Que lo quemen todo
Hay que seguir publicando todo tal cual, a?adiendo en todo caso un pr¨®logo. La censura convierte el pasado en una mentira
Pureza y perfecci¨®n son conceptos incompatibles con el ser humano. Somos criaturas contradictorias y falibles, y la historia nos demuestra que aspirar a un bien absoluto ha sido el origen de infinitas masacres. Y lo peor, lo incomprensible para m¨ª, es que esa absurda tentaci¨®n de lo perfecto se enciende una y otra vez en el coraz¨®n de los humanos, convirtiendo a gente bienintencionada y normal primero en necios y despu¨¦s en monstruos.
Ahora tenemos un ejemplo claro de todo esto con la censura extrema de lo pol¨ªticamente correcto. Es obvio que la lengua no es neutra. Un idioma es como la piel de una sociedad: refleja sus valores y se adapta a sus cambios. Nuestras palabras est¨¢n cargadas de juicios y prejuicios, y en una sociedad en pleno cambio es l¨®gico que los ciudadanos con valores distintos queramos limpiar el relato de las barbaridades m¨¢s reaccionarias. Detesto los chistes de violaciones y de mariquitas, me repatea que alguien use peyorativamente las palabras jud¨ªo o gitano, y s¨®lo los muy burros siguen soltando perlas machirulas del tipo de ¡°mujer ten¨ªas que ser¡±. La voluntad de adecuar el lenguaje a la realidad me parece de perlas y estoy muy de acuerdo. Lo malo es que corremos el riesgo de convertir esa reclamaci¨®n plenamente leg¨ªtima en un disparate dogm¨¢tico. Es incre¨ªble lo bien que nos las arreglamos los humanos para retorcer las ideas hasta convertirlas en ideolog¨ªas venenosas.
Los dos recientes esc¨¢ndalos de la reescritura de los libros del gran Roald Dahl (para quitar t¨¦rminos como ¡°gordo¡± o ¡°feo¡±) y de las novelas de James Bond (para limpiarlas de racismo) han puesto el asunto en el candelero. Es un intento de manipulaci¨®n del pasado tan alucinante que no entiendo c¨®mo no se dan cuenta estos puritanos del agravio que todo eso supone para las v¨ªctimas. Cojamos, por ejemplo, la autobiograf¨ªa de Pablo Neruda Confieso que he vivido, en la que cuenta con terrible ligereza e ¨ªnfulas po¨¦ticas c¨®mo viol¨® a una sirviente tamil. ?Qu¨¦ har¨ªan nuestros nuevos censores con este material radiactivo? ?Prohibir su publicaci¨®n? ?Quitar esa escena? Cualquiera de las dos medidas supondr¨ªa una nueva violaci¨®n de la mujer tamil, al condenar su sufrimiento a un terso e higienizado olvido. No; yo creo que hay que seguir publicando todo tal cual, a?adiendo en todo caso un pr¨®logo informativo (y, en contenidos extremos como el de Neruda, resaltando y reprobando el acto, para que no nos dejemos aturdir por la naturalidad con que lo narra). La censura convierte el pasado en una mentira.
Es tal el caos mental que todo esto origina que hay personas que sostienen cosas como que no se puede usar el adjetivo negro de forma negativa (¡°pensamientos negros¡± o ¡°la negrura de la vida¡±, pongamos). Pero, por todos los santos, ?d¨®nde dejamos el ancestral temor a la oscuridad, a las tinieblas y la noche? Yo pienso seguir utilizando ¡°negro¡± para expresar esa congoja. ?Y qui¨¦n dice hasta d¨®nde debemos llegar con eso de la correcci¨®n del pasado? Podr¨ªamos exigir, por ejemplo, el borrado de todos los rasgos machistas de la literatura universal. No creo que sobrevivieran muchos libros. Por no hablar de la Biblia, que, seg¨²n estos censores de lo puro, deber¨ªa ser quemada en pira p¨²blica por el aluvi¨®n de barbaridades que contiene. O del D¨²o Din¨¢mico, merecedores de destierro por cantar Quince a?os tiene mi amor, que suena a corrupci¨®n de menores. Pero no se trata s¨®lo de las palabras, sino tambi¨¦n de los objetos, de estatuas y edificios. Dinamitar el Valle de los Ca¨ªdos, por ejemplo, pero ?por qu¨¦ no tambi¨¦n El Escorial? ?No simbolizaba un poder imperial y opresor? ?Y el Archivo de Indias de Sevilla, que ya el nombre mismo resuena a conquista malvad¨ªsima? Que lo quemen. Y tambi¨¦n los castillos medievales, que a menuda gentuza representaban. Y las catedrales g¨®ticas cat¨®licas, construidas en pleno auge inquisitorial. Que lo calcinen todo. ?Piensas que mis palabras son una burda broma? Pues no te creas. La Revoluci¨®n Cultural de Mao hizo exactamente eso: destruy¨®, por pureza ideol¨®gica, gran parte del patrimonio cultural chino, los templos de Confucio y los palacios de los antiguos emperadores (adem¨¢s de matar a millones de personas), y esto sucedi¨® hace apenas 50 a?os. Cuando los humanos emprendemos el camino fan¨¢tico, podemos llegar muy lejos.
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