No estamos por la labor
Observen el aspecto de trastos inservibles tanto de la madre como de los hijos. Ellos, tirados de cualquier manera, como mu?ecos rotos que han dejado de importar a sus due?os. Ella, sentada en el puro suelo, con la espalda apoyada en el escaparate de un supermercado en el que un cartel anuncia la existencia de ¡°precios justos¡±. El precio justo era el nombre de un antiguo concurso televisivo que consist¨ªa en averiguar cu¨¢nto costaba exactamente un producto equis de consumo. Creo recordar que el concursante que acertaba se lo llevaba, ya fuera un microondas, un frigor¨ªfico o un autom¨®vil. En el caso de la foto, el t¨¦rmino ¡°justo¡± debe de tener otro significado, quiz¨¢ el de ¡°ajustado a derecho¡±, el de ¡°equitativo¡± o ¡°imparcial¡±, no s¨¦, pero contrasta esa proclama con la evidencia de que la mujer de los pies vendados no pueda acceder a ellos. Ya quisiera ofrecer a sus hijos ese aguacate partido en dos, cuya sola visi¨®n estimula las gl¨¢ndulas de debajo de la lengua.
Significa que pone ¡°el precio justo¡± porque escribir lo contrario habr¨ªa resultado algo chocante en cualquier sitio, pero sobre todo en Buenos Aires, de donde procede la imagen y donde los niveles de pobreza alcanzan cifras que nunca creer¨ªais (el 60% de la poblaci¨®n). El pie de foto se refer¨ªa al grupo como ¡°una mujer y sus dos hijos indigentes¡±, pero nosotros ve¨ªamos una familia rota en el sentido literal de la palabra, es decir, una familia descerrajada, quebrantada, reventada, exhausta. En Argentina abundan, pero aqu¨ª no nos faltan, de modo que deber¨ªamos pens¨¢rnoslo, pero no estamos por la labor.
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