La era de Taylor Swift: radiograf¨ªa del fen¨®meno pop m¨¢s extraordinario
El 29 y 30 de mayo, la estadounidense actuar¨¢ en Madrid en el marco de su The Eras Tour, la gira m¨¢s lucrativa de la historia. Viajamos hasta Par¨ªs y hablamos con fans y expertos en pop, literatura e incluso un ministro para entender el ¨¦xito de una artista que se ha convertido en un acontecimiento que trasciende lo musical
En 1986 se estren¨® una pel¨ªcula titulada Los inmortales. Protagonizada por Sean Connery y Christopher Lambert, narra la historia de unos personajes que habitan este mundo desde tiempos inmemoriales y que solo pueden morir decapitados por otros inmortales. Deben luchar entre ellos hasta que solo quede uno. La recompensa es el poder de llevar el mundo hacia una era de luz o de oscuridad, lo que m¨¢s le apetezca al inmortal triunfante. La historia del pop de los ¨²ltimos 15 a?os ha sido una reproducci¨®n del argumento de esta pel¨ªcula. En la cima de la industria, dos o tres g¨¦neros y media docena de artistas, todos ellos surgidos hace ya varios lustros, han batallado por dominar el planeta. Y tras a?os de lucha ha quedado solo una en lo m¨¢s alto, una chica de 34 a?os nacida en Pensilvania llamada Taylor Alison Swift, que ha decidido llevar al mundo hacia una era de luz. Y lo ha hecho con tanta fuerza que corremos el riesgo de quedarnos ciegos para siempre.
¡°Su ¨¦xito no tiene precedentes¡±, apunta por correo electr¨®nico W. David Marx, autor del ensayo de referencia Status and Culture (estatus y cultura), ¡°por su longevidad y por dominar la escena del pop con cada uno de sus lanzamientos. En ella se revela la profunda paradoja de nuestros tiempos. En la Red vivimos vidas fragmentadas, pero en el mundo real Taylor Swift tiene una posici¨®n central que hace que hoy la cultura de masas se sienta algo m¨¢s mon¨®tona que nunca¡±. Marx cree que la autora de The Tortured Poets Department es ¡°demasiado grande para fracasar¡±, un concepto que se aplica a la econom¨ªa y que sugiere que hay instituciones financieras que jam¨¢s quebrar¨¢n porque los gobiernos jam¨¢s lo permitir¨¢n, pues las repercusiones econ¨®micas de su ca¨ªda ser¨ªan devastadoras. Eso es hoy la autora de Champagne Problems: el sistema, con sus fuerzas, sus debilidades y sus contradicciones, y a la vez, lo que sostiene al sistema. Trabajadora incansable, emprendedora y ubicua, hasta el punto de que parece estar testando los l¨ªmites del capitalismo a base de saturarlo con su presencia. La responsabilidad de sostener la maltrecha hegemon¨ªa cultural estadounidense, casi toda cargada sobre sus blancos hombros. Taylor Swift est¨¢ en todas partes. Todo es Taylor Swift.
Desde la distancia que se le supone necesaria a cualquier an¨¢lisis m¨¢s o menos ponderado, el triunfo sin precedentes de la cantante puede parecer, como nos indica el escritor Eloy Fern¨¢ndez Porta, autor de Afterpop, el resultado de ¡°un exceso de m¨²sicos fascinantes y abracadabrantes. Hac¨ªa falta una pausa: una persona simple, tan simple como puede ser una estrella mundial. Nos toca una fase de recesi¨®n y conservadurismo¡±. El periodista ingl¨¦s Mark Simpson, el hombre que en los noventa acu?¨® el t¨¦rmino ¡°metrosexual¡±, experto en pop, estilo de vida y cultura LGTBI, va un paso m¨¢s all¨¢: ¡°El pop se ha consolidado del mismo modo que lo hizo la literatura a finales del pasado siglo, Swift es la J. K. Rowling del pop. En nuestras vidas saturadas, hoy solo hay espacio para una autora y una cantante. Y eso sucede porque la m¨²sica y la literatura ya no son tan importantes como antes¡±. Pero ?no hab¨ªamos quedado en que Swift era el triunfo de la luz frente a las tinieblas? Para comprobarlo hay que acercarse a la luz, porque a diferencia de pr¨¢cticamente cualquier gran estrella del pasado y cualquier gran producto de consumo masivo, Taylor Swift tal vez tenga un mal lejos, pero posee un cerca muy bueno. Es el ¨²nico alimento de supermercado que, tras leer en la etiqueta su composici¨®n, a¨²n te apetece comer.
Bajo un sol de justicia, tres muchachas de 15 a?os sostienen unos carteles pidiendo entradas para el concierto de Taylor Swift a la puerta de La D¨¦fense Arena, de Par¨ªs. Ninguna de ellas habitaba este mundo cuando la estadounidense debut¨® con su disco hom¨®nimo en 2006. El porcentaje de p¨²blico cuyas fechas de nacimiento coinciden con el segundo, el tercero o incluso el cuarto ¨¢lbum de la de Pensilvania es considerable, algo muy com¨²n en, digamos, un concierto de The Roling Stones o Bruce Springsteen, pero m¨¢s raro de ver en el de una artista (no infantil) que a¨²n no ha alcanzado el ecuador de la treintena.
Hoy es la segunda de las cuatro fechas de la gira europea de la estadounidense, que tendr¨¢ lugar en este recinto con una capacidad para 40.000 personas. Swift actuar¨¢ ¡ª?aqu¨ª y en el resto de su The Eras Tour¡ª con todo el papel vendido, como cualquiera que no haya pasado el ¨²ltimo a?o en una c¨¢rcel norcoreana sabe. En los rostros de las ni?as, una mezcla de emoci¨®n y desesperaci¨®n. Una es hija de Ramtin, un coach alem¨¢n de 54 a?os, y las otras dos, amigas del colegio. Hay una segunda hija, menor, que observa desde la distancia. Es fan de Beyonc¨¦. ¡°Tengo dos entradas bloqueadas en el mercado secundario para que entren mi esposa y mi hija¡±, informa Ramtin. Le han sacado de la tarjeta de cr¨¦dito 700 euros por los dos pases, pero estos a¨²n no le han llegado. Cada poco tiempo, alguien se para frente a las chicas y ellas llaman a la madre. Las negociaciones se frustran una media docena de veces, hasta que aparece una familia estadounidense y les venden sus entradas a 150 euros cada una. Aliviado, Ramtin invita a una cerveza. Su hija mayor llora de emoci¨®n. ¡°Ahora vamos a esperar a ver si me dan las entradas. Si nos han timado, vamos a sentarnos en este bar y vas a ver c¨®mo tu padre bebe cerveza toda la tarde. Y si nos las dan, entraremos t¨² y yo, que no somos fans, pero, como se ha podido comprobar en el viaje en coche, nos sabemos todas las canciones¡±, informa a su hija fan de Beyonc¨¦. ¡°Yo vi a Michael Jackson en 1992 y no es comparable a esta locura¡±, sentencia. Su hija mayor sigue llorando de felicidad. ¡°Estoy en contra de la m¨²sica sosa, pero a favor de las listas de reproducci¨®n pensadas para impedir que las adolescentes se corten las venas¡±, concede Fern¨¢ndez Porta.
Los medios locales calculan que uno de cada cuatro asistentes a los conciertos de Taylor Swift en Par¨ªs es estadounidense. Al parecer, muchos de ellos han optado por viajar hasta Europa para ver a la de Pensilvania debido a que los boletos en el Viejo Continente son m¨¢s baratos que en EE UU, donde no hay ning¨²n l¨ªmite para fijar precios de reventa. Este caso ya se vivi¨® durante el invierno en los conciertos de Jap¨®n ¡ªThe New York Times se hizo eco del choque cultural provocado por la efusiva armada estadounidense en comparaci¨®n con la educada audiencia local¡ª, cuya ¨²ltima fecha fue en la v¨ªspera de la Super Bowl, partido al que Swift acudi¨® para ver ganar a su pareja, Travis Kelce, tight end de los Kansas City Chiefs. Cuando se supo que el ¨²ltimo show en Tokio y el partido de f¨²tbol americano en Las Vegas casi se solapaban, el mundo contuvo la respiraci¨®n pensando que tal vez la autora de Cruel Summer no llegar¨ªa a tiempo. La Embajada japonesa en EE UU emiti¨® incluso un comunicado explicando que el viaje era posible y que las autoridades niponas har¨ªan todo lo posible para que Swift alcanzara su objetivo. Kelce aparecer¨¢ en Par¨ªs en la cuarta fecha. Se le ver¨¢ bailar junto a Gigi Hadid y Bradley Cooper y Swift le homenajear¨¢ mencion¨¢ndole en la letra de Karma, el tema que cierra el show, como ya hizo en Buenos Aires, y luciendo los colores de los Chiefs en su atuendo para la parte del espect¨¢culo dedicada a su disco 1989. Todas las novedades del espect¨¢culo son narradas en tiempo real en redes, por lo que la misma primera noche, X se pone a punto de nieve con los nuevos cambios de vestuario y las canciones a?adidas y eliminadas del setlist por Swift para esta gira europea. Incluso hay cuentas de TikTok e Instagram que retransmiten el show entero a trav¨¦s de la c¨¢mara del m¨®vil, a mano alzada, m¨¢s de tres horas. Una fan colombiana nos sugiere una cuenta de una estadounidense que lo est¨¢ dando en directo y terminamos vi¨¦ndolo por ah¨ª junto a otras 85.000 personas en la catarsis colectiva m¨¢s rara y solitaria que hemos vivido jam¨¢s.
En la explanada de La D¨¦fense Arena tambi¨¦n se oye espa?ol. Lo que sucedi¨® al salir a la venta las entradas fue que media Europa se postul¨® para conseguir tiques en varias ciudades a la vez, y el resultado es que mucha gente va a ir a ver a Taylor Swift este verano a lugares que en su vida pens¨® que iba a pisar. La alemana Gelsenkirchen, por ejemplo. Taylor Swift como un nuevo Erasmus. Juan ?guila, madrile?o de 23 a?os, va a conocer este verano Par¨ªs y Varsovia. Bajo el nombre de @jotawhitess (21 mil seguidores en IG) crea contenido sobre Swift. ¡°Antes interactuaba m¨¢s, ahora solo anuncia cosas, por lo que usamos esos medios m¨¢s para conectar con otros fans¡±, apunta. La conoci¨® con 1989 y se enamor¨® de ella con Reputation ¡ªsu disco o era favorita¡ª, ¡°por el amor de entonces por Joe Alwyn mezclado con el odio hacia sus enemigos, Kim Kardashian y Kanye West¡±. Lo ¨²nico que no le gusta de la de Pensilvania es que ¡°es muy capitalista¡±: ¡°Me quiere sacar siempre el dinero con miles de ediciones especiales. Pero la quiero, es mi madre¡±. Myriam Cuervo tambi¨¦n ha llegado a Par¨ªs desde Madrid. Esta noche durmi¨® en el aeropuerto de Barajas porque su vuelo sal¨ªa muy pronto. Ya ten¨ªa tiques para Londres y Edimburgo, cuando decidi¨® ver si hab¨ªa opciones de ir tambi¨¦n a Par¨ªs. En total se ha dejado unos 400 euros en pases para ver a Swift, que tiene su misma edad y de la que es fan desde 2007. Su era favorita es Speak Now. ¡°Siento casi que hemos crecido juntas, viviendo lo mismo. Mi relaci¨®n de fan ha sido muy estable¡±, comenta esta creativa publicitaria. ¡°La verdad es que no me relaciono mucho con otros fans. Hay una parte que no es muy sana y, bueno, ahora muchos son muy peque?os¡±.
El mes pasado Neil Tennant, miembro de Pet Shop Boys, grupo que ha colado 22 temas en el top 10 brit¨¢nico, opin¨® en p¨²blico sobre Taylor Swift de un modo no absolutamente elogioso. Fue noticia. ¡°?D¨®nde est¨¢n sus canciones famosas? ?Cu¨¢l es su Billie Jean? ?Shake It Off? Escuch¨¦ esta canci¨®n el otro d¨ªa y no es Billie Jean, ?verdad?¡±. Inmediatamente, Tennant era asado a fuego vivo no ya solo por el contingente m¨¢s belicoso de fans (unos 550 millones siguen a la cantante en redes sociales), sino tambi¨¦n por todos aquellos observadores supuestamente neutrales y maduros que har¨ªan cualquier cosa por no parecer viejos y que terminan por defender cualquier novedad, la entiendan o no. La virulencia de los seguidores de Swift ha provocado que un par de estrellas espa?olas del pop hayan declinado participar en este reportaje ¡°para no meterse en l¨ªos¡± e incluso que la devastadora cr¨ªtica del ¨²ltimo disco de Swift publicada en el medio digital Paste llegara sin firmar. En un tuit, el director de la p¨¢gina justificaba que la cr¨ªtica fuera an¨®nima debido a que en 2019 se public¨® una opini¨®n negativa de Lover en ese mismo medio y el autor sufri¨® amenazas. ¡°Swift es un producto accesible a su p¨²blico, mayoritariamente mujeres que se identifican con su ¨¦xito, su lucha y sus ansias de poder en lo que, entienden, es un mundo de hombres. El hecho de que no sea un talento torturado o un genio es un a?adido. Su mayor ¨¦xito es tener ¨¦xito¡±, nos cuenta Mark Simpson, que a estas alturas de su vida no teme nada.
El discurso de Tennant y Simpson es una rareza, pero ya no solo en referencia a Swift ¡ªella misma suelta en su ¨²ltimo disco un par de menciones a la obsesi¨®n de algunos de sus fans¡ª, sino que el disenso con respecto a las grandes estrellas ya es algo contracultural en unos tiempos en los que parece que cualquier ¨¦xito es indiscutible y que los argumentos se sostienen por las cifras. Tiene 14 Grammy, su discograf¨ªa ha despachado 115 millones de unidades y ya acumula 12 temas que han liderado el Billboard 100 estadounidense, ?c¨®mo no va a ser la mejor? Este clima, aunque obviamente no lo ha fomentado la de Pensilvania, s¨ª le ha favorecido para alcanzar el tama?o descomunal que hoy atesora. Milmillonaria solo con lo facturado con su m¨²sica en la era del streaming. 13 millones de d¨®lares por concierto. 65.000 por cada minuto de los aproximadamente 200 que dura el show. Este a?o pasar¨¢ m¨¢s de 30.000 minutos sobre el escenario.
En t¨¦rminos capitalistas, lo vale porque lo genera, pero ?y en t¨¦rminos art¨ªsticos? Tennant tal vez tenga raz¨®n en que Swift no tiene un pu?ado de hits inapelables, nadie va a sus conciertos para escuchar tres temas en concreto. De hecho, el mismo esquema de la gira, dividida en eras que corresponden a sendos ¨¢lbumes, favorece la idea de que para ella, y en consecuencia para muchos de sus fans, todos los hijos son iguales. O casi. El m¨¢s joven, a pesar de ser el que m¨¢s dudas ha despertado entre la cr¨ªtica especializada y el fandom m¨¢s s¨¦nior, va camino de convertirse en uno de los favoritos, si tenemos en cuenta la reacci¨®n del p¨²blico en La D¨¦fense Arena y en las redes. Semanas antes del arranque de esta gira, los swifties fabulaban sobre qu¨¦ temas iba a quitar del setlist la cantante para hacer hueco a canciones de TTPD. Curiosamente, cada respuesta al hilo propuesto, por ejemplo, por Taylor Swift Espa?a, una cuenta de fans que tiene 67.000 seguidores en X y cuya ayuda ha sido indispensable para conectar con el fandom espa?ol en Par¨ªs, era distinta. Algunos incluso propon¨ªan eliminar Cardigan o You Need To Calm Down, y parec¨ªan hacerlo con sinceridad, sin ansias de sabotaje. Hace tiempo ya que los ¨¢lbumes de Swift llegan sin sencillos de adelanto. Todo esto es algo que en el pasado hemos asociado a artistas m¨¢s underground, que pod¨ªan apenas lanzar singles y confeccionar la lista de canciones de sus shows sin tener el cuenta el peso del ¨¦xito cosechado por sus referencias anteriores. Nadie abandon¨® airado un concierto de The Velvet Underground porque no son¨® Sweet Jane.
As¨ª, ?qu¨¦ hay en estos temas de Swift que engancha tanto y casi por igual? ?Ha puesto alg¨²n tipo de droga en las melod¨ªas, como ella misma menciona en Who¡¯s Afraid of Little Old Me, un tema de su nuevo disco? Guille Mostaza, m¨²sico y productor madrile?o, nos cuenta: ¡°Tiene una f¨®rmula bastante concreta para sus canciones que le funciona de lujo. Usa estructuras cl¨¢sicas del pop, la t¨ªpica ABCABCDCC, donde A es la estrofa, B el puente, C el estribillo y D la coda. Con el paso del tiempo va abandonando la parte B y va m¨¢s directamente al estribillo, creo que es lo que acab¨® de hacerla explotar, el simplificar la estructura de sus canciones hizo que conectara con las grandes audiencias m¨¢s r¨¢pido. Ya se sabe que, para cierto sector, cuanto antes se llegue al estribillo, mejor¡±, aporta Mostaza. ¡°Tambi¨¦n suele jugar con la voz haciendo que las notas m¨¢s altas de la canci¨®n coincidan justo con la entrada del estribillo, pero antes de eso tiende a cantar en un registro m¨¢s bajo para crear tensi¨®n. Como si estuviese cargando el ca?¨®n antes de disparar. Es un recurso muy efectivo. A veces realza estos trucos quitando instrumentaci¨®n para poner el foco sobre el gancho vocal y que luego entre toda la instrumentaci¨®n a la vez para darle fuerza y que la canci¨®n estalle. Poco m¨¢s tarde, y dentro del estribillo, vuelve a bajar para conectar con la siguiente estrofa de manera fluida. Nada suena abrupto en ella, todo va subiendo y bajando sin grandes escalones. Es como una pel¨ªcula bien montada que te mantiene atento sin que te pierdas¡±.
Si en las melod¨ªas de Swift parece que haya alg¨²n tipo de narc¨®tico que hace que se queden adheridas al c¨®rtex (¡°?Esta! ?Esta es la canci¨®n que no me saco de la cabeza, menudo agobio!¡±, exclama en pleno concierto nuestro fot¨®grafo, a quien no le gusta nada Taylor Swift, pero que, tras ver la pel¨ªcula The Eras Tour antes de viajar a Par¨ªs, no puede quitarse de la cabeza I Knew You Were Trouble y lo est¨¢ pasando fatal), lo de las letras ya es una barbaridad. Los ni?os no se aprenden la lecci¨®n en el colegio, pero se saben la letra de la versi¨®n de 10 minutos de All Too Well entera. Se hacen incluso estudios de las palabras malsonantes que incluye Swift en sus discos: seg¨²n la consultora Ross Williams, su ¨²ltimo largo es el que m¨¢s tacos contiene, hasta 45; Red y Reputation, los que menos, tres. Confesional, narrativa y autorreferencial, la literatura de Taylor Swift es un compendio de casi todos los s¨ªntomas y tendencias de la literatura masiva actual, desde el romance a fuego lento hasta la autoficci¨®n. La editora y escritora Leticia Vila-Sanju¨¢n opina por correo electr¨®nico: ¡°Con la evoluci¨®n del estilo musical en las diferentes eras hay un giro tambi¨¦n en sus letras. Red o Reputation son muy autobiogr¨¢ficos. Luego, en Folklore, Evermore, Midnights y el m¨¢s reciente TTPD hay una voluntad por inventar historias m¨¢s all¨¢ de su universo de referencias personal. Creo que con sus letras siempre hay una tensi¨®n entre la necesidad de conectarlo todo a su propia vida, pues los fans lo reclaman y ella deja pistas, y el deseo de madurar como artista y escribir historias independientes de su persona¡±.
Aunque definirla como una autora feminista ser¨ªa exagerado, Vila-Sanju¨¢n s¨ª ve en la escritura de Swift un giro en la forma de enfrentarse a sus dilemas rom¨¢nticos. ¡°Es una artista muy consciente de que la mayor parte de sus fans son chicas, ni?as y mujeres, y la mayor¨ªa blancas, y que ha sabido adaptar su discurso. Como mujer blanca milenial, pero famosa, Taylor ha hecho una progresi¨®n natural en el que la ¡®otra chica¡¯ es siempre la enemiga, a los m¨¢s recientes, donde se enfoca en la progresi¨®n personal, la idea de comunidad, la amistad femenina¡±. Como apunta Simone Driessen, profesora de Comunicaci¨®n y Cultura Popular en la Universidad Erasmo de R¨®terdam, esta evoluci¨®n ha colocado a la artista en un papel ¡°de hermana mayor con respecto a muchos de sus fans. Es lo que llamamos una relaci¨®n parasocial: la idea de que has entablado amistad con el artista, pero en realidad ese amor solo funciona en una direcci¨®n, aunque la sensaci¨®n es que realmente es bidireccional¡±.
Son casi las diez de la noche del 9 de mayo y en la explanada frente al auditorio de La D¨¦fense solo quedan algunos despistados y fans que siguen comprando en los puestos de merchandising, m¨¢s de media docena dentro y fuera del recinto. Operan hasta medianoche sin tregua. Una camiseta cuesta 45 euros; una sudadera, 65. Los dise?os son simplones, pero visto su ¨¦xito, alguien en el equipo de marketing que lidera Tree Paine, probablemente la publicista m¨¢s importante del mundo ahora mismo y responsable de las campa?as y lanzamientos de Swift, ha hecho bien su trabajo. La gira The Eras Tour termin¨® el a?o pasado con unas ventas en merchandising de 200 millones de d¨®lares. Al final del mismo, la cantante reparti¨® 55 millones de d¨®lares en bonus a todos los empleados de la gira. Seg¨²n Bloomberg, los conciertos de la autora de Fortnight dejaron 4.300 millones de d¨®lares en las 21 ciudades estadounidenses por las que pas¨® en 2023. No es de extra?ar, pues, que la cl¨¢usula que las autoridades de Singapur incluyeron en el contrato con Swift y que imped¨ªa que la artista actuara en la misma gira en otros pa¨ªses de la regi¨®n provocara un conflicto diplom¨¢tico con Malasia y Filipinas, que se quedaron sin pastel.
Hace dos a?os, ?scar Puente, actual Ministro de Transportes y entonces alcalde de Valladolid, ya vio el potencial para dinamizar las econom¨ªas locales que ten¨ªa un concierto de Taylor Swift. ¡°En 2022 quise pulsar la posibilidad de que viniera a Valladolid a actuar. Entonces me enter¨¦ de que aquel a?o no iba a girar por Europa, y cuando lo dije, la gente se sorprendi¨® de que el alcalde de Valladolid supiera eso¡±, nos cuenta en una nota de voz de WhatsApp el ministro, swiftie confeso y uno de los primeros en saber que tendr¨ªamos que esperar hasta este 2024 para ver a la de Pensilvania sobre les escenarios europeos. ¡°No tuve tiempo para hacer lo que me hubiera gustado en Valladolid con respeto a la m¨²sica¡±, contin¨²a el ministro. ¡°Me encontr¨¦ las fiestas organizadas en 2015. M¨¢s tarde, dos fueron paradas por la pandemia. Solo pude organizar cinco de ocho. Si hubiera tenido un par m¨¢s hubiese podido posicionar en el terreno de la m¨²sica en directo a Valladolid a nivel nacional e incluso internacional, con muy buenos resultados para la ciudad. Intentaba hacer lo que ha hecho Abel Caballero en Vigo con las luces de Navidad. Eso lo quer¨ªa lograr yo con la m¨²sica en Valladolid¡±. Swift ser¨¢ la primera gran artista en actuar en el Santiago Bernab¨¦u tras las obras de remodelaci¨®n del estadio. 81.000 personas la ver¨¢n cada una de las dos noches en que tiene previsto actuar (29 y 30 de mayo).
Durante todo este mes previo al aterrizaje de Swift en Espa?a, los clubes de fans se han afanado en organizar actividades, que van desde la confecci¨®n de las ya c¨¦lebres pulseras de la amistad -brazaletes de cuentas en que se componen mensajes sacados de letras de la cantante o simplemente palabras de inapelable poder como ¡®paz¡¯ o ¡®amistad¡¯- hasta brunches inspirados en las eras de Taylor Swift, como el que han organizado Michelle Barroeta y Victorino Fern¨¢ndez, los fundadores del Swiftie Club, uno de los clubes de fan¨¢ticos espa?oles de la estadounidense m¨¢s activo y creativo. Descubrieron a Swift en 2009, en la pel¨ªcula de Hannah Montana. ¡°Como swifties desde hace 15 a?os podemos afirmar que siempre ha tenido una comunidad fan bastante grande¡±, apuntan por correo electr¨®nico, ¡°en especial durante su era de 1989, hace diez a?os, pero claramente estos ¨²ltimos tiempos ha crecido much¨ªsimo. Dir¨ªa que a finales del 2021 cuando lanz¨® Red (Taylor¡¯s version), su segunda regrabaci¨®n, empezaron a unirse otros fans a la comunidad, ya que era un lanzamiento bastante esperado por muchas razones, pero principalmente por incluir la versi¨®n de 10 minutos de la amada canci¨®n All Too Well que estuvimos casi 10 a?os esperando. Las regrabaciones han logrado que fans que quiz¨¢s no le hab¨ªan prestado atenci¨®n a estos primeros ¨¢lbumes, conectaran de nuevo. Luego Midnights, en 2022, ya fue un gran ¨¦xito¡±.
Como sucede con las canciones, donde no hay nada parecido a un consenso respecto a las que son imprescindibles, en el tema de cu¨¢ndo explota Taylor tampoco lo encontramos. La percepci¨®n de respecto al momento en que se alcanza la dominaci¨®n mundial que tiene Leticia Vila-Sanju¨¢n no coincide en lo que antes han propuesto desde el Swiftie Club. Una vez m¨¢s, ¡®para qui¨¦n¡¯ es m¨¢s relevante que ¡®cu¨¢ndo¡¯ o ¡®c¨®mo¡¯. As¨ª es el sjglo XXI. Y no, no lo invent¨® Taylor. ¡°En 2019 vine a vivir a EE UU, el verano que lanz¨® Lover, y aqu¨ª ya hab¨ªa una base enorme de fans muy establecida, donde a nadie le daba verg¨¹enza decir que le gustaba Taylor Swift. Pero fue durante la pandemia, cuando empez¨® a colaborar con The National y Aaron Dessner, que siento que le lleg¨® un reconocimiento m¨¢s unificado. Si algo ha demostrado Swift es que es una artista que ha entendido que para sobrevivir en el capitalismo hay que estar reinvent¨¢ndose constantemente, y que sigue aprovechando el efecto sorpresa¡±, dice la editora. Esos discos de pandemia atisbaban una Taylor m¨¢s folk y madura, pero al final se han destapado como dos gui?os gloriosos a la facci¨®n m¨¢s s¨¦nior de su audiencia -y sin alienar un ¨¢pice a la m¨¢s j¨²nior, en fin, en un doble mortal carpado de 10- y el momento del concierto en que personas en los 50 se descubren cantando a grito pelado al lado de su hija o hijo, o peor, de alguien que podr¨ªa ser su hija o hijo.
El 20 de agosto terminar¨¢ en Londres la parte europea de la gira. La siguiente fecha ser¨¢ el 14 de noviembre en Toronto, nueve d¨ªas despu¨¦s de las elecciones presidenciales estadounidenses, en las que, seg¨²n diversos expertos, Taylor Swift puede tener un papel casi determinante. La cantante entr¨® por primera vez en el terreno de la pol¨ªtica el 7 de octubre de 2018, cuando en un post de Instagram anunci¨® que iba a votar dem¨®crata en las legislativas del mes siguiente. Dos a?os m¨¢s tarde, en el documental de Netflix Miss Americana declaraba que no pod¨ªa seguir callada en t¨¦rminos pol¨ªticos, debido al disgusto que le provocaba la Administraci¨®n de Trump. Ahora muchos opinan que Swift es la mejor baza de Biden. Igual estamos exagerando un poquito aqu¨ª... ¡°No es para nada una exageraci¨®n¡±, nos dice Ashley Hinck, profesora asociada de Comunicaci¨®n de la Universidad de Xavier (Ohio, EE UU) y autora del libro Politics for the Love of Fandom (pol¨ªtica por amor de los fans). ¡°Los estudios nos muestran que el poder que tienen los artistas en pol¨ªtica es enorme. Cuando hablan, sus seguidores escuchan. Ella tiene una base enorme de seguidores y la capacidad para movilizarlos¡±. Driessen est¨¢ de acuerdo, y a?ade que la cantante ¡°ya ha demostrado que puede propulsar la cantidad de j¨®venes que se registran en EE UU para votar. Cada vez que habla de pol¨ªtica, hay debate y se disparan las teor¨ªas conspirativas¡±. La posici¨®n de la de Pensilvania es tan fuerte que, seg¨²n Driessen y Hinck, ya no parece que pueda preocuparle que una parte de su audiencia la abandone porque no comulga con sus ideales pol¨ªticos.
Hemos llegado a un punto en el que casi parece que Trump debe temer m¨¢s a Swift que a Biden. As¨ª, en la supuesta era de la revoluci¨®n woke, las guerras culturales y dem¨¢s sintagmas formulados por la resistencia patriarcal para denunciar cualquier causa de justicia social que sientan una amenaza para sus valores, el mayor escollo para la vuelta al poder de Trump ha resultado ser una cantante blanca que creci¨® en una granja de ¨¢rboles de Navidad en Pensilvania y se desarroll¨® como artista en Nashville haciendo country. Ten¨ªan la oportunidad perfecta de asestarle un golpe mortal y pop a cualquier atisbo de progres¨ªa colocando como mayor estrella del planeta -un planeta cada vez m¨¢s queer, m¨¢s racializado, m¨¢s imp¨ªo, un jaleo de planeta- a una de las suyas. Pero la chica les sali¨® d¨ªscola. Y claro, parece que hay miedo. El profesor David James Jackson, doctor en Ciencia Pol¨ªtica y experto en la relaci¨®n entre celebridades y pol¨ªtica, nos lo confirma sin ambages: ¡°Los republicanos est¨¢n muy asustados ante la posibilidad de que Swift apoye p¨²blicamente a Biden. Tambi¨¦n saben que si arrancan una campa?a contra ella, ahora mismo, ellos son quienes tienen m¨¢s que perder¡±. En septiembre del a?o pasado, el jugador del FC Barcelona Alejandro Balde declar¨® que no le gustaba la m¨²sica de Taylor Swift. Por entonces, estaban teniendo lugar las votaciones al mejor futbolista joven de Europa, que el lateral del Bar?a encabezaba. Las swifties se movilizaron para apoyar a Jude Bellingham, del Real Madrid, y castigar a Balde. En 24 horas el madridista ya lideraba la votaci¨®n.
?lex es fan de Taylor Swift, y Yeray, de Ed Sheeran. Son mellizos, tienen 16 a?os y han viajado a Par¨ªs junto a sus padres desde Santo Domingo de la Calzada (La Rioja). ?lex hace dibujos de Taylor y se ha intercambiado pulseras de la amistad con una canadiense en lo m¨¢s alto de la Torre Eiffel; otras, con unas chicas francesas bajo el Arco del Triunfo y tambi¨¦n en Montmartre con una alemana. Su era favorita es Evermore. Un arrebato de timidez adolescente hace que su padre termine ejerciendo de portavoz. Fidel Fuentevilla es gestor cultural y periodista, y ahora tambi¨¦n, un poco swiftie. ¡°Para mi hijo ha sido el mejor d¨ªa de su vida. Y a m¨ª, el show me ha encantado¡±. Se han dejado 160 euros en merchandising. Felices. ¡°Me siento orgulloso de que mis hijos no escuchen reguet¨®n¡±, sentencia Fidel. Esta dicotom¨ªa entre adolescentes fans de Taylor y adolescentes m¨¢s inclinados al urban latino se repite al conversar con otros progenitores. Todos coinciden en que Swift es un espacio seguro. La estadounidense parece sostener casi sin ayuda un contrapeso al ubicuo sonido urbano, igual de comercial pero disfrazado de rebelde. Esto hace que sea m¨¢s f¨¢cil encontrar en sus shows a familias enteras y que los supuestos sacrificios por la felicidad de los v¨¢stagos lo sean un poco menos. ¡°Odio a los Chiefs, soy de los Buffalo Bills¡±, comenta ?Scott, un canadiense que acude al segundo concierto en Par¨ªs con una camiseta de Travis Kelce acompa?ando a su hija de 14 a?os, vestida de cheerleader. ?Es esto la muerte de la rebeld¨ªa adolescente? ?No se supon¨ªa que los hijos deb¨ªan incomodar a sus padres con sus discos de los Sex Pistols apostando por abolir la monarqu¨ªa y abrazar los postulados de Bakunin, o de Madonna tonteando con la idea de acostarse con Jesucristo? Sin duda. Pero a la vez, ?qui¨¦n puede estar en contra de una familia feliz?
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.