Antonio Resines: ¡°Al salir del coma me pas¨¦ cuatro d¨ªas pidiendo perd¨®n. Hab¨ªa insultado a todo el mundo¡±

Antonio Resines ya tiene argumento para una pr¨®xima pel¨ªcula o serie de televisi¨®n. La protagonizar¨ªa ¨¦l, obvio. Encarnando al Macho Camacho, todo un superh¨¦roe castizo con una misi¨®n global. Quiz¨¢ se salga un poco de lo que nos tiene acostumbrados. Pero ¨¦l mismo lo aclarar¨¢ en cuanto acaben de leer el siguiente p¨¢rrafo.

El Macho Camacho es un agente doble. Mantiene fuertes v¨ªnculos con una parte de la familia real brit¨¢nica. La que no heredar¨¢ cuando muera Isabel II. Necesitan dinero y el Macho Camacho les tiene que ayudar. Le persiguen continuamente, pero siempre logra zafarse. Lo quieren matar: a ¨¦l y a su familia. La operaci¨®n es transversal. Juega con el espacio-tiempo. Viaja al pasado. Se re¨²ne con Hitler, Mussolini y Franco para tratar de que el primero no invada Polonia: ¡°Hombre, Adolfo, a ver¡­¡±. Evidentemente, fracasa. De vuelta al presente, la persecuci¨®n contin¨²a hasta agotarlo¡­ Claudica. Llega a decirles a quienes le acechan que acaben de una vez con ¨¦l, que lo maten. Se rinde, pero ?chas! Se produce un giro de guion y recupera su vigor. No queda claro si cumple con la misi¨®n. Lo que s¨ª sabe es que termina componiendo un himno para Espa?a que lleva letra. Empieza con un gui?o al Asturias, patria querida y culmina con un crescendo de tambores de Calanda en homenaje a Luis Bu?uel¡­

Ah¨ª, m¨¢s o menos, es cuando Antonio Resines (Torrelavega, de 67 a?os) despierta y sale del coma inducido en que estuvo casi un mes por covid dentro de la UCI del Hospital Gregorio Mara?¨®n. Entr¨® un 23 de diciembre y pas¨® el 28 de enero a planta, donde sum¨® otros 12 d¨ªas, con Espa?a en un suspiro. Le quiere este pa¨ªs. Mucho. El aprecio hacia ¨¦l genera consenso. Aunque en esos d¨ªas no fue quien conocemos. Se convirti¨® en el Macho Camacho. Sus delirios le llevaron incluso a tratar con el alcalde Almeida en Madrid para negociar el lugar en que ser¨ªa enterrado si lo mataban: la Puerta de Alcal¨¢. El edil le propuso la parte izquierda del monumento. Pero logr¨® convencerlo: ¡°Ya que¡­¡±, pues que le reservara el centro, bajo el arco. Almeida acept¨®. Por ser ¨¦l¡­ ?Qui¨¦n? ?El Macho Camacho? No. Resines Superstar.

Pero antes del entierro volvi¨® en s¨ª. ¡°Cuando fui consciente, me tir¨¦ cuatro d¨ªas pidiendo perd¨®n a todo el mundo¡±. Hab¨ªa insultado a m¨¦dicos, enfermeras, personal, visitas. Cre¨ªa que lo quer¨ªan matar. Hoy, l¨²cido, recuerda con claridad el argumento inconexo de su exceso provocado por la medicaci¨®n y los trallazos de corticoides. Lo salvaron. Acabada la misi¨®n y fuera de peligro, lo cuenta entre risas en su casa de Comillas (Cantabria), donde se recupera de las secuelas y espera el estreno de ¡ªesta s¨ª real¡ª su nueva serie junto a Miguel Rell¨¢n. Sentimos las molestias (Movistar+), se titula. Ha sido creada por Juan Cavestany y ?lvaro Fern¨¢ndez-Armero, y cuenta la relaci¨®n entre un director de orquesta borde pero tit¨¢n (Resines) y un viejo rockero deslavazado pero emp¨¢tico (Rell¨¢n).

¡°Me acordaba de much¨ªsimas cosas al despertar, el conjunto no es horroroso¡­ Pero me encontraba en peligro permanente¡±, cuenta el actor. Cuando tir¨® la toalla coincidi¨® con una crisis que casi acaba con ¨¦l dentro de la UCI. ¡°Me quer¨ªa morir, ya no pod¨ªa m¨¢s. De hecho, se lo dije a los m¨¦dicos. Pegarme un tiro de una puta vez¡­ Pero no os preocup¨¦is, dejo ante notario que lo he pedido yo para que no teng¨¢is problemas¡±.

Los doctores se lo comentaron a su esposa, Ana P¨¦rez Lorente. ¡°Les dijo que lo hab¨ªa hablado conmigo y que yo estaba de acuerdo. ?Pero bueno!¡±, recuerda ella, tambi¨¦n ahora, en tono de comedia. Resines so?aba con un para¨ªso no muy diferente al que disfruta estas semanas. ¡°Quer¨ªa irme de ah¨ª, a leer el peri¨®dico con un amigo que se muri¨® hace ocho a?os, Rafa Santill¨¢n. Tomarme un caf¨¦ o una ca?a con ¨¦l y otros tambi¨¦n de por aqu¨ª, pero para eso me ten¨ªa que morir. Mand¨¦ una carta a mis padres. Pero una carta como de alguien que no sabe escribir, como de pel¨ªcula de paletos. Les dec¨ªa que en el tr¨¢nsito cuidaran de Ana y de Ricardo, mi hijo. Me cans¨¦, me cans¨¦ de verdad, me estaba yendo¡­ Probablemente me encuentre a mis padres y a mis amigos por ah¨ª, me figur¨¦. En ese momento cre¨ª, s¨ª, que quiz¨¢ hubiera algo¡±. Un m¨¢s all¨¢ como de Jos¨¦ Luis Cuerda o Azcona y Berlanga, se refiere. ¡°Pero luego nada, como antes, no creo en nada. Aquello se me pas¨® enseguida¡±.

Un simple atisbo de trascendencia lo devolvi¨® de golpe a la vida. A la raz¨®n. Lo que ahora muchos psic¨®logos cl¨ªnicos que lo siguen para que no se desv¨ªe de lo pautado observan es que resulta muy llamativa tanto su clarividencia como su capacidad de discernir entre realidad y ficci¨®n (en este caso, delirio). Luego suelta un alegato en pro de la sanidad p¨²blica. ¡°El seguimiento lo hacen intensivistas, especialistas en infecciones, psic¨®logos cl¨ªnicos, psiquiatras, equipos que se turnan. La UCI es un sitio impecable. El problema fundamental de la sanidad no son los trabajadores, son las infraestructuras y la falta de dinero y de personal. Ahora, los que atienden y se dejan ah¨ª la vida te tratan como si estuvieras en un palacio¡±.

?l sabe de lo que habla. Tiene un informe m¨¦dico que, m¨¢s que demostrar una mala salud por todo tipo de percances, de lo que da cuenta es de lo contrario. De que Resines parece indestructible. Que nada ni nadie es capaz de derribarle. ¡°T¨¦cnicamente soy paciente de cardiolog¨ªa por angina de pecho y de un c¨¢ncer colorrec?tal que super¨¦ en 2015. La traumatolog¨ªa ya es otra historia: en la pierna izquierda me han operado del tend¨®n de Aquiles, la tibia, el peron¨¦, llevo una pr¨®tesis en la rodilla, la cadera entera cambiada, tuve rotura de f¨¦mur, y en la espalda, la cuarta, quinta y sexta lumbares apuntaladas. No me duele nada ahora y eso que vengo de una atrofia muscular del 85% nada m¨¢s salir del coma¡±.

Est¨¢ euf¨®rico, no obstante, porque se ha bajado andando desde su casa en el barrio comillano de Trasv¨ªa a la playa de Oyambre. No hay ni Cristo, pero ¨¦l se ha enrollado con la due?a de un bar para que se lo abra y le ponga una cerveza. ¡°En poco tiempo empez¨® aquello a revertir. Un d¨ªa te levantas de la cama, vale, das tres pasos. Hoy he hecho cuatro kil¨®metros. Parando. Muy bien. Me encuentro muy bien¡±.

Mejor incluso despu¨¦s, nada m¨¢s atizarse un par de huevos encapotados en la Venta de Abajo, casi llegando a San Vicente de la Barquera, con la vista de la r¨ªa a los pies y la tela blanca de nieve que precede al valle del Nansa. Despu¨¦s, en su casa, cambiaremos el decorado por una vista de los Picos de Europa. Es todo tan bello que temes que vuelva a recaer en un delirio de realidad y ficci¨®n, pero esta vez con un argumento m¨¢s pr¨®ximo a Juego de tronos.

Por ahora, lo que viene es Sentimos las molestias. Una serie de seis cap¨ªtulos que no llegan a la media hora, donde uno puede mezclar la carcajada con la l¨¢grima al contemplar la amistad de estos dos m¨²sicos dispares, Rafael ambos de nombre: M¨¹ller y Jim¨¦nez. El cl¨¢sico derrocha talento y padece d¨¦ficit de empat¨ªa con sus cong¨¦neres. El heavy sabe perfectamente lo que es fracasar en lo suyo, pero triunfa con la gente.

Su personaje, dice Resines, es un tipo al que puede llegar a entender, pese a que se parezcan tan poco. ¡°Es egoc¨¦ntrico, un tipejo y un jeta. Le salva que tiene un concepto ego¨ªsta pero es capaz de sentir algo por los dem¨¢s, muy obsesionado con su trabajo, es muy bueno en lo que hace, pero se relaciona mal con el entorno. Su amigo es m¨¢s cercano. Ambos se aprecian porque se complementan, sencillamente. Dos caras de una moneda. Te r¨ªes mucho. Aunque cuando la he visto ahora me ha parecido amarga, te crees todo¡±.

Con casi 130 t¨ªtulos a la espalda, Resines sabe bien qu¨¦ funciona y qu¨¦ no. Tiene infinitamente desarrollada su capacidad de juicio sobre s¨ª mismo. Pero eso le ocurre desde el principio. Le asiste un extraordinario escepticismo sobre lo que es capaz de hacer. ¡°Nunca he cre¨ªdo que fuera un gran actor y lo sigo pensando as¨ª. Sab¨ªa que lo har¨ªa aceptablemente, entre el bien y el notable, que va del 6,5 al 8. Me he movido en esa zona. Alguna vez me han dado sobresaliente y otras suspenso¡±. Escepticismo, casi autoflagelo. ¡°Yo no me cre¨ªa las pel¨ªculas haciendo de serio. No me veo interpretando a Ricardo III, s¨¦ que no puedo, encajo todo dentro de un orden. Puedo dar el pego como un maquis o un polic¨ªa corrupto, meterme en la piel de uno que se muere, s¨ª, vale, eso s¨ª. Pero hay cosas que yo no s¨¦ ni sabr¨¦. Es que resulta muy sencillo de entender¡±.

Fue Fernando Trueba quien decidi¨® que a un t¨ªo tan gracioso merec¨ªa disfrutarlo el p¨²blico. Y los espectadores le dieron la raz¨®n al estrenar ?pera prima, en 1980. ?l iba para productor. ¡°Eso se me daba bastante bien. Para las pel¨ªculas que hab¨ªamos hecho hasta entonces hab¨ªa conseguido de todo¡±. ?C¨®mo? ?Dinero? ¡°Bueno, dinero poco, cosas que necesit¨¢bamos para los cortos y otras locuras en que nos metimos. A veces, dando el palo, algo muy com¨²n en aquella ¨¦poca. No ten¨ªamos un duro. Pues vale, lo rob¨¢bamos¡±.

As¨ª se fueron especializando, comenta Resines. ¡°Yo hac¨ªa producci¨®n, pero no en el plan de la Metro Goldwyn Mayer. Todo lo pill¨¢bamos por la cara. Dar palos no estaba mal visto por un fin noble. Si hab¨ªa que robar algo, se robaba. No hab¨ªa c¨¢maras en las tiendas, se pod¨ªa salir por patas de sitios donde luego hemos ido a rodar. No ten¨ªamos dinero. Pero nada, y aun as¨ª hicimos hasta un largo en super-8: Los nuevos fil¨®sofos, se llamaba. La mitad de las veces lo hac¨ªamos borrachos¡±.

?pera prima les dio la oportunidad que ya conscientemente buscaban. ¡°Chico conoce chica, pero con un toque franc¨¦s de nouvelle vague. Funciona porque en un pa¨ªs donde se hac¨ªan espa?oladas incorporaba la comedia con un aire as¨ª. Adem¨¢s, bien rodada, con sonido directo. Ten¨ªamos 23 a?os, habl¨¢bamos como habl¨¢bamos, no declam¨¢bamos, cuando todos los dem¨¢s doblaban. Aport¨¢bamos otro nivel. And¨¢bamos entre el inevitable cenutrio de la parte espa?ola y el cine de autor europeo con pocos medios¡±.

En aquella ¨¦poca ya ten¨ªa claro que quer¨ªa dedicarse al cine. ¡°Est¨¢bamos todo el d¨ªa viendo pel¨ªculas, dos al d¨ªa m¨ªnimo. Yo llevaba la cuenta¡±. La vocaci¨®n le brot¨® ya sobre los 20 a?os. Antes, ni idea de qu¨¦ quer¨ªa hacer con su vida. Era un joven de familia bien, el mayor de cinco hermanos. Padre abogado en Dragados, casa amplia en el barrio del Retiro, educado por marianistas en el colegio Nuestra Se?ora del Pilar, veranos de la familia en el norte, donde ¨¦l naci¨® en Torrelavega un 7 de agosto de 1954, porque all¨ª andaban todos entonces de vacaciones.

Toc¨® y se le qued¨® metido dentro. A Cantabria va y viene. Comillas es desde hace d¨¦cadas su lugar de descanso. Su guarida. Donde le es f¨¢cil rememorar una infancia de trasto protector de sus hermanos peque?os. Tanto en el colegio como en las burradas que comet¨ªan medio asilvestrados por Torrelavega o Entrambasaguas, donde una t¨ªa abuela les recib¨ªa a ¨¦l, sus hermanos y sus primos en el palacio de la Pezuela. ¡°?ramos muy malos, s¨ª, hac¨ªamos verdaderas trastadas. Cinco hermanos muy seguidos m¨¢s los amigos. Los m¨¢s d¨¦biles cobraban, era dar y recibir. M¨¢s val¨ªa que corrieras. En el colegio, todos los d¨ªas te ca¨ªa una porque s¨ª. Si no te zurraban los curas, te ven¨ªan las hostias en el patio¡±. Un juego trastocado de supervivencias que ha forjado esa muralla suya. ¡°Hasta los 14 se trataba de eso, de sobrevivir. Si eras listo, iban a por ti; si eras tonto, la hab¨ªas cagao. Yo era el mayor de los hermanos y ten¨ªa que dar la cara por ellos. Eso, sagrado. Proteger a los hermanos, a misa¡±.

A veces tambi¨¦n hab¨ªa que defenderse de la familia. ¡°De mi t¨ªa Carmen, que me odiaba porque era feo y cabez¨®n. En eso de coger ojeriza se mostraba muy ecu¨¢nime: solo le gustaban los peque?os, cuando nos hac¨ªamos mayores perd¨ªamos la gracia para ella. A m¨ª me dec¨ªa que era poco agraciado, pero yo luego me he visto y creo que soy bastante guapo. En fin, esa parte acomplejada la supl¨ªa con haza?as f¨ªsicas. Demencias. Aut¨¦nticas burradas. Estaba obsesionado con crecer para sufrir menos. Me pon¨ªa en las espalderas a hacer estiramientos a ver si as¨ª daba el estir¨®n. T¨² f¨ªjate qu¨¦ nivel. Cuando lo di, la cosa cambi¨® radicalmente, eso s¨ª¡±.

Los estudios no se le daban mal. ¡°En Letras me defend¨ªa muy bien. Hac¨ªamos una revista de la que yo era director, no ten¨ªa claro entonces a qu¨¦ quer¨ªa dedicarme. Hubo una ¨¦poca que me dio por ser misionero, en mis a?os de boy scout. Pero a los 15 perd¨ª la fe, no s¨¦ por qu¨¦, aquello no funcionaba. Mi tir¨¦ por otro lado. No he vuelto a misa por obligaci¨®n en mi puta vida, pas¨¦ de monaguillo a nada, a ateo completo¡±.

Cre¨ªa, eso s¨ª, en los tebeos. ¡°Nos gustaba leer, ver pel¨ªculas. En eso fuimos muy autodidactas. Le¨ªamos de todo: lo hicimos muy bien todos, mis amigos y mis hermanos: del tebeo pasamos a Tint¨ªn, luego a Enid Blyton, Salgari. De Julio Verne al g¨¦nero negro, lo fuimos haciendo progresiva y razonablemente¡±. Lo de Tint¨ªn perdura. En su casa debes andar atento por si te tropiezas con una figura del Capit¨¢n Haddock o un Mil¨² que hace migas con su perro, G¨®mez. ¡°Es de mi mujer, no m¨ªo¡±, puntualiza.

Son ficciones que le han forjado. Como ocurre ahora con Los Serrano, que arrasa entre adolescentes y pre?ado?lescentes gracias a una combinaci¨®n de la serie a trozos en redes sociales y la reposici¨®n en Amazon. Lo hacen otras series antiguas. Pero ?por qu¨¦ Los Serrano llega a categor¨ªa de fen¨®meno de nuevo y otras no? Entre varias razones, porque aquella saga que alcanz¨® casi 150 cap¨ªtulos abordaba una sociolog¨ªa transversal de abuelos a nietos a base de costumbrismo en medio de un lugar sagrado: el bar.

¡°Lo acabamos hace 14 a?os y ah¨ª sigue. Muy sencillo: porque trata de la historia de una familia. Marca la tensi¨®n eterna de dos mundos: chicos y chicas. Dej¨® claro que nosotros somos tirando a cenutrios y ellas m¨¢s delicadas, listas¡±. Tambi¨¦n aporta otra clave. ¡°Eran muy burros, pero ped¨ªan perd¨®n, y eso a la gente le encantaba. Arrepentirse, de verdad, gustaba mucho¡±.

El problema fue que ya ni sab¨ªan qu¨¦ enmendar. ¡°Se nos fue la olla al final. Era imposible inventarse m¨¢s historias. Alguien dijo: como no l¨ªen al ni?o con la abuela¡­ No pod¨ªamos m¨¢s de estudiar, ya empez¨¢bamos a llamarnos por el nombre de nuestros personajes. Yo estaba muy cansado, en algunos momentos me sab¨ªa las respuestas en una conversaci¨®n real con alguien porque las hab¨ªamos repetido tantas veces en la serie¡±.

Aquel hito reforz¨® su paradigma sociol¨®gico como actor. Porque si en ¨¦pocas anteriores Alfredo Landa, Fernando Fern¨¢n G¨®mez, Pepe Isbert, m¨¢s o menos al tiempo Jos¨¦ Sacrist¨¢n o Miguel Rell¨¢n nos serv¨ªan de espejo, con Resines ocurre que sus personajes reflejan al espa?ol medio de los ¨²ltimos 40 a?os. Lo asombroso para ¨¦l es que dure cuando pens¨® que no pasar¨ªa de una racha. Para tirarse cuatro d¨¦cadas de una manera u otra sin decaer, ha tenido suerte, dice ¨¦l. Otros pensar¨¢n que es m¨¦rito. ?l lo niega, con esa loci¨®n de escepticismo que se aplica cada d¨ªa al levantarse de la cama. ¡°Me ha salido bastante bien. Yo he tenido una suerte de cojones, pero de cojones, vamos. He estado en el lugar oportuno en el momento adecuado, s¨ª. Lo que me asombra es lo que dura esto. Que haya salido tan bien haciendo el tonto, que es a lo que nos dedicamos. Puede que no sea solo suerte, vale. Pero s¨ª, sobre todo en cuanto a la gente que me rode¨®. Muy competente, muy inteligente. Artistas, empezando por Fernando Trueba, con criterio, buen juicio. Yo ando en lo artesanal, pero he tenido la suerte de juntarme con algunos que podr¨ªamos llegar a calificar de genios, aunque esa palabra no le siente bien a todo el mundo, ?vale?¡±.

Esa categor¨ªa, genio, Resines la mide mucho y la aplica con cuentagotas. Es de lo poco que ahora, tras haberse salvado de nuevo, tras volver a pasar por una situaci¨®n de vida o muerte, prefiere administrar. En el resto se anda con menos miramientos. ¡°Despu¨¦s de salir de la UCI he perdido filtro para decir las cosas. Ten¨ªa poco, pero ahora menos. Andarme con subterfugios se me ha quitado, dentro de un orden¡±. El que le da, de nuevo, esa fortaleza de haber alcanzado una vez m¨¢s la meta. Pese a su cr¨®nica desconfianza en algunas de sus virtudes, hay algo que tiene claro, sobre todo cuando suelta una carcajada. No hay quien logre arrebatarle el amor por la vida, la fuerza para aferrarse a ella y exprimirla. En eso no hay quien pueda con Antonio Resines.