦s de hasta 24 horas) de madres muy j¨®venes que ocultan su embarazo y arrojan al reci¨¦n nacido a un contenedor. Un espanto en el que, por cierto, creo que tambi¨¦n influye el machismo: falta de medios y de apoyo, temor al rechazo social y familiar. Cuando los burriciegos trompetean que hay m¨¢s madres que matan a sus hijos que padres, es verdad, pero las cifras est¨¢n descompensadas por estos neonaticidios, terribles pero muy distintos al fr¨ªo, vengativo y atroz asesinato de Anna y Olivia. Un importante estudio sobre el tema publicado en la revista Criminalidad por los expertos Company, Paj¨®n, Romo y Soria dice que las madres son m¨¢s proclives al neonaticidio y a padecer trastornos de personalidad, depresi¨®n y ansiedad; y que en los padres hay m¨¢s posibilidades de que hayan maltratado antes al ni?o, que cometan el acto tras una separaci¨®n conyugal, que sean violentos contra sus parejas y est¨¦n motivados por la venganza o la represalia.
Lo cual no quiere decir que no haya madres atroces, como la catalana que mat¨® a su hija de cuatro a?os para vengarse de su exmarido en los mismos d¨ªas de la tragedia de Tenerife. Claro que s¨ª: son menos, pero las hay, mujeres malas y psic¨®patas, y no ayudamos a nadie ocult¨¢ndolo. Porque esto no implica en absoluto que la violencia de g¨¦nero no exista. Adem¨¢s, ?para qu¨¦ sirve definir la violencia de g¨¦nero? No para decir que todos los hombres son malos (que no lo son), sino para intentar solucionar las causas de una agresividad brutal y repetitiva. La prioridad es reducir el sufrimiento. Hay que cambiar las estructuras que sustentan los abusos, todos los abusos, no s¨®lo los de g¨¦nero, s¨®lo que los de g¨¦nero est¨¢n muy extendidos, por eso hay que prestarles especial atenci¨®n. Por cierto, creo que en las muertes de los ni?os a manos de sus padres y sus madres tambi¨¦n influye la poca protecci¨®n que damos en Espa?a a los peque?os, el sentido patrimonial de los hijos que tiene la maldita y sacrosanta familia tradicional. He aqu¨ª otra cosa importante a mejorar, adem¨¢s de los horrores del machismo.
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