La pandemia debilita el ¡®poder blando¡¯ del arte
El intercambio de obras art¨ªsticas ha dejado de ser una zona segura para las relaciones internacionales.
De haber compartido nuestra ¨¦poca, Goya quiz¨¢ se hubiera sentido igual de sordo pero bastante m¨¢s solo. Ni siquiera habr¨ªa notado los atronadores decibelios del despegue del avi¨®n. El Prado ha enviado 160 obras sobre papel del genio aragon¨¦s a la National Gallery de Victoria (Australia) sin correo. Nadie vigil¨® un trayecto de 17.140 kil¨®metros. ¡°Existe mucha confianza entre ambos museos y montar dibujos resulta f¨¢cil: las posibilidades de da?o son inexistentes¡±, relata, quiz¨¢, el mayor experto en su obra. Pero nunca volver¨¢ a ocurrir. El Prado cada vez presta menos. ¡°Cuidamos much¨ªsimo d¨®nde van las piezas y analizamos las exposiciones y la l¨®gica de su presencia¡±, advierte Andr¨¦s ?beda, director adjunto de Conservaci¨®n.
Antes de la crisis sanitaria, las muestras eran cada vez m¨¢s caras, los seguros hab¨ªan desbordado su precio y la emergencia clim¨¢tica exig¨ªa a?os de conversaciones entre museos. Hoy ni Jackie Kennedy hubiera seducido a Andr¨¦ Malraux, entonces responsable franc¨¦s de Cultura, para embarcar a La Gioconda y llevarla a Nueva York. ?Un capricho? Un acierto pol¨ªtico. Estados Unidos cant¨® La Marsellesa. Entonces, ?la covid-19 ha disuelto la sutil diplomacia del arte? ¡°Los humanos siempre hemos sentido el impulso de decorar nuestras vidas, desde que viv¨ªamos en cuevas¡±, templa Joseph Nye, exsecretario de Defensa estadounidense, quien acu?¨® el concepto de poder blando en 1990, al final de la Guerra Fr¨ªa.
Tal vez lo que ha cambiado es el campo de batalla. La competici¨®n reside en qui¨¦n ¡°cuenta el relato¡±, y Hollywood es el gran guionista del poder blando. Captura los corazones y las mentes del planeta sin disparar un tiro. Sin dinero. Se?ala a los enemigos y los aliados. ¡°El papel del arte contempor¨¢neo al servicio del poder blando es peque?o. La m¨²sica, el cine, la televisi¨®n, el deporte y la educaci¨®n resultan m¨¢s importantes¡±, defiende el consultor art¨ªstico James Doeser. Pero existe deseo de escena y lienzos. ¡°La gente ha sido privada durante mucho tiempo de lo que hace que la vida merezca la pena¡±, reflexiona Melissa Nisbett, profesora de pol¨ªtica cultural del King College de Londres. Ambos descubrieron que los rituales de los diplom¨¢ticos resultaban esenciales. Apretones de manos, comidas conjuntas, reuniones aburridas. El contacto prende la confianza.
El poder blando exige paciencia, pero llega. La Tate Modern, el Guggenheim y el Metropolitan han rechazado el dinero de la familia ?Sackler por su implicaci¨®n con la epidemia del opio en Estados Unidos, que les ha costado 3.800 millones de euros en indemnizaciones. El arte no lava los pecados del alma humana. ¡°Los museos con colecci¨®n se defender¨¢n mejor que los centros de exposiciones¡±, prev¨¦ Miguel Zugaza, director del Museo de Bellas Artes de Bilbao, ¡°sacar¨¢n partido de sus fondos¡±. Mientras, lugares como Abu Dabi y su acuerdo de 1.000 millones de libras con el Louvre sufrir¨¢n si caen los turistas. Languidecer¨¢ su capacidad de impresionar con la diplomacia suave.
Porque el arte es blando y p¨¦treo. En febrero, fue hallado en Siria el cad¨¢ver decapitado del prestigioso arque¨®logo Khaled al Asaad, asesinado por el mal llamado Estado Isl¨¢mico al no revelar d¨®nde ocult¨® las piezas m¨¢s valiosas del yacimiento de Palmira. Goya, que dibuj¨® como nadie el horror de ser hombre en la guerra, y Khaled hubieran sido grandes amigos a 10.000 metros de altura.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.