Desterrar la melancol¨ªa y otras claves para cerrar bien las etapas
Sin nostalgia, sin rencores y sin lastres del pasado es mucho m¨¢s f¨¢cil poner toda la energ¨ªa para labrar un futuro positivo. Ocho estrategias para celebrar el final
A todo el mundo le cuesta aceptar el fin de una etapa, por la dificultad que supone ¡°soltar¡± una determinada forma de vivir. Puede tratarse del fin de una relaci¨®n, de un estatus laboral o, incluso, de la propia existencia.
En todo caso, antes de que se consuma nuestro tiempo en la tierra, vamos a experimentar muchos finales y, seg¨²n c¨®mo los afrontemos, pueden quedar como una herida que supura o como un colof¨®n memorable para pasar de forma saludable a otra fase.
El reciente documental de Peter Jackson The Beatles: Get Back, sobre los compases finales de la banda, muestra que la conclusi¨®n de una historia puede ser hermosa y facilitar la entrada a un nuevo periodo. Contra la creencia de que el fin de los Fab Four fue poco amistoso, las casi ocho horas de metraje ¡ªa partir de las 60 que se rodaron¡ª muestran muchos momentos de buen humor, disfrute, discusiones creativas y, como fin de fiesta, el ¨²ltimo concierto en la azotea de Apple Records.
Para aplicar ese mismo esp¨ªritu de celebraci¨®n, hay ocho medidas que podemos utilizar.
Agradecer lo vivido y lo aprendido. Si valoramos la etapa que dejamos atr¨¢s, podremos salir de ella con buena energ¨ªa. Aunque el final haya sido dif¨ªcil ¡ªalgo muy com¨²n en las rupturas sentimentales¡ª, si no queremos cargar con el pasado, hay que hacer el esfuerzo de focalizarnos en los aspectos positivos de la experiencia, aunque sean pocos.
Perdonar y perdonarse. Entre los peores lastres para iniciar un nuevo camino est¨¢n las cuentas pendientes, tanto si mantenemos vivas las ofensas de otros como si nos sentimos culpables por no haberlo hecho mejor. Pedir disculpas s¨ª es necesario, aunque sea en un escrito dirigido a nadie, y perdonarse a s¨ª mismo ayuda.
Desterrar la melancol¨ªa. En especial cuando el cambio de etapa no lo hemos provocado nosotros, es f¨¢cil quedarse atrapado en el mundo de ayer. Podremos permitirnos la nostalgia cuando pase el tiempo, pero ahora no es el momento de evocar situaciones pasadas. Tampoco es hora de jugar a editar nuestra historia con el ¡°Qu¨¦ habr¨ªa pasado si¡¡±. Necesitamos toda la energ¨ªa disponible para los proyectos que podamos iniciar ahora.
Ser protagonista del cambio. Parafraseando un c¨¦lebre texto de Buda, el autor motivacional John C. Maxwell dec¨ªa: ¡°El cambio es inevitable, el crecimiento es opcional¡±. Todo lo que empieza acaba, y algo nuevo llega detr¨¢s, como olas que se suceden en el mar de la existencia. Podemos ahogarnos en el oleaje, deseando no haber abandonado nunca tierra firme, o surfear.
Movilizar recursos en lo nuevo. As¨ª como el esfuerzo ?in¨²til conduce a la melancol¨ªa, como dec¨ªa el fil¨®sofo Ortega y Gasset, el esfuerzo bien dirigido nos lleva al porvenir. Una vez hemos salido de una etapa, empieza otro viaje que requerir¨¢ que invirtamos nuestro tiempo, talento e ilusiones. En lugar de tratar de explicar el pasado, la gran cuesti¨®n es: ?qu¨¦ quiero hacer en adelante?
Encontrar actores distintos. Cuando se abandona una fiesta a la que no vamos a volver, no es necesario ni aconsejable llevarse a casa a los invitados. Al contrario, para refrescarnos ¡ªsobre todo, si la salida ha sido accidentada¡ª, es aconsejable empezar a frecuentar gente nueva que, adem¨¢s de no recordarnos qui¨¦nes fuimos, nos acompa?ar¨¢n en la construcci¨®n de lo que vamos a ser.
Poner el futuro en el calendario. Es natural que al terminar un largo periodo nos sintamos agotados, con la sensaci¨®n de encontrarnos en tierra de nadie. Sucede, por ejemplo, en los primeros d¨ªas de las personas que se jubilan. Por eso es importante poner en agenda aquello que queremos hacer en adelante.
Ejercer de late bloomer. Todo cambio genera posibilidades. As¨ª como los pensionistas recuperan su tiempo, el fin de una relaci¨®n abre la puerta a conocer nuevas personas. Sin la disoluci¨®n de The Beatles, muchas canciones de Lennon nunca habr¨ªan existido. Hay pasiones que florecen tarde. Para acabar de celebrar el cambio de etapa, hay que preguntarse: ?qu¨¦ no pod¨ªamos hacer y ahora s¨ª podemos? En la respuesta est¨¢ el futuro inmediato.
Vamos a morir, somos afortunados
¡ª Es la primera frase de un discurso de Richard Dawkins en el que dec¨ªa: ¡°La mayor¨ªa de la gente no morir¨¢ nunca porque no va a nacer nunca. La gente que podr¨ªa haber estado en mi lugar sobrepasa con creces el n¨²mero de granos del desierto del S¨¢hara¡±.
¡ª Asegura que entre los no nacidos hay poetas mayores que Keats y cient¨ªficos superiores a Newton, pero somos nosotros los privilegiados: ¡°Ganamos la loter¨ªa de nacer contra todo pron¨®stico; ?y c¨®mo nos atrevemos a lloriquear por nuestro inevitable regreso a ese estado previo del que la inmensa mayor¨ªa jam¨¢s escap¨®?¡±.
Francesc Miralles es escritor y periodista experto en psicolog¨ªa.
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