Pederastia en el Valle de los Ca¨ªdos: ¡°Nos daba una copita de licor benedictino y abusaba de nosotros¡±
Dos antiguos alumnos del internado de la abad¨ªa en los a?os sesenta y setenta acusan a seis monjes. La orden se niega a hablar y solo dice que se encomienda a la providencia
EL PA?S puso en marcha en 2018 una investigaci¨®n de la pederastia en la Iglesia espa?ola y tiene una base de datos actualizada con todos los casos conocidos. Si conoce alg¨²n caso que no haya visto la luz, nos puede escribir a: abusos@elpais.es. Si es un caso en Am¨¦rica Latina, la direcci¨®n es: abusosamerica@elpais.es.
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En el Valle de los Ca¨ªdos, ahora llamado de Cuelgamuros, tambi¨¦n han vivido, y viven, ni?os. Es un aspecto poco conocido: los monjes benedictinos procedentes de Silos que se instalaron en el lugar en 1958, tras la creaci¨®n del gran osario de v¨ªctimas de la Guerra Civil, contaron desde el principio con un internado de menores que formaban la escolan¨ªa. All¨ª viv¨ªan, estudiaban e integraban el coro infantil que cantaba en las misas del monasterio y la bas¨ªlica. Hoy en d¨ªa sigue funcionando igual. En ese internado, seg¨²n acusan dos exalumnos, tambi¨¦n se han producido abusos de menores. Antonio Ar¨¦valo Gonz¨¢lez estudi¨® all¨ª nada m¨¢s abrirse la abad¨ªa, de 1959 a 1961, de los nueve a los 11 a?os. Jos¨¦ G., una d¨¦cada despu¨¦s, de 1967 a 1971, de los 10 a los 14 a?os. ?l lo ha denunciado ya a la comisi¨®n de investigaci¨®n del Defensor del Pueblo y Ar¨¦valo afirma que lo har¨¢ en los pr¨®ximos d¨ªas. En todo caso, EL PA?S ya ha remitido sus testimonios a esa comisi¨®n.
Los dos vuelven al lugar, para hacerse la foto de este art¨ªculo, y se conocen all¨ª, removiendo recuerdos y sintiendo escalofr¨ªos. Antonio recuerda que ¨¦l mismo llev¨® una caja con restos humanos a la cripta, un d¨ªa que volv¨ªan de una excursi¨®n y se encontraron un cami¨®n ante la bas¨ªlica. Les pidieron a los chicos que les echaran una mano. Era en los primeros a?os del Valle, cuando segu¨ªan llegando restos de cementerios de toda Espa?a. Jos¨¦ describe el ascensor que va de la abad¨ªa a la bas¨ªlica, atravesando la monta?a, y que cog¨ªan cada d¨ªa para bajar a cantar, y a veces a misas presididas por Franco. Los dos, parad¨®jicamente, eran hijos de republicanos. ¡°Como cantaba bastante bien, era un ni?o pobre e hijo de rojo, all¨ª hab¨ªa la oportunidad de escolarizarme¡±, explica Antonio. En el caso de Jos¨¦ lo pidi¨® ¨¦l, porque su primo hab¨ªa estado interno y hab¨ªa viajado con la escolan¨ªa a Jap¨®n, ¡°aunque lo m¨¢s lejos que fui luego es a Alpedrete¡±. Solo a?os m¨¢s tarde supo que su padre hab¨ªa sido un esclavo del franquismo: ¡°Estuvo en un batall¨®n disciplinario en un campo de trabajos forzados, en otro sitio. Para m¨ª fue un choque emocional descubrir que el mismo lugar donde estudi¨¦ hab¨ªa sido hecho por presos¡±.
Ar¨¦valo se?ala a cinco monjes, uno que abus¨® de ¨¦l y otros cuatro a los que vio, o supo de sus acciones a trav¨¦s de sus compa?eros. ¡°Tengo 72 a?os, y la verdad es que he vivido toda mi vida con esto. Tras ver c¨®mo iban saliendo casos de abusos a la luz, lleg¨® un momento en que dije: yo tengo que participar en esto. Quiero contar los abusos que se comet¨ªan all¨ª. Yo tuve las primeras experiencias sexuales a los diez a?os con los monjes¡±. Acusa como su agresor a Albino Ortega, fallecido en 1980, famoso porque fabricaba un licor benedictino. ¡°En el ¨¢rea oeste ten¨ªa una destiler¨ªa. Llevaba a los ni?os all¨ª. Me acuerdo del sabor dulz¨®n del licor. Nos daba una copita y luego abusaba de nosotros. En mi caso eran tocamientos y masturbaciones, pero es que yo no deb¨ªa de gustarle mucho, le iban los gorditos y con dos compa?eros m¨ªos fue a m¨¢s¡±. Este monje tambi¨¦n era su confesor: ¡°Te sentaba encima, y era un sob¨®n. Yo dej¨¦ de confesarme y ten¨ªa un problema, porque era creyente e iba a comulgar sin confesar, y eso me torturaba porque cre¨ªa que estaba en pecado mortal¡±. Ortega dej¨® la abad¨ªa en 1966 y se traslad¨® al monasterio de Samos, en Galicia, hasta su muerte.
Otro monje al que acusa es L. S. B.: ¡°Te pon¨ªa la mano en el hombro, y empezaba a sobarte. Te tocaba los genitales por encima de la ropa, y tambi¨¦n te cog¨ªa la mano y se la llevaba a los suyos. Era un pederasta, era evidente¡±. Tambi¨¦n ha fallecido. Ar¨¦valo se?ala a otros tres religiosos, seg¨²n las confidencias de otros compa?eros, aunque admite que ¨¦l no sufri¨® agresiones de ninguno de ellos. Sus iniciales son J. A. G., el hermano F. y uno del que no recuerda el nombre, solo el apodo, La Oveja.
El segundo exalumno, Jos¨¦ G., que prefiere no identificarse m¨¢s que con iniciales, acusa a otro monje, T. B., que dej¨® la abad¨ªa en 1975 para pasar al clero diocesano y luego ha sido sacerdote en la comunidad de Madrid durante casi 50 a?os. ¡°Era uno de nuestros vigilantes. Con la excusa de que me gustaban los sellos me llev¨® a su celda a ense?arme su colecci¨®n, y all¨ª me baj¨® la bragueta y empez¨® a toquetearme. Me qued¨¦ bloqueado, no sab¨ªa qu¨¦ hacer, supongo que ¨¦l iba a buscar una erecci¨®n, me intent¨® masturbar, entre el shock y que para m¨ª era una situaci¨®n impensable, me empec¨¦ a enfadar, y me fui de all¨ª de manera instintiva. Me dijo que no dijera nada a mis padres. Pero yo no fui el ¨²nico. Era un internado donde estabas a su merced, lejos de tu familia. Pero con 12 y 13 a?os ten¨ªamos ya la sensaci¨®n del bien y del mal, y de que ten¨ªamos que ser astutos para sobrevivir¡±. Nunca se lo dijo a nadie, ni lo denunci¨®: ¡°Ir contra la Iglesia, pero adem¨¢s contra una Iglesia que era parte del Estado de la dictadura, y en ese lugar, era una locura. Yo querr¨ªa que ahora se sepa la verdad, dentro de la memoria democr¨¢tica, y que haya verdad, justicia y reparaci¨®n¡±.
Este sacerdote s¨ª que sigue vivo, tiene 86 a?os, y EL PA?S lo ha localizado esta semana en una parroquia de Madrid. Rezaba en la iglesia a primera hora de la ma?ana, atendi¨® con amabilidad al periodista y escuch¨® con asombro las acusaciones: ¡°No tengo ni idea de lo que me habla¡±, ha asegurado. Al preguntarle si cree que quien le acusa se lo ha inventado se encoge de hombros. Tambi¨¦n afirma que es la primera vez que alguien le habla del tema. Es decir, confirma que en su caso no se ha abierto ninguna investigaci¨®n can¨®nica, en contra de las ¨®rdenes del Papa, pues ninguna instituci¨®n de la Iglesia le ha llamado al menos para preguntarle si las acusaciones, conocidas desde hace un a?o, son ciertas o no.
Las seis denuncias figuran en los informes que EL PA?S entreg¨® en diciembre de 2021 y junio de 2022 al Vaticano y a la Iglesia espa?ola, con acusaciones a un total de 451 cl¨¦rigos y seglares. Aunque ha transcurrido desde entonces entre un a?o y seis meses, y este diario ha preguntado en numerosas ocasiones a la abad¨ªa por el resultado de sus investigaciones, a las que le obligan las normas eclesi¨¢sticas, el prior ha optado por no responder. ¡°Todo lo referente al Valle lo lleva Dios, y como hay una realidad trascendente, nosotros no nos preocupamos, y como ¨¦l lleva las riendas de la historia, dejamos a ¨¦l que lo resuelva. Comprendemos que los periodistas tienen su trabajo, pero hemos tomado la decisi¨®n de dejarlo todo a la providencia divina¡±, ha respondido uno de los monjes en conversaci¨®n telef¨®nica. Sobre las acusaciones de abusos, ¨²nicamente ha explicado: ¡°Llevo aqu¨ª 60 a?os y no tengo noticias de nada¡±.
Esta pasividad tambi¨¦n hace que los benedictinos, tras recibir en el primer informe de este diario la denuncia contra T. B., tampoco hayan informado a la archidi¨®cesis de Madrid, pese a que luego ha ejercido durante casi 50 a?os en la comunidad madrile?a. Este obispado ha conocido el caso a trav¨¦s de EL PA?S y confirma que la abad¨ªa del Valle de los Ca¨ªdos no se lo ha comunicado. La di¨®cesis de Madrid es una de las pocas que practica la transparencia y, tras revisar sus archivos, asegura que no consta ninguna denuncia contra este cura durante estos a?os. Pero explica que es la orden de los benedictinos quien debe investigarlo. Se?ala que en su d¨ªa pas¨® a ser sacerdote sin ning¨²n informe que advirtiera de nada negativo.
Como en otros casos, vuelve a plantearse el problema de la voluntad real de la Iglesia espa?ola de investigar los abusos de menores y ser totalmente transparentes con lo que saben ¨®rdenes y di¨®cesis. Ante la opacidad y la negativa de la mayor¨ªa de ellas a colaborar en que la verdad salga a la luz, ser¨¢ decisivo el papel del Defensor del Pueblo. ?ngel Gabilondo ha asegurado que la comisi¨®n de investigaci¨®n de la pederastia en la Iglesia, aprobada en marzo en el Congreso por todos los grupos, salvo Vox y dos exdiputados de UPN, solicitar¨¢ a la Iglesia toda la informaci¨®n y el acceso a sus archivos. A¨²n no ha llegado a esa fase, pues de momento el trabajo se centra en la recogida de testimonios, que son ya m¨¢s de 400. La ¨²nica estad¨ªstica de referencia es la que lleva EL PA?S, tras el inicio de su investigaci¨®n en 2018. Es una base de datos con todos los casos conocidos en Espa?a que en este momento contabiliza 856 acusados y 1610 v¨ªctimas.
Antonio recuerda que lloraba mucho: ¡°Nos levant¨¢bamos a las siete en invierno y en verano, a las seis y media. ?bamos a la capilla a cantar maitines, luego estudio, desayuno, clase, a cantar a misa de doce¡ Lleg¨® un momento en que le dije al padre Albino que le iba a decir a mi madre que estaba todo el d¨ªa meti¨¦ndonos mano. Fue antes de las navidades, que se pasaban all¨ª. Y creo que pens¨®: a este mejor nos lo quitamos de encima. Sal¨ª de all¨ª el 2 de febrero del 1961, a mitad de curso. Me llevaron al autocar de Larrea, que sal¨ªa de la hospeder¨ªa, y me pusieron con una maletita en el kil¨®metro 27 de la carretera de La Coru?a. Me fui a mi casa y al llegar me preguntaron qu¨¦ hac¨ªa all¨ª. Dije que no pod¨ªa seguir en la escolan¨ªa porque hab¨ªa perdido la voz¡±. Sesenta a?os despu¨¦s, la ha recuperado para hablar de lo que vivi¨® all¨ª.
Si conoce alg¨²n caso de abusos sexuales que no haya visto la luz, escr¨ªbanos con su denuncia a abusos@elpais.es. Si es un caso en Am¨¦rica Latina, escr¨ªbanos a abusosamerica@elpais.es.
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