Lucy Sante: ¡°Intent¨¦ ser hombre, s¨ª, pero la verdad es que nunca se me dio demasiado bien¡±
Escritora, artista y gran cronista del ¡®underground¡¯ neoyorquino, intuy¨® desde su ni?ez que su g¨¦nero no era el que recog¨ªa su partida de nacimiento. Tuvo que pasar toda una vida hasta que el a?o pasado le lleg¨® la revelaci¨®n con algo tan prosaico como una app de modificaci¨®n de rostros.
Ha transcurrido una d¨¦cada desde que Lucy Sante recibi¨® a EL PA?S. Tanto el periodista como el fot¨®grafo eran los mismos que ahora. El motivo, en aquella ocasi¨®n, fue la aparici¨®n del primero de sus libros que se traduc¨ªa al espa?ol, Mata a tus ¨ªdolos, colecci¨®n de ensayos en los que abordaba diversos aspectos de la cultura underground estadounidense. El encuentro tuvo lugar entonces, como tambi¨¦n ahora, en su casa de Kingston, la antigua capital del Estado de Nueva York, donde Sante hab¨ªa fijado su residencia permanente porque consideraba que la ciudad donde hab¨ªa pasado la mayor parte de su vida y de la que traz¨® el retrato en Bajos fondos (1991) hab¨ªa muerto. El libro, una extraordinaria cr¨®nica urbana, no se public¨® en espa?ol hasta 25 a?os despu¨¦s. Otros t¨ªtulos esenciales de su bibliograf¨ªa son Evidence (1992), escalofriante reportaje sobre la historia de los cr¨ªmenes perpetrados en Nueva York entre 1914 y 1918, basado en testimonios fotogr¨¢ficos directamente tomados de los archivos policiacos de la ciudad, y The Factory of Facts (1998), meditaci¨®n autobiogr¨¢fica acerca de la dificultad de fijar los l¨ªmites que definen nuestra identidad. En 2015 public¨® El populacho de Par¨ªs, historia alternativa de la capital francesa, que sigue el modelo de trabajo que emple¨® en el libro dedicado a Nueva York. Las cr¨®nicas, perfiles y ensayos de Sante, que durante d¨¦cadas imparti¨® cursos de escritura creativa e historia de la fotograf¨ªa en el prestigioso Bard College, a orillas del Hudson, est¨¢n a la altura de los de autoras del calibre de Janet Malcolm o Joan Didion.
Acaba de aparecer en nuestro pa¨ªs Retrato underground, su t¨ªtulo m¨¢s reciente, una colecci¨®n de 51 escritos sobre cine, fotograf¨ªa, poes¨ªa, m¨²sica, memoria personal e historias de Nueva York publicados en algunas de las revistas estadounidenses m¨¢s prestigiosas a lo largo de las dos ¨²ltimas d¨¦cadas. Con traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Seisdedos, lo publica Libros del K.O., desde Mata a tus ¨ªdolos su primera y ¨²nica editorial en espa?ol. En su nueva obra, Sante traza perfiles de personajes tan distintos como el cineasta Jacques Rivette, Sophie Calle, Patti Smith, Rene Ricard, H. P. Lovecraft, Georges Simenon; fot¨®grafos consagrados u olvidados como David Wojnarowicz o el misterioso Weegee, cronista de un Nueva York poco conocido. El libro habla tambi¨¦n de escritores hoy de culto que en su d¨ªa gozaron de ¨¦xito, como Richard Stark, o de novelistas gr¨¢ficos de una modernidad sorprendente, como Lynd Ward. En una de sus secciones, Retrato underground recupera la ¨¦poca de clubes de Manhattan como CBGB, The Mob, Palladium, o Fillmore East; la historia de bandas como los Ramones o Beastie Boys, junto a muchas otras que dieron forma a una ciudad en la que, seg¨²n la autora, ¡°todo lo que tiene inter¨¦s est¨¢ de alguna manera relacionado con la m¨²sica¡±. En su libro rescata fragmentos de vidas y objetos perdidos en la oscuridad del pasado, incluyendo aspectos de su propia biograf¨ªa, retratos de artistas experimentales que no debieran haber sido olvidados o la historia de la prensa sensacionalista de Nueva York.
Lucy Sante, que el pr¨®ximo 25 de mayo cumplir¨¢ 68 a?os, naci¨® en la localidad de Verviers, en B¨¦lgica. Su padre era obrero metal¨²rgico, y su madre, ama de casa de f¨¦rreas convicciones cat¨®licas, fue una de sus mayores influencias durante su infancia. Al nacer fue registrado como var¨®n y le asignaron el nombre de Luc, masculinizando el de su hermana mayor, Luce Marie, que naci¨® muerta. Los primeros recuerdos que tiene de su madre son los t¨¦rminos cari?osamente femeninos con que le hablaba, as¨ª como los colores que eleg¨ªa para su ropa, asociados a la figura de la Virgen Mar¨ªa.
La historia de la emigraci¨®n de los Sante a Estados Unidos fue accidentada. Luc ten¨ªa cuatro a?os la primera vez que la familia cruz¨® el Atl¨¢ntico. La situaci¨®n cambi¨® de signo en su B¨¦lgica natal; la empresa para la que trabajaba su padre pareci¨® recuperarse y la familia regres¨® a la vieja Europa, pero fue un espejismo. Poco despu¨¦s emigraron por segunda vez, cuando a¨²n no se hab¨ªa forjado su personalidad en el nuevo idioma, que desconoc¨ªa por completo. Del cintur¨®n industrial de Nueva Jersey, Luc Sante pas¨® a Nueva York, donde estudi¨® en un prestigioso centro de ense?anza secundaria, y de all¨ª fue a parar a Columbia University, donde goz¨® de la amistad de Jim Jarmusch, que a¨²n mantiene, y trat¨® a personalidades como Allen Ginsberg y Kenneth Koch.
Esta entrevista tiene lugar en la cocina de su casa. Encima de la mesa hay un ejemplar en ingl¨¦s de su ¨²ltimo libro, en cuya portada, a diferencia de la posterior versi¨®n en espa?ol, figura todav¨ªa el nombre de Luc. Hace unas semanas apareci¨® en la revista Vanity Fair un largo ensayo en el que Sante explicaba las razones por las que con casi 70 a?os decidi¨® cambiar de sexo. Le pido que lo comente.
¡°A mediados de febrero del a?o pasado me compr¨¦ un tel¨¦fono nuevo y me dio por probar una aplicaci¨®n que se llama FaceApp que te permite hacer cambios en tu imagen, como parecer m¨¢s joven o m¨¢s viejo, o cambiar de g¨¦nero. No era la primera vez que hac¨ªa una cosa as¨ª. Lo hab¨ªa hecho con m¨®viles menos sofisticados, y siempre destru¨ªa u ocultaba las im¨¢genes que ve¨ªa, pero esta vez fue diferente. Las im¨¢genes eran de gran calidad y experiment¨¦ una verdadera conmoci¨®n. Inmediatamente pas¨¦ por la aplicaci¨®n todas las fotograf¨ªas m¨ªas que pude encontrar desde que ten¨ªa 12 a?os o incluso menos y de repente vi delante de m¨ª una versi¨®n alternativa de mi vida, mi vida como mujer. Comprend¨ª que no pod¨ªa negar ni ignorar una cosa as¨ª y eso abri¨® una puerta en lo m¨¢s hondo de mi ser y todo se desbord¨®. Fue muy r¨¢pido, como un terremoto que dio comienzo a un proceso de transformaci¨®n que dur¨® unos seis meses, quiz¨¢ m¨¢s, a partir de la revelaci¨®n que tuve en febrero. Lo fui contando poco a poco, primero a las personas m¨¢s cercanas a m¨ª, como mi compa?era sentimental, mi hijo, mi terapeuta o mis amigos m¨¢s ¨ªntimos. Despu¨¦s se lo fui diciendo cada vez a m¨¢s gente, a mis colegas de la universidad, a otros amigos, hasta que por fin, en septiembre, lo hice p¨²blico en Instagram. Durante todo ese tiempo estaba en un estado continuo de exaltaci¨®n en el que todo encajaba. No tuve un solo momento de duda, ni uno, porque lo que de pronto se exterioriz¨® era algo que hab¨ªa estado en mi mente desde la ni?ez. Siempre me hab¨ªa negado a verlo, pero una vez que empec¨¦ no ten¨ªa m¨¢s opci¨®n que seguir hasta el final¡±.
Sante hace una pausa y acaricia la portada del libro. Coge una pluma, abre el volumen y tacha delicadamente el nombre de Luc con un solo trazo. Los ensayos que integran Retrato underground son un resumen de los intereses que ha tenido a lo largo de toda su vida. No lo dice, pero habr¨ªa que se?alar que adem¨¢s encierran las claves m¨¢s ¨ªntimas de su escritura. ¡°Me interesa lo que es poco conocido¡±, afirma, d¨¢ndole la vuelta al volumen a fin de ocultar su portada, ¡°lo que se ha olvidado, lo que, al rescatarlo, se revela como enteramente nuevo, lo que est¨¢ libre de clich¨¦s y estereotipos. El arte de verdad no pasa. Da igual en qu¨¦ ¨¦poca vivi¨®. Cualquier artista o escritor que admiro es mi contempor¨¢neo, alguien de quien puedo aprender, y si no los han tocado los cr¨ªticos y los acad¨¦micos, para m¨ª est¨¢n a¨²n m¨¢s vivos¡±.
Son palabras aplicables por igual a los m¨²sicos, artistas pl¨¢sticos o escritores cuyos perfiles traza en sus escritos, aunque quiz¨¢ tengan una relevancia a¨²n mayor en el caso de los fot¨®grafos borrados por el paso del tiempo. ¡°Durante casi 25 a?os ense?¨¦ historia de la fotograf¨ªa en Bard College. Adem¨¢s de las figuras esenciales de Walker Evans y Robert Frank, me interesa el trabajo de Eug¨¨ne Atget, Berenice Abbott, Brassa?, Saul Leiter¡, pero sobre todo me atraen los fot¨®grafos poco o nada conocidos, incluso an¨®nimos, de finales del siglo XIX y principios del XX, cuyo trabajo es a la vez muy claro y muy misterioso¡±, afirma.
Claro y misterioso a la vez. La f¨®rmula refleja a la perfecci¨®n la escritura de Sante. Su manera de operar constituye una suerte de arqueolog¨ªa de lo invisible que imprime un sello muy particular a cuanto escribe y consiste en lograr descubrir conexiones ins¨®litas, como las que a su parecer se dan a veces entre tiempos y lugares. Es lo que hizo en sus libros sobre Par¨ªs y Nueva York. ¡°Me apasionan cierto tipo de conjunciones espacio-temporales¡±, comenta un tanto enigm¨¢ticamente y recita: ¡°Valpara¨ªso, 1952; Dar es Salam, 1966; Brooklyn, 1933; Tokio, 1905. Y si cuento con las herramientas de investigaci¨®n adecuadas, y puedo incorporar referencias halladas al azar, como fotograf¨ªas, peri¨®dicos, programas de teatro, horarios de trenes, gu¨ªas telef¨®nicas, entonces yo puedo insertarme en ese mundo y escribir sobre ¨¦l¡±.
Sin duda, el ensayo m¨¢s conmovedor que ha escrito Lucy Sante jam¨¢s es el autorretrato como transexual que public¨® en Vanity Fair. La historia es sobrecogedora, y el estilo de una limpieza y claridad que conocemos de sus dem¨¢s piezas. Nada en su confesi¨®n lo pone de relieve, pero la posibilidad existe. ?El vuelco radical que acaba de dar su vida puede tener repercusiones en el plano intelectual?
¡°El cambio que he experimentado es tan profundo que a¨²n lo sigo procesando y todav¨ªa no estoy en condiciones de calibrarlo. Algo que ha cambiado completamente es mi manera de relacionarme con la gente. Me he convertido en una persona mucho m¨¢s sociable. Ya no tengo nada que ocultar y eso es una liberaci¨®n inmensa. Viv¨ªa con un secreto que me ahogaba sin que me diera cuenta. Cuando veo fotos m¨ªas de antes me doy cuenta de que no era feliz. Eso ha desaparecido. Soy una persona abierta. No he visto ning¨²n cambio en mi proceso intelectual pero emocionalmente s¨ª, y eso inevitablemente se va a ver. Seguramente me resultar¨¢ m¨¢s dif¨ªcil verlo a m¨ª que a otra gente, pero es interesante. ?Va a cambiar mi forma de escribir? Tengo mucha curiosidad por saber qu¨¦ pueda pasar en ese sentido. Cuando le cont¨¦ a quien fue mi pareja durante 15 a?os la decisi¨®n que hab¨ªa tomado, una de las primeras cosas que me pregunt¨® fue: ¡®?Por fin vas a escribir una novela?¡±.
En ning¨²n momento de la conversaci¨®n Sante se refiere a nadie por su nombre, aunque habla con particular ¨¦nfasis de la manera en que las personas m¨¢s cercanas a ella reaccionaron cuando les comunic¨® la decisi¨®n que hab¨ªa tomado, en particular su compa?era sentimental y su hijo.
¡°Estaba mentalmente preparada para afrontar el hecho de que la gente me dejara de hablar, pero nada de eso ha sucedido. Esperaba recibir correo hostil. No ha sido as¨ª. Todo el mundo ha sido extraordinariamente amable y positivo. Cuando lo cont¨¦ en la universidad, recib¨ª muestras de afecto y de apoyo tanto por parte de mis colegas como de mis alumnos. Lo m¨¢s dif¨ªcil fue dec¨ªrselo a mi compa?era sentimental. Fue la primera en saberlo. Compart¨ªa con ella esta casa y pasamos juntos la pandemia. Somos muy buenos amigos a¨²n, pero el romance, que hab¨ªa durado 15 a?os, no pudo sobrevivir. Me sent¨ª destrozada, pero ten¨ªa que hacer caso a la verdad. Mi hijo se lo tom¨® con naturalidad. Al principio se sorprendi¨®, claro, pero pertenece a una generaci¨®n que ha estado en contacto con j¨®venes transexuales desde los 12 a?os. Es parte de su mundo, de sus juegos, de su vida. Lo que m¨¢s le interesaba era saber c¨®mo me ten¨ªa que llamar. Le dije que segu¨ªa siendo su padre. Al principio le pareci¨® raro, pero ahora se siente c¨®modo con la idea¡±.
Por lo que se refiere a su vida cotidiana, nada ha cambiado. Su rutina diaria sigue siendo la misma. Da largos paseos cerca del r¨ªo Hudson, lee, escribe, y prepara un viaje a Europa, durante el cual pasar¨¢ por Espa?a para presentar su libro. El cambio mayor es la intensa amistad que ha forjado con una chica transexual que estudi¨® fotograf¨ªa en Bard, 47 a?os m¨¢s joven que ella. Lucy habla de su nueva amiga con inmenso afecto, aunque evita cuidadosamente nombrarla. Lo que est¨¢ viviendo desde hace un a?o le recuerda, explica con insistencia, lo que le ocurri¨® cuando dej¨® B¨¦lgica para siempre y tuvo que sumergirse en una cultura nueva y aprender un nuevo idioma. Tambi¨¦n, se?ala, se dan en la situaci¨®n en que se encuentra ahora zonas que no sabe c¨®mo definir, espacios rodeados de un aura de incertidumbre.
¡°Nadie sabe demasiado de disforia de g¨¦nero¡±, puntualiza. ¡°Son todo especulaciones. Parte del proceso es lanzar una mirada retrospectiva a tu vida a trav¨¦s de una nueva lente que te permite revisarlo todo desde una perspectiva que antes no exist¨ªa. Y mirando atr¨¢s me doy cuenta de que nunca he sido hombre. Lo intent¨¦, s¨ª, pero la verdad es que no se me dio demasiado bien. Para m¨ª ser hombre significaba tener que trazar un c¨ªrcu?lo invisible alrededor de mi persona, un c¨ªrculo en el que nadie pudiera penetrar. Buscaba ser incognoscible. No quer¨ªa ser ¨¢spero ni fr¨ªo ni distante, pero tampoco quer¨ªa que nadie se me acercara demasiado o pudiera adentrarse en m¨ª demasiado, hasta que tuve esta revelaci¨®n. Entonces todo cambi¨®. A lo largo de los a?os, tratando de entender qu¨¦ me pasaba, hubo momentos en que pensaba que todo era una cuesti¨®n de fetichismo. A veces pensaba que era un travesti, que es algo que no me parec¨ªa sano. Por otra parte me atraen las mujeres. Nunca me han atra¨ªdo los hombres. Esa era otra raz¨®n por la que pensaba que no pod¨ªa ser trans, porque no me atraen los hombres. Pero todos estos misterios en torno a qui¨¦n era y c¨®mo me comportaba de repente quedaron explicados por la revelaci¨®n que tuve cuando descubr¨ª que soy mujer¡±.
Cuando se le pide que hable de los proyectos que tiene entre manos, se le ilumina la mirada: ¡°Tengo muchos. Uno de ellos, inevitablemente, es que voy a escribir mis memorias como transexual. Empec¨¦ a escribir un libro sobre Lou Reed, pero he decidido ampliarlo y contar la historia de The Velvet Underground, con el Nueva York de los sesenta como trasfondo. Es uno de los periodos m¨¢s fascinantes de la historia de la ciudad, y apenas hay nada escrito sobre ¨¦l. Tambi¨¦n estoy escribiendo el guion de una serie para televisi¨®n, un documental sobre los clubes de mi juventud. Escribo el guion y tambi¨¦n lo tengo que narrar. Es muy interesante. He empezado un tratamiento hormonal, de momento eso es todo, no contemplo la cirug¨ªa, pero mi voz no ha cambiado. Mi voz tiene que contar una historia diferente de la que cuentan las im¨¢genes o los entrevistados. Es como escribir un poema para televisi¨®n y recitarlo yo misma. Es perfecto¡±.
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