Hauser & Wirth: desembarco art¨ªstico en Menorca
El panorama art¨ªstico balear asiste a la llegada de la galer¨ªa suiza. Manuela e Iwan Wirth hablan de este nuevo centro, accesible solo en barco, de entrada gratuita, y que se inaugura el 19 de julio. En una ¨¦poca de museos fastuosos y turismo masivo, ellos apuestan por todo lo contrario
Han recorrido los cinco continentes, pero nunca hab¨ªan visto nada igual. Hace 20 a?os, Manuela e Iwan Wirth llegaron a Menorca en un barco prestado por un amigo. Desde la proa, la isla les pareci¨® ¡°una roca extraordinaria¡±, un pe?asco m¨¢gico envuelto en una inexplicable neblina. Decidieron amarrar en el puerto de Ciutadella, rastrearon la costa en direcci¨®n sur y se detuvieron para comer ¡°la langosta m¨¢s cara del mundo¡±. Durante a?os, guardaron un recuerdo inici¨¢tico de esa traves¨ªa. ¡°Fue un viaje m¨ªstico. Nos costaba imaginar que un lugar como ese pudiera existir¡±, recuerda ¨¦l, con un entusia...
Han recorrido los cinco continentes, pero nunca hab¨ªan visto nada igual. Hace 20 a?os, Manuela e Iwan Wirth llegaron a Menorca en un barco prestado por un amigo. Desde la proa, la isla les pareci¨® ¡°una roca extraordinaria¡±, un pe?asco m¨¢gico envuelto en una inexplicable neblina. Decidieron amarrar en el puerto de Ciutadella, rastrearon la costa en direcci¨®n sur y se detuvieron para comer ¡°la langosta m¨¢s cara del mundo¡±. Durante a?os, guardaron un recuerdo inici¨¢tico de esa traves¨ªa. ¡°Fue un viaje m¨ªstico. Nos costaba imaginar que un lugar como ese pudiera existir¡±, recuerda ¨¦l, con un entusiasmo algo pueril que parece marca de la casa. ¡°No nos gustan los lugares abarrotados. La calma y la naturaleza de Menorca nos enamoraron¡±, lo secunda ella, menos locuaz, pero con el sigilo inteligente de quienes hablan poco pero siempre logran hacerse escuchar.
Rememoran ese d¨ªa la tarde de un lunes de junio frente al Mediterr¨¢neo balear, celebrando el final de una jornada intensa con un par de cervezas artesanas y menorquinas: acaban de cerrar la lista de invitados ¡ªlo que, en sus bocas, suena igual de dantesco que organizar las mesas de una boda¡ª para los fastos previos a la apertura del nuevo centro de arte que Hauser & Wirth, la galer¨ªa que fund¨® en 1992 este matrimonio suizo de 51 (¨¦l) y 58 a?os (ella), inaugurar¨¢ el 19 de julio en la Isla del Rey, situada delante del puerto de Mah¨®n. Est¨¢n sentados a la sombra de los olivos salvajes del jard¨ªn mediterr¨¢neo que ha dise?ado, con ordenado desali?o, el paisajista Piet Oudolf, responsable de la High Line neoyorquina. No ser¨¢ una sala comercial, sino algo m¨¢s parecido a una fundaci¨®n, ¨²nicamente accesible en barco, formada por ocho galer¨ªas de 1.500 metros cuadrados que ha renovado, de manera ¡°casi invisible¡±, el arquitecto argentino Luis Laplace, viejo colaborador de los Wirth. En este lugar, que hace solo cinco a?os estaba casi en ruinas, se expondr¨¢ a partir de la semana que viene el mejor arte contempor¨¢neo, empezando por una muestra de nuevas obras de Mark Bradford, cotizad¨ªsimo artista afroamericano que conoce bien las Baleares, al haber vivido en Mallorca en su juventud.
La Isla del Rey, as¨ª llamada por el desembarco en 1287 del monarca Alfonso III, que se plant¨® en este id¨ªlico enclave para reconquistarlo a los musulmanes, alberga el esqueleto de un gigantesco hospital naval construido en el siglo XVIII, cuando Menorca fue inglesa durante siete d¨¦cadas, adem¨¢s de una bas¨ªlica paleocristiana. El centro de Hauser & Wirth se encuentra en un anexo de 128 metros de largo situado en las inmediaciones del sanatorio, que en otro tiempo sirvi¨® de lugar de reposo para los enfermos. Lo ocupar¨¢ hasta el a?o 2032, seg¨²n el acuerdo firmado con la Fundaci¨®n Hospital de la Isla del Rey, una asociaci¨®n encabezada por jubilados que parecen entra?ables secundarios salidos de una pel¨ªcula de Berlanga, rodeados de un centenar de voluntarios de distintas edades y nacionalidades. El acuerdo para implantarse en la isla, propiedad del Ayuntamento de Mah¨®n, se firm¨® a cambio de la restauraci¨®n de ese anexo, estimada por la galer¨ªa en cuatro millones de euros, y es prorrogable durante 10 a?os m¨¢s.
Sobre el papel, nada de esto ten¨ªa que funcionar. El proyecto de la poderosa galer¨ªa suiza amenazaba con enturbiar las aguas cristalinas de la isla m¨¢s protegida de las Baleares, ante la perspectiva de ver llegar a cientos o miles de visitantes a un refugio clasificado como reserva de la biosfera por la Unesco. Pero los Wirth, que ya desatascaron la reapertura de Chillida-Leku tras muchos a?os de intentos fallidos ¡ªla galer¨ªa representa al fallecido escultor vasco desde 2017¡ª, nunca se amedrentan ante los obst¨¢culos. ¡°Nuestro trabajo consiste en negociar¡±, dicen al un¨ªsono. Su primer reflejo fue integrarse en la isla, donde disponen de tres residencias compradas en los ¨²ltimos seis a?os, y convertir a ¡°la comunidad local¡± en parte implicada en el nuevo centro, que se mantendr¨¢ abierto durante la temporada alta, hasta el mes de octubre, y ser¨¢ de entrada gratuita.
¡°Existe un mecanismo de defensa muy fuerte en esta isla, que ha sido invadida muchas veces y siempre ha logrado conservar su identidad¡±, dice Iwan Wirth. ¡°Vemos un orgullo en sus ra¨ªces, en su paisaje, en su cultura y en su lengua¡±, a?ade el galerista, que ya ha intentado usar el menorqu¨ªn en alg¨²n discurso (con un ¨¦xito desigual). La pareja entiende la resistencia que, en un primer momento, pudo provocar su llegada. ¡°Pero nuestra apuesta siempre fue por un modelo de turismo sostenible¡±, matiza ella. ¡°Nuestro proyecto est¨¢ destinado a un p¨²blico interesado por la cultura. No ser¨¢ un turismo masivo de alemanes. No habr¨¢ una invasi¨®n de cruceros¡±, promete Iwan, que admite que los tr¨¢mites administrativos fueron laboriosos. ¡°A veces llegas a tirarte de los pelos, pero no puedes amar esta isla por su independencia y luego lamentar que no te lo pongan f¨¢cil. Es un lugar muy protegido, pero est¨¢ bien que sea as¨ª¡±. Los Wirth admiten que ha sido su proyecto m¨¢s dif¨ªcil. ¡°Aunque, en realidad, pudo haber sido peor. Hemos creado un centro en la isla de otra isla, durante una pandemia, con todos los retrasos, problemas econ¨®micos y restricciones para viajar que eso comport¨®. El contexto no pod¨ªa haber sido m¨¢s complicado, pero ha merecido la pena¡±.
Para levantar lo que pudo ser un campo de minas, la pareja cont¨® con la ayuda (inestimable, seg¨²n todas las partes) de la directora del nuevo centro, Mar Rescalvo, una resuelta menorquina de Es Mercadal que se presenta a la cita con las mejores ensaimadas que uno haya probado jam¨¢s, curtida en distintos frentes, del CCCB barcelon¨¦s a los siete a?os que pas¨® gestionando proyectos culturales en ?msterdam, pasando por su antiguo cargo como gerente de la Orquestra Simf¨°nica de les Illes Balears. Su conocimiento del terreno result¨® clave. ¡°La sociedad menorquina lo acogi¨® con los brazos abiertos. Sus caracter¨ªsticas encajan perfectamente en este territorio¡±, asegura Rescalvo. ¡°En Menorca, si se respeta la isla y se cumple con las obligaciones, los problemas desaparecen. Solo hay que hacer las cosas com cal [como es debido]¡±, a?ade la directora, que aspira a acoger unos 30.000 visitantes durante este primer a?o.
La casa madre de este nuevo centro fue creada hace casi 30 a?os en Z¨²rich. Hauser & Wirth naci¨® como una sala modesta, fruto de la alianza entre un jovenc¨ªsimo Iwan Wirth y Ursula Hauser, la madre de Manuela, rica industrial y coleccionista suiza. La futura pareja se conoci¨® durante un almuerzo regado de co?ac. ?l se enamor¨® de inmediato, pese a que ella llevase ¡°un vestido horroroso¡±. Ella, que entonces iba para profesora, dud¨® unos meses. ¡°En realidad, a quien le gustaba era a mi hermana¡±, confiesa entre carcajadas. Cambi¨® de opini¨®n al descubrir ¡°su seriedad, su entrega, su pasi¨®n por el arte y por los artistas¡±. Tras 25 a?os de matrimonio, son un cerebro bic¨¦falo: uno termina las frases de la otra y viceversa; ¨¦l lleva la voz cantante, pero ella clava las armon¨ªas. ¡°En realidad, tambi¨¦n nos peleamos¡±, dice Manuela sobre el padre de sus cuatro hijos, todos veintea?eros y enfocados a carreras en el arte y las humanidades. ¡°A menudo no estamos de acuerdo. Todo esto exige un di¨¢logo constante, en el que el arte se mezcla con la vida. No es un trabajo que se pueda hacer en horario de oficina¡±, agrega. Se consideran muy distintos, pero tambi¨¦n muy complementarios. ¡°Yo soy una mujer muy pr¨¢ctica y t¨² eres m¨¢s intelectual¡±, le dice ella, detr¨¢s de sus lentes de elegant¨ªsima bibliotecaria. ¡°Ella es m¨¢s esc¨¦ptica y presta m¨¢s atenci¨®n a los detalles. Es de esas personas que se leen los manuales. Tiene una gran intuici¨®n con la gente y es m¨¢s humilde que yo¡±, responde ¨¦l, con su aire de genio despistado.
Iwan supo que quer¨ªa ser galerista a los siete a?os, mientras los otros ni?os so?aban con ser futbolistas o astronautas. ¡°Entend¨ª que nunca ser¨ªa artista y esta era una buena segunda opci¨®n¡±, dice. Un amigo de su padre, arquitecto, y de su madre, maestra de escuela, trabajaba como marchante, lo que le permiti¨® familiarizarse con el oficio. ¡°A los 15 a?os, fui a decirle que quer¨ªa abrir una galer¨ªa y que quer¨ªa que me ayudara¡±, recuerda. Contra todo pron¨®stico, se apiad¨® de ¨¦l, lo apoy¨® econ¨®micamente y le ense?¨® de qu¨¦ iba esta profesi¨®n. Un a?o m¨¢s tarde, Wirth, que fue amigo del supercomisario Hans Ulrich Obrist en sus a?os de instituto, organizaba su primera exposici¨®n en un garaje de Oberuzwil, peque?a localidad cercana a St. Gallen. Poco despu¨¦s, se concretaba su alianza con Ursula Hauser cuando le pidi¨® prestados varios millones, con todo el descaro del mundo, para comprar su primer picasso.
La fortuna de la matriarca, hoy octogenaria, ayud¨® en aquellos comienzos, pero aseguran que tuvieron beneficios desde el segundo o el tercer a?o. Con el tiempo, ?Hauser & Wirth se ha convertido en una de las cuatro mayores galer¨ªas del arte actual, junto a peces gordos como Gagosian, Pace y David Zwirner. Adem¨¢s de esta nueva sede en Menorca, los Wirth cuentan con salas en Nueva York, Londres, Z¨²rich, Hong Kong, Gstaad, Saint Moritz, M¨®naco y Los ?ngeles (donde acaban de anunciar la apertura de una segunda sede en West Hollywood), y su fundaci¨®n en el condado brit¨¢nico de Somerset, la patria del ched?dar, donde el matrimonio reside desde hace una d¨¦cada. ¡°Quer¨ªamos que nuestros hijos crecieran como nosotros, que vivieran una infancia con los pies en la tierra, cerca de los animales y la tierra f¨¦rtil¡±, asegura Manuela. ¡°Despu¨¦s de todo, venimos del campo. Ambos somos nietos de granjeros suizos¡±. En su proyecto destaca una idea fundamental: lo accesible y lo inclusivo deben primar frente al sobreactuado esnobismo que reina en el sector. Iwan conserva un recuerdo algo traum¨¢tico de sus primeras experiencias en el mundo del arte, entrando en galer¨ªas ¡°regentadas por chicas a las que deb¨ªan de pagar para ignorarte¡±. Desde entonces, decidi¨® que se esforzar¨ªa en ejercer esta profesi¨®n ¡°sin convertirse en un capullo¡±.
Su cartera de artistas incluye 90 nombres estelares como Dan Graham, Roni Horn, Pierre Huyghe, Ron Mueck, Jenny Holzer o Annie Leibovitz, adem¨¢s de los legados de creadores como Louise Bourgeois o Henry Moore. ¡°Son dos buenas personas. Tratan igual a la mujer de la limpieza y al director de un museo¡±, afirma Pipilotti Rist, la primera artista contempor¨¢nea que firm¨® con ellos cuando eran dos an¨®nimos. Otro creador de vanguardia como Paul McCarthy, azote de la cultura oficial estadounidense, coincidi¨® con ellos hace 20 a?os en Los ?ngeles, cuando nadie se interesaba por la ciudad, hoy una de las grandes capitales del arte contempor¨¢neo. All¨ª, los Wirth defendieron la obra de creadores como Mike Kelley o Jason Rhoades, respetados pero todav¨ªa algo marginales. ¡°M¨¢s que una estrategia, tienen un olfato especial. Comparten el mismo amor por el arte y, cuando decides arriesgarte, siempre te apoyan¡±, sostiene McCarthy.
A ratos, la apasionada filantrop¨ªa de la pareja puede hacernos olvidar que ambos dirigen una gigantesca galer¨ªa comercial, cuyo objetivo es vender obras de arte al mejor postor, en un contexto mercantil cada vez m¨¢s salvaje que ni siquiera la pandemia ha logrado frenar. ?De qu¨¦ les sirve crear un centro de arte gratuito como el de Menorca, que no les procurar¨¢ ning¨²n beneficio? ¡°Nuestro modelo de negocio es hol¨ªstico. Por separado, ninguno de los factores tiene sentido. Solo lo tiene al juntarlos¡±, resume Iwan. Se refiere a la suma de actividades y proyectos que se engloban bajo el paraguas de la galer¨ªa: un espacio de investigaci¨®n sobre la historia del arte, un instituto de archiv¨ªstica, una editorial que publica una veintena de cat¨¢logos al a?o y la gesti¨®n de dos hoteles rurales en el Reino Unido. Su centro de arte en Bruton, en la campi?a inglesa donde la pareja reside, fue el modelo que inspir¨® el de Menorca. Instalado en una antigua granja, tiene restaurante, tienda, centro educativo, vi?edo y un jard¨ªn p¨²blico. Se acerca al mill¨®n de visitantes desde que abri¨® en 2014 (un 80% locales, cifra que aspiran a replicar en Menorca). Su sucursal en el downtown de Los ?ngeles ocupa un antiguo molino harinero y est¨¢ presidido por un gran patio para muestras. Todo lo que tocan es exquisito y elegante, a la vez que accesible y alejado de toda ostentaci¨®n.
¡°En el futuro, la cultura se apoyar¨¢ cada vez m¨¢s en la iniciativa privada. Los presupuestos p¨²blicos est¨¢n desapareciendo, o se destinan a otras causas, y es el sector cultural el que sale perdiendo. El Estado y lo privado ya no son enemigos. Tenemos que trabajar juntos¡±, asegura Iwan. ¡°Es curioso que durante la pandemia se mantuvieran abiertos los negocios esenciales y, salvo alguna excepci¨®n como Espa?a, casi ning¨²n pa¨ªs considerase que los centros culturales tambi¨¦n lo eran¡±, lamenta su mujer, que parece recordar los tiempos de los mecenas renacentistas, ante la incapacidad de muchos museos actuales para asumir los costes fara¨®nicos de las obras de arte. Admiten que existe un peligro si todo queda en manos privadas. ¡°Podemos acabar con un mundo del arte m¨¢s uniforme y convencional, con exposiciones populistas y ciertos temas censurados por los intereses de la empresa que los subvencione¡±, reconoce Iwan. ¡°Pero estoy convencido de que la mayor¨ªa de las personas, y tambi¨¦n de las empresas, entiende que tienen una responsabilidad: la de invertir en la comunidad de la que forman parte¡±.
Su nueva batalla es por el desarrollo sostenible, un asunto que les obsesiona desde mucho antes de que se pusiera de moda. En la Isla del Rey, el agua de la lluvia se usar¨¢ para regar el jard¨ªn. La pandemia pudo haber tumbado su ambicioso proyecto menorqu¨ªn. Acab¨® sucediendo lo contrario: sospechan que hoy, con el regreso a la naturaleza que el virus tal vez haya acelerado, resulta m¨¢s relevante que nunca. ¡°Queremos conectar otra vez con lugares como este¡±, dicen a dos voces, con el mar celeste como insuperable tel¨®n de fondo y un pu?ado de lagartijas correteando entre esculturas de Mir¨® y Chillida, instaladas ah¨ª de forma permanente, sobre un manto de tomillo, gram¨ªneas y plantas suculentas. ¡°Este fue un lugar de reflexi¨®n y de sanaci¨®n durante siglos. Con un poco de suerte, ahora est¨¢ a punto de volver a serlo¡±.