Katja Petrowskaja, ba?ada en l¨¢grimas
Los ucranios necesitan las armas para lo mismo que las necesitaban los espa?oles de 1936: para preservar la propia dignidad
En una entrevista reciente, Pepa Bueno, directora de EL PA?S, formul¨® esta pregunta sobre Ucrania a Luiz In¨¢zio Lula da Silva, presidente de Brasil: ¡°Cuando un pa¨ªs es invadido y el agredido reclama ayuda, ?qu¨¦ deben hacer los dem¨¢s pa¨ªses, cruzarse de brazos o ayudar al agredido?¡±. Y esta otra: ¡°Es obvio que hay que intentar parar esta guerra como sea, pero, mientras tanto, ?dejamos solos a los ucranios sin darles apoyo mientras los bombardea Putin?¡±. Lula, que ha condenado la invasi¨®n de Ucrania, pero critica el env¨ªo de armas a los ucranios y mantiene una posici¨®n neutral en la guerra, intent¨® disfrazar sus fr¨ªos intereses geoestrat¨¦gicos con flatulencias pseudoevang¨¦licas, tipo ¡°Lo que hay que entender es que esta guerra no ten¨ªa que haber empezado¡±, como si la invasi¨®n de Ucrania fuera obra del Esp¨ªritu Santo. Mientras le¨ªa esa entrevista, yo no paraba de acordarme de Katja Petrowskaja.
Petrowskaja es una escritora ucrania con quien el 27 de marzo pasado compart¨ª la sesi¨®n de clausura del festival literario Libri Come, en Roma. Inevitablemente, hablamos de Ucrania. Yo me limit¨¦ a decir lo que he dicho otras veces, s¨®lo que no suena igual en Italia, donde Rusia goza de una gran presencia e influencia y m¨¢s del 40% de los italianos no quieren suministrar armas a Ucrania. Dije que los espa?oles entendemos muy bien a los ucranios. Que en 1936 nuestra democracia, tan pobre y fr¨¢gil como la democracia ucrania actual, fue objeto de una agresi¨®n armada, que los espa?oles decidimos defendernos como hoy lo hacen los ucranios y que las democracias europeas se inhibieron, se declararon neutrales y abandonaron a la democracia espa?ola, mientras los fascismos ayudaron al agresor. Y que el resultado de ese abandono no fue la paz, sino una guerra civil de 43 a?os ¡ªporque el franquismo no fue la paz, sino la guerra por otros medios¡ª y una guerra mundial de cinco ¡ªporque la Guerra Civil fue el pr¨®logo o primer acto de la II Guerra Mundial¡ª. Conclu¨ª que los europeos no deb¨ªamos cometer otra vez el mismo error y que, tanto por razones morales como pol¨ªticas, ten¨ªamos el deber de ayudar a Ucrania.
Petrowskaja fue infinitamente m¨¢s elocuente y persuasiva que yo. Desarbolada por el hurac¨¢n de la guerra (donde ha perdido familiares y amigos), apenas pudo hablar, se tap¨® la cara cuando los organizadores mostraron im¨¢genes de la guerra, m¨¢s de una vez no fue capaz de reprimir el llanto, en alg¨²n momento balbuce¨®: ¡°Soy pacifista. Odio las armas, pero necesitamos armas para que no nos maten¡±. Imposible expresar mejor el n¨²cleo de la tragedia ucrania, que es la de todos. O eso pens¨¦ entonces; m¨¢s tarde comprend¨ª, sin embargo, que lo que dijo entre l¨¢grimas Petrowskaja no es del todo exacto. En realidad, los ucranios no necesitan las armas para que no los maten: si no quer¨ªan que los matasen, les hubiera bastado con aceptar sin resistencia la invasi¨®n rusa, y ahora Putin no los estar¨ªa matando a mansalva, igual que Franco no hubiera matado tantos espa?oles como mat¨® si en 1936 nadie se hubiera opuesto a su golpe (13 a?os antes, el general Primo de Rivera tom¨® el poder sin un solo muerto). Los ucranios de hoy necesitan las armas para lo mismo que las necesitaban los espa?oles de 1936: para preservar la propia dignidad; para no vivir como esclavos. En griego, la palabra b¨ªos significa vida f¨ªsica, igual que la palabra zo¨¦: de ah¨ª las palabras ¡°biolog¨ªa¡± y ¡°zoolog¨ªa¡±; en cambio, la palabra psij¨¦ significa vida humana, la vida de la mente, la emoci¨®n y la voluntad: de ah¨ª ¡°psicolog¨ªa¡±. Los ucranianos no pelean por su b¨ªos ni por su zo¨¦: pelean por su psij¨¦; no pelean para protegerse f¨ªsicamente, o no s¨®lo para eso, o no sobre todo: pelean para protegerse humanamente; no necesitan armas para sobrevivir como animales, sino para vivir como hombres y mujeres. Para eso las necesitan.
A los ucranios los est¨¢n masacrando las bombas de Putin, pero tambi¨¦n el cinismo despiadado de quienes, lejos de Ucrania, instalados en sus poltronas de pol¨ªticos e intelectuales, fingen no entender la atrocidad cong¨¦nita de la guerra y la diferencia entre v¨ªctimas y verdugos. Que Dios los perdone.
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