Par¨ªs sigue siendo una fiesta para el multimillonario negocio del lujo
Enclave de referencia de la joyer¨ªa desde el siglo XIX, la hist¨®rica tienda y buque insignia de Cartier en Par¨ªs ha reabierto tras dos a?os y medio
Hay movida en la calle, decenas de miles de personas protestando por el insoportable aumento del coste de la vida, pero Par¨ªs sigue siendo una fiesta. De la vernissage a la soir¨¦e, de la cena postinera a la fiesta y de ah¨ª a otra fiesta, as¨ª hasta una quincena de saraos en una sola noche, est¨¢ pasando. Ante el 13 de la Rue de la Paix, Lou Doillon, mocatriz hij¨ªsima de Jane Birkin, y Farida Khelfa, exmodelo y musa reconvertida en documentalista, se echan unos pitillos al resguardo del cord¨®n de terciopelo rojo. Es otro tipo de manifestaci¨®n: la convocada por Cartier a finales del pasado octubre para celebrar la reapertura de su hist¨®rico emplazamiento en el epicentro del lujo de la capital francesa, tras la operaci¨®n de remozado integral que lo ha dejado niquelado para responder a las expectativas de consumo de nuestros d¨ªas. Qui¨¦n dijo superinflaci¨®n.
¡°La situaci¨®n es extra?a, la gente habla de crisis y precariedad, pero la ciudad est¨¢ llena de turistas, sobre todo europeos. Es como si hubiera un apetito por Par¨ªs, incluso exagerado, quiz¨¢ consecuencia de lo que hemos pasado con la pandemia. Eso quiere decir que hay que seguir adelante. Y nosotros avanzamos porque nuestros clientes tambi¨¦n lo hacen¡±, admite Pierre Rainero. Guardi¨¢n de las esencias desde hace casi cuatro d¨¦cadas del que fuera proclamado ¡°rey de los joyeros y joyero de los reyes¡±, el director de imagen, estilo y patrimonio de Cartier aborda la completa renovaci¨®n del buque insignia de la marca desde el pragmatismo, sin romanticismos: ¡°Digamos que hab¨ªa una discrepancia entre el prestigio de esta localizaci¨®n y su capacidad para acoger de forma apropiada al visitante¡±. La de la Rue de la Paix no es la tienda m¨¢s grande (ah¨ª gana la de los Campos El¨ªseos), pero s¨ª la m¨¢s antigua. El lugar donde empez¨® todo.
Hab¨ªa movida tambi¨¦n en la calle a finales del siglo XIX, aunque m¨¢s por la disfrutona excitaci¨®n de los parisienses que por el descontento social. Se calcula que hasta 200.000 transe¨²ntes iban y ven¨ªan encantados cada d¨ªa por los flamantes y saneados bulevares dise?ados por Haussmann a instancias de Napole¨®n III, lo que ?mile Zola bautiz¨® el ¡°nouveau Paris¡±, con la calle de la Paz cortando el trazado como un diamante desde la ?pera Garnier hasta la calle de Castiglione y las Tuller¨ªas v¨ªa plaza Vend?me. Era, claro, el lugar en el que estar: entre bancos, caf¨¦s y hoteles de categor¨ªa se instalaron joyeros, relojeros, perfumistas y casas de moda. Que Worth ocupara el n¨²mero 7 fue, de hecho, decisivo para que Alfred Cartier, heredero del fundador, Louis-Fran?ois, trasladara la sede primigenia a la arteria en boga: su hijo Louis ¡ªel que luego har¨ªa de la maison un referente mundial¡ª estaba casado con una nieta del art¨ªfice de la alta costura. La tienda se inaugur¨® en 1899; 123 a?os despu¨¦s, lo ¨²nico que permanece intacto es la parte inferior de la fachada recubierta de portoro, ese m¨¢rmol negro veteado de pirita dorada cuya reconfortante visi¨®n recuerda que Par¨ªs sigue siendo Par¨ªs.
Dos a?os y medio de obra fara¨®nica han transformado, eso s¨ª, el interior: de 700 metros cuadrados operativos a 3.000, repartidos en seis plantas abiertas a un gran atrio. En el 13 de Rue de la Paix se ha hecho al fin la luz (natural). ¡°Era lo l¨®gico, conseguir mayor confort y espacio; por un lado, para que el cliente se sienta con libertad para establecer su propia relaci¨®n con la casa y decida c¨®mo quiere comprar, y, por otro, para exponer las colecciones de distintas maneras, porque el contexto puede cambiar la percepci¨®n de las piezas y es nuestra responsabilidad mostrar todas sus posibilidades¡±, explica Rai?nero. Todo en el renovado establecimiento gira en torno al comprador, al que se ofrece una experiencia total, tanto si va a pi?¨®n fijo como si prefiere pens¨¢rselo un rato, mientras toma un caf¨¦ o beb¨¦ champ¨¢n, ¡°desafiando sus gustos, entablando conversaci¨®n, buscando otras opiniones¡±. ¡°Internet ha cambiado la manera de comprar y debemos saber responder a ello¡±. Tambi¨¦n a las maneras de los m¨¢s j¨®venes: ¡°Han conseguido dinamitar las barreras del lujo, ya no le tienen miedo¡±.
Los estudios de arquitectura Moinard B¨¦taille, Studioparisien y Laura Gonzalez se han encargado de ello. La relaci¨®n de los tres con la marca es de largo recorrido, que ya han dejado su impronta en otras tiendas o proyectos especiales, pero aqu¨ª han echado el resto, reimaginando estancias como las que fueran despachos de Louis Cartier y Jeanne Toussaint (primera directora art¨ªstica, creadora de la ic¨®nica pantera); salones suntuosos de inspiraci¨®n art d¨¦co, india o isl¨¢mica a mayor privacidad de esa clientela con demandas especiales, y hasta el ingente archivo y los talleres donde se dise?an y crean la mayor¨ªa de las piezas, incluidas las colecciones de alta joyer¨ªa. La guinda la pone en el ¨¢tico La R¨¦sidence, estancia intimista concebida como una sala de estar-comedor para celebraciones exclusivas y agasajo de vips con el elegante sello de Gonzalez. ¡°Transformar la tienda en una serie de espacios con calor de hogar ayuda a reforzar la conexi¨®n con los clientes. Es la evoluci¨®n del ¨¢rea de venta, que ya no se limita solo a la exposici¨®n del producto, sino que, adem¨¢s, proporciona una inmersi¨®n en el universo de la marca¡±, concede la interiorista francesa de origen espa?ol.
Las intervenciones de artistas artesanos (m¨¦tiers como el maestro cantero Herv¨¦ Obligi, la ebanista Lison de Caunes, el mosa¨ªsta Lilipk¨® o el taller de lacado Midavaine), una colaboraci¨®n habitual que la ense?a entiende como compromiso con la preservaci¨®n y transmisi¨®n del ancestral hecho a mano, redondean la jugada. ¡°Antes que una cuesti¨®n de estilo, se trata de la expresi¨®n de nuestros valores, que deben resonar en la arquitectura y la decoraci¨®n. Est¨¢s en Cartier, no en cualquier otra tienda¡±, concluye Rainero. ¡°Y esta es especial, la m¨¢s antigua, con todo su legado, de la que salieron las colecciones hist¨®ricas, la que prove¨ªa a casas reales como la brit¨¢nica o la espa?ola. Pero tampoco hay que olvidar que ha sido el origen del Cartier moderno, donde trabajaron sus grandes dise?adores y se tomaron decisiones clave. Nuestra misi¨®n siempre ha sido crear piezas con significado en cada momento, que vayan con su tiempo. Con las tiendas pasa lo mismo, pero sin comprometer la visi¨®n. Nosotros no cambiamos por cambiar¡±.
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