El reto de la igualdad tambi¨¦n en salud mental
Factores biol¨®gicos y estereotipos sociales crean desigualdades entre hombres y mujeres en cuanto a la salud mental y su tratamiento
Las estad¨ªsticas muestran que las mujeres tienen mayor prevalencia de problemas de salud mental. Los trastornos de la ansiedad, por ejemplo, afectan al 10% de la poblaci¨®n espa?ola, y suponen el doble de los casos en mujeres (14%) que en hombres (7%), seg¨²n la Encuesta Nacional de Salud en Espa?a 2023. En consultas y estudios queda claro que los estereotipos culturales influyen en la forma en que hombres y mujeres procesan y afrontan el sufrimiento ps¨ªquico. Adem¨¢s, ellos y ellas expresan frecuentemente su malestar emocional de maneras distintas, como explica la psic¨®loga cl¨ªnica Isabel Cu¨¦llar. Las mujeres suelen hacerlo mediante s¨ªntomas internalizados (trastornos depresivos, de ansiedad o somatomorfos¡), mientras que los hombres tienden a emplear expresiones externalizadas (adicciones, problemas de comportamiento, m¨¢s muertes por suicidio, trastorno de control de los impulsos y trastornos del neurodesarrollo¡).
Se han explorado diferentes explicaciones para estas diferencias. Por un lado, existen factores constitucionales, gen¨¦ticos o endocrinos. Los cambios hormonales desempe?an un papel significativo en el riesgo de depresi¨®n y ansiedad. Despu¨¦s de la menopausia, cuando se establecen niveles bajos y estables de estr¨®geno, el riesgo de depresi¨®n en las mujeres disminuye y se asemeja m¨¢s al de los hombres de la misma edad. Pero adem¨¢s de lo biol¨®gico, existir¨ªan variables ambientales que act¨²an a trav¨¦s de roles y patrones de conducta socialmente impuestos y condicionan el modo en el que hombres y mujeres perciben y afrontan su sufrimiento psicol¨®gico. Es decir, es el g¨¦nero y no solo el sexo lo que condiciona de forma directa las experiencias que vive una persona, como explica la psiquiatra Gemma Parramon. Desde una edad temprana, ni?os y ni?as socializan de manera diferente (interviene la familia, la educaci¨®n, las amistades, los medios de comunicaci¨®n, las redes sociales, las normas culturales¡), lo que puede influir en su capacidad para reconocer y comunicar sus problemas emocionales.
A los ni?os se los anima a ser fuertes y a evitar mostrar su vulnerabilidad, lo que puede resultar en la supresi¨®n de sus sentimientos. Esta socializaci¨®n har¨¢ que los hombres rechacen con m¨¢s probabilidad la b¨²squeda de ayuda cuando se sientan mal, incluso en su c¨ªrculo m¨¢s cercano. Adem¨¢s, suelen utilizar estrategias de afrontamiento desadaptativas para intentar superar su estado como la de evitaci¨®n y escape, el aislamiento social, el abuso de sustancias, comportamientos de riesgo, la irritabilidad y un aumento de las horas de trabajo cuando son adultos.
Las ni?as suelen recibir mensajes que fomentan la expresi¨®n de sus emociones y el desarrollo de habilidades interpersonales. Se les ense?a que es aceptable buscar apoyo emocional. Pero la alta exigencia con la que se las educa har¨¢ que, a veces, vean imposible de alcanzar sus deseos pudiendo desarrollar sentimientos de baja autoestima, culpabilidad o verg¨¹enza. Este ideal femenino es responsable de muchos problemas de salud mental y de que trastornos como la anorexia y la bulimia sean hasta seis veces m¨¢s frecuentes en mujeres que en hombres. Adem¨¢s, a la mujer se le atribuye socialmente el rol de cuidadora. Trabajar fuera de casa no reduce la implicaci¨®n dom¨¦stica, lo que comporta una sobrecarga y tener menos espacio para la satisfacci¨®n de necesidades personales de ocio y autocuidado (dieta, actividad f¨ªsica, horas de sue?o, relaciones sociales¡), que son protectoras para una buena salud mental.
Se ha detectado que las mujeres de todos los pa¨ªses, grupos ¨¦tnicos y en todas las etapas de la vida solicitan el doble de apoyo para problemas de salud mental que los hombres. Y estos suelen subestimar su malestar, incluso cuando experimentan s¨ªntomas significativos. Tambi¨¦n la respuesta cl¨ªnica que reciben en algunos casos es distinta. Hay estudios que muestran que, a igualdad de s¨ªntomas, las mujeres tienen m¨¢s probabilidad de salir de una consulta m¨¦dica con una receta de psicof¨¢rmacos que los hombres. Y, a veces, no se tiene en cuenta la presentaci¨®n diferencial de s¨ªntomas en las consultas m¨¦dicas. Por ejemplo, que los hombres deprimidos pueden estar irritables en lugar de tristes. Los estudios indican que a mayor desigualdad de g¨¦nero existe mayor desigualdad en el tratamiento de la salud mental.
El fen¨®meno de las desigualdades de g¨¦nero y la salud mental es complejo, por lo que resulta necesario promover cambios en ¨¢mbitos pol¨ªticos, culturales y asistenciales. Podr¨ªan desarrollarse diferentes estrategias. En el plano administrativo, con pol¨ªticas p¨²blicas para eliminar factores que contribuyen a que las mujeres tengan una peor salud mental (violencia sexual, violencia de g¨¦nero, carga de cuidados, mayores niveles de pobreza), contra la discriminaci¨®n en el mercado laboral y de apoyo a la responsabilidad compartida familiar y social. En el ¨¢mbito sanitario, resulta esencial formar a los profesionales y reflexionar sobre c¨®mo a veces se colabora, sin darse cuenta, en las inequidades. Tambi¨¦n es necesario hacer intervenciones cl¨ªnicas que promuevan estilos de afrontamiento saludables y equitativos para ambos g¨¦neros. Socialmente, habr¨ªa que trabajar sobre la sensibilizaci¨®n en la importancia de la salud mental desde los primeros a?os de vida y c¨®mo detectar problemas emocionales y saber pedir ayuda, y que esta educaci¨®n favoreciera a hombres y a mujeres por igual.
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