A favor del catal¨¢n en el Congreso (y en todas partes)
Solo la mentalidad nacionalista explica la nefasta resistencia a que se hablen las lenguas minoritarias en las instituciones
El PSOE y Sumar aceptan el uso en el Congreso de las lenguas minoritarias y el PP y Vox replican que con ello buscan cortejar a los nacionalistas, cuyo apoyo necesitan para gobernar. Es verdad. Pero la pregunta no es por qu¨¦ podr¨¢n usarse all¨ª esas lenguas a partir de ahora, sino por qu¨¦, hasta ahora, no se pod¨ªan usar. Y la respuesta es obvia: porque vivimos encerrados todav¨ªa en un molde mental nacionalista, que nos est¨¢ asfixiando.
De entrada, lo obvio: estar¨ªa muy bien que el mundo entero hubiera hablado desde el principio una sola lengua, que ahora ser¨ªa casi infinitamente rica porque en ella hubieran escrito Homero, Dante, Cervantes, Shakespeare. Pero, existiera o no la torre de Babel, la maldici¨®n de Babel existe y, aunque constituye una desorbitada exageraci¨®n rom¨¢ntica creer que una lengua entra?a una visi¨®n del mundo (en fin¨¦s hay 40 maneras de decir ¡°nieve¡±, pero todas tienen su equivalente en castellano), lo cierto es que algunas lenguas se han convertido en tesoros y todas merecen respeto, porque hay personas que las hablan. El catal¨¢n, sin ir m¨¢s lejos: podr¨ªamos leer traducidos a Llull, March, Martorell o Foix, tesoros incalculables, pero no hay comparaci¨®n posible entre leer un poema en original y leerlo en traducci¨®n (por buena que sea). A veces, claro est¨¢, se ha usado el catal¨¢n para mal, para muy mal; pero con ese mismo fin perverso se han usado todas las lenguas, que no son responsables de las fechor¨ªas que con ellas se cometen. No es que el catal¨¢n deba poderse hablar en el Congreso; es que debe difundirse en los colegios y las universidades de toda Espa?a y figurar en los aeropuertos, las estaciones de tren, las monedas y donde haga falta (incluida la UE). Es un error tremendo dejar la defensa y promoci¨®n del catal¨¢n en manos de los secesionistas; el uso del catal¨¢n nos interesa a todos, pero sobre todo a quienes pensamos que la secesi¨®n es una mala idea: la lengua es el arma m¨¢s poderosa para conseguirla, pero no se desactiva inutiliz¨¢ndola (cosa inmoral adem¨¢s de imposible), sino utiliz¨¢ndola para bien (para unir diciendo la verdad) y no para mal (para dividir contando mentiras). En otras palabras: el secesionismo no se puede refutar con eficacia m¨¢s que en catal¨¢n, porque lo que se ha montado en catal¨¢n s¨®lo se puede desmontar en catal¨¢n. Ignoro c¨®mo pueden negarse estas evidencias si no es desde una mentalidad nacionalista, esa que dice que un idioma equivale a una cultura y una cultura equivale a una naci¨®n y una naci¨®n equivale a un Estado, o debe plasmarse en ¨¦l. Ese esquema herm¨¦tico, esencialista y exclusivista, que en el siglo XIX sirvi¨® en Europa como ariete contra el Antiguo R¨¦gimen, ahora est¨¢ frenando el nuevo, que s¨®lo puede ser un r¨¦gimen federal, surgido de una mentalidad federal, h¨ªbrida, abierta y colaborativa: la que propugna que cada cual puede hablar la lengua que quiera y sentirse lo que quiera, porque todos vamos a respetarlo y apoyarlo, pero a cambio de que todos respetemos las mismas reglas, aquellas que nos hacen m¨¢s fuertes porque nos igualan y muestran que lo que nos une como humanos es much¨ªsimo m¨¢s decisivo que lo que nos separa. S¨®lo la mentalidad nacionalista explica la nefasta resistencia a que se hablen las lenguas minoritarias en las instituciones del Estado y se difundan por ¨¦l, igual que s¨®lo ella explica la nefasta voluntad purista de convertir Catalu?a en una comunidad monoling¨¹e (no por amor al catal¨¢n, sino a la secesi¨®n), y las faltas de respeto hacia los hablantes del castellano. ?Que hablar en catal¨¢n en el Congreso es caro? Claro, pero es que la democracia es cara: mucho m¨¢s barato ser¨ªa no celebrar elecciones, ni abrir el Congreso, ni aspirar a una justicia independiente. En pol¨ªtica, lo barato suele salir caro.
Espa?a es a casi todos los efectos un Estado federal; s¨®lo le falta cobrar conciencia de s¨ª misma como tal y obrar en consecuencia. Y s¨ª: Espa?a se toma mucho m¨¢s en serio que Catalu?a su propia diversidad, pero deber¨ªa tom¨¢rsela mucho m¨¢s en serio todav¨ªa. No porque lo exija nadie: porque es justo y necesario. Y porque esa diversidad es la mejor garant¨ªa de su unidad. O la ¨²nica.
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