Ser sur
No hay esquinas en una esfera, ni existen en este planeta lugares ¡°suralternos¡±: a¨²n queda navegar rumbo al resurgir del sur
En el horizonte se dibuja una isla desconocida. Algunos tripulantes desembarcan armados. Circe, la diosa de las bellas trenzas, los recibe con sonrisa amistosa y suculentos manjares. Pero, ay, tras unas copas de vino, roz¨¢ndolos con su varita, los transforma en cerdos. Cuando Odiseo abandona el barco en su busca, Hermes le ofrece una planta m¨¢gica llamada moly, ant¨ªdoto contra el hechizo porcino de Circe. Protegido por los poderes de la hierba, acepta la seducci¨®n de la maga, se acuesta co...
En el horizonte se dibuja una isla desconocida. Algunos tripulantes desembarcan armados. Circe, la diosa de las bellas trenzas, los recibe con sonrisa amistosa y suculentos manjares. Pero, ay, tras unas copas de vino, roz¨¢ndolos con su varita, los transforma en cerdos. Cuando Odiseo abandona el barco en su busca, Hermes le ofrece una planta m¨¢gica llamada moly, ant¨ªdoto contra el hechizo porcino de Circe. Protegido por los poderes de la hierba, acepta la seducci¨®n de la maga, se acuesta con ella en un hermoso lecho y, con un convincente revolc¨®n, logra que devuelva a los marinos sus gozosos cuerpos humanos ¡ªya sin pezu?as ni solomillos¡ª.
Como en la Odisea, nuestro mundo sufre el maleficio de nuevas magas. A comienzos de siglo, ciertas ¨¦lites financieras apodaron a los pa¨ªses del sur europeo ¡ªPortugal, Italia, Grecia y Espa?a¡ª con un acr¨®nimo de puerca arrogancia: los PIGS. El nombre llegaba adobado de los estereotipos habituales: los sure?os indolentes, despreocupados, derrochadores, deudores y propensos a la corrupci¨®n. El conocido arsenal de prejuicios con los que se justificaban desmanes en tierras latinoamericanas o africanas.
El sur se ha convertido en categor¨ªa ideol¨®gica, m¨¢s que cartogr¨¢fica, el modo en que los centros de poder describen la periferia. En rigor, todas las posiciones son relativas: cada lugar es a la vez norte, sur, este y oeste, dependiendo de d¨®nde se sit¨²e quien observa. Pero predomina el punto de vista septentrional, y hasta el lenguaje expresa preferencias: ¡°Perder el norte¡± es sin¨®nimo de conductas err¨¢ticas y desvar¨ªos. Ah¨ª nace el t¨®pico de ese sur que disfruta ventajas no ganadas ¡ªel sol, el clima, la exuberancia¡ª y sufre penitencias merecidas ¡ªpobreza, emigraci¨®n¡ª. Sin embargo, en un planeta esf¨¦rico no hay un arriba y un abajo, ni superioridad o inferioridad. Todos los puntos son iguales. No existe ninguna raz¨®n cient¨ªfica para ubicar el norte por encima del sur, m¨¢s all¨¢ de la mirada de los exploradores europeos. La historia explica mejor que la geograf¨ªa las coordenadas de nuestros prejuicios.
Milenios atr¨¢s, el norte carec¨ªa de protagonismo simb¨®lico. Para Her¨®doto se trataba de un mundo inh¨®spito, tierra de hechicer¨ªa: all¨ª situaba a seres fabulosos con un solo ojo y grifos que vigilaban tesoros. En cambio, las ricas civilizaciones radicaban en el este, all¨¢ en el Creciente F¨¦rtil, Egipto e India, y el t¨®pico dec¨ªa: ex oriente lux. El ge¨®grafo Estrab¨®n afirm¨® que Irlanda estaba plagada de can¨ªbales, y consider¨® que no val¨ªa la pena conquistar Britania, territorio m¨ªsero e inhabitable. Desde la ¨®ptica antigua, los galos eran salvajes; y los germanos, una belicosa periferia del Imperio Romano. No existe un destino asociado a la geograf¨ªa. En distintas ¨¦pocas, el mismo lugar puede ser vencedor y vencido, imperio y patio trasero, quebrado y m¨¢s tarde pr¨®spero. Lo ¨²nico que no cambia es la percepci¨®n de los pa¨ªses poderosos de turno, convencidos de ser, por siempre, br¨²jula de la realidad.
El artista uruguayo Joaqu¨ªn Torres Garc¨ªa desafi¨® en 1943 los preceptos cartogr¨¢ficos y mentales con su dibujo Am¨¦rica invertida, donde la Patagonia apunta, como una c¨²spide, hacia arriba. Escribi¨®: ¡°Ahora le damos la vuelta al mapa, y as¨ª tenemos una idea verdadera de nuestra posici¨®n. El sur es nuestro norte¡±. Revolucionando el atlas, Jos¨¦ Saramago imagin¨® en La balsa de piedra la pen¨ªnsula Ib¨¦rica como isla flotante rumbo a Sudam¨¦rica. La rebelde Mafalda, ante el globo terr¨¢queo, se preguntaba qu¨¦ habr¨¢n hecho ciertos pobres sures para merecer ciertos nortes. No olvidemos que esos territorios vilipendiados inventaron el alfabeto, la democracia y las constituciones, la moneda, la historia, el teatro, la filosof¨ªa y la f¨ªsica, la ciudadan¨ªa y el derecho internacional, innumerables corrientes art¨ªsticas, el realismo m¨¢gico, una cierta sabidur¨ªa en el vivir. Para la escritora Adelaida Garc¨ªa Morales, El sur era el lugar anhelado, la promesa de otro mundo posible. Frente a magas y agravios, necesitamos como Odiseo ant¨ªdotos que desaf¨ªen los apodos de la piara. No hay esquinas en una esfera, ni existen en este planeta lugares ¡°suralternos¡±: a¨²n queda so?ar y navegar rumbo al resurgir del sur.