Paola Antonelli: ¡°Pac-Man¡¯, el perfume, el signo de la arroba y un virus son dise?o¡±
La arquitecta italiana, comisaria de dise?o y directora de I+D del MoMA de Nueva York, ha hecho temblar la historia del dise?o gr¨¢fico e industrial con exposiciones sobre el mundo digital, el universo de los virus o las caras de la violencia.
La comisaria de dise?o del MoMA, Paola Antonelli, naci¨® casualmente en Sassari, Cerde?a. Corr¨ªa 1963 y su padre, un otorrinolaring¨®logo milan¨¦s, trabajaba entonces all¨ª como lo hab¨ªa hecho antes en Mil¨¢n, donde naci¨® su hermano, y como trabajar¨ªa m¨¢s tarde en Ferrara, donde nacer¨ªa su hermana. Lo que no fue casual fue su entrevista de trabajo en el MoMA, en 1994. Antonelli, arquitecta de formaci¨®n, hab¨ªa escrito, comisariado y dise?ado. Envi¨® una carta solicitando un puesto en Nueva York. Y consigui¨® una cita. Desde entonces, vive en la Gran Manzana. Y no ha dejado de reflexionar sobre lo que es dise?o y lo que podr¨ªa ser. Su esfuerzo por reconsiderar las fronteras entre las disciplinas la ha convertido en una de las comisarias m¨¢s osadas. Y todo envuelto en una tranquilidad que poco tiene que ver con sus arriesgadas propuestas. La entrevista empieza en Valencia y contin¨²a en Nueva York. Antonelli inauguraba la capitalidad mundial del dise?o de la ciudad espa?ola. Recibe en su hotel. Es temprano, pero ya est¨¢ de vuelta. Ha visitado la plaza Redonda y el Mercado Central. Presta atenci¨®n a que la grabadora funcione. Viste de beis, aunque luego para las fotos en Nueva York elige el negro. Sonr¨ªe y recuerda que ha sido periodista.
Una dise?adora, arquitecta y comisaria que no viste de negro. ?Es una declaraci¨®n de intenciones?
No. Simplemente me gustan los colores. Visto de negro cuando no quiero pensar. Es un uniforme bonito y seguro. Pero me gusta el reto de pensar un poco m¨¢s.
?Tiene algo que ver con el hecho de ser italiana?
Podr¨ªa ser. All¨ª no se asocia el negro a la intelectualidad. Puede que porque, durante siglos, fue un color asociado al luto y la desesperanza.
Lleva d¨¦cadas defendiendo que el dise?o es m¨¢s que sillas y ha venido a Valencia a ser jurado (Andreu World) y a premiar la mejor silla.
El dise?o es m¨¢s que sillas, pero tambi¨¦n son las sillas. Es el punto de contacto con el cuerpo humano. Las sillas hablan. Una silla puede ser un manifiesto. Son un objeto familiar. Forman parte de la casa. Por eso son el principio. El problema es que el mundo piense que el dise?o son solo sillas. Por eso tuve que empujar.
Sostiene que la ambig¨¹edad es el espacio para el nuevo dise?o.
El siglo XX fue el de la especializaci¨®n. Eso genera jerarqu¨ªas. Las ha habido siempre entre el arte y las artes aplicadas. Y cuando lleg¨® el dise?o industrial se consider¨® el ¨²ltimo eslab¨®n en las profesiones creativas. Estudi¨¦ Arquitectura en Mil¨¢n. Tuve a Castiglioni de profesor, y su mensaje era que el dise?o formaba parte de la arquitectura. Yo defiendo que la arquitectura forma parte del dise?o. El dise?o es una metodolog¨ªa conceptual y pragm¨¢tica que puedes aplicar a muchas escalas. Es un puente. Y en el siglo XXI lo m¨¢s importante que se puede ser es algo capaz de unir. Es lo que necesitamos.
?Dise?amos nuestros cuerpos?
Claro. Yo he intentado dise?arme varias veces, ansiosa o err¨®neamente, con dietas, enfermedades o ejercicio. Los dise?amos visti¨¦ndolos. No me he operado, pero existe esa posibilidad y no tengo nada en contra. No estoy tatuada, pero me encanta verlo en otros. Me gustan tambi¨¦n las cicatrices. Una persona no binaria o transexual se redise?a completamente el cuerpo y, al hacerlo, redise?a su vida.
?Los virus se pueden dise?ar?
Desde hace mucho tiempo. Y uno, muy benigno, est¨¢ en la colecci¨®n del MoMA.
Si defiende que todo es dise?o, ?podr¨ªa sucederle a esta disciplina lo que le ocurri¨® al arte cuando el antiarte se convirti¨® tambi¨¦n en arte?
Ya es imposible definir lo que es el dise?o. Por eso, cuando trato de hacerlo, a la vez lo ampl¨ªo y lo limito. Espero que, de la misma manera que la gente no se pregunta ya sobre qu¨¦ es o no es m¨²sica, decidan por s¨ª mismos lo que es y lo que no es dise?o.
Si el dise?o es hacer las preguntas, ?qu¨¦ proporciona respuestas?
El dise?o responde y resuelve, pero su logro es haber llegado a hacer las preguntas. En la historia ha habido momentos que han ampliado la disciplina con arquitectos y proyectistas que nos hacen estallar la cabeza.
Esos momentos se han dado, sobre todo, durante las crisis, cuando los profesionales no ten¨ªan mucho que hacer.
Claro. Se suelen juntar las crisis econ¨®micas y la falta de encargos con el momento en que nos ponemos a pensar. Atravesamos una ahora, no solo por la pandemia, sobre todo por la crisis de la democracia y la dram¨¢tica situaci¨®n medioambiental. Esto ha hecho que muchos dise?adores se hayan vuelto pragm¨¢ticos.
Pero lo que apoya desde el MoMA es especulativo.
Recuerde que los grandes cambios pueden comenzar como sue?os.
?Todo es dise?o?
Creo que el perfume es dise?o. Y la comida. Pero no todo: las redes telef¨®nicas, por ejemplo, no lo son.
?Por qu¨¦ se necesitan museos para mostrar el dise?o si est¨¢ por todas partes?
Un museo es donde la gente va a experimentar. Sol¨ªan ser espacios donde la gente se acercaba al arte. Pero ahora son puntos de encuentro, descubrimiento y conversaci¨®n.
El dise?o no siempre mejora el mundo.
Am¨¦n. Aunque me cost¨® entenderlo. Tal vez porque soy hija de m¨¦dicos, pensaba que los dise?adores hac¨ªan una especie de juramento hipocr¨¢tico y trabajaban para el bien de la humanidad. En 2012, los planos en 3D para imprimir pistolas se liberaron de derechos y tuve una epifan¨ªa: en las manos de los humanos cualquier herramienta puede convertirse en el mal.
Organiz¨® la primera web del MoMA.
Cuando quiero algo y nadie lo puede hacer, aprendo a hacerlo. Organic¨¦ unas jornadas de pensamiento y propuse: ?renacimiento o revoluci¨®n? Gan¨® la revoluci¨®n. La gente no quiere que se le confieran derechos. Quiere conquistarlos. La revoluci¨®n no tiene por qu¨¦ ser rompedora. Puede ser sist¨¦mica. La estamos viendo con Black Lives Matter o con el movimiento ?MeToo. Alteran las maneras de pensar y reparan fallos de convivencia en el sistema. Son formas de revoluci¨®n.
?No es una contradicci¨®n empezar una revoluci¨®n desde una instituci¨®n que representa el poder?
Puedes hacerla desde dentro del sistema. Hace 10 a?os comenzamos a hacer grupos de estudio sobre lo que no sab¨ªamos. Documentamos otras formas de modernidad para evitar eurocentrismos y que el punto de vista predominante fuera el del hombre blanco y occidental. El cat¨¢logo del MoMA se ha transformado atendiendo a esta forma de conocimiento m¨¢s amplia e inclusiva. Eso me enorgullece. En 2019 no solo ampliamos el edificio, reorganizamos los criterios de la colecci¨®n. Eso es una revoluci¨®n sist¨¦mica. Desde dentro se genera la conciencia de que se necesita un cambio y se buscan fuerzas exteriores para materializarlo. Eso es lo que hace el dise?o.
La arroba es un dise?o en la colecci¨®n del MoMA. ?C¨®mo se compra algo as¨ª?
No se compra. Lo bonito del dise?o es que hay muchas maneras de tenerlo. Se pueden comprar objetos y ponerlos en vitrinas o se puede poseer algo que utilice todo el mundo. Estoy orgullosa de que tengamos la arroba. Le¨ª su historia. Existe desde la Edad Media. Los monjes la usaban como la preposici¨®n latina ad, que significa ¡°con relaci¨®n a¡±. Descubr¨ª que los mercaderes la utilizaban en G¨¦nova y en Venecia para conectar el precio y la cantidad. En las m¨¢quinas de escribir ya estaba. En 1971, un ingeniero del MIT recibi¨® el encargo del Gobierno estadounidense de dise?ar la web. Y utiliz¨® la arroba para unir las partes (el nombre y la web). La arroba es un puente en el dominio p¨²blico. Eso es mejor que poseerlo porque redefine el rol de los museos, no como lugares que apartan obras de la circulaci¨®n, sino como lugares que cuentan historias y generan conocimiento.
?C¨®mo se elige qu¨¦ coleccionar dejando tiempo para calmar las modas?
Ese es uno de los puntos habituales de fricci¨®n con mis colegas que son partidarios de ese reposo. Compites con los grandes museos, como el Centro Pompidou, y si no arriesgas y reposas demasiado, puedes comprar menos. Lo van a comprar todo y te vas a quedar atr¨¢s. Se necesita ser arriesgado.
?Y qu¨¦ precio se paga?
No le voy a dar nombres, pero tengo algunas piezas de mobiliario, muy grandes, que no deber¨ªan estar en la colecci¨®n del MoMA. Claro que te equivocas, pero prefiero equivocarme y adquirir algo cuestionable que perder la oportunidad de tener algo que s¨ª debe estar en la colecci¨®n.
?Han sacado algo de las colecciones?
Podemos hacerlo, pero solo para vender las piezas si encontramos algo mejor del mismo periodo. Por ejemplo, algunos muebles de pl¨¢stico de los a?os sesenta se han deteriorado.
?Eso le ha hecho reconsiderar el pl¨¢stico?
No.
Deb¨ªa ser el futuro y ahora es el demonio.
Ha sido todo eso, pero vuelve a renacer con los biopl¨¢sticos.
El pl¨¢stico lleg¨® antes que las mujeres a los museos.
?No! Aino Aalto y Ray Eames hace a?os que fueron, por fin, reconocidas. Pero podemos mejorar. Lo que m¨¢s esperanza me da es la fluidez entre los g¨¦neros. Creo que la verdadera equidad llegar¨¢ cuando los g¨¦neros dejen de existir.
?Alguna empresa ha pagado para que los videojuegos entren en la colecci¨®n del MoMA?
No.
La industria de la moda s¨ª pag¨® por entrar en los museos.
En el MoMA tenemos sponsors y trustees. Entre todos discuten las adquisiciones y proponen. Las compa?¨ªas pueden donar objetos.
Los videojuegos generan ahora el doble de dinero que la industria del cine.
S¨ª.
Pero tambi¨¦n generan adictos entre los ni?os.
Es nuestro punto de vista adulto lo que los ve como adictos.
Lo han denunciado psiquiatras.
?Es comparable con otras adicciones? En ese caso es un problema, claro. Y tal vez deber¨ªa repensar esa idea. Pero me parece importante documentar el mundo en que vivimos. Los videojuegos son adictivos, pero tambi¨¦n constructivos. Son hitos del dise?o. Es un tema fascinante. Hay tanta violencia como en las colecciones de pintura o escultura. ?Por qu¨¦ el dise?o deb¨ªa evitarla?
?La bomba at¨®mica podr¨ªa entrar en la colecci¨®n de dise?o?
No.
?Drogas? ?LSD?
Hice una exposici¨®n llamada Safe. Disco Drugs. Y el director pregunt¨® si el p¨®ster podr¨ªa implicar que el centro apoyaba las drogas. Era lo contrario: apoyaba la informaci¨®n para que los j¨®venes supieran a qu¨¦ estaban acerc¨¢ndose.
Defiende el dise?o como m¨¢xima expresi¨®n art¨ªstica.
El artista puede implicarse o no. El dise?ador es responsable del efecto que su trabajo causa en los dem¨¢s.
?Qu¨¦ le llev¨® a querer definir el dise?o?
En 2001 comenc¨¦ a estudiar c¨®mo trabajaba la gente. Me interesaba sobre todo el cambio. El mundo radical de los a?os sesenta y setenta describ¨ªa el dise?o como una herramienta capaz de cambiar comportamientos. Cuando el mundo necesita un gran cambio, los objetos lo simbolizan y lo propician. El dise?o reacciona al mundo. Y eso lo une a ¨¦l profunda y r¨¢pidamente.
Las ideas de los arquitectos radicales de los sesenta se quedaron mayoritariamente en eso: en ideas.
Algunas se tradujeron en edificios. Piense en el Centro Pompidou [en Par¨ªs]. Es mi edificio favorito.
Ha necesitado muchas reformas.
Claro. Incluso el hormig¨®n necesita reparaciones continuas. Es parte de la vida.
Le interesan los edificios y los objetos que reflejen el mundo. Pero no viste reflej¨¢ndolo.
?C¨®mo deber¨ªa vestir? Lo bonito de la moda hoy es que la variedad refleja el mundo. De adolescente trabaj¨¦ en el campo de la moda. Los colores cambiaban cada seis meses. Ahora todo cambia cada semana. Y eso hace que todo valga. Es el triunfo de la diversidad. Y, claro, tambi¨¦n puede ser el del consumo.
?D¨®nde est¨¢ la naturaleza en el Pompidou?
En el contraste. Me gusta porque es un cohete aterrizado en la tierra. No se mueve. Pero te mueve. Los comisarios intentamos mostrar lo que no se ve. No es solo el shock de lo nuevo. A veces es la sorpresa de lo viejo.
?Echa de menos Italia?
No. Voy mucho. Soy una neoyorquina. Me encanta. Pero cuando me alejo de Nueva York pienso: por qu¨¦ vivo all¨ª, es tan neur¨®tico¡
?C¨®mo fue su infancia?
Dicen que fui una ni?a alegre y lista. Dibujaba, cantaba, actuaba y hac¨ªa ver que sab¨ªa leer. Tambi¨¦n ten¨ªa sobrepeso y fui insegura y un poco solitaria. Tengo una foto de una fiesta en la que est¨¢n todos los ni?os jugando y yo leyendo, tumbada en una cama.
?Qu¨¦ ha sacrificado?
Qu¨¦ dif¨ªcil saberlo. No me f¨ªo de mi honestidad a la hora de hacer balance. Lo que m¨¢s distingue mi vida de una m¨¢s, digamos, convencional es que, aunque llevo con la misma pareja 26 a?os, no hemos tenido hijos. ?Ha sido mi carrera? ?Lo decidimos? ?Tiene que ver con vivir en Nueva York? ?Con que mi familia estaba muy lejos? ?No quer¨ªa ni?os? ?No estoy en el mundo para ser madre? Cada respuesta ser¨ªa incompleta e indulgente. Pero no sentimos arrepentimiento. Al menos de momento. He trabajado much¨ªsimo. Seguro que me he perdido momentos, pero he recuperado el esfuerzo que invert¨ª.
?Qu¨¦ espera del futuro?
Solo podemos desear. Desear que la invasi¨®n a Ucrania cese, que puedan seguir siendo libres y que puedan reconstruir el pa¨ªs con la ayuda del mundo. Me gustar¨ªa que otros conflictos, y otras injusticias, fueran m¨¢s visibles. Querr¨ªa ver terminar la pandemia, querr¨ªa que la democracia dejara de estar amenazada y que los ciudadanos fu¨¦ramos capaces de fortalecerla. Querr¨ªa que hubiera un acuerdo para cuidar el planeta¡ Parezco una aspirante a Miss Universo, pero quiero la paz del mundo.
?El mundo virtual es el futuro?
Siempre ha existido. No lo define la tecnolog¨ªa, es un estado mental. Durante siglos, la religi¨®n nos transportaba a ese mundo. En el futuro, no solo ser¨¢ un escape, ser¨¢ el mundo.
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