Jos¨¦ Saramago, el Nobel que pidi¨® dinero para comprar su primer libro
El escritor protagoniz¨® una epopeya de crecimiento personal desde sus or¨ªgenes modestos hasta la cima de la literatura. Una obra rastrea su mundo interior y su compromiso con los desheredados del siglo XX con motivo de su centenario
El escritor que gan¨® el Premio Nobel de Literatura en 1998 compr¨® su primer libro a los 19 a?os con dinero prestado. Entre esa compra y ese Nobel, el portugu¨¦s Jos¨¦ Saramago (Azinhaga, 1922-Lanzarote, 2010) se construy¨® contra las cuerdas. Unas eran personales, como su origen humilde, y otras colectivas como la dictadura de su pa¨ªs o las guerras del siglo XX. Hay una epopeya individual en el hecho de que un aprendiz de cerrajero acabase cenando con el rey de Suecia, pero tambi¨¦n una idea de las convulsiones sociales del siglo pasado. El libro Saramago. Sus nombres (Alfaguara), que se ha presentado este mi¨¦rcoles en Casa Am¨¦rica en Madrid, al mismo tiempo que una exposici¨®n sobre su figura, y que se publicar¨¢ en Portugal en dos meses, aspira a plasmar esos mundos, el que le rode¨® y el que forj¨® en su interior, a trav¨¦s de 500 im¨¢genes y textos (la mayor¨ªa del escritor y a veces in¨¦ditos). ¡°Una obra¡±, resume Pilar del R¨ªo, la presidenta de la Fundaci¨®n Jos¨¦ Saramago, ¡°sobre un hombre y su tiempo¡±.
Y eso significa que el libro se detiene en lugares y gentes, ficciones y pol¨ªtica, m¨²sica y lecturas. Tan condicionantes fueron para Saramago el r¨ªo Almonda de su pueblo como los macizos monta?osos de Chiapas (M¨¦xico) que visit¨® despu¨¦s de recibir el Nobel en ese a?o estresante que compar¨® con el reinado de una miss. Los 200 nombres del libro ofrecen ¡°una alusi¨®n al mundo, a su mundo y, por tanto, una alusi¨®n a s¨ª mismo¡±, se?alan los editores de la obra, Alejandro Garc¨ªa Schnetzel y Ricardo Viel. Entre esos nombres est¨¢n desde el presente rabioso (el mozambique?o Mia Couto) al pasado cercano (Antonio Machado), tambi¨¦n Fellini, Maria Jo?o Pires, ?lvaro Siza, Rosa Parks o Mar¨ªa Pag¨¦s. El cine, la pintura o los libros que le hicieron ser quien fue se evocan junto a los acontecimientos del siglo XX que le hicieron pensar como pens¨®, ya fuesen los d¨ªas siniestros que se vivieron en el campo de concentraci¨®n de Terez¨ªn (Rep¨²blica Checa) o las horas de esperanza que se abrieron en Portugal en abril de 1974, que le llevaron a escribir pocos d¨ªas despu¨¦s en un editorial de la revista Seara Nova: ¡°La revuelta est¨¢ hecha, la revoluci¨®n est¨¢ por hacer¡±.
El compromiso del escritor con su tiempo fue rotundo. Hasta el final, como muestra el intercambio de cartas que mantuvo con el escritor alem¨¢n G¨¹nter Grass en enero de 2009 y que se reproducen en el libro. Eran d¨ªas de la crisis social causada por el colapso financiero internacional. El autor de El tambor de hojalata le invita a reunirse con ¨¦l en Bremen en un encuentro de premios Nobel de Literatura para ¡°discutir el desastroso estado del sistema econ¨®mico capitalista¡±. Grass justifica la ¡°intromisi¨®n cr¨ªtica¡± de los escritores por la experiencia social de la creaci¨®n de libros ¡°escritos predominantemente desde la perspectiva de los vencidos¡±. Cuatro d¨ªas despu¨¦s le responde Saramago: ¡°Ya sabemos que de las opiniones de un grupo de escritores no saldr¨¢ la soluci¨®n de los problemas que sufre el mundo, pero todos los esfuerzos, inclusive el de los escritores, son necesarios para ayudar a encontrar salidas para este momento desolador que estamos viviendo¡±.
Saramago ya estaba enfermo. Ya ten¨ªa un lugar en el Olimpo literario sueco, despu¨¦s de escribir ensayo, teatro, poes¨ªa, diarios y, sobre todo, una veintena de novelas donde hab¨ªa armado personajes como la visionaria Blimunda o el cuidador de elefantes Subhro. Un largo camino desde que, a los 25 a?os, sali¨® su primera obra, La viuda (Alfaguara), que se ha traducido hace pocos meses por vez primera al espa?ol. M¨¢s largo incluso desde los d¨ªas de la Escola Industrial Afonso Domingues, donde trabaj¨® dos a?os como cerrajero mec¨¢nico, llevaba un peto vaquero y ten¨ªa las manos sucias. ¡°Si puedo presentar alg¨²n curso de preparaci¨®n para la vida es exactamente el de cerrajer¨ªa mec¨¢nica¡±, afirmar¨ªa en 2000.
El Nobel que fue cerrajero es tambi¨¦n el hombre que aprendi¨® filosof¨ªa con Mafalda. En 1998 Saramago conoci¨® al dibujante argentino Quino en la Feria del Libro de Fr¨¢ncfort. Le dijo: ¡°Deber¨ªa ser lectura obligatoria en las escuelas, pero no en las primarias, sino en las universidades¡±. Faltaban apenas unas horas para que una azafata le comunicase en el aeropuerto que hab¨ªa ganado el primer Nobel del portugu¨¦s (sigue siendo el ¨²nico de un idioma hablado por 200 millones de personas y rico en literaturas) y que reaccion¨® al galard¨®n as¨ª: ¡°Ahora, mi ¨²nica responsabilidad sigue siendo preguntarme qu¨¦ hago aqu¨ª, en este mundo¡±.
Un centenario celebrado en 50 pa¨ªses
Puede que el Vaticano de hoy no hubiera reaccionado como el de entonces (el del polaco Juan Pablo II), que lament¨® que el Nobel de Literatura fuese a parar a un ¡°comunista recalcitrante¡±. Ese compromiso pol¨ªtico tambi¨¦n lastr¨® su relaci¨®n con una parte de la sociedad portuguesa poco amiga de revoluciones y ate¨ªsmos. La misma que se ofendi¨® cuando escribi¨® El Evangelio seg¨²n Jesucristo, novela vetada en 1992 por el propio Gobierno portugu¨¦s, que presid¨ªa entonces el conservador An¨ªbal Cavaco Silva, para optar al Premio Europeo Literario por ¡°atacar principios que tienen que ver con el patrimonio religioso de los portugueses¡±.
Parad¨®jicamente, alguna gente joven conoci¨® antes su pensamiento que su obra, como es el caso del argentino Ricardo Viel, que descubri¨® al portugu¨¦s en el Foro Social Mundial de Portoalegre (Brasil) y que es uno de los editores de Saramago. Sus nombres. ¡°Para la gente de mi generaci¨®n, los l¨ªderes que iban a cambiar el mundo eran el subcomandante Marcos, Manu Chao y Jos¨¦ Saramago. Llegu¨¦ a sus libros a partir del tema pol¨ªtico¡±.
¡°En Portugal no hay resistencia a la obra de Saramago, hay alguna de un sector con acceso a la prensa hacia su compromiso pol¨ªtico, pero la gente corriente le quer¨ªa¡±, distingue Pilar del R¨ªo, durante una charla en su casa de Lisboa, poco despu¨¦s de entregar al director de la fundaci¨®n, S¨¦rgio Letria, un par de zapatos del escritor, solicitados por el Museo del Calzado de Lisboa. En el a?o del centenario del nacimiento del autor, que se cumple el pr¨®ximo 16 de noviembre, las instituciones buscan una conexi¨®n con Saramago. No solo portuguesas o espa?olas: se han celebrado casi 200 actos en 50 pa¨ªses, seg¨²n datos facilitados por el embajador de Portugal en Espa?a, Jo?o Mira-Gomes, hace pocos d¨ªas en Barcelona. Mientras en Espa?a se reedita toda su obra en Alfaguara y se publican libros sobre el escritor como Saramago. Sus nombres, un proyecto de la editorial y la fundaci¨®n del escritor, o el volumen de cr¨®nicas que firma la propia Pilar del R¨ªo, La intuici¨®n de la isla, en Portugal est¨¢ prevista la salida de una nueva biograf¨ªa realizada por Miguel Real y el estreno en la cadena p¨²blica portuguesa RTP en septiembre de una serie sobre el popular Viaje a Portugal, que se public¨® en 1981.
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