El sonido como perturbaci¨®n
Nada, no es m¨¢s que una foto de Marte, por eso llama la atenci¨®n, porque hemos logrado darle alcance con el ojo, que es uno de los cinco sentidos de los que disponemos para intimar con la realidad. Ahora nos falta tocar su superficie, chuparla, olerla y escucharla. Bueno, escucharla, escucharla, quiz¨¢ la hayamos escuchado ya con esas sondas que van y vienen, aunque su atm¨®sfera es tan delgada que los sonidos deben de tener mucha dificultad para recorrer el espacio. Pi¨¦nsese que el sonido no es m¨¢s que una perturbaci¨®n del aire. Si no hay aire, por tanto, tampoco hay perturbaci¨®n. Quiere decirse que en Marte tendr¨ªamos muchas dificultades para hablar, lo que quiz¨¢ mejorara nuestras relaciones. No hay como cenar en silencio para no discutir.
Lo que a m¨ª me llama la atenci¨®n, en todo caso, es esta forma de llegar por piezas a los sitios. Imagine que desea ver a su madre en la residencia de ancianos, por poner un ejemplo, pero que tiene un d¨ªa muy ajetreado y solo puede visitarla con el tacto. Su madre se sentir¨ªa acariciada, que no es poco.
¡ªMa?ana vengo a verte tambi¨¦n con el o¨ªdo ¡ªpodr¨ªa escribirle con el dedo ¨ªndice en la palma de la mano.
Y su madre de usted tan contenta.
¡ªHoy ha venido a verme el tacto de mi hijo ¡ªle dir¨ªa a su cuidador (o, m¨¢s probablemente, cuidadora)¡ª, pero ma?ana me va a escuchar tambi¨¦n.
Marte teme que lo visitemos enteros, porque est¨¢ lleno de agua y, dada nuestra voracidad, podr¨ªamos desecarlo en dos jornadas. De momento, nos conformamos con echarle un ojo. Se parece a la piel de un vientre bonito atacado por una medusa.
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