Estuve en Lisboa y te compr¨¦ una lata de sardinas: la marca de conservas portuguesa que revoluciona el mercado
El grupo O Valor do Tempo ha revalorizado las conservas en tiendas de fantas¨ªa donde el dise?o es tan importante como el pescado
En 1942 las fritadeiras de la r¨ªa de Aveiro, mujeres que vend¨ªan anguilas por ferias y romer¨ªas del norte de Portugal, desafiaron la l¨®gica de los tiempos. La fundaci¨®n de una f¨¢brica, Conservas da Murtosa (Comur), para vender envasadas las anguilas fritas, fue un asombroso ejercicio de empoderamiento en aquella d¨¦cada al¨¦rgica al feminismo. En la mente de Salazar, el hombre que entonces gobernaba Portugal con mano de hierro, hab¨ªa tres fijaciones: Dios, patria y familia. A las mujeres les reservaba una esquina con rejas, la de los ¨¢ngeles del hogar.
A las fundadoras de Comur les fue bien. La industria conservera florec¨ªa en general por la costa portuguesa. Entre 1933 y 1960 empleaba al 16% de la poblaci¨®n activa y contribu¨ªa al 13% del valor de las exportaciones. A los d¨ªas de gloria le siguieron los decadentes. La entrada de la gran distribuci¨®n alimentaria desequilibr¨® la din¨¢mica de precios y hundi¨® los beneficios de las conserveras. Comur atravesaba una crisis grave cuando en 2015 la compr¨® el grupo O Valor do Tempo, que llegaba con una filosof¨ªa de negocio diferente. ¡°No ten¨ªa sentido vender latas por 80 c¨¦ntimos en los estantes del supermercado. No cubr¨ªa el trabajo del pescador, el gas¨®leo, las sardinas, el aceite o las mujeres de la f¨¢brica. Las personas que est¨¢n al inicio de la cadena son las m¨¢s perjudicadas. Defendimos nuestra visi¨®n ante la industria de la gran distribuci¨®n, pero no nos hicieron caso. Y decidimos no desistir y crear nuestra propia red de tiendas para valorizar las conservas¡±, relata S¨®nia Felgueiras, directora de marketing de la empresa.
En 2016 abrieron en una hist¨®rica plaza del Rossio, en el centro de Lisboa, O Mundo Fant¨¢stico da Sardinha Portuguesa, una tienda ins¨®lita donde se combina la nostalgia por un mundo perdido (el circo) con la fe en un mundo modesto (la sardina). ¡°Ambos tienen en com¨²n que son nobles y populares, intentamos trasladar la fantas¨ªa del circo a la humildad de la sardina, un producto al que no se daba valor¡±, expone Felgueiras.
En esa tienda, que hoy atrae a turistas con su est¨¦tica colorida, se apilan colecciones de latas separadas por conceptos. Las sardinhas do tempo, desde 1916 hasta la actualidad, evocan personajes y hechos hist¨®ricos. Antes de comerse las sardinas se puede recordar a Primo Levi, Lola Flores, Oscar Niemeyer, Edith Piaf o Humberto Delgado, el opositor asesinado por la dictadura portuguesa. Los iconos de hoy, de Cristiano Ronaldo a Zendaya, figuran en latas de a?os recientes. Hay tambi¨¦n una colecci¨®n de ciudades lusas y una selecci¨®n de lujo, bautizada como Ouro portugu¨¦s.
La apuesta sali¨® bien. El grupo vende dos millones de latas al a?o y cuenta con 20 tiendas en Portugal (15 de Comur y cinco de O Mundo Fant¨¢stico da Sardinha Portuguesa), a la que se ha sumado su primera apuesta internacional, abierta recientemente en Times Square, Nueva York. ¡°Tras la pandemia se dispar¨® el consumo en el mercado estadounidense, donde tienen un gran prestigio las conservas ib¨¦ricas. Adem¨¢s, hay una gran comunidad portuguesa en el pa¨ªs y la tienda casi funciona como una embajada sentimental¡±, se?ala S¨®nia Felgueiras.
Desde 2015, cuando cambi¨® de manos, Comur no fabrica para marcas blancas ni otras empresas y ha usado el dise?o para revalorizar las conservas de pescado. Las latas son ya habituales regalos tur¨ªsticos, que van de los seis euros de unas sardinas a los 31 del lenguado ahumado, adem¨¢s de los paquetes especiales que pueden llegar a los 88 euros. Pero si el envoltorio es un alarde de sofisticaci¨®n, el contenido es un ejercicio de artesan¨ªa de las cien trabajadoras de la conservera que lo siguen haciendo casi todo a mano.
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